Todo empezó cuando acompañé a mi mamá a una reunión en la escuela de Arturo. El profesor y el director nos dijeron que mi hermano tenía problemas serios, que era agresivo y no se llevaba bien con los demás. Mi mamá, siempre tan dedicada, decidió hacer lo que fuera necesario para ayudarlo, incluso si
Ambos yacíamos jadeando en la oscuridad. Periódicamente, una pequeña sacudida recorría a mamá haciéndola retorcerse contra mí. La abracé y sonreí como un idiota. Una parte de mí quería quedarme despierto y observar a esta mujer insoportablemente sexy alcanzar su brillo postorgásmico.
Quitándose los tacones de una patada, llegó al borde de mi cama, donde se sentó riendo. El olor a sudor y vodka impregnaba el aire. Mamá tenía el pelo despeinado. Todavía llevaba el vestidito negro, francamente escandaloso, con el que había salido.
Una mano la metí debajo del top para poder apretar las tetas, la otra la empleé para meterle un dedo mientras con mi boca succionaba su clítoris. Como si fuera un sueño, escuché la mejor frase que he escuchado en mi vida “tío por favor penétrame”,
En el relato anterior les había contado que había follado a la sobrina de mi esposa , una linda joven que me excitaba y provocaba desde el dia en que la conocí y pude follarla como quería, hoy les traiga la segunda parte de esta historia de sexo y pasión, la primera vez fue cuando fui con mi esposa
No se como confesarle mis deseos a mi abuelo, yo tengo 18 y el 73, pero más allá de la edad, mi miedo es que el no sienta lo mismo que yo y perderlo para siempre o almenos esa relación que tenemos el uno con el otro.
Una masajista erótica es impulsada por una peligrosa curiosidad. Decidida a impartirle una perversa lección a su hijo, lo lleva a la intimidad de su consultorio donde sucederá algo que cambiará a ambos para siempre borrando todas las fronteras entre ellos.
Su panty blanca estaba enredada en sus tobillos. Una pequeña y ligera playerita de tirantes azul cielo cubría su dorso, a excepción de su teta derecha, la cual se asomaba por encima de aquella delgadísima tela.
Jamás me llegué a imaginar, que esa adolescente, de pecas y coletas, con apariencia tierna, iba a ser un volcán de sensualidad y pasión a flor de piel...
Esta es la historia de una seducción distinta. Al principio hubo un flechazo entre ambos y el sexo fue lo que los unió salvajemente. Pero luego aprendieron a compartir otras cosas y lograron un equilibrio entre ellos que les brindó la felicidad a ambos!!!
Ser hermanos mellizos con una preciosa princesa, pero separados por circunstancias del destino, nos hizo entender que somos unidos desde el vientre de nuestra madre y seguiremos unidos por el inmenso amor que nos tenemos, y que traspasa las fronteras de los parámetros de un sociedad retrógrada.
Jacob seguía teniendo problemas con su miembro debido a la receta de hormonas que le habían recetado, pero su madre, que tenía algunas dudas, seguía ayudándolo.
Ahí fue donde vi una oportunidad única en la vida de poder tocar ese trasero que me volvía loco. Pasando aproximadamente unos 40 minutos entre estar limpiando y jugando a darnos de nalgadas, pasamos a sólo estar jugando
Mientras gritaba durante el orgasmo, sentía mi glande volverse cada vez más sensible, hasta que sus contracciones vaginales eran agonizantes. Aun así, seguía saliendo más eyaculado de mis testículos, y me condenarían si me retiraba antes de que cayera la última gota.
Nuestra pasión creció lentamente hasta un punto álgido. Jill me rodeó con sus piernas y me agarró los hombros con sus manos. Me abalancé sobre ella como un martillo neumático, dejando que mi circunferencia venosa rozara su punto G mientras jugaba con su clítoris con mi mano. Nos corrimos juntos.
El gesto fue en vano. El movimiento llamó la atención de Chloe. La observé mientras pasaba la mirada de la pierna de su hermana a mis pantalones, cada vez más ajustados, y luego se lamió los labios y retiró la pierna de Eve para que quedara sobre mi polla. Dejando claro que sabía lo que hacía.
Mi semen salpicó en el coño de mi hermana, pintando su interior mientras me presionaba contra la entrada de su útero. Después de asegurarme de que toda mi semilla había sido depositada dentro de ella, saqué mi polla gastada de su coño. El líquido se derramó y cayó al suelo.
De repente, al retirar mi polla, vi sus manos. Estaban entre sus piernas, bajo su tanga de encaje, frotando su clítoris lo más rápido que podían. Esto me llevó al límite. Inclinando mis caderas hacia adelante, atrapé su cabeza entre mi pelvis y el colchón. Gemí cuando mis bolas presionaron.
El tiempo, ese implacable cincel, había esculpido a Lupita. Ya no era la niña frágil que dominé en el sótano de Colima. A sus 33 años, poseía una madurez que irradiaba sensualidad, una belleza curvada por la vida que palpitaba con una fuerza propia.
Días en el Paraíso. Por fin estábamos completamente solos, en un hotel y apenas habíamos pasado la primera de nuestras 3 noches. Resulta que mi hermanita tiene una imaginación muy activa.