Capítulo 1

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Mi hermana está buenísima y me hace una paja I

Hacia mucho calor, y en la televisión no pasaban nada bueno.

Era un miércoles por la tarde y ambos estaban en casa solos. Aburridos. Terriblemente aburridos.

El solo llevaba un pantalón corto de deporte y sus playeros. Hacía mucho calor.

Su cuerpo era joven y vigoroso, el cuerpo de un deportista.

Cada músculo de su esbelto cuerpo, bien dibujado bajo su bronceada piel.

Llevaba su cabello rubio un tanto largo para su costumbre, y sus ojos de profundo verde solo traslucían el aburrimiento y el hastío mas completos.

Ella vestía unos shorts vaqueros muy ceñidos y el sujetador de un bikini azul de cuerdas, que apenas bastaba a contener sus enormes pechos.

Pero no había cuidado, al fin y al cabo allí solo estaba su hermano. Su larga cabellera rubia estaba húmeda por el sudor, igual que el resto de su flexible y joven cuerpo.

Tenia unos ojos azules y brillantes, que a pesar de su inocencia y su cansancio, traslucían siempre una chispa de picaresca.

Era delgada, aunque no demasiado alta. Sus piernas eran firmes y torneadas, y su pecho era redondo, grande y abundante. Firme, como podría atestiguar cualquiera de los muchos hombres que ya lo habían estrujado entre sus manos cargadas de lujuria.

Freddy se aburría. Y por el mismo aburrimiento empezó a mirar a su hermana, solo cuando ya había mirado un buen rato cualquier cosa que estuviese a su alcance.

Por alguna razón, nunca en tantos años se había fijado lo más mínimo en su hermana pequeña. En fin, lo de pequeña era relativo, se llevaban exactamente diez meses, así que dos meses al año, tenían la misma edad.

Curiosamente, Agosto, el mismo agosto en que se encontraban , era uno de ellos. 21 para ser exactos.

No pudo evitar reparar en los enormes melones de su hermana. Desde luego tenia unas tetas increíbles, y con aquel bikini de cuerdas, no hacia falta mucha imaginación para adivinar su forma.

En muchas ocasiones, amigos suyos, le habían contado como se habían tirado a su hermana o la habían sobado.

Eran historias típicas, de las que se oyen de continuo, y alguna vez se había masturbado mientras algún amigo le contaba como había follado con su hermana Rachel.

Le gustaba especialmente la aventura con Carlos, que se la había tirado encima del capo de su coche, excitados hasta morirse ante el peligro de que cualquiera pasase por aquella calle y los pillase jodiendo como locos allí en medio.

No le había dado la mayor importancia. Sus amigos tb se corrían a gusto cuando el les relataba sus relaciones sexuales con sus propias hermanas.

Su hermana era bastante puta, y con aquellas tetas en las que ahora reparaba casi por primera vez, le sorprendía que no follase aún mas.

Ahora por ejemplo. En lugar de estar allí aburriéndose, podría haber estado pasándoselo en grande con una buena polla dentro. Esa idea le molestó profundamente.

Era una verdadera vergüenza que una tía tan maciza y tan puta, que follaba con cualquier tío con el que se enrollaba, fuese su hermana.

¿ Por que tenía que ser el el único que no podía tarársela?. Ese pensamiento empezó a mortificarle. Era una injusticia. El estaba mucho mejor que cualquier de sus amigos, y no podía tirarse a aquella tía buena.

¿ Por que no podía ser la hermana de otro?. Mientras pensaba en esto, no dejaba de mirar aquellas magnificas tetas que se escapaban de su bikini, y sin darse cuenta, su polla ya estaba erguida y dura.

Desde luego que su ligero pantalón no ayudaba a ocultarlo.

Rachel tenía mucho calor. El cabrón de su novio se había ido al quinto coño a ver un rallye de mierda y la había dejado plantada.

Carlos follaba bien, pero tampoco era la hostia. Si no fuese por que todas sus amigas estaban fuera le hubiese gustado salir a bailar.

Conocían una disco del puerto a la que iban los vendedores ambulantes senegaleses a partir de las cuatro. Mmmmmmm. Le encantaban los negros.

No les importaba compartir una tía. Más de una vez había estado bailando hasta las mil con dos o tres negros sobándola.

Si hubiese intentado hacer lo mismo con chicos blancos, habrían acabado dándose de hostias a los tres minutos.

Aquella idea la puso cachonda. ¡ Joder!. Le apetecía un buen polvo, e iba a tener que quedarse en casa viendo la tele con el gilipollas de su hermano, como cualquier gorda patética. Su hermano. Reparó en el. Tenia la entrepierna abultada e incitante. ¿ En que estaría pensando el muy cerdo?.

El la miró. Estaba buenísima. Bueno, era su hermana si. Pero para el eso solo era una palabra.

Y si… Los papas estarían fuera todo el día, y el no era un tío feo. Aquellas tetas le estaban volviendo loco. Tampoco tenia ninguna cosa interesante que hacer. Y aquellas tetas ya le habían hechizado.

– Oye Rachel….- Preguntó el con aire distraído.

– ¿Si?.-

– ¿ Sabes que tienes unas tetas preciosas?.- Dijo como si nada.

– Eh… Bueno, si.- Respondió ella cortada.

– En serio, quería que lo supieses. Tienes unas tetas increíbles. Nunca me había fijado, pero creo que son las mejores que he visto.-

– Vale. Gracias.-

– A los tíos los volverás locos.-

– Jejejeje. Bueno, un poco. Eso es verdad.- Dijo ella coqueta, soltándose por fin.

– Pfffffff. Es que, bueno, eres mi hermana y eso, y lo tengo presente, pero joder… Es que hasta yo me he puesto cachondo mirándolas.-

– Jejejejejeje.- Rio ella tratando de no darle importancia a la burrada de Freddy.

– En serio.- Dijo el acercando una mano atrevido, pero solo para recibir un cachete en ella.

– ¿ De que vas tío, que ibas a hacer?.- Repuso ella enfadada.

– Nada. Es que veras, Carlos me ha contado que las tienes muy fofas, pero a mi me parecen muy tiesas.-

– ¿ Que?. ¿ Ese gilipollas te cuenta cosas de mi?.- Preguntó ella enfadada y muy sorprendida.

– Claro. –

– ¿ Que mas te ha contado?.-

– Todo.-

Ella se puso colorada como un tomate.

– ¡ Menudo hijo de puta!.-

– Bah, tía, no te pongas así. El sabe que me excita oírle hablar de ti.- Dijo el mintiendo, a el le excitaba oir hablar de cualquier tía.

– Joder, ¿ como eres tan cerdo?.-

– Bah. Estás muy buena, y punto.-

– ¿ Tan buena estoy que no te importa que sea tu hermana?.-

– Eh, no tan rápido. Solo interés. Como saber si puedes tener duras unas tetas tan grandes.-

Ella rio. Poco a poco se había ido poniendo como una moto. Tenia muchas ganas de follar, y su hermano estaba mas bueno que el pan.

Sus músculos bien perfilados, su carita de chulo, y su actitud de cabrón. Le gustaban los chicos malos, y no creía haber oído hablar nunca de un tío tan hijo de puta que intentase enrollarse con su propia hermana. Solo por reírse un poco, decidió seguirle el juego.

Tontear, nada mas. Igual que con los tíos feos que le entraban en las discos. Ponerlos cachondos y luego cortarlos. Era muy divertido.

– Las tengo muy duras.- Dijo incitantemente.

– ¡Eso hay que demostrarlo!.- Gritó el con una sonrisa de salido.

Ella rio y se humedeció los labios. Después, con cuidado, se retiró el bikini. Tenia los pechos redondos, como pelotas de balonmano, tal vez un poco caídos por el peso, con grandes pezones de un marrón muy claro. Su piel era lisa, dorada, deseable. A Freddy se le caía la baba.

– ¿ Que, son firmes o no?.-

– Así, sin probar…-

A Rachel le dió un poco de corte, pero ya había ido demasiado lejos, y no iba a echarse atrás. Ningún tío podría decir que era una cortada.

– Toca.- Ordenó ella con seguridad.

Freddy no podía creérselo, y se lanzó a por las tetas de su hermana. Eran firmes. Joder. Muy duras, lo que parecía increíble con lo grandes que eran.

Al principio solo quiso apretarlas, sobarlas, exprimirlas, por que le ponían a mil. Pero luego dándose cuenta de que era una inversión, empezó a acariciarlas, a recorrerlas con cuidado y suavidad.

Aquello era como tocar seda, increíblemente suaves.

Nunca había tocado unas tetas así, ni siquiera cuando era un crio y se enrollaba con chicas de instituto.

Y el hecho de que fuesen las tetas de su hermana le hacia experimentar una mezcla de asco y de lujuria que nunca había sentido.

Su polla iba a estallar. Tan cachondo se puso, que se olvidó de que solo era una prueba, y se lanzó a chupar aquellos pezones como un bebe.

– ¡¿ Que haces?!.- Gritó ella apartándolo con asco.

El reaccionó al instante con un viejo truco, enseñando sus manos encallecidas por las pesas.

– Es que por culpa de los callos no tengo sensibilidad. Con los labios será mejor.-

– Bueno, vale, pero solo un ratito.- Concedió ella creyéndose aquella ridícula excusa, por que quería creérsela.

– De acuerdo.-

Y empezó a babear de nuevo sobre aquellos melones perfectos. Eran duros, y deliciosos. Las tetas de su hermana.

Eran tan cojonudas como había imaginado. Pensar que tantos y tantos tíos se habían corrido sobre ellas en medio de pajas cubanas increíbles le ponía aún mas a tono.

Tanto, que no pudo evitarlo, y se sacó la polla. Rachel se sorprendió ,pudo notarlo, pero no hizo nada por apartarle. Solo acertó a preguntar.

– ¿ Que coño haces?.-

– No.- Dijo el apartando su boca de las tetas de su hermana. – ¿Qué vas ha hacer tu?.-

– ¿ Que dices?.-

Y el cogió la mano de su hermana poniéndola sobre su polla. Era fresca y muy suave, nada que ver con las suyas, siempre sudadas y callosas.

– Venga tía, solo un momento. Estoy muy a gusto y me apetece una pajita.-

Ella se resistió mentalmente, y se dió cuenta de lo que había hecho. Tenia a su hermano acostado sobre ella chupándole las tetas. Y que bien lo hacia el muy hijo de puta. Ella misma se había puesto bastante cachonda. Y ahora el tío le pedía que le hiciese una paja.

– Venga tía, es una pajita. No vamos a follar ni nada de eso. Enróllate un poco.- Dijo el con tranquilidad, pero con un tono imperativo.

Rachel había estado en aquella situación muchas veces. Le repugnaba lo que iba a hacer, pero en realidad era su única salida.

Demasiadas veces ponía demasiado cachondos a los tíos sin darse cuenta. Le gustaba tanto el efecto que causaba en los hombres, verles rendirse sin mas muertos de deseo por ella, que solía ir demasiado lejos. Estaba muy asustada.

En realidad lo mejor era hacerle caso y dejarle que se corriese. Eso le tranquilizaría, y no pensaría en nada mas grave. Mucho mas grave.

Con infinito asco, o quizás no tanto, Rachel cogió la polla de su hermano. Estaba gorda y palpitante, muy hinchada. Le asustó el tamaño. Era por lo menos cinco cm mas grande que la de Carlos, y bastante mas gorda. Sabia como hacer aquello, y empezó a sacudirla con suavidad.

– Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.- Gimió su hermano, que ya había empezado a sobarle tb el culo.

Chupaba como una ventosa y tb mordisqueaba sus melones con fuerza. Eso la hizo aplicarse mas.

Siguió sacudiendo la polla de su hermano con rapidez, mientras el temblaba y gemía a la vez que se abrazaba a ella con mas fuerza, hasta que de pronto, como siempre, sus temblores fueron mas fuertes y espasmódicos, y una marea de baba blanca y caliente se expandió por sus manitas.

La leche de su hermano la ensuciaba. Freddy siguió chupando sus tetas un instante, y por fin lo dejó.

– Gracias hermanita. Ha sido genial. Te lo juro. La mejor vez de mi vida.- Y sorprendiéndola aún más, le dió un rápido beso en los labios, y se recostó en el sofá, quedándose al instante, profundamente dormido.

Rachel se quedó allí sin saber que hacer.

Tenia la mano chorreando de semen de su hermano, tenia los pechos desnudos, llenos de saliva y doloridos por los chupetones de su hermano, que se habían ido haciendo mas salvajes a medida que avanzaba la paja.

Al día siguiente tendría las tetas llenas de marcas de mordiscos.

Se sentía muy rara. Extrañada. Sorprendida. Y siguió un buen rato allí, desconcertada, y sucia de fluidos de su hermano, que dormía a su lado, tan satisfecho como nunca en su vida.

Al final el muy hijo de puta era igual que todos los tíos, un cabrón egoísta. La había calentado como a una estufa, y en cuanto se había corrido había pasado de ella, sin ofrecerse siquiera a hacerle una pajita.

Muy cabreada Rachel se dirigió al baño, dispuesta a aliviarse y convencida definitivamente de que los tíos solo piensan en si mismos.

Basado en un chiste popular.

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