Mi vecino mirón

Lo que voy a contarles me sucedió cuando vivía en una casa que tenía un patio de tamaño mediano, con césped y en los cuatro costados debajo de las paredes, en los canteros había plantas con flores.

A mí me gusta andar desnudo (me súper erotiza) así que cortaba el pasto y arreglaba los canteros de tal forma.

Una mañana tempranito decido arreglar el patio pues hacía rato que no cortaba el césped ni atendía las plantas, así que me pongo una musculosa cortita y empiezo a cortar el césped.

En las idas y venidas con la maquina me doy cuenta que mi vecino estaba espiándome sobre uno de los paredones, por supuesto me hice el que no lo vi y seguí con lo que estaba haciendo.

El saber que estaba este hombre ahí mirándome me empezó a calentar.

En realidad con el vecino mirón nunca tuve ninguna relación, solamente me había cruzado un par de veces al salir o al entrar a casa.

Pero tampoco me pasó inadvertido, ya que era un cincuentón bien puesto.

Terminé de cortar el césped y esperando alguna reacción me puse de espaldas a arreglar en cuatro patas el cantero opuesto al paredón donde estaba el mirón.

Le estaba ofreciendo mis nalgas bien abiertas.

Yo ya estaba recaliente y de vez en cuando de reojo miraba y el seguía firme pero ahora tenía solamente una mano sobre el paredón así que de acuerdo a los movimientos que hacía, me imaginaba lo que estaba haciendo con la otra y eso me ponía al rojo vivo.

Ya, decidido a provocarlo y con la calentura que tenía, así que en la posición en que estaba arranqué una flor con un tallo largo y grueso, lo pasé por debajo de mis piernas y me empecé a pasar la flor por la raya de la cola metiéndome el tallo en la zanja, despacito subía y bajaba la flor hasta que siento de atrás que me dicen:

Hola vecino, que lindo florero tiene.

Hola vecino, ¿Le gusta?, le pregunté yo dándome vuelta pero con la flor metida en la raya.

Demasiado me contestó.

Yo estaba nervioso pero al ver que él seguía mi juego, le dije: estoy buscando alguien que me atienda la florcita.

Pasó la escalera para mi lado y en un abrir y cerrar de ojos lo tenía detrás de mí, pues yo seguía en cuatro patas.

Agarró la flor que seguía en mi cola y siguió con el sube y baja del tallo en mi raja lo que me puso más excitado.

Dejó la flor de lado, me abrió las nalgas y empezó a chuparme el culo y a acariciarme todo.

Te gusta putita?, me decía.

Siiiiiiiiiii, me enloquece, seguí, seguí.

Me paró y me hizo poner una pierna arriba de una mesa de jardín que tengo e inclinarme hacia delante.

Se desnudó viendo mi cola y diciéndome cosas como te voy a llenar el florero putita, ya vas a ver.

Siiiiii, dale. Es lo que estoy esperando desde que te descubrí en el paredón.

Se agachó y siguió chupándome el culo y cogiéndome el agujero con la lengua que la ponía bien finita y me la hacía jugar bien rápido desde el nacimiento de mi zanja hasta llegar a mi esfínter.

Que sensación, se me erizaban todos los pelos del cuerpo y deseaba que me la metiera ahí mismo.

Cómo me gusta que me chupen la cola.

Dejó de chuparme y se sentó en la mesa y me dijo que le chupara la verga, no era tan grande, sería de unos 16 cm. mas o menos pero si era gruesa y con muchas venas.

Así que me la puse toda en la boca, no se dan una idea los suspiros que daba cuando pasaba mis labios por la tremenda cabeza de la pija, y yo gustoso me lo estaba cogiendo por la boca.

Mmmmmmmmmmmmmm ¡qué mamada!

El me atrajo de costado, se puso un guante de descarne de los que uso para el jardín y empezó a acariciarme la cintura, cadera y nalgas.

Sentir la aspereza del guante en mi cola me hacía subir a los cielos y empezar a clamarle que me hiciera feliz, que me la metiera, a lo que el me respondía, todo a su momento.

Estaba en lo mejor de la chupada y de la franeleada con el guante, cuando siento algo que se está entrando en mi culo, era que había agarrado la flor y me estaba metiendo el tallo, no tan grueso como su pija pero haaaaaaaaa.

Me puso a mil, que hermoso, como resbalaba dentro de mí hasta el fondo y yo pedía más, y más me prendía a su verga que ya chupaba en forma enloquecida de la calentura.

Que macho resultó ser mi vecino.

Entonces se paró, me hizo poner nuevamente la pierna sobre la mesa y empezó a besarme la cintura, las caderas, me metió hasta el fondo el tallo de la flor.

Siguió besándome las nalgas y la zanja, queriendo meter la lengua junto al tallo que metía y sacaba.

Yo ya le pedía con clemencia que me la metiera y no se hizo esperar, se mojó con saliva la cabeza, saco la flor de mi cola y me la metió de una sola vez y hasta el fondo, que dura que la tenía, que sensación hermosa y profunda.

Te gusta putita? Te estoy enterrando mi tallo hasta el fondo.

Que hermosa cola que tenés, me decía y que si yo quería atendía mi florero todos los días.

Me estaba cogiendo de una forma bárbara, me tuve que agarrar firme de la mesa para no caerme, me agarró bien fuerte de las caderas y metía y sacaba la verga tan rápido que parecía un pistón.

Hasta que sentí un gemido ronco de la acabada que se estaba pegando y cómo la leche caliente me golpeaba adentro.

Bombeó un par de veces más y la sacó de golpe, terminó su acabada en mi boca; que exquisitez de pija, gorda, venuda y resbalosa con su propia leche.

Que manera de gozar, después me hizo poner en cuatro patas arriba de la mesa, me metió el tallo de la flor y me hizo acabar.

Madre mía, que cogida.

Nunca imaginé un polvo de tal magnitud con mi vecino.

Sentía que era la hembra de mi vecino mirón, me cogía dos veces por semana, siempre en el jardín, por supuesto en verano, hasta que se mudo y no lo vi más.

Una verdadera lástima, todavía añoro sus cogidas.