Capítulo 6
Durante los días descanso después del asalto sufrido por Manolo en Francia, éste tuvo tiempo para compartir con la familia.
Estaba siempre fuera de casa con el camión y de los problemas domésticos apenas se enteraba.
Al estar en casa durante varios días seguidos Manolo pudo descubrir cosas que ignoraba.
De su hijo Manolito, que este año terminaba la secundaria, descubrió que hacía lo que le daba la gana. Antes, como se veían poco, solo le pedía dinero y nunca vió que discutiera con su madre, apenas hablaba.
Durante estos días que pasó seguidos en casa se fijó que su hijo utilizaba la casa como si fuera una pensión: comía y dormía y el resto del tiempo estaba fuera. Nunca lo vió estudiar ni hacer tareas escolares.
El último día de permiso que tenía Manolo lo empleó para ir al instituto donde estudiaba su hijo. Nunca había ido y nunca se preocupó por los estudios del niño. De pronto se lamentó haber sido tan despreocupado con la educación de su hijo y quiso poner remedio.
La profesora de Manolito le dijo lo que él temía.
No se sacaría la secundaria, era un pasota nunca estudiaba ni hacía los deberes. Como estaban a mediados de curso si cambiaba de actitud y se ponía a estudiar en serio quizás lograse aprobar.
Manolo se enfadó. En casa llamó a su hijo y le montó el cirio. Durante una semana su hijo le acompañaria en su trabajo para que pudiera comprobar lo duro que era ganarse un dinero para poder vivir y que a él no le faltase nada.
A Manolito la bronca de su padre le afectó, pues nunca le había echado una pero ir con su padre con el camión en lugar de un castigo parecía un premio, gustó la idea. Faltaria a clase durante una semana y viajaria, estaba contento.
Al dia siguiente a las cuatro de la madrugada Manolo despertó a su hijo y se fueron a la base a buscar el camión y a recibir órdenes de donde iban a viajar y que carga llevarían.
Manolito con cara de sueño y como un zombi siguió a su padre. Una vez en el camión se echó en la litera y continuó durmiendo.
El niño se despertó al parar el camión. Sacó la cabeza y le preguntó a su padre donde estaban, que hora era, que iban a hacer.
Su padre le contestó: estamos en la frontera con Francia, eran las diez y él iba a desayunar y si lo queria acompañar que lo siguiera.
Después de llenar el estómago y el depósito de gasolina continuaron camino de Lyon. Esta vez llevaban melocotones para el mercado central.
Manolo aprovechó que tenia a su hijo a su lado y que este no se podia escapar para interrogarlo a placer.
Se enteró que en casa hacia lo que le daba la gana, que con su madre siempre discutían: por el dinero, por la hora de llegar a casa, por sus amigos, por la ropa, por todo. Solo se comportaban cuando és estaba en casa.
También se enteró que era virgen. Había magreado a más de una chica del instituto y en las discotecas.
Una vez a él también le sobaron la polla por encima del pantalón, se había masturbado con sus amigos jugando a ver quien se corria antes y poco más.
A Manolo le pareció que si a su hijo había qie hacerlo madurar el aspecto sexual también era importante y decidió buscar a alguien que desvigara a Manolito. A él no le dijo nada, tenia que ser una sorpresa.
Sin más contratiempos descargaron en el mercado de Lyon y se volvieron para España. Una vez lejos de la gran ciudad pararon en un restaurante de la carretera. Allí Manolo conocia a la dueña, Brigitte, una francesa de mediana edad, pechugona y vivaracha.
La dueña de la cada al ver a Manolo lo saludó muy efusivamente y muy disimuladamente le metió mano al paquete.
Manolo tosió para disimular. Se apartó un poco y presentó a su hijo Manolito. Luego le pidió que fuera a buscar una cerveza bien fria para él.
Mientras le pidió a Brigitte si tenía alguna chica para desvirgar a su hijo, que fuera amable y delicada.
La mujer se ofreció rápidamente y el hombre le agradeció el detalle pues no se atrevía a pedirle el favor. Manolo sabia que la mujer era una experta en hacer felices a los hombres y que solo se acostaba con quien ella quería.
– Media hora y lo tengo todo preparado le contestó Brigitte.
El padre le comentó a su hijo que ya tenia una edad para ser un hombre de verdad y que la mujer que habia conocido antes de habia ofrecido a ser su primera mujer.
El chico puso mala cara y el padre preguntó porqué.
– Es una mujer mayor y no me gusta
– Es una experta y te va hacer gozar como nunca había soñado. La belleza está en el placer que tu proporciones y que te proporcionen. Pero si no quieres lo dejamos y en paz.
– Acepto, dijo antes de quedarse sin mojar.
Subieron los dos hombres a la habitación y allí estaba la «madame». Se había puesto ropa interior transparente muy sexy. Había poca luz y una música muy suave que apenas se oia.
La mujer cogió al joven y lo morreó con pasión. El joven, sorprendido, intentó seguir el juego de la mujer y también le ofreció su lengua.
Manolo olvidado por la pareja se colocó en un rincón para ver y no molestar.
Después de un besazo de bienvenida la experta mujer acarició el cuerpo del joven por encima de la ropa y sin perder un minuto lo empezó a desnudar, despacio, suavemente.
El chico estaba quieto como una estatua, no sabia que hacer. No te gusto, le preguntó la mujer. Si le contestó él. Pues entonces acaricia mi cuerpo con tus manos.
Así descubrió de pronto sus enormes tetas, un poco caidas por la edad pero su tacto suave despertó su verga que estaba encogida por la sorpresa y los nervios del momento.
Cuando Brigitte descubrió la polla del chico buscó la mirada del padre y con un gesto le comentó que no era como el enorme vergón de su padre. Era una verga normal de un joven que todavía podía crecer.
Las primeras caricias de la mujer calibrando los prietos, peludos y redondos huevos provocaron que la verga mirara al techo dura como una roca.
El glande tenso y rojo paracía querer estallar y suavemente una gota de líquido preseminal apareció en la punta del prepucio para brillar.
– Acuéstate, ordenó la mujer
– Y como un autómata el joven le obedeció.
El joven acostado observó como la mujer se desnudaba despacio mirándole fijamente a los ojos.
Una vez desnuda de echó sobre el chico y restregó sus tetas contra el pecho del joven.
Empezaba a tener algo de pelo y las cosquillas que le producía el vello en los pezones la excitaba mucho. Mientra esto sucedia el mástil del chico continuaba tieso.
La mujer besaba su boca, mordia sus labios y restregaba sus sexo con la verga del chico. Éste parecía inmóvil, estaba paralizado. Eran tantas la nuevas sensaciones que no sabía que hacer, ni como reaccionar.
En un rincón, Manolo se había sacado su enorme pollón y se masturbaba suavemente, mirando sin decir nada para no romper aquel mágico momento.
La mujer, suavemente se fue girando sobre el cuerpo del muchacho y con mucha delicadeza empezó a jugar con su polla y sus huevos. De manera natural, pronto el glande se hundió en su boca, la lengua se paseó por el frenillo y recorrió toda la base del glande.
El chico empezó a gemir de placer. Toda su concentración la tenía en la polla y no hacía caso del coño que tenia delante al alcance de su boca y de sus manos. Solo sabía gemir y suspirar.
Pronto notó como su leche subía, despacio, por su verga. La mujer succionó con fuerza y la leche del chico salió a borbotones tan rápido que no la pudo tragar toda y esta fue bajando por su falo era manejado briosamente por la mujer.
El orgasmo se fue calmando y el corazón del chico recuperó su ritmo nomal. Pero la verga apenas perdió dureza, la erección se mantenia. Se notaba que el joven era fuerte y sano.
El padre sonrió benevolente y feliz por como se comportaba su hijo. Se empezó a desnudar lentamente y silenciosamente en su rincón.
Mientras la mujer había vuelto a girar y volvía estar de cara al chico.
Lo volvió a besar y este por primera vez respondió a las carícias de la mujer. Sus manos antes quietas ahora recorrían el cuerpo de la mujer, jugaba con sus tetas, pellizcó los pezones y hasta se atrevió a lamerlos un poco.
Con suma delicadeza, la mujer cogió la polla del chico y la enterró en su coño. Estiró sus brazos y empezó un lento mete saca.
El calor y la humedad despertaron nuevas sensaciones al chico, su polla lo notó y recuperó la plena erección.
Cuando el chico y la mujer se encaminaban los dos a un esplendoroso orgasmo se oyó la voz de Manolo de tras de ellos que les decia que estuvieran quietos.
El chico vió que por detrás de la mujer aparecía su padre, desnudo y cubierto de pelo como un oso.
Eso ya lo sabía porqué lo había visto en bañador en la playa. Pero lo que no sabía era el enorme pollón que tenía y que se lo mostraba con enorme satisfacción.
El padre se acercó más y, despacio, empezó a penetrar el coño de la mujer. Dos vergas a la vez y en un mismo agujero provocaron el primer gemido de placer de la mujer. Estaba acostumbrada a casi todo, dos vergas también, pero dos y una tan enorme no.
Los enormes brazos de Manolo se apalancaron para aguantar su cuerpo y evitar que sus kilos no aplastaran a su hijo. Una vez situado empezó la lenta penetración.
El chico no podía moverse, la mujer no se atrevía por miedo a romper aquel mágico momento. Todo el trabajo lo hacía Manolo pero el gusto era de todos.
Aquel placer fue creciendo hasta estallar en un orgasmo colectivo. Manolo aguantó en su posición tanto tiempo como pudo pero llegó un momento que no pudo más y se echó a un lado de la cama para no aplastar a sus dos amores.
Los tres respiraban agitados. La mujer se giró y le dio un morreo a Manolo para agradecerle aquel orgasmo tan placentero. Hacía tiempo que no tenía una igual.