Capítulo 1
Perversión absoluta en Tailandia
El movimiento brusco me sobresalto, me había quedado dormida con la cabeza apoyada en el hombro de mi hijo, aún faltaban un par de horas para llegar a destino, mi mente se perdió observando las nubes a través de la ventanilla del avión.
Miraba absorta mientras repasaba mentalmente mi vida en los últimos meses, mi divorcio era demasiado reciente y doloroso, descubrir que mi marido se beneficiaba a mi mejor amiga entre otras, fue el detonante de un matrimonio ya desgastado.
Y allí estaba yo intentando enfocar mi vida, sin ningún compromiso, viviendo día a día, minuto a minuto en un viaje que tenía concertado con mi marido hacía mucho tiempo y no pude anular, por lo que antes de perder una buena cantidad lo aproveche llevándome a mi hijo.
La vibrante Bangkok nos recibió con su clima agradable y caluroso, una ciudad moderna y llena de luces atrayentes, hicimos el chek-in y nos instalamos en la habitación, era amplía con un baño completo y unas espectaculares vistas de la ciudad y sobre el río Chao Pharaya, la habitación tan solo tenía una cama amplía.
Mi hijo se duchaba mientras yo deshacía parte de la maleta, no pude evitar apuntar la mirada hacía la ducha, hacía tiempo que no lo veía desnudo y me llamó la atención lo que colgaba entre sus piernas, me di cuenta de que ya no era un adolescente sino que a sus 21 años ya era un adulto, su polla se balanceaba entre sus muslos, en poco tiempo había sufrido una transformación y había crecido más de lo normal era larga y gorda y estando flácida.
Él levantó su cara y nos observamos por un instante, avergonzada desvié la mirada intentando disimular y me giré colocando algo de ropa encima de la cama, involuntariamente un escalofrío recorrió mi cuerpo y sentí cómo mi intimidad se humedecía, me desnude y me tape con una toalla y cuando mi hijo salió del baño entre yo cerrando la puerta y dejé que el agua cayera por mi cuerpo sin mojarme el pelo. Mi mente fantaseo con la imagen de mi hijo desnudo, la falta de sexo desde que me había divorciado me pasaba factura y de qué manera, me entraron unas ganas tremendas de masturbarme y tuve que contenerme, mi estado anímico me provocaba unos estados de animo totalmente opuestos en cuestión de segundos pasaba de no tener ganas de hacer nada a un deseo apremiante de follar pronto o me volvería loca.
Al salir de la ducharme di cuenta que había dejado la ropa encima la cama, salí con los pies descalzos y me senté en la cama, mi hijo estaba sentado en una especie de taburete acolchado que hacía las veces de silla, me puse las bragas sin dejar ver nada de mi , pero me quite la toalla para ponerme el sujetador, observe cómo mi hijo estaba embobado mirándome.
Me levanté y me puse unos pantalones cortos, una camiseta y unos calcetines con unas cómodas botas, los ojos de mi hijo seguían mis movimientos cómo si estuviera hechizado.
-¿Qué miras? – le pregunté con una sonrisa.
-Joder mamá es que aún tienes un buen polvazo.
Sus palabras me produjeron un evidente nerviosismo y durante unos instantes me quedé paralizada.
-¡Sé que no soy fea! – le contesté alterada – ¡Pero soy tu madre!
Salimos de la habitación, durante el trayecto de bajada en el ascensor intenté no cruzar mi mirada con él, pero interiormente me sentía muy halagada por sentirme deseada aunque fuera por mi propio hijo.
Disculpadme si no me he presentado, me llamó Carmen y tengo 41 años, soy delgada con vientre plano y un culo respingón, mido 1,62 y tengo media melena de color castaño y físicamente tengo unas tetas pequeñas con unos pezones muy puntiagudos de color oscuro y mi chochito esta cuidado con un triangulito de pelo descuidado. Mi hijo se llama Victor, mide 1.75, atractivo y es también delgado con un cuerpo bien musculado.
