Mi tía Lyly la necesitada
Esta historia ocurrió hace unos años atrás, y tiene por protagonista a una tía, que en ese tiempo vivía con nosotros en nuestra casa, ella separada de su marido hacía ya unos cuantos meses, con un niño pequeño.
Ella en ese tiempo, pasaba la mayor del tiempo haciendo trámites para marcharse del país y buscar una nueva vida en otra parte donde no la conocieran.
Además, todos los que morábamos en la casa durante el día nos encontrábamos fuera de ella, y mis padres muchas veces, no llegaban en algunos días, pues a mi padre le correspondían en ese tiempo turnos de noche en su trabajo, y mi madre debía viajar periódicamente a supervisar una parcela que posee en el norte del país.
En una de estas ocasiones, después de encontrarnos solos mi tía y yo en casa, nos dispusimos a merendar, platicando acerca de lo ocurrido en nuestras vidas por esos días.
Después de terminar nuestras meriendas, me hace notar que la casa se encontraba muy desordenada, y si me animaba ayudarla a ponerla en orden, dada su petición no puse objeciones y nos dispusimos manos a la obra, pasado un tiempo de estar ordenando le propuse que nos sirviéramos algunos tragos, lo que aceptó inmediatamente, para lo que elegí preparar los tragos con un aguardiente muy fuerte que mi padre mantenía en su bar, la cual acabamos después de unas horas.
Ya terminado el aseo de la casa, nos sentamos en el sillón de la sala a ver televisión, para continuar sirviéndonos otros tragos, pues era fin de semana y no tendríamos labores de importancia al día siguiente.
Después de un tiempo, mi tía dijo encontrarse cansada, pero que necesitaba tomarse otros tragos para relajarse; después de dos tragos al levantarme al baño, la encuentro a mi regreso totalmente dormida, sigo viendo la película que transmitían, en un intermedio, me levanto a buscar una cobija para cubrirla, pues era una fría noche de invierno, al momento de cubrirla me quedo viéndola por un momento, y noto a la hermosa mujer que duerme tranquilamente, noto sus pechos que se muestran bajo su camisa sin corpiño, y su exquisita grupa, por haberse acomodado con su cabeza sobre un cojín dejando sus posaderas hacia el lugar donde yo estaba sentado, la cubro con la cobija, acaricio su cabellera, y paso uno de mis dedos acariciando su cara y sus labios, me siento en el lugar en que me encontraba anteriormente, y trato de cubrirme con el resto de la manta que cubría su parte trasera, al hacerlo sin mirar toco sus glúteos, suaves y turgentes, me doy cuenta que está dormida completamente, y que por efecto del alcohol ingerido su sueño será mucho más profundo que lo normal, lo que hace excitarme completamente, y seguir con mis tocamientos, que a cada momento me encendían al máximo, acomodo sus piernas y subo totalmente su vestido, para poder tocar su entrepierna, que siento caliente, muy caliente, cuidadosamente, como no había puesto reparos al acomodarla anteriormente, disimulo volver hacer lo mismo, pero en esta ocasión me doy a la tarea de quitarle sus diminutas pantaletas, lo que logro quitar sin ningún obstáculo, las huelo un momento y se las dejo en sus manos, por lo que enseguida dedico mis frotamientos a sus exquisitas partes húmedas y calientes, introduciendo de vez en cuando mis dedos en su caverna cada vez más húmeda y chorreante, y su ano que por la postura en que se encontraba tenía totalmente a mi vista.
Como todos saben, que la calentura nos lleva a actuar sin medir consecuencias, ya totalmente excitado con una mano froto descaradamente su clítoris y con la otra me masturbo suavemente.
