Como mi hermana vivía sola con Roberta, su hija, y mi cuñado decidió ir a su pueblo a regentar un snack, y como mi hermana no quería acompañarla, ella y su hija Roberta se quedaron.

Para no quedarse sin hacer nada, nuestra madre, que es una señora mayor, la invitó a quedarse en su casa haciendo algunas tareas domésticas. El dinero que le pagaría a un desconocido se lo daría a cambio de sus servicios.

Como tiene su apartamento en el mismo bloque que yo, siempre que necesita que le hagan algo, me llama.

Un día, Roberta, al llegar temprano del trabajo, se dio cuenta de que el cable que conecta el refrigerador al enchufe estaba suelto, así que vino y me preguntó si podía ir a arreglarlo, lo cual hice enseguida.

Roberta es una chica delgada, de cuerpo esbelto y pechos grandes. Siempre que está en casa, usa pantalones cortos que le dejan ver su culito. Ya sabes cómo es, y quien lo vea quiere comerte ese culito y chupar esos melones, que deben estar deliciosos.

Y aunque soy su tío, no soy diferente a los demás, pero soy reservado, pero ese día no lo aguanté y cuando llegué y me vi solo con Roberta, no pude aguantar más y le dije: «Ro, sabes que estás muy buena y que pones cachondo a los hombres con esos shorts». Entonces Roberta me preguntó: «Tío, ¿qué te provocó?».

Entonces le dije que la misma reacción que provocas en los demás, tonta, porque yo no soy diferente, ¿sabes?, porque soy tu tío, porque me he pillado masturbándome pensando en ti. Entonces Roberta me miró y dijo: «Pervertido, no perdonas ni a tus sobrinas». Entonces le dije: «¿Quién te dice que estés buena?». Soy viejo pero no estoy muerto, guapa. Mientras arreglaba el hilo, Roberta fue a su habitación y, en cuanto vio que ya estaba listo, me llamó.

Al entrar, vi a esa jovencita desnuda en la cama, diciéndome qué le parecía verme desnudo. Tío, le dije: «Qué bonito, qué maravilla». Y al ver ese coño depilado, que me daba la impresión de ser de una jovencita, no dudé, me tiré a la boca y Roberta puso sus piernas sobre mis hombros y me dijo: «Anda, tío, haz que tu sobrina se corra, hazlo, guau, la chupé tan bien que sentí su semen correrse en mi boca, qué rico».

Después de chuparle el coño, le tocó a Roberta corresponderme chupándomelo. Al ver mi polla, me dijo: «¡Guau, tío! ¿Cómo puedes aguantar esta polla tuya en el coño? Porque la de mi padre es más pequeña que la tuya, y mi madre le dijo que fuera despacio para no lastimarla. Imagínate si viera la tuya, se moriría».

Pero entonces le dije: «¿Te gustó lo que estaba chupando?». Ella asintió con la cabeza, diciendo que sí. Después de hacerme correrme en su boca y bebérmelo todo, me dijo: «Siempre me vi en la polla de mi padre, pero ya sabes lo puritano que es aquí en casa. Porque en la calle, se come a todo el que le hace caso. Para que te hagas una idea, el día que lo vi con la polla dura, me corrí. Solo al verme mal, me desmayé y dejé a todos preocupados aquí en casa, pensando que tenía alguna enfermedad».

Mi madre me llevo al medico, y como fue medico el que me atendió le conté lo que me había pasado, solo que no dije que fue porque vi a mi padre desnudo con la verga dura. y si, una vecina, lo cual se rió y me dijo que me controlara y cuando vaya al baño o me acueste me haga una paja para soltar un poco, pero era tanta mi gana de tener una verga dentro de mi que en cuanto conseguí novia al segundo día le dejé que me sacara la guayaba, mira yo tenía 18 años y él 22 y le dije que si pasaba algo no le cobraba nada, lo cual fue bonito nuestra primera vez empezamos a tener sexo cada que estábamos solos ya fuera en casa o en algún lado, porque para que fuera más fácil yo andaba sin bragas para que pudiéramos tener sexo donde estuviéramos y nos diera la gana.

Pero volviendo a nosotros dos después de esta conversación, puse a Roberta a cuatro patas y antes de meterle la polla en el coño, le chupé tanto el coño como el culo, sacándole gemidos y diciéndome: «¡Guau!». Se me puso la piel de gallina con tu forma de hacer las cosas, tío. Así que, de rodillas, dirigí mi polla a la entrada de su coño y empecé a penetrarla, donde Roberta me dijo: «Anda, tío bueno, métela en tu sobrina guarrilla que le encanta dar y sentir una buena polla dentro».

Se restregaba con mi polla y, sin darse cuenta, me llamaba por el nombre de su padre, pidiéndome que me corriera en su hijita, lo que me puso aún más cachondo. ¡Guau, esa tarde fue increíble porque tenía a Roberta encima, y ​​como hacía calor, no vimos pasar el tiempo! Y cuando llegó mi hermana, y al vernos allí en la habitación, se quedó en la puerta mirando y masturbándose, porque también llevaba mucho tiempo sin tener una polla dentro de su coño.

Cuando me giré y vi a mi hermana masturbándose y gimiendo, le pedí a Roberta que mirara, y cuál fue mi sorpresa cuando me dijo: «Anda, mami, prueba la polla de tu tío y verás qué rica está. Mira, es más grande que la de papi, ves, pero tú puedes con ella».

Mi hermana, sin decir nada, se desnudó y me dijo: «Anda, hermano mío, fóllame, haz que me corra». Me tocó comerme a mi hermana ahí mismo en el cuarto de su hija, y con Roberta acariciándola y diciéndole: «Anda, mi vieja, que salga toda esta lujuria tuya». Anda, que cuando me fui de ahí, se acabó porque, además de tener sexo con una chica, lo hice con mi hermana, que, a pesar de su edad, todavía tenía leña para quemar, y desde ese día, me convertí en el amante de mi sobrina y mi hermana.

Y como mi hermano tenía a mi madre como confidente, yo también empecé a comérmela, lo cual me encantó, porque siempre quise comérmela; desde pequeña me encantaba verla desnuda. Pero esa es otra historia que les contaré más adelante.