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El incesto III

Serie: El incesto

El incesto III

La mañana fresca de principios del otoño, iluminada por los reflejos dorados en las hojas maduras de una vejez a punto, eran un cuadro impresionista que desde el ventanal de la quinta escondía todas las cosas que sentía, todo el miedo del cambio, todos los hechos que dejaban huellas, no en su hermoso cuerpo, ni en su pelo lacio que cubría sus senos aparentemente chicos al estar recostada en esa cama mirando de reojo el jardín o el techo de rústica construcción.

Su hijo, ya se había ido a Buenos Aires a estudiar, llevo el auto, también llevo esa alma de amante que tanto habían querido enterrar, no quería levantarse, por eso recordó todo lo que empezó hace casi dos años, la decisión de ser amantes, el intento de separarse y ahora esta nueva etapa, de escondidas a la sociedad y ¿!vivir!? esto tan terrible pero para ella tan inevitable como la muerte, esa misma que le quitó su tranquilidad, su vida, la moral que había recorrido, encontrando el deseo sexual, que no pudo contener, que intento llevar por otros caminos, que hacen de su vivir una tragedia continua y a la vez repetida, deseada y por sobre todo gozada con pasión.

Cerro sus ojos , entrando en la somnolencia de la pereza buscada, no pudo evitar tocar su vagina con los dedos y sentir los flujos, fue en esa manera que disfruto pensando en lo sucedido el día anterior, más ,la noche anterior.

Era domingo, fueron a almorzar al restaurante del club social, su figura resaltaba, el igual le dijo lo bella que estaba, le acercó la silla , al sentarse veía sus ojos fijos en el escote sensual que siempre uso, sentir esa mirada, que movía sus instintos, la llevó a decirle que se calmara, eso hizo , se puso a mirar a una antigua “más que amiga”, fueron entonces sus ojos, los que destellaban celos, fue el quién tuvo que decirle “cálmate” poco a poco se fueron distendiendo y charlando de los estudios de el y la tranquilidad económica gracias al seguro en dólares que había cobrado.

A la hora del café , decidieron tomarlo en la quinta, llegaron, cerraron la entrada con llave, previendo situaciones molestas y largaron los perros, para evitar cualquier comedido que los perturbara, que pensaran lo que quisieran , pero que no puedan ver nada, ambos hacían lo que querían, no había dudas, una sonrisa de complicidad marcaba su cara, mientras veía la actitud ansiosa en ese hermoso joven, los perros hicieron fiesta por su libertad anticipada y saltaban marcando sus marrones figuras en el verde césped.

Se recostaron a la siesta, ella en la misma posición, que en este momento, el la beso en la frente, ella tomo su cuello, el la beso en los labios y cayendo sobre su cuerpo sumiso se dejo desnudar, fueron pocos minutos, pero suaves, constantes en pasión, una penetración, otra más que solo acrecentaban las ganas de repetirla, su leche lleno una vez más ese vientre que una vez lo cobijo, pero la entrega de ambos durmió sus cuerpos en contacto.

Despertó con él al lado, todavía dormido, lo beso desde el cuello hasta que llegó a su falo, lo puso en su boca, chupándolo y lamiéndolo hasta que llenó su boca, él despertó, tomó su cabeza y la dejó hacer, ese falo entraba en su boca, su vagina quedó frente a la boca que no pudo contener lamer los flujos ya caían, el clítoris hinchado recibía las caricias, era una postura que los unía, el semen brotó mientras ella acababa, una vez más el clímax, otro descanso en sus hombros, otra vez pensando, ambos se miraron , no dijeron palabra, un beso suave en común, selló esa parte del día.

Se levantaron, vieron parte del partido de fútbol en directo, en el sillón del living, ella apoyada en su hombro, eran una pareja, madre e hijo, pero una pareja que se amaban, que habían intentado no llegar a sentir esto, pero que la realidad les daba el escenario de sus vidas, compleja y condenada socialmente, por más que nadie los quemaría en hogueras, tampoco nadie los aceptaría.

Comieron algo liviano, se fueron a ver televisión , ambos sentados en la cama, eran nada más que otra pareja algo distinta, ella 14 años mayor, el, joven, pero no era así, ella le tomó su falo en la mano y la erección fue instantánea, ella se lo empezó a masturbar, el tomo sus brazos y la indujo a sentarse sobre el , poco a poco fue entrando, ella cabalgaba enloquecida, tuvo que serenarla para evitar algún doblez y el dolor en consecuencia, tomo sus senos, acariciándolos y empujándola suavemente hacía atrás, se perfeccionaban en le goce del acto, plena de goce, eran una pareja de amantes perfecta, en lo físico y en la pasión que brotaba de ellos, nunca se habían sentido así, al acabar se fundieron en un beso, un beso deseado, de sello del gozo, perfecto en el espíritu que los unía.

A la mañana, el la beso, porque tenía que llegar a la facultad, un beso de hasta pronto, dejaba el camino abierto.

Sintió los perros en su carrera festiva, igual se quedo en la cama, cuando entro en la habitación, ambas sonrisas eran cómplices de lindos momentos que pasarían esa mañana.

Ambos agradecieron que no había Gas Oil, seguro que el momento feliz.

Continuará…

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