Flor estaba en su cama invadida de sensaciones encontradas: se recriminaba lo débil que había sido al ceder a la tentación de probar la verga de su hijo. Pero el solo pensar en el momento en que la cosa de su hijo se introducía en su intimidad mientras ella bajaba lentamente le hacía hervir de calentura. Ella, siempre tan recatada y respetuosa de su marido, al que nunca había pensado en engañar ahora había terminado sentada sobre la verga de su hijo para después lamerla con deleite, mientras el muchacho dormía su borrachera.

Finalmente la lujuria nacida de sus deseos sexuales tanto tiempo insatisfechos y que ahora veía en su hijo la posibilidad de sentirse mujer satisfecha, venció sus barreras morales y se dejó llevar por sus instintos, imaginando la forma de poseer a su hijo, ya que, en su locura por meterse la verga de Raúl dentro de su vagina, pensaba que esa era la forma más segura de satisfacerse sexualmente sin que la gente se enterara.

¿Quién iba a dudar de ella si solo se dedicaba a su hijo dentro de la casa? ¿No era lógico pensar que si ella engañaba a su marido tendría que hacerlo fuera del hogar o llevando un extraño a casa, cosa que no sucedería? Si ella no salía tarde de casa o si nadie venía a verla, nadie podría hablar de ella.

¿Quién sospecharía que ella estaría satisfaciendo sus ansias sexuales con su propio hijo? ¿A quién podría el contarle su relación con su madre? Todo le parecía que calzaba perfectamente, ya que su hijo era de costumbres tranquilas y, por ello, nunca salía de casa ni tenía grandes amigos y si ella lograba lo que quería no habría mayor cambio en sus costumbres que pudiera hacer sospechar a los demás lo que sucediera.

El problema era como lo haría para obtener lo que quería, ya que se trataba de su hijo, el que además era muy inocente para su edad. Ella estaba segura que su hijo todavía era virgen…… Bueno hasta esta noche, pero él no sabía que había sido desvirgado y por su propia madre.

Sumida en la fiebre del deseo, flor comenzó a imaginar situaciones con su hijo para lograr lo que quería. Entre todas las posibilidades que pasaron por su afiebrada mente, finalmente se decidió por aquella en que ella instruía a su hijo en educación sexual y le hablaba de las relaciones entre hombre y mujer, ya que sabía bien que aunque Raúl ya estaba en edad de saber de esas cosas, su padre no le había dicho nada ni nunca le diría una palabra al respecto debido a su falta de carácter.

Se imaginaba en el salón sentada frente a su hijo, preguntándole como lo había pasado la noche anterior y que él le respondía que sus amigos y el habían tomado más de la cuenta y como era primera vez que este lo hacía, no resistió mucho y se sintió mal, por lo que vinieron a dejarlo a la casa. «Lo que no recuerdo es como llegue a mi dormitorio y me acosté», le decía Raúl. «yo me encargue de acomodarte, m’hijito» contestaba ella (esto se lo decía con cierto aire de complicidad). Raúl se quedaba mirándola preguntándose si ella se habría percatado de lo desarreglado de sus pantalones bajo la cama, lo que le daba mucha vergüenza, ya que el acostumbraba a masturbarse y no recordaba haberlo hecho esa noche pero los restos de semen que quedaban entre los pelos alrededor de su verga le hacía pensar que sumido en los vapores de su borrachera se habría hecho una paja. Flor se imaginaba a su hijo preguntándose: «¿y si mi mami me sorprendió y por eso me mira de esa manera?» «¿o me habrá visto en alguna de las ocasiones anteriores cuando me he masturbado después de verla con su bata de levantar al trasluz y quedaba a mi vista la silueta de su bien conformado cuerpo, sus tetitas paradas y, en algunas ocasiones, la mata de pelo que se adivinaba entre sus piernas?» y flor se calentaba cada vez más pensando en que su hijo se hubiera masturbado pensando en ella y en su cuerpo, que a estas alturas clamaba por una verga como la de Raúl.

Se imaginó preguntando a su hijo como lo había pasado en la fiesta y que este le decía que había conocido a una niña con la que bailo un par de veces antes de ir a reunirse con los amigos a beber y conversar de mujeres.

«¿y que conversaron, si se puede saber?»

Preguntaba ella con intención de llevar la conversación al punto que ella quería.

«ellos hablaban de haber tenido relaciones con algunas niñas y en un momento me preguntaron si yo tenía experiencia y yo dije si»

«¡cómo!, ¿tú tienes experiencia?»

«bueno ese es mi problema, porque si le decía a mis amigos que no tenía experiencia, quedaría mal ante ellos, ya que muchos de mis amigos son de mi edad o incluso menores y todos dijeron haber tenido experiencia con niñas» 

«¿porque dices que ese es un problema para ti?» 

«bueno, porque como nunca he estado con una muchacha, no sabría como actuar si estuviera solo con una, pues, mama. Temo que haría el ridículo ante ella y eso me asusta»

Finalmente habían llegado al punto que flor quería, según ella se imaginaba. Ahora era cosa suya llevar las cosas hasta donde deseaba: lograr meter la verga de Raúl en su conchita.

«¿tu padre no te ha dicho nada todavía al respecto?»

«mama, tu sabes cómo es el. Creo que voy a tener que preguntarle a alguno de mis amigos como debo proceder cuando este con una muchacha, aunque no me gustaría que se dieran cuenta de lo inmaduro que soy»

«mira m’hijito, yo te voy a decir todo al respecto, pero tienes que comprender que esta es un tipo de conversación que debió tener tu padre contigo, por lo que te pido la mayor reserva del caso»

Flor se imaginaba que Raúl se quedaba un momento en silencio, como sopesando las palabras de su madre y las consecuencias que ellas implicaban. No pensaba aun lucidamente pues todavía había en su organismo restos del alcohol ingerido la noche anterior.

«pero claro mami, cuenta con ello»

«cuando estés a sola con la muchacha, lo primero que debes hacer es ponerla de espaldas, de esta manera»

Y se acostó en la alfombra, abriendo sus piernas cubiertas de un pantalón de tela ligera, ajustado al cuerpo. Entre las piernas se levantaba su coño en que sobresalían los labios y entre los dos un hueco que parecía estar húmedo, ya que la tela se veía más oscura en esa zona, según se imaginaba flor.

«ven ponte encima mío»

Sus palabras brotaban enronquecidas de una garganta casi seca de deseo. Su hijo se ponía entre sus piernas de manera de que su entrepierna quedaba a la altura de la entrepierna de su madre y con su cara encima de ella…

«cuando estés en esta posición, tomas tu cosa que a estas alturas va a estar completamente parada, me imagino, y la pones aquí» dijo, llevando su mano para ponerla sobre su raja, pasando a llevar de paso el bulto de su hijo que pugnaba por salir de su pantalón.

Se imaginaba que se quedaban mirando largamente, sin saber qué hacer, ella con su mano en su coño y el con su verga dentro de su pantalón empujando sobre la mano de su madre. Ella la retira, no sin antes pasarla suavemente sobre el pantalón donde se escondía la herramienta de su hijo.

«Lo que viene es lo más sencillo, ya que solo debes moverte de adelante a atrás, de atrás hacia adelante, así»

Y llevo sus manos a las nalgas de su hijo y empezó a empujarlo hacia ella, mientras movía sus caderas hacia él. Todo esto lo hacía lentamente.

«¿así?»

Se imaginaba escuchando la voz de su hijo lejana, debido a su estado de excitación, mientras este se movía aun después de que ella había retirado sus manos de sus nalgas. Le miraba directo al rostro y se quedaban viendo largamente a los ojos, reflejando en la cara la ansiedad que les embargaba a los dos, mientras el niño seguía moviéndose, en tanto ella levantaba la cintura, como yendo al encuentro del cuerpo de él.

«¿así?»

«sssssssiiiiiiiiiiiiii, assssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii»

Decía ella y empezaba a acompañar el movimiento de su hijo subiendo y bajando sus caderas cada vez más rápido, de manera que la verga de él, que pugnaba por salir del pantalón y romper el de ella para meterse en su raja hirviente, se apretaba cada vez más a las entrepiernas de ella.

Despertó de su ensueño en mitad de un orgasmo, con una mano metida en su coño, masajeándolo rápidamente, mientras los jugos vaginales salían a raudales y le llenaban la mano.

Completamente despierta y algo tranquilizados sus apetitos sexuales, pensó más tranquilamente en sus planes y concluyo que a partir de lo imaginado las cosas seguirían su curso sin mayores problemas hasta lograr su objetivo: tener la verga de su hijo metida. Con la seguridad de que las cosas iban a resultar de la manera que la había planeado, se dio vuelta y se quedó dormida.