Salimos del hotel y nos dirigimos a explorar aquella urbe descomunal, tanto yo cómo mi hijo dominábamos muy bien el inglés, la primera parada la hicimos en un local muy ambientado con unas mesas y taburetes de madera y con carteles que mostraban la comida local, mi hijo fue a buscar la comida y volvió con dos cuencos de pasta con pescado y dos cervezas locales.
Seguimos explorando la ciudad y visitamos un mercado local lleno de imitaciones de todo tipo desde relojes, bolsos ropa y calzado deportivo. Ya anocheciendo comimos algo de pollo, cerdo asado y arroz en puestos callejeros. Más tarde llegamos a un típico lugar de Bangkok un barrio rojo, lleno de locales de estriptis, locales muy luminosos y llenos de neón de color rojo, locales pomposos donde en grandes carteles anunciaban los precios de la cerveza ( Era lo que atraía a mucha gente, su precio asequible) llenos de taburetes y tarimas donde invitabas a las chicas a beber y algunas subían a bailar casi desnudas.
El ambiente era festivo y amable, no había malas caras ni sensación de peligro y resaltaba ver tanta depravación combinada con un profundo sentimiento religioso, cuando se dirigían a ti lo hacían bajo un profundo respeto aunque sin tapujos.
Una de las chicas llamó la atención de Víctor, era una chica joven tal vez no más de 20 años, lucía un vestido azul de una pieza con unos zapatos que dejaban ver sus lindos pies, con unos tacones que disimulaban lo bajita que era.
-Esta chica es muy guapa – le dije.
-Si que lo es – admitió Victor.
-Veo como la miras, ¡hijo tienes que ser más discreto!
-¡Vamos mamá! ¿Tanto se me nota?
-Tranquilo cariño, ¡Eres un hombre!
-¡Mamá quiero follármela!
A mi aquellas palabras ya no me sorprendían nada y le hice un gesto de contrariedad, mi hijo se levantó y estuvo un rato hablando con la chica y los vi desaparecer por un pasillo.
Yo me distraía viendo un partido de la premier legue por uno de los muchos televisores y bebiendo cervezas, la camarera me traía una cada vez que la veía vacía, varías chicas se me insinuaron para hacer un trio , pero una chica me ruborizo cuando intentó coquetear conmigo y ofrecerme la mejor comida de coño de todo Bangkok.
Mi hijo salió con una expresión satisfecha y se sentó delante mío pidiendo una cerveza.
-¡Vaya coñito que tiene! – me dijo.
-¡No me des detalles! – le dije con una sonrisa -¡Tú follando y tu madre aquí medio borracha ya!
-Mamá – me insinuó en tono serio y acercando su cara -¡Si quieres follar con alguien yo no te diré nada!
Me quedé paralizada, sin saber que decir, que hacer, mi hijo y yo manteníamos una relación sincera y abierta, pero aquello rozaba la surrealidad y la cordura.
¡Dime algo! –insistió temiendo haber cruzado una línea que no podía deshacer.
-¡Perdona, me has sorprendido y me he quedado sin palabras! – le contesté abrumada- ¡Es que eres mi hijo!
No daba crédito a lo que estaba sucediendo, pero una intensa y extraña excitación me embargó, solté un buen suspiro y apoyé mi cara en mi mano observando a mi hijo.
-Desde que me dejó tu padre no he vuelto a follar y has despertado en mi cosas que tenía olvidadas y me has provocado un buen calentón…¿Estás seguro que quieres que folle con alguien?
-Por mi perfecto – contestó con voz morbosa – ¿Quieres que te busque un tío con experiencia?… O quieres follar con una bollita de estas.
-¡Vámonos ya! – le supliqué con voz pesada y cansada, las cervezas me estaban haciendo efecto -¡Mañana hablamos!
Un tuk tuk nos llevo al hotel, eran los taxis de bangkok que serpenteaban por calles estrechas y llegamos enseguida. Una vez en la habitación del hotel me quite las botas y los calcetines y me hice un masaje en los pies, después me quite el sujetador, no me gustaba dormir con él, tan solo llevaba una camiseta y las bragas, me estire en la cama y me agarré a la almohada haciendo un ovillo en mi cuerpo.