En ese momento, ella se despierta abruptamente, levantando su cabeza diciéndome: ¿qué mierda me estas haciendo? ¿cómo se te ocurre hacerme algo así? ¿no ves que soy tu tía?; sobresaltado, no encuentro que decir, me quedo callado por unos momentos, no atreviéndome siquiera a sacar mi mano con mis dedos dentro de su vagina, rápidamente pienso como salir del problema, y le respondo que hace unos momentos me había pedido que le hiciera unos masajes en las piernas, y que en medio de ellos se había, quitado sus pantaletas, por lo que yo creyendo que se ofrecía, había continuado con los masajes más internos, ¿pero como?, me dice; le digo que mire sus manos que ella tiene sus pantaletas en ellas, se mira, no da crédito aún, le digo que posiblemente, por efecto del alcohol, unido a sus deseos de mujer sin actividad sexual desde hace tiempo, lo haya dicho en su inconciencia; parece creerme, se queda en silencio por unos momentos, frunciendo el ceño, como queriendo recordar algo, y luego me dice, que dada la situación, continúe, pues a la verdad: en esos momentos verdaderamente, necesita sentir un orgasmo, se acomoda nuevamente alzando una de sus piernas sobre el respaldo del sillón y la otra sobre mis piernas, dejando su tesoro completamente a mi vista, abierto totalmente, incitándome a continuar con la tarea ya iniciada, sigo con mi mano aún en su interior, por lo que continuo masturbándola inmediatamente, sintiendo como derrama sus jugos abundantes, luego me dice, esta vez más consciente, si me atrevería a lamer su almejita, lo que hago con el mayor gusto, transcurridos apenas unos segundos, comienza a dar indicios de un orgasmo, apoyando sus manos en mi nuca haciendo que mi lengua frote muy fuerte su abultado clítoris, su placer se transforma en un violento orgasmo, subiendo y bajando su pelvis, contrayendo su vagina contra mi boca, derramando sus flujos de manera abundante, al no separarme de ella y seguir succionando su tesoro vuelve a venirse en otro orgasmo que como el anterior no puede controlar, dejándose ir con un grito que deben haber escuchado todos los vecinos.
Ya relajada, me dice que en verdad necesitaba desahogar su instinto sexual, por lo que continuáramos, acto seguido sin decir agua va, se posesiona de mi verga introduciéndola en su boca diciendo que quiere probar mis jugos, siento sus labios a la altura de mis bolas, todo mi pene estaba en su interior, no lo podía creer, pasados unos instantes me vengo copiosamente por la calentura alcanzada, trata de que toda mi acabada se produzca en su boca, pero se atraganta, terminando mi acabada en sus pechos, a lo que ella esparce por su cuerpo llevando los restos de sus dedos a su boca.
Exquisito me dice, ya casi se me había olvidado el sabor de un hombre, ¡y como lo necesitaba!.
Me dice que le sirva un trago y la siga a su dormitorio, cuando llego a él, la veo totalmente desnuda sobre la cama, haciéndome señas a que me instale a su lado, me dice que la noche no ha terminado, y que ahora viene lo mejor; me abraza situándose sobre mi, para besarme en la boca ardientemente, aún siento el sabor de mi propio semen en sus labios (por cierto la primera vez que puedo sentir el sabor de mis propios humores), sigue besándome y bajando por mi cuerpo hasta llegar a mi pene, que vuelve a metérselo en la boca, situando al mismo tiempo un almohadón bajo mis nalgas, hasta que lo siento erecto nuevamente, en eso se acomoda a horcajadas sobre mi masajeando mi pene contra su vulva y su ano por un rato, cuando ella se siente totalmente lubricada, y mi pene se encuentra erecto totalmente, en un movimiento rápido y certero, se encaja totalmente en él, tanto que siento un dolor en mi glande y mis testículos, por el golpe inesperado, se queda inmóvil, unos momentos al sentirse totalmente penetrada, para continuar luego con una cabalgata maravillosa e interminable, moviendo sus caderas en un momento muy rápidamente, otras en circulo, a momentos, se quedaba quieta, con toda mi verga en su interior, para contraer y dilatar su vagina, cuando ella notaba en mi, indicios de acabar, se levantaba sin sacar mi pene totalmente de su abertura, para con su mano apretar bajo mi glande por unos segundos hasta que la sensación terminaba, para continuar cabalgándome, no sé cuantas veces acabo ella aquella noche, por mi parte recuerdo haberlo hecho unas ocho veces.
Desde ese día nuestros encuentros se produjeron casi a diario, desenfrenadamente, por todo el tiempo en que ella vivió en nuestra casa, hasta que llegó el día en que tuvo que marcharse.
Sin antes, agradecerme todos los momentos de gozo que pude brindarle, que ella conservaría por siempre en su memoria.