Encontré a papá
¡Hola! yo soy Mónica, soy polaca y dicen que soy muy bonita con mi 1,75, 60 kilos, una figura esbelta con curvas muy bien marcadas, tengo los senos de mi madre, es decir, muy grandes, ojos azules como ella y cabellos oscuros como mi padre.
El recuerdo de mi padre en mi niñez es poco o nada, me recuerdo de un hombre alto, gallardo, musculoso, que cuando solía estar en casa ayudaba a mi madre en la granja y lo recuerdo con calzado deportivo, pantalones cortos y muy sudado subiendo vasijas de trigo hacía la despensa donde se almacenaba el trigo cosechado.
Él me tomaba en brazos y me sentaba a horcajadas en su cuello y yo me sentía muy orgullosa de tener este padre, el hombre más alto del sector, 1,95, y veía el mundo desde esas enormes alturas, tengo que haber tenido no más de tres añitos, nació mi hermano Alfredo y nuestro padre desapareció, se fue en unos de sus viajes y jamás le volví a ver, mamá nunca se refirió a él en mala manera, cada vez que yo preguntaba por él, mamá decía … son cosas de grandes … algún día entenderás …
Bueno, mi padre es un extranjero que quedó prendado de mamá y dejo todo por ella, se vino a vivir a Polonia y convivio con mamá por seis años, de esa unión nací yo y cuando nació mi hermano, la relación entre mi padre y mi madre se había deteriorado lo que llevo a mi padre a regresar a su país y a no volver nunca más.
Desde que él se fue, paso a ser el hombre del dinero, todos los meses mamá recibía una mensualidad para nuestra alimentación, en ese sentido siempre estuvo presente, por las barreras lingüísticas no teníamos ninguna comunicación, pasaron los años, llegó mi adolescencia y gracias a mi desempeño escolástico me fue regalado un celular, mi novio en ese tiempo me dio la idea de contactar a mi padre, sin comentarlo con mi madre, logré obtener una dirección de papá y le escribí sin muchas esperanzas, dándole mi número de WhatsApp.
Mi padre sé que siempre instruyó a mamá para que se nos fuera enseñado el idioma inglés, sin ser una erudita de ese idioma, lograba tener ciertos contactos con chicas y chicos extranjeros, lo que ampliaba mis horizontes al mundo globalizado, de hecho, me transformé en asistente de vuelos comerciales, muy poquitas en un país que es muy machista todavía en el siglo XXI.
De entre todos los contactos que me respondían a mi celular, un día recibí un saludo brevísimo que decía solamente … ¡hola! hija … espero te encuentres bien … Dad … ¡Dad! … era mi padre … me eche a llorar emocionada … había encontrado al hombre que me dio la vida, a mi genitor, a ese hombre que me hacía mirar al mundo desde las alturas … no paraba de llorar … la gente me miraba extrañada, incluso a cierto punto se me acercó personal del aeropuerto de Varsovia para preguntarme si estaba bien, yo estaba muy bien y con el corazón henchido de una alegría jamás sentida, una emoción enorme, me temblaban las manos, no fui capaz de responderle ese mismo día, mis sentimientos eran tan intensos que me ocasionaron un ataque de nervios, una taquicardia.
Tuve que ingresar una licencia médica temporánea y ausentarme del trabajo por una semana, la única persona que sabía de haber encontrado a mi padre era yo, era mi secreto, mi secreto más preciado, inicié una comunicación regular con él e intercambiamos algunas fotografías, papá se veía en muy buen estado a sus 51 años, un hombre fornido con incipientes cabellos blancos, muy alto y conservaba un aspecto juvenil, hombre de amplia sonrisa y muy jovial, poseía una pequeña empresa de transporte y turismo.
No se había vuelto a casar, en cambio mamá convivía de hace años con una pareja, me preguntó por mamá y no le dije que tenía pareja, pero sí que había rehecho su vida y él entendió, nunca más volvió a preguntarme por ella, así papa y yo entablamos una relación por medio de la tecnología y nos intercambiábamos mensajes esporádicamente.
En mi profesión siempre se presentan oportunidades para cambiar de trabajo y líneas aéreas en Europa hay tantas, llené una aplicación de la línea aérea alemana, muy conocida por lo demás, y gracias a mis excelentes calificaciones, además de inglés, hablo fluentemente alemán y ruso, así con un sustancioso incremento de sueldo, pase a engrosar las filas de esta aerolínea alemana, por mis características idiomáticas, fui asignada a rutas ruso-anglo-americanas, así fue como empezamos a llegar a Sao Paulo, en Brasil y Santiago de Chile.
Mi padre es chileno, en el tercer viaje que me toco a Santiago, lo contacté diciéndole que por cambio de tripulación nos quedaríamos allí cerca de 48 horas y que me gustaría verlo, mi emoción era a mil, mis temores tantos.
Llego el día y mi padre me esperaba fuera del aeropuerto, mis piernas a duras penas me sostenían, me encontré con un apuesto hombre maduro que en perfecto polaco me dio la bienvenida, se me olvidaron hasta los otros idiomas, se me salió un atropellado discurso en polaco que él no entendió nada, así que, reponiéndome del emotivo momento, no paraba de tocarlo, estrecharlo y mirarlo de pies a cabeza, mi padre, estaba abrazando a mi padre, comenzamos a comunicarnos en inglés.
Papá me llevó a su casa, un condominio privado de casas todas iguales, bastante apartado, tenía tres dormitorios, un ambiente abierto muy amplio de sala-comedor-cocina, una terraza y un patio de medianas proporciones, el todo decorado con mucho gusto y ciertos toques muy finos, había una amplia piscina de uso del condominio y en general se veía que tenía un buen pasar.
Estuvimos juntos todo el tiempo, él cocino para mí, me llevó a pasear por los alrededores y me mostro algo de la ciudad, almorzamos en un hotel del sector comercial y luego regresamos a su casa, al día siguiente yo tuve que regresar al aeropuerto pues emprendíamos vuelo de regreso a Europa, non despedimos en forma muy afectuosa,
Los vuelos se tornaron rutinarios y volvíamos a Santiago de Chile una vez al mes más o menos, fue en marzo que llegando al aeropuerto se nos informó que los vuelos se detenían porque había sido declarada una pandemia internacional, llame a mi padre y él me vino a buscar como siempre lo hacía.
El capitán del avión en el cual yo me desempeñaba, me autorizó para ir con mi padre con la premisa de mantener mi celular disponible a toda hora ya que podríamos irnos en cualquier momento, así lo hice manteniéndome alerta, libre y a disposición.
Mi padre tenía mi cuarto preparado, había hecho colocar una cama nueva, y también había renovado el mobiliario en general, todo lucía limpio, impecable, él se preocupaba de mí, soy su hija, pensé y el cuida de mí, sentí mucha ternura porque significaba que me quería.
La pandemia nos mantenía en tierra, no podíamos volar y mi capitán me informó de estar muy alerta porque estaban tratando de que nos autorizaran despegar a Brasil, donde había mucho menos restricciones, ya habían pasado cuatro días.
Mis vestidos era un cambio de mi uniforme y un par de mudas de ropa interior, nada más que eso pues arribando en Alemania me iba a mi departamento y ahí tenía de todo, pero varada aquí en Santiago no tenía nada, mi padre me dio una especie de kimono para poder sacarme mi uniforme, al día siguiente me acompaño a comprar alguna ropa en el escaso comercio que todavía restaba abierto.
Habíamos completado diez días en Santiago y aún no recibíamos ordenes, esa tarde a una hora avanzada cerca de la medianoche, recibí una llamada del capitán, pensé que nos iríamos, pero la noticia fue terrible, nuestro capitán había sido diagnosticado con COVID19, la estadía se estaba prolongando por lo menos catorce días más.
En Santiago había una férrea cuarentena, así que restábamos mi padre y yo encerrados en su casa, nos sirvió para conocernos un poco más, como mamá nunca nos explicó nada de su separación con papá, una tarde se lo pregunté y el me respondió escuetamente … nos alejamos porque la libido de tu madre no era igual a la mía, yo la deseaba y la buscaba casi todos los días y ella se rehusaba, discutimos en dos, tres años muchas veces, hasta que ella un día exasperada, me dijo … si no te gusta, te puedes ir … me dolió mucho toda la situación, pero no tuve más remedio que tomar un bolso y compré un pasaje a Chile, mi situación económica en ese momento no era de las mejores, así que me dedique solo a trabajar, me embrutecí trabajando tratando de olvidarla a ella, pero no a ustedes, empecé a enviar dinero todos los meses y ese fue el único ligamento que mantuve en todos estos años.
Ahora me había enterado de lo que los había separado, mi padre era un hombre de sangre caliente, ahora también se explicaba para mí, por qué mis deseos sexuales eran tan fuertes, sangre de su sangre, yo de siempre me sentí una mujer de libido muy desarrollada, cosa que también me había procurