Mi tía Mariela

En el contexto de una situación familiar complicada, tener encima una tía como Mariela era como la cereza de un postre exquisito que uno jamás podrá degustar.

Mariela era una mujer «Barbie» de esas que se ven en la TV ó en las revistas de modas.

Cualquier hombre del mundo sabe que existen,sueñan con ellas pero comprenden que son solo una foto en un papel o una fugaz imagen en sus retinas.

Aunque de tanto en tanto aparece en las páginas policiales de los diarios algún enajenado que no entendiendo bien de que lado está untada la mermelada, es arrestado por acoso sexual de tipo demencial (El loco que asediaba a Jeri Ryan, ó el anormal que persigue a Venus Williams por los torneos de tenis del mundo).

Por un momento pónganse en mis zapatos y traten de imaginar lo dificil que es tener a una hembra de esas relativamente cerca,saber que hablan,que conocen tu existencia,que saben tu nombre y que aún así no hay la más remota posibilidad de figurar dentro de sus deseos sexuales.

Bueno,pues ese era exactamente mi caso.

Empecé a mirarla como mujer cuando cumplí 9 años.Ella era una diosa de 26,cuyas largas piernas y culo perfecto la hacían espectacular.

En aquel entonces sus modos aristocráticos y soberbios no eran por mí percibidos.Yo solo sentía que «algo»,que me daba vergüenza,le pasaba a mi «gusanito» cuando la veía en las reuniones familiares vestida con cortísimas minifaldas y zapatos de tacón aguja.

Nunca pude olvidar aquellas primeras imágenes de mi vida.

Con el tiempo fui creciendo y un buen día,mientras holgazaneaba en mi cama y jugueteaba al descuido con mi polla pensando en ella,descubrí un líquido viscoso de color blanco que me empapó la cara por la violencia de su salida.

Comprendí que imaginar a mi tía Mariela semidesnuda en mi presencia y bajo los efectos del alcohol mágicamente me había transformado en un Hombre.

Ya en plena adolescencia descubrí los placeres del sexo.Y cuando seleccionaba amantes trataba que fueran a imagen y semejanza de Mariela,cosa harto difícil,por lo que siempre terminaba bombeando coños que mi imaginación transformaba en el de mi tía.

Con la edad Mariela se ponía más y más buena. Y yo ya no dudaba en que quería,deseba cogerla,pero nunca se me ocurrió que eso fuera posible.

Y llegamos al tiempo actual,en donde tendré que contarles cosas de mi contexto familiar para que comprendan plenamente los actos que se sucedieron.

Empezaré por decirle que mi familia es muy adinerada merced a la explotación de una fábrica.

En las familias adineradas siempre hay lío.Máxime si manejan sus negocios como un clan y más aún si no existe una diferenciada línea divisoria entre lo familiar y lo comercial.

El recelo es inevitable.

Que quien gana más,que quien viaja mas,que quien tiene el mejor puesto en la empresa,que quien destaca más su trabajo.Son todas cuestiones que deberían quedar en la oficina,pero que inexplicablemente pasan al ámbito familiar integrando las conversaciones de fin de semana y generando odios los días laborables.

A los 25 años,mi lugar en este rompecabezas estaba formalmente claro.Ocupaba la gerencia de desarrollo ,un poco por ser hijo de uno de los accionistas mayoritarios (jefe del clan) y otro poco por tener un par de neuronas mas que el resto.

Mi trabajo era el más destacado de todos entre los 3 primos que ocupaban cargos paralelos al mío.Claro,a mí me tocaba el desarrollo y ejecución de ideas nuevas y eso sirve de lustre permanente al prestigio:Mi tarea siempre se ve como un logro mientras que las otras pasan a ser algo habitual y corriente.

El otro socio mayoritario (subjefe del clan,vicepresidentes formal),me veía como una amenaza.Lo que estaba en juego a mediano plazo era en verdad la futura jefatura del clan (presidencia en la empresa) y El la quería para alguno de sus hijos.

Así que yo,debía obrar sabiendo que mis éxitos tenderían a minimizarse y mis errores a ser agigantados para ridiculizarme.Un verdadero campo minado.

Y en la vida familiar y protocolar también había diferencias.

Con mis dos primos (ambos hijos de Mariela) tenemos casi la misma edad.Ellos tienen 23 y 24 años por lo que yo era el mas grande.

Pero ademas,hay que ver para creer,no solo son medio tontos,sino que también tienen cara de tontos y cuerpo de tontos.O sea,a un kilometro de distancia cualquiera se dá cuenta que son tontos.

Por mi parte por haber recibido mi educación en el extranjero desde adolescente,manejo otras ideas.Y fisicamente soy alto,pelo castaño,esbelto a fuerza de deporte continuo y en fin,me destacaba envidiablemente del resto.

Pero ahora volvamos a mi tía Mariela,que era la esposa de mi tio Ricardo,el hermano de mi padre y tenebroso vicepresidente del clan.

Mi tio Ricardo,mujeriego empedernido,jugador,amoral,inescrupuloso,mentiroso y con cuanto vicio pueda cargar un ser humano,era unos 12 años mayor que ella.

Para él,Mariela era una esposa con quien mostrarse en sociedad a la que ponía los cuernos con cuanta hembra se pusiera a tiro.

De grande comprendí que Mariela aceptaba eso.¿Cómo no iba a aceptarlo?.A cambio de su pasividad vivía como una reina en una mansión que era casi un palacio,manejaba un BMW y gastaba a manos llenas.

Comprender esta situación me hizo pensar que tal vez Mariela tuviera flancos débiles:por mas dinero que se tenga una mujer del calibre de mi tía necesitaría de una buena verga ,y eso,que seguramente mi tío no proporcionaba, por una cuestión de imagen social ,no podría conseguirlo sin escándalo fuera de su matrimonio .

Llenar ese vacío en la vida de mi tía hubiera sido lo lógico y lo ideal para colmar mis sueños.

Pero claro, también era tan imposible para mí como saltar a La luna.

De hecho,no conozco a nadie que se haya follado a su tía en la vida real.

Es cierto que alguien debe hacerlo, pero también es cierto que se cometen asesinatos y robos a bancos y suicidios, es decir, son cosas que pasan, pero que por alguna razón uno no haría jamás, ¿verdad?.

Por suerte, soñar es aún algo al alcance de todos.

Confieso que mi costumbre de pajearme con Mariela no había cesado nunca. Era muy difícil teniéndola tan cerca. Imaginen mi estado mental después de las fiestas en las que coincidíamos y a las que ella concurría con aires de estrella de cine y vestida como tal, para el infarto. Minifaldas,sandalias de tacón…¡Uff! una tentación inacabable.

Yo pasaba las noches mirándola cruzar y descruzar las piernas, con una copa de cava en sus manos, mientras mi Tío Ricardo se emborrachaba en la barra con su corte de adulones contando las historias de sus hazañas extramaritales.

Pensaba que al terminar cada fiesta, esa hembra recibiría una miserable dosis de pija de ese cabrón mentiroso y borracho hablador y me sumía en profundas reflexiones acerca de lo injusta que es la vida.

Aún así, nada podía hacer. Tal vez decírselo. Pero no sería buena idea. Ella también protegía a sus hijos y en esa situación yo no dejaba de ser un enemigo. Intentar algo con ella sería como bañarme con kerosene y prenderme fuego yo mismo.

El tío Ricardo me odiaba. Era mi rival cada vez que el directorio se reunía. Como sus hijos no me eran competencia, el debía asumir el papel de malo utilizando cualquier recurso ridiculizador.

Lo bueno era que ante mi pasividad y la fuerza de los hechos, se pasaba de revoluciones y siempre quedaba en evidencia ante los demás, lo cual, sin que yo hiciera nada, me dejaba siempre mejor parado al final y con su odio creciendo más y más y más.

Un buen día mi padre se infartó y casi muere.

Después del susto inicial y de que el panorama se aclarase en virtud de saberse que para su recuperación tardaría 6 meses, Ricardo atacó sin vacilaciones y sin piedad.

Me convocó a su despacho y en una pésima actuación de preocupación por los temas estrictamente de salud, mostró sus uñas diciéndome que su hermano (mi padre) debía ser desplazado del cargo por razones obvias y que él era el mas capacitado en la sucesión.

Yo no tenía armas de defensa. Mi padre fue desplazado (Todos creerían que o bien moriría ó bien sanaría pero no quedaría activo).Y yo supe que una tormenta había comenzado para mí.

Mi presupuesto en la empresa se recortó, mis presencias en el directorio se limitaron y el descriterio empezó a reinar en el clan.

Pensé entonces que tendría tarde o temprano que renunciar a mi cargo, porque de quedarme tal vez me hicieran luego culpable de todos los males que sucederían

.En cualquier caso, la mía no era una situación cómoda.

Pero, gracias a los dioses, la vida es una inagotable fuente de sorpresas.

Todavía mi padre se recuperaba con incapacidad manifiesta ,cuando el tío Ricardo sufrió un accidente de tránsito que afectó su cerebro (perdió masa encefálica) y quedó tullido de la cintura para abajo de por vida. Para abreviar: quedó estúpido y paralítico.

Ni hablar que su polla tampoco se movería nunca más.

Y yo, de pronto, pasé «de canillita a campeón»: me encontré Jefe del Clan.

Fue un golpe muy importante en mi vida y yo estaba a la altura de los acontecimientos.

Pasé a manejar mucho dinero y a tomar decisiones cruciales.

Y claro también accedí al control de las cuentas.

Con ese poder en mis manos, no me costó nada de trabajo descubrir que Ricardo financiaba su mejor nivel de vida a costa de desfalcar la empresa familiar.

Esta revelación me hizo meditar mucho mi proceder y decidí no hacer escándalo, pero si justicia: a partir de entonces sus ingresos se redujeron a lo pactado en la sociedad que era significativamente menos de lo que durante años había llegado a sus manos.

El nivel de vida de Ricardo y su familia debía por fuerza bajar y no tardó en hacerlo. Pero…

¿Saben ustedes lo difícil que es ser de la noche a la mañana un rico un poco menos rico?.

Bueno, la verdad es que yo tampoco lo sé, lo que sí sé es que para ellos debió ser muy difícil porque las represalias a mi decisión no se hicieron esperar.

Mis primos estaban desquiciados de odio. Poco les importaba que las cuentas y los auditores, ahora aduladores míos, me dieran la razón.

Las discusiones eran interminables. Los insultos vinieron en tal cantidad que aunque yo poseo una amplia experiencia en las deformaciones del idioma, me pareció no reconocer el significado de unos cuantos de ellos.

Pero, estoicamente, yo me mantuve firme: «la ley es la ley y es igual para todos». Amén.

Y acá empieza lo bueno.

Una lluviosa y fría noche de viernes, que yo había destinado especialmente para gozar de privacidad en mi exclusivo loft de soltero, un whisky ,un cigarro y una buena película en TV, tocaron a mi puerta.

No tuve tiempo de cabrearme por la interrupción porque al abrir la puerta quedé sorprendido.

Mi tía Mariela estaba allí, enfundada en una gabardina hasta casi los tobillos que solo dejaba ver sus tacones de aguja.(Siempre quise chuparle los pies, sacarle esos zapatos para beber cava en uno de ellos mientras ella, desnuda, me chupaba la polla).

Sacudiendo de fantasías mi cerebro, la hice pasar a la calidez de mi departamento y le ofrecí un whisky que ella aceptó.

Estaba preocupada y se notaba en su rostro. Además se notaba que su presencia en mi casa le causaba incomodidad.

Más a esas horas.

Pacientemente esperé a que bebiera un largo y aclimatador trago antes de que pudiera articular palabra, para que tomara fuerzas que le permitieran hablar con soltura fuera lo que fuese lo que venía a decir.

Mientras hacía eso, yo la miraba embobado. Era preciosa. Mi polla opinaba igual que yo. Tenía que intentar algo esa noche. Algo. Pero…¿qué?. Era imposible.

Cuando ella empezó a hablar. Su tono de voz no era, por primera vez desde que yo recuerde, altanero.

Es más, parecía agobiada..

Empezó por contarme lo mal que se encontraba por la situación de su esposo. Que su vida había cambiado. Lo difícil que era cuidarlo a todas horas…

(Claro, pensaba yo, ahora eres una enfermera de tiempo completo. Y encima sin follar, con lo que te mereces una buena tranca de tiempo completo dentro tu coño.)

Que yo debía meditar mi acciones, que el trato que estaban recibiendo en su familia después del infortunio era injusto, que sus hijos, que ella sabía no eran brillantes, no podían soportar esa situación de depresión familiar etc…etc… etc.

Al fin, rompió a sollozar, y algo de pena se apoderó de mí.

Acaricié su cabeza y sequé con mi dedo una lágrima que rodaba por su mejilla. Sin embargo, no estaba bien que yo cediera y empecé a explicarle que mis acciones solo eran lo que correspondía y que de ninguna manera se debían a cuentas pendientes de carácter familiar, bla…bla….bla….bla

Pero Ella no aceptaba eso. Es decir, sabía que yo decía la verdad hasta cierto punto, pero era obvio que no se resignaría a perder dinero solo por el ínfimo detalle de no tener la razón.

Seguimos conversando tranquilamente, exponiendo cada uno su visión del asunto y sin dar el brazo a torcer.

Dos horas y varios whiskies más tarde, la charla seguía aún en punto muerto. Y si bien yo escuchaba, mi cabeza trataba de desviarse a otras cosas. Pensaba que hacía calor en mi casa, pero que mi tía no se había quitado su impermeable. Y si no se lo quitaba, no podría ver sus torneadas piernas ni sus pechitos.

¿Por qué no tenía calor?.¿Qué hacía a la 1 am en mi casa?¿Era correcto?

Alucinaba con que mordía sus pezones. Los recordaba de alguna diminuta bikini que ella solía usar en su piscina durante los veranos y que me obligaban a correr al sanitario a pajearme. Y rememoraba también haber robado alguna de sus tanguitas de su propio vestuario.

De pronto, una frase de ella me trajo a la Tierra como un bólido. Y la miré sin comprender.

«Juan, te estaba preguntando que dado que ahora eres el Jefe… ¿Cuál tendría que ser mi actitud para que reconsideraras tu posición?».

Lo había dicho con voz muy suave, con sus tremendos ojos azules clavados en los míos y al tiempo que se desprendía la gabardina…¡La Gabardina!…¡El calor!

Yo miraba la situación como en cámara lenta. Atónito seguí con la vista la gabardina que caía al suelo sin un ruido.

Mi tía se había desprendido la gabardina, que lentamente resbalaba de sus hombros para caer sin ruido en el suelo y al hacerlo solo quedaba vestida con sus zapatos de tacón y una tanguita negra microscópica que se perdía entre sus formas. Pude apreciar atónito sus senos perfectos de cirujía. Ni en las veinteañeras que yo frecuentaba había visto algo tan paradito. Sus pezones estaban erguidos y se adivinaban duros.

Ella seguía hablando, pero yo no escuchaba.

Me acerqué, la tomé de la cintura y sin decir palabra la conduje al sofá, notando algo inseguros su pasos luego de tres o cuatro whiskies, mientras con mi mano libre aflojaba mis pantalones para liberar mi tiesa verga. Lo único que se oía era el repiqueteo de sus taquitos aguja al caminar.

Ella me dejaba hacer.

La incliné sin fuerza para ponerla en posición de perra.

Yo actuaba ciego. Mis acciones se sucedían sin que yo tuviera clara conciencia de lo que pasaba excepto de que mi polla no aguantaba más fuera del coño de mi ahora prostituta tía.

Ella se movía poco, pero como una gata que sabe lo que se le viene.

Con mis dedos corrí el hilo dental de su tanga y palpé la humedad de su almejita.

No lo dudé. La penetré con fuerza y empecé a bombearla muy despacio, para gozar a la perra que gemía.

Estaba follando a mi tía, la diosa aristocrática de la familia. Cuantas pajas tenía hechas en su honor, cuanta leche le había dedicado durante toda mi vida.

«¿Cuál debe ser tu actitud?,¿Cuál debe ser?…¡Pues esta muñeca. !Vas a recibir palo y palo hasta que me yo diga basta. Cuando yo lo quiera y por el tiempo que quiera».

Ella estaba escuchando y con cada una de mis palabras sus gemidos subían de volumen. ¡La muy perra estaba gozando!, Estaba haciendo acabar a mi tía!.

Yo cambiaba mi ritmo de bombeo y ella empezó a soltar su lechita. Abrazada a un almohadón trataba de acallar sus gritos de placer.

Introduje uno de mis dedos en su culo. Y eso me valió que Mariela tuviera una convulsión de orgasmo.

Luego metí otro. Y ella ya lo gozaba.

Jugué con mis dedos en su culo y con la otra mano distribuí su propio flujo en los alrededores del ano para lubricarla.

Cuando ya sentí que me faltaba poco, frené mi bombeo, quite la polla de su rajita y luego de respirar hondo un par de veces, la introduje en su ano, acción a la cual ella respondió con un grito casi desgarrador.

«Hijo de puta!, me gritó, estás partiéndome al medio del placer!.

Empecé a bombear. Le llenaría su recto.

El culo de la Barbie era un placer. Cogerme esa diosa era un placer. Y recién empezaba.

De solo pensarlo mi polla escupió su carga. Y entonces ambos gritamos de goce.

Yo perdí el sentido de la realidad unos segundos. Pero me llegaba de lejos la actitud desenfrenada de Mariela que se abalanzó a meterse mi polla aún erecta en su boca para succionar hasta la última gota de su preciosa carga.

Minutos después nos revolcábamos en el sillón. Yo lamía sus pies dedo a dedo y ella, acostada debajo mío en posición de 69,chupaba mi polla como una posesa hasta erectarla nuevamente.

La levanté y la cogí de pie apoyándola por su espalda mientras ella miraba a la pared con sus piernas abiertas para facilitar mi entrada.

Tenía un cuerpo perfecto. Y ahora ese cuerpo era mío.

«Son las 3 de la mañana, Mariela. ¿Quién dará sus medicinas al cornudito de tu marido?».

Ella escuchaba y mis palabras la poseían con morboso placer.

«Dame más polla sobrinito. Dámela. Dale lechita a tu tía y págale por sus servicios de putita».

Al amanecer aún estaba tendida en mi cama. Algo borracha y manchada de semen.

Aún me la follé dos veces más antes de que partiera.

Tuve el placer de que me cabalgara desbocadamente, poseída y entregada.

Ahora mi vida había cambiado.

Ahora sí yo era el Jefe y esto recién empezaba.