Hola, hace tiempo que no publico historias sexuales aquí. Bueno, como se imaginarán, aquí les cuento una que me pasó hace poco cuando mi hermano vino a pasar Semana Santa a mi ciudad.
Trajo a su esposa, a quien solo conocía por fotos, ya que aún no he tenido la oportunidad de conocerla en persona. Ella, a quien llamaré Luana, es una rubia «falsa» pero guapísima y tiene un cuerpo que dejaría a cualquiera boquiabierto.
Vayamos al grano: mi hermano no vino para las vacaciones; trabaja en la demarcación de tierras y tendría que hacer algunos trabajos el fin de semana en ciudades cercanas a la mía, así que trajo a su hermosa esposa para no estar solo. Hasta entonces todo iba bien, pero cuando se fue de viaje, decidimos planear algo para el fin de semana.
Me preguntó qué le recomendaría, y como no soy tonto, le dije que a todos en el pueblo les gustaba ir a la presa porque era muy bonita, y aceptó enseguida.
Cuando llegamos a la presa, noté que casi no había nadie, así que se quitó la ropa, quedando solo en bikini, ¡y qué bikini tan pequeño! Al instante se me puso dura al ver ese monumento frente a mí.
Caminó hacia el agua y, después de unos minutos, se me acercó y me preguntó si no me iba a meter. «¡Vamos, el agua está buenísima!», dijo. Pensaba en cómo sería para ella estar a gatas con mi boca pegada a su coño.
Me metí, y ella enseguida se apoyó en mí, y sin querer, mi pene rozó su trasero, y sintió mi vara en su culito, o sea, su culito. Fingió que me estaban rogando y no dijo nada, así que la invité a salir a tomar una cerveza que habíamos traído.
Ella accedió, y cuando me iba tenía la polla tan dura que se dio cuenta y rió de lo que vio. Cuando nos sentamos, comentó por qué estaba así y yo le dije sin rodeos que era la que más me ponía y que quería probar el coño.
Entonces me llamó a un lado de la presa que estaba más lejos y enseguida me agarró la polla y dijo que estaba deliciosa.
Luego se agachó, la sacó y empezó a chuparla, qué rico estaba esa boquita lamiendo mi polla, ahora pasaba la lengua por el glande y ahora chupaba mi delicioso saco, hasta que no pude aguantar más y solté semen en su boquita que no desperdició ni una gota.
Así que le pedí que se tumbara porque era mi momento de complacerla. Se tumbó y le hice sexo oral a ese coñito.
Lo lamí suavemente, sacándole algunos suspiros, dándole ligeros mordiscos en las comisuras de su coño. Pronto se corrió por primera vez. «Vamos, vamos, haz que me corra», dijo. Así, no pares, no pares. Muerde, muerde, haz feliz a tu cuñada. Ven, méteme la polla, quiero sentirla toda dentro.
Vamos, vamos. No quería hacerla esperar, y me introduje lentamente en su coño.
Empujé lentamente hasta que mi cabeza entró, entonces ella me rodeó la espalda con sus piernas y me atrajo hacia adentro, haciéndome penetrar su coño hasta el fondo, sacándome un largo suspiro.
Nos quedamos en esa posición un buen rato hasta que ella se corrió dos veces y yo no, porque lo guardaba para más tarde.
Después de correrme varias veces, dijo que era mi turno, así que me hizo tumbarme y empezó a chuparme de nuevo, haciendo que mi polla volviera a activarse.
Fue entonces cuando se corrió encima de mí y se sentó de golpe, haciendo que mi polla desapareciera en su coño y comenzó una deliciosa cabalgada que parecía más bien un trance para ella. Subió y bajó, metiéndosela toda, llegando hasta la cabeza y cuando volvió, volvió con un sabor refinado, casi aplastándome los huevos. Fue entonces cuando arqueó la espalda y anunció un nuevo orgasmo: «Me voy a correr, me voy a correr…».
Y empezó a temblar encima de mí, cayendo sobre mi pecho y, sin sacarme la polla, empezó a moverse de un lado a otro, primero despacio, luego más rápido, hasta que me hizo correrme deliciosamente dentro de ella. No lo reemplazamos y fuimos a bañarnos en la presa.
Volvimos a casa, donde ella dijo que aún me esperaba mucho más. Y sigue… porque fue un fin de semana entero follándome a la cuñada