Mi hijo se puso detrás mío, sentí como sus manos abrazaban mi cintura y se pegaba a mi, sentí que mi piel se erizaba, noté la dura polla en mis nalgas, su aliento en mi cuello, dejó caer su cabeza y me beso el cuello, eran pequeños besos con los labios y su mano se introdujo por me camiseta.
-¡Por favor para, no soy de piedra! – le supliqué con voz ronca al tiempo que intentaba apartarme de él insistentemente.
Su fuerza era descomunal y sus brazos me sujetaron fuertemente, manteniéndome pegada a él, su mano alcanzo mi pecho y me pellizco el pezón que se puso erguido y puntiagudo, solté un pequeño gemido, su boca me daba mordisquitos en el lóbulo de la oreja y me producía ligeros temblores.
Una de sus manos se deslizó por debajo de mi cuerpo y la otra bajó y se juntaron en mis bragas, sentí como sus dedos apartaban mis bragas y su otra mano acarició mi coño, sufrí un temblor involuntario y solté un suspiro placentero.
-¡Estás muy mojadita mamá! – me susurró a mi oído perdiendo toda su vergüenza.
Yo ya no me oponía, era incapaz de moverme, sentí cómo sus dedos abrían mis labios y su glande me rozó la rajita, solté un grito de sorpresa, su mano me sujetó fuerte por la cintura y empujó penetrándome, sentí cómo mi coño se estiraba al mismo tiempo que noté un escozor y un quemazón, solté un alarido, noté otro empujón y mi coño cedió a su polla y me la clavo hasta la mitad.
Sus manos sujetaron mis tetas y mi cintura y empezó a embestirme suavemente, yo le pedí que parara, pero mi cuerpo me desobedecía y mi coño se encharcaba sin que pudiese evitarlo, sus embestidas fueron más fluidas y constantes, yo gemía ligeramente y cada vez más de forma más prolongada, mi respiración se agitó y mi cuerpo sucumbió a lo inevitable y me corrí, mi cuerpo tembló mientras yo dejaba escapar suspiros largos y grititos.
Él dejó que me recuperara, notaba su polla clavada en mi coño y cómo mis muslos se empapaban de mis fluidos, él levanto mi pierna y deposito mi pie sobre su muslo, bien abierta, me penetró con fuerza y volvió a moverse con fluidez, dejé caer mi cabeza en la almohada y empecé a suspirar de forma agitada mezclándolo con grititos agudos.
-Cómo me gusta tu chochito – me susurraba al oído mientras aumentaba las embestidas.
Mis manos se apoyaban en el cabezal para evitar que mi cabeza golpease contra él, mis grititos eran ya de un tono agudo que salían del fondo de mi garganta.
-¡Más despacio! – le susurré entre gemidos –me duele tan profundo.
Él dejó de penétrame profundamente para embestirme con fluidez y constancia, mis gemidos eran ya escandalosos.
-Me encanta tu chochito mojado.
Su mano me sujeto por el cuello y me folló con fuerza, me volví a correr, esta vez mi cuerpo tembló de forma violenta, mis manos le empujarón y me aparte de él, saliendo su polla de mi coño de forma abrupta y provocándome un profundo dolor, me quedé un buen rato con las piernas abiertas de cara al techo, mi abdomen se contraía y expandía recogiendo aire de forma agitada, pasaron unos minutos hasta que recuperé la compostura.
Sujeto mi mano y la llevo a su polla, incorporé medio cuerpo y le sujeté la polla con las dos manos, sabía lo que quería y se lo iba a dar, empecé a mover mis manos y le hice una paja, él empezó a suspirar y aumente los movimientos hasta que empezó a bufar temblando y soltó todo su esperma a chorros.
Me puse otra vez en posición para dormirme, él me volvió a abrazar y a besarme el hombro y el cuello, notaba su respiración agitada y nos quedamos dormidos en un instante.