Capítulo 3
- Basado en un hecho real I
- Basado en un hecho real II
- Basado en un hecho real III
Basado en un hecho real III
Al siguiente año, las vacaciones del 80, y a mis flamantes casi 12 años, viajábamos con muchos esfuerzos al norte.
Nuevamente al llegar a casa de los abuelos, realizamos las interminables tertulias de la familia compartiendo alegrías y tristezas de lo sucedido a lo largo del año que no nos habíamos visto.
Nuevamente nos juntamos lo «5 ratones de la cocina»: yo, Lalito, Raulito, Tita y Anita mi hermanita.
Claro que para todos nosotros había un mayor interés en nuestras pláticas y descubrimientos privados en nuestras respectivas vergas y nuestro desarrollo en general, que el interés de las pláticas de los adultos, que siempre se alargaban y no entendíamos de momento por qué.
Para mí había sido un año tremendo, pues luego de descubrir los placeres de la masturbación y las penetraciones «homo-preliminares», para mí estaba más que claro que lo que seguiría en este verano era cogerme a mi prima Tita.
Y no es que mi hermanita no estuviera buena, sino que era única y mimada y super vigilada por mis padres, así que mis otros avances los realicé en la escuela y con vecinitos y vecinitas, pues me daba igual que me la mamara un niño que una niña.
Yo ya tenía casi 12 años, los cumpliría casi entrando a clases, así que quería «hacerme hombre» bién pronto para poder presumir a mis otros compañeros de salón a los que no les pasaba nada aún.
Así que desde la segunda o tercera noche en casa de los abuelos, se hizo un acuerdo entre los adultos, ellos querían mayor privacía y «respetaban» la casa de los abuelos, por eso querían quedarse en casa de Raulito para tener las recámaras a disposición.
Y esto nos puso en un momento magnífico: nos íbamos a quedar todos juntos en una recámara de los abuelos, durmiendo en las 3 camas que había allí: ¡niños y niñas juntos! ¡brincábamos de alegría!
Entonces comenzamos a jugar a los novios: Tita y yo, definitivamente. Pero surgió del problema de que Anita tendría 2 novios: Lalito y Raulito. Pero no hicieron mucho escándalo por eso…
La siguiente noche, nuestros padres nos dieron a todos el besito de las buenas noches.
Y eso fué el pretexto para que comenzáramos a brincar de cama en cama para darnos los besitos de las buenas noches, claro que fué cuando comenzamos a escuchar el concierto de ronquidos de los abuelos…
Las dos niñitas estaban en casi 10 y casi 8 años, muy dóciles para lo de los besitos, aunque Anita quería que se esperaran un poquito Lalo y Raúl para que no la acabaran a narigazos y casi mordidas en mejillas y labios…
Yo me concentré en «enamorar» a mi «novia» Tita, la traje a mi cama y como había fresco y andábamos con pijamas de verano, se le podían sentir fácilmente sus botoncitos que algún día serían sendas tetonas.
Comencé a hablarle al oído cositas de amor: que si ella era mi prima preferida, que si estaba hermosísima, que si su piel era como de porcelana (estaba de moda el anuncio del jabón camay), que si su boquita olía a fresas…
En fín, todas esas frases que salen en las películas de Pedro Infante y se dicen aún hoy en día para enamorar a solteronas y quedadas….
Total, que mi novia Tita ya me decía que me quería mucho y que yo le gustaba desde el año anterior y que no le había dicho nada, que ella quería de verdad ser mi novia, pero sin juegos.
El corazón se me salía por la boca y mi verga estaba durísima, había encontrado el amor en mi prima.
Yo en verdad estaba segurísimo en ese momento que mis papás, mis tíos y mis abuelos nos permitirían casarnos cuando fuéramos grandes.
Estaba más enculado de mi prima que nada, sinceramente enamorado.
Y por eso,le dije, teníamos que hacer nuestro noviazgo como la gente adulta, como lo que hacían papá y mamá.
Entonces Tita me demostró su larga experiencia de la vida:
– ¿Vamos a hacer qué? Con mi poca experiencia de convencer a mis amiguitos y vecinas a que me mamaran la verga, esperé lo peor, eso me apagó el romanticismo y congeló mis ganas… Pero ella me dijo seguido: -¿Qué es lo que hacen papá y mamá? Y comencé a explicarle que se acariciaban y se besaban y que no solo en la boca, sino en todo el cuerpo…
-Eso dá mucho gusto y se siente muy bonito, les gusta tánto que hasta se casan y luego duermen juntos todas las noches y los hace muy felices.
Mientras le contaba todo esto al oído y con el brazo rodeando sus hombros, ella se retorcía a momentos por las cosquillas en su oreja y a mí me comenzaba a desesperar que fuera tan tonta, aparte de que tampoco estaba tan buena, y más bién lo único bueno que tenía eran sus nalguitas redonditas redonditas…
Entonces le dije que se sentara en medio de mis piernas, y ella lo hizo dándome la espalda, yo quería que se volteara, pero ella no quiso y me pidió que le siguiera acariciando por la espalda y dando de besitos en el cuello.
Me conformé pero entonces me tuve que acomodar la verga parada, pegándola a su espalda; y me preguntó que era lo que le había arrimado allí, solo le dije:
-¿Te gusta? -¿Qué es? Se siente algo duro pero chistoso, ¿qué es eso que me arrimaste? -Es mi verga, ¿te gusta? -¡Qué es una verga? -Es lo que te estoy untando en tus nalgas…-dije comenzándome a encabronar.
Pero seguí besándole el cuello y lamiendo los lóbulos de sus oídos, Tita comenzaba a dejarse llevar y se restregaba contra mi verga, que no sé por qué no me venía, ¡estaba super excitado y no me venía! Es más, ni cuenta me daba que mis 2 primitos le estaban poniendo una soberbia besuqueada a Anita en la cama de alado.
A mí me estaba fascinando calentar a Tita a mas no poder…
Le pasé mis manos por toda su espalda, se las bajé hasta la cintura y comencé a subirle la camiseta de la pijama para desnudarla, ella no se dió ni por enterada, yo también me saqué mi camiseta y la abracé a mi pecho, seguía diciéndome cositas de amor, mientras acariciaba ambos pezones.
Nunca dejé de besar sus mejillas, oídos y pasar mi lengua a lo largo de su cuello.
Y lentamente continué acariciándola toda por el frente, su ombliguito, la barriguita y comencé a acercar mis caricias hacia su monte de venus.
Cada vez más suspiraba y me decía «te quiero, te quiero…» mientras acariciaba sus lampiños labios mayores, no tenía ni una pelusilla, nada.
Me molestaba mucho su pantaloncillo y su pantaleta, pero como temía que se me fuera la oportunidad, como pude comencé una masturbadota de clítoris a toda regla, acariciando con las puras yemas de los dedos y sin apretar: suavecito, contante y remojándome los dedos cada vez posible en su humedad lubricante para acariciarla mejor en su botoncito…
Quizá te preguntes en este momento, ¿Cómo un chico de casi 12 años sabía tanto? Bueno, el hermano mayor de mi amigo Tewi, El Chino, nos mostraba siempre películas prono en 8 milímetros, sí esas películas que ahora ni existen, y luego nos hacía unas maravillosas mamadas de verga… Pero esa es otra historia y hoy no te la voy a contar.
¡Ah! Pues sí, me concentré en frotar y frotar el botoncito, repetirle mil veces que la amaba con toda la fuerza de mis huevos, y que la quería que fuera muy feliz… Tanto, que fué hermoso el comenzar a sentir cómo su puchita lampiña comenzó a latir cada vez más notoriamente, y que cuando comenzó a sollozar quedito (yo por miedo a que se despertaran los abuelos) me acomodé lo mejor que pude recostándole la cabeza en mi hombro izquierdo y le besé con toda la pasión que llevaba guardada, profundamente metí mi lengua en su boca, acaricié con ella su lengua y debajo de ella, los dientes y creo que llegué hasta la campanilla.
Mientras, Tita comenzaba un bamboleo involuntario de sus caderas y me anegaba la mano con todos sus fluidos, me atreví a meter un dedo en su vagina, mientras se desataba su pleno orgasmo y se arqueaba tanto de la espalda que me asusté… Pero me esforcé para que no gritara, besándola profundamente, tanto que creí que la iba a ahogar.
Poco a poco fue bajando el ritmo de sus caderas y soltando el cuerpo, respiraba con dificultad pero uniformemente, Tita estaba completamente agotada, y no era para menos, era su ¡Primer Orgasmo! y yo lo había causado…
-Te amo, te quiero, te quiero mucho…- me dijo cuando pudo hablar, estaba bañada en sudor y sin fuerzas, yo que la había masturbado, me dolía la muñeca de tanto frotar y frotar, me imagino como estaba la pobre…
Pero cuál no fué nuestra sorpresa, cuando nos dimos cuenta de que mis primos Lalo y Raúl y Anita mi hermanita estaban del otro lado de la cama con los ojos así de grandotes y la boca abierta, sorprendidos de lo que habían visto y nosotros también porque hasta ese momento sólo existía Tita para mí y yo para su orgasmo.
Fué un milagro que los abuelos no escucharan ni se despertaran con los gemidos de Tita.
-Parecía que la estabas matando…- dijo Raúl, y comenzaron a describir cómo habían disfrutado el espectáculo, que si nos veíamos como mis tíos con sus novias en sus coches, que si esos mismos ruidos los escuchaban del cuarto de sus papás, en fín, parece que fué una experiencia muy educativa para todos.
Pero lo único que no me gustó fué que Anita me miraba feo, como con odio o enojo.
Y a mí me recordaba lo mismo cuando me amenazaba con acusarme con mis papás por alguna maldad que hubiese hecho…
Sí era muy tarde en la noche, lo que nos filtraba claridad, era el foco de afuera de la ventana, y quedábamos en una penumbra azul muy agradable, nos veíamos las caras y los cuerpos, pero todos estábamos con mucho sueño ahora… Tita había logrado aprender en su propio clítoris lo que habían los papás y mamás en una cama antes o después de dormir…
Así que las niñas regresaron a sus camas y los niños igual…
Yo solo me quedé en la mía, masturbándome suavemente, recordando…
Hasta que una humedad cálida rodeó mi verga, con su lubricada caricia me hizo excitarme más, me dolían los huevos por tanta tensión, pero yo sabía que esto se me iva a quitar apenas eyaculara…
Bajé la mirada y encontré la rubia cabellera de Rauilito y sus resoplidos por querer tragarse toda mi verga…
-¿Te quieres tomar mi leche?
-mmmhhjjhh…(o sea sí)- Y comencé a soltar toda, pero toda mi leche que tenía guardada…