El culo de mamá I: Viendo cómo se masturbaba

Recuerdo aquella noche como si fuera ayer, era verano y mi padre había tenido que salir unos días a otra provincia por asuntos que no vienen al caso, mis hermanos más pequeños estaban de colonias y durante varios días no vendrían a casa, a fin de cuentas nos quedamos mi madre y yo solos en casa, en pleno mes de agosto y con una calor casi insoportable.

Mi madre cuenta con 45 años muy bien puestos, tiene unas tetas grandes y firmes, un poco caídas debido al tamaño y a su edad, pero de lo más apetitosas posible, puede presumir de tener un cuerpo bastante bonito, una cintura que describe bien sus curvas y un trasero redondo y respingón, el típico culazo que a nadie le importaría agarrarse a él y follárselo sin compasión, mi madre tiene unos ojos negros grandes y muy bonitos, el pelo corto, cortado a la altura de la nuca y con un estilo redondeado, es una mujer muy guapa y se conserva muy bien, tiene unas piernas largas y bien formadas y puede decirse que apenas tiene kilos de sobra. Yo cuento con 22 años y soy el mayor de tres hermanos.

Aquella noche eran las 2 de la madrugada, estoy hablando de un año atrás, es decir en el verano del 99, hacía mucho calor y no me podía dormir, daba vueltas y vueltas y apenas podía reconciliar el sueño, era viernes y aquella noche no había salido con los amigos a tomarme unas cervezas como de costumbre.

Estaba tumbado en la cama cuando escuché unos ruiditos algo raros en el salón de mi casa, al principio creí que se trataba de mamá que estaría viendo la tele a esas horas y que tampoco podría dormir, así que decidí levantarme para hacerle compañía, cuando abrí la puerta de mi dormitorio entró la luz del televisor, la única luz que estaba encendida, el resto estaba apagado, y me dirigí sin hacer ruido hacia el comedor, según me iba acercando los ruidos eran más extraños y más altos, al momento supe lo que significaban, eran gemidos de placer de una mujer, que en este caso era mi propia madre.

Mi corazón palpitaba a lo loco y poco a poco me fui asomando al comedor, la puerta del pasillo queda a un lateral del sofá donde estaba mamá y todo estaba oscuro, así que podía verla pero ella a mí no, o por lo menos a simple vista no me vería.

El comedor estaba iluminado con esa luz azulada característica del televisor y al primer ademán de asomarme contemplé las piernas desnudas de mamá abiertas sobre el sofá, poco a poco me fui asomando sin hacer ruido alguno, estaba acojonado por la situación pero tremendamente excitado por ella también, cuando mis ojos tropezaron con mi madre me quedé boquiabierto de sorpresa y mi polla se levantó como nunca.

Mamá tenía el camisón de dormir subido hasta la cintura, unas braguitas muy finas a la altura de los tobillos y con las piernas totalmente abiertas frente al televisor, en la tele una pareja follaban como locos, mi madre tenía la mano derecha entre sus piernas y se podían oír los chasquidos de líquidos entre sus dedos, se movían describiendo círculos sobre el sofá, agitándose como una loca y moviendo la cabeza de un lado a otro, de sus garganta salían suspiros y gemidos del gusto que se estaba dando ella misma, sus tetas totalmente libres de sujetador se balanceaban hacia los lados mientras mi madre se retorcía de placer, sus piernas se abrían y se cerraban y el sofá crujía bajo el cuerpo de mi madre.

Me asomé un poco más y casi entro en el comedor junto a ella, pero el miedo a ser descubierto evitó mi valentía y me conformé con verla desde un ángulo que sin duda alguna era el mejor para observar cómo mamá se masturbaba como una loca.

Tenía los ojos cerrados y la boca abierta, su rostro se arrugaba debido al placer y de vez en cuando emitía pequeños gritos que la hacían estirarse por completo, en uno de estos estiramientos pude apreciar su coño bien arregladito, mojado y con un vello que desaparecía bajo la mano de mamá, una mano que no cesaba de moverse y con unos dedos que desaparecían entre los labios de esa vagina tan deseada por mí en aquellos mismos momentos, mi madre gemía cada vez más fuerte y estaba empezando a mosquearme porque parecía que no le importaba que pudiese despertarme, a mí o algún vecino, cada vez se levantaba más del sofá y cada vez arrugaba más el entrecejo, su boca se abría pronunciando gemidos verdaderamente fuertes, incluso se quitó las bragas con los pies para abrirse más ante el televisor.

Mi polla había alcanzado dimensiones desconocidas para mí hasta el momento, estaba a punto de estallar y mi capullo parecía querer desprenderse del resto de mi nabo.

Yo estaba como loco, me faltaba la respiración y a mi madre le empezaba a llegar un orgasmo bestial, porque la mano se le aceleró a mil por hora y empezó a jadear como una loca, moviéndose y retorciéndose sobre el sofá como nunca había visto a una mujer hacerlo, estaba poseída por el mayor placer que pudiese experimentar, me preguntaba yo mientras empezaba a masajearme la polla viendo a mamá cómo se corría gritando y cómo se encogía mientras apretaba su mano entre sus piernas, acabó entre convulsiones que ella misma se había provocado y echándose hacia un lado del sofá mientras jadeaba escandalosamente, nunca había visto nada igual, mi madre resultaba ser una calentorra que se pajeaba como una loca y sin importarle quién la pudiera oír ni ver, mamá se calmó y entonces comenzó a respirar muy rápidamente, recuperando el aliento del orgasmo, medio tumbada sobre el sofá y acariciándose el conejito cada vez más despacio, aunque aún pegaba de vez en cuando un pequeño gritito y se convulsionaba de nuevo, se quedó tumbada sobre el sofá con una pierna sobre el mismo y la otra en el suelo, con todo su coño ante mis ojos, con sus dedos acariciándose la vulva a un metro y medio escaso de mi polla empalmada, yo estaba haciendo fuerzas para no llamar la atención, ya que mi respiración era casi tan fuerte como la suya, mi corazón estaba a diez mil por hora y creía que me podía dar en cualquier momento un ataque cardíaco.

Mi madre se entretuvo en tocarse los pezones, gordos y grandes, con amplias aureolas rosadas, unas tetazas que se caen hacía los lados , mamá entonces se puso a ver la película, mientras se relajaba, en la tele un par de lesbianas norteamericanas se pegaban el filete y se metían un consolador enorme en sus coños rubitos, mamá se puso cachondona otra vez y comenzó a masajearse de nuevo el coño, se podían oír claramente los chapoteos de los dedos de mi madre en su coño, se tocaba el clítoris poco a poco, entonces fue cuando abrió bien las piernas y quedó ante mi su coño bien ofrecido, con sus dedos separando los labios e introduciendo uno de ellos por el mismo agujero en el que suele meter la polla mi padre, mamá comenzó de nuevo a moverse y a dejar escapar pequeños gemidos y ayes de placer, me encanta verle la cara a mi madre mientras se masturba, pone una cara de placer que se le pondría dura a cualquiera, medio despeinada y sudando, con sus labios entreabiertos y los ojos cerrados, solamente los abre para ver la tele de vez en cuando y vuelve a cerrarlos para abandonarse a la estupenda paja que se está haciendo, su camisón estaba arrugado sobre su vientre, con las tetas al descubierto y con todo el tesoro que tiene entre las piernas totalmente al aire y frente a mí, las bragas en el suelo y los pies descalzos , uno sobre el sofá y el otro estirado en el suelo, poco a poco fue recogiendo sus piernas hasta tenerlas dobladas, pero con la misma posición, es decir una sobre el sofá y la otra en el suelo, así su coño queda bien expuesto a sus dedos mágicos, listos para la segunda paja y a buscar el segundo y tercer orgasmo.

Aquella noche mamá se masturbó dos veces más y yo me fui a mi dormitorio más alucinado que nunca, se acabó una paja en el sofá y la tercera no pude verla pero la oí ya que se masturbó en la cama, con las luces totalmente apagadas, yo me casqué también dos pajas a la salud de mi madre y cogí el sueño cerca de las 4 de la mañana, con la polla más tiesa que nunca y con unas ganas enormes de volver a ver a mi madre masturbarse de aquella manera.

Mi padre no volvería hasta el sábado próximo así que tendré casi una semana y dos días para poder espiarla de nuevo y poder volver a verla desnuda y gozando como una loca, con solo oír sus gemidos ya me pongo como una moto y sí puedo verle la cara de goce me tengo que hacer una paja seguro.

Seguirá…