Capítulo 1

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Cada fin de semana mi madre me hacía visitar a mi abuelo a pesar de que lo único que hacíamos era sentarnos a un lado de él mientras veía televisión por un par de horas, casi sin dirigirnos la palabra para luego irnos. Eso era muy aburrido para mí y aparte él era un viejo cascarrabias que nunca pude ver con apego, pero a pesar de tener una historia bastante negra con mi madre (historia de la cuál me enteré muchos años después), aún así ella veía por él en sus últimos años de vida y supongo que me hacía acompañarla para ignorar mejor esa situación de su pasado.

De vez en cuándo, antes de llegar a su casa, me dejaba visitar a mis primos por unos minutos antes de llegar con él, ya que vivían bastante cerca y yo nunca pude llevarme bien con chicos de mi calle, que además de que eran pocos, yo siempre fui sumamente asocial por lo que nunca quería salir de la casa; prefería los videojuegos o platicar en lugar de salir a a jugar a los típicos juegos de calle que a todos les gustaban.

Mi prima Cristina tiene dos años menos que yo, desde pequeña siempre fue delgada (y hasta la fecha lo es). Es muy linda aunque al principio no lo notase, cabello castaño medianamente largo, tez muy clara, ojos marrones, de estatura baja (gracias a ella me encantan las mujeres pequeñas) y una sonrisa que me terminó encantando.

La conocía desde que era completamente plana de todos lados, pero con el tiempo todo fue creciendo como debe. Sus pechos y culo nunca se volvieron enormes pero crecieron paraditos, firmes y deliciosos. Sus tetas se volvieron copa B y un culito respingado en donde cada nalga cabe perfectamente en tu mano.

Mi primo Sergio tiene un año menos que yo, también es delgado, unos centímetros más pequeño que mi estatura.

Siempre buscaba ir a jugar con ellos desde que tenía cuatro años e incluso tengo algunos recuerdos con ellos de esa edad. A ellos les encantara que fuese ya que además de que les caía bien, porque su familia siempre ha tenido problemas económicos y mientras nosotros nunca fuimos ricos, la diferencia era notoria, por lo que cualquier juguete que llevase era una grata sorpresa para ambos y se divertían mucho más que estando solos ya que antes no tenían ni internet ni televisión por cable.

Solía ser muy simple:

Tenía que ir con mi abuelo después de visitarlos. Siempre pedía quedarme un rato más y con el tiempo comencé a pedirle a mi madre para que fuese sin mí y que me recogiese cuando fuese la hora en la que debíamos regresar a casa. Siempre me decía que no, pero a partir de los doce y para mantenerme contento, por fin comenzó a dejarme quedar con ellos mientras ella hacía su visita en lugar de forzarme a acompañarla.

Eso comenzó a volverse la rutina estándar, me decía que era hora de irnos, me llevaba con mis primos y me dejaba ahí para recogerme cuando llegara la hora, pero eso hizo que cambiara todo. Como los pocos minutos que se me permitía estar con ellos ahora eran alrededor de tres horas, en lugar de llevar un juguete cualquiera, el tiempo ahora me permitía tomar mi mochila de la escuela, vaciarla y llevarme una consola de videojuegos en ella. Eso les encantó a ambos, ya que ellos en ese entonces no tenían forma de jugar ese tipo de juegos y como todo niño, obviamente querían hacerlo.

Ese cambio fue completamente normal hasta que cumplí catorce años. Me masturbé con éxito por primera vez a los trece y comencé a pirarme en el ámbito sexual ya que traumas psicológicos de muy pequeño no me dejaban establecer relaciones sentimentales o sexuales de manera normal por lo que tenía que satisfacerme como pudiese y hasta la fecha tengo fetiches obsesivos muy claros.

Al principio, mi despertar sexual no tocó ningún tema de incesto con mi prima a pesar de que a veces espiaba a mis hermanas mayores cambiándose de ropa en un hoyo que hice a la habitación de una de ellas a la mía o vistiéndose después de una ducha a través de la ventana del baño (cosa que contaré después).

La curiosidad me llevó a hacerlo por querer descubrir como se ve el cuerpo de una mujer y a pesar de que hoy en día no me excito pensando en ellas, el recuerdo que me dio verlas vulnerables, sin ropa y la emoción de que ellas no me dieron permiso de verlas desnudas permanecerá conmigo por siempre…

… Y sí, tengo que admitir que incluso hoy en día a veces me le quedo viendo al culo de mi favorita ya que a pesar de ser algunos años mayor que yo, sigue siendo muy delgada y lo sigue teniendo muy bien formado. No la veo de una manera sexual pero si ella estuviese igual de pirada que yo me la cogería sin pensarlo dos veces.

Mis estadías en la casa de mis primos fueron normales por unos años. Al principio no veía a Cristina con otros ojos ya que ella era un chico más para mí, nos acompañaba en todo lo que mi primo y yo hiciésemos como si fuera un amigo hombre más e incluso nos superaba en algunas cosas que pueden considerarse “varoniles”.

A pesar de al principio verla como una niña muy “ruda”, con el tiempo me di cuenta de que era una perrita muy sumisa que solo fingía ser dura por estar rodeada de hombres, pero cuando comenzó su pubertad se volvió mucho más femenina y ese cambio me encantó.

Cuando al principio rogaba a mi madre por dejarme quedar en su casa por unas horas, la petición se llevó a un nivel más alto cuando eso se volvió normal. Si bien tres horas eran mucho más que lo que me quedaba antes, tres horas jugando videojuegos pasan volando y nos dejaban queriendo disfrutar más así que comencé a pedirle que les dejara ir a la casa para quedarse a dormir.

El grado de desinterés inicial por mi prima era tan alto que incluso trataba de negociar que sólo fuera Sergio y no Cristina, y a pesar de que la respuesta siempre fuese “no” tanto por sus padres como mi madre, me dejaron muy claro que si nos llegaban a dejar, tendría que llevarme a Cristina también porque no iba a dejar que la excluyéramos.

Con el tiempo comenzaron a dejalos ir a mi casa pero todo era normal, se quedaban conmigo pero no dormíamos ni un poco, toda la tarde, noche y mañana jugábamos videojuegos hasta que iban a recogerlos a las doce del mediodía del día siguiente. A pesar de que ya los comenzaban a dejar ir, no era muy seguido que les dieran permiso así que terminaban yendo alrededor de una vez al mes o incluso menos.

Después de una vez que se quedaron a dormir, les platiqué que quería ganar algo de dinero vendiendo dulces en la escuela y cuando lo hice, estaba emocionado por contarles.

Mi atracción por Cristina inició cuando les comenté de mis ventas, eso me dejaba algo de dinero pero lo que más me gustaba era convencer a alguien que no quería comprar. En una de mis visitas llevé los dulces que no vendí el día anterior a la casa de mis primos y ellos me rogaron por que les diese muchos, pero como sabía que si se los daba, allí iría gran parte de mi ganancia y si terminaban tomando todos, ya no podría vender más, les hice un trato para que no tomaran todo mi inventario de una vez:

A Sergio, por cada dulce que tomara me dejaría darle un golpe en el hombro pero a Cristina no la quería golpear. A pesar de verla como un chico más siempre se me inculcó nunca golpear a una mujer, pero sentí que no era justo dárselos sin nada a cambio porque mi primo se estaba llevando unas buenas hostias por ellos, así que le dije:

“A ti no te puedo ni quiero pegar, pero cada uno que tomes, me vas a dejar darte vueltas hasta que termines muy mareada y como no puedo hacerlo todos de una vez como los golpes, puedes tomar los que quieras, pero me debes las vueltas para cuando yo decida cobrarlas” Pensando en que yo no me mareaba fácil así que ella sufriría mucho más.

Ella aceptó y tomó doce dulces, mientras mi primo solo cuatro. Le di los golpes a mi primo y a ella le dije que le daría muchas vueltas una vez ese día y me guardaría las demás para cuando me hiciera enojar.

Con una malicia pura, de niño haciendo una broma, fuimos a su cuarto porque en la sala no había suficiente espacio y podíamos tirar algo, le pregunté si estaba lista y ella dijo que sí. La tomé de la cintura y la levanté, ya que como dije, ella siempre ha sido muy pequeña por lo que cargarla era facilísimo y comencé a girar lo más rápido que pude. Ahí fue cuando mi inocencia hacia ella se transformó en un enfermo gusto…

Al levantarla por la cintura, su remera se levantó un poco y me dejó ver su abdomen. Lo tenía divino, super delgada y con una piel de terciopelo, eso me generó una pequeña cosquilla, pero conforme giraba sin parar, no solo fue su remera la que subía, también mis manos se resbalaban junto con su blusa y terminaban cada vez más arriba. Cada centímetro más de su abdomen me ponía más y más nervioso pero claramente sabía que me estaba encantando verla.

Su blusa y mis manos quedaron lo más arriba posible, su estómago completamente expuesto y mis manos debajo de sus axilas pero rápidamente me di cuenta de que mientras sus tetas no estaban expuestas, mis pulgares estaban en contacto con ellas por encima de la remera y en los pocos segundos en los que todo eso pasó, terminé con una parcial erección.

La devolví al suelo y me senté en su cama fingiendo estar cansado por cargarla y mareado por girar cuando en realidad estaba ocultando mi inesperada excitación. Mientras ese fue el momento en el que me transformé en una bestia caliente hacia ella, ella no tomó nada a mal y solo se reía mientras se reacomodaba la ropa y mientras tambaleaba mientras intentaba caminar por lo mareada que la dejé.

—Jajaja, no sé si quiero aguantar eso tantas veces

—Puedes devolverme algunos para bajarle al número que me debes. Le dije

—Nooo, los que tomé son mis favoritos, mejor si aguanto, jaja.

Estuve aliviado de que dijera eso, pero la verdad me quedé con ganas de seguir tocándola así que inmediatamente cuando ya no tenía el pene parado, le dije que quería hacerlo otra vez.

— ¡No, dijiste que hoy solo lo harías una vez!

— Sí, pero te iba a dar vueltas por todo un minuto y me cansé antes, así que salió bien para ti porque como te bajé cuenta como dos

— Jaja, ¡no eres tan fuerte como pensabas!

Fingí estar molesto en una manera juguetona y en lugar de darle tiempo y posicionarme bien para volver a cargarla como lo hice la primera vez, rápidamente puse una mano sobre su cintura, pero la otra más cerca a la cadera, esta vez dejando una de mis manos entre su pantalón y remera, para que cuando fueran subiendo de nuevo, esta vez estar en contacto con su piel.

Funcionó de maravilla, conforme su blusa iba subiendo de nuevo con las vueltas, mi mano izquierda estaba tocándola directamente y conforme mis manos se escurrían por todo su torso, esta terminó rozando su teta por encima de su corpiño en lugar de su playera, lo cual era suficiente para mí, por el momento. Pero antes de terminar, se me ocurrió ingeniosamente fingir perder el control por estar mareado y tirarnos en la cama. Todo mi cuerpo encima de ella con la mano con la que hice trampa en su abdomen, aplastándola con mi propio cuerpo y rozando un poco mi nueva parcial erección contra su pierna mientras “recuperábamos el control¨. Ella riéndose por estar mareada, sin darse cuenta de lo que pasaba por mi cabeza.

Dejé el asunto por ese día y seguimos haciendo todo como de costumbre…

… Pero la siguiente vez que fui a su casa recordé algo me me puso loco. El cuarto de lavado estaba en el camino de las habitaciones en donde jugábamos. Nunca hubo problema en dejarnos solos allí ya que aparte de la confianza que sus padres me tenían, solo el cuarto de mis tíos tenía puerta y todas las habitaciones estaban conectadas, incluso para ir de cualquier habitación a la cocina o baño, tenías que pasar por la pieza de mi prima sí o sí.

Pobres de ellos, nunca tuvieron nada de privacidad. Solo mis tíos podían tenerla cerrando su puerta… (Y sí que utilizaban esa privacidad casi todas las noches)

Cuando recordé que la ropa sucia estaba a mi fácil alcance, perdí mi vida a propósito en el videojuego que tocaba ese día, por lo que le pasé el joystick a Sergio y le dije que iba al baño, cuando pasaba por el cuarto de lavado, me aseguré de que nadie fuera a pasar y busqué rápidamente entre la ropa sucia hasta que encontré una de las bragas usadas de Cristina. Fueron fáciles de encontrar porque ella es super pequeña y era la única niña de la casa. Las saqué del bote y las olí como un maniático. Nunca me habían atraído las bragas así que me sorprendió que mi pene se pusiera durísimo en segundos y hasta me animé a tomar la parte donde se colocaba su vagina y me metí toda esa parte a la boca, pasando mi lengua locamente como si estuviese besando su vagina directamente.

Escuché que alguien iba a pasar y las saqué de mi boca para aventarlas rápidamente de nuevo al cesto. Seguí mi camino pero una vez en el baño tenía unas ganas inmensas de masturbarme y en lugar de hacerlo ya ahí, tomé el riesgo de salir y volver al cuarto de lavado. Encontré otras bragas que también eran de ella y las llevé conmigo. Me las puse en la cara mientras me masturbaba fuertemente sin hacer mucho ruido, me metí esas a la boca también y cuando ya no podía aguantar más, me vine en ellas a chorros.

Me aseguré de esconderlas bien en el cesto para que mi semen se secara antes de que las lavaran, y busqué una tercera prenda para llevármela a mi casa como recuerdo. Volví a la habitación de mi primo como si nada y seguimos jugando, pero ahora cada vez que volteaba a ver a mi prima, solo podía pensar en ver su cuerpo desnudo.

Continuará…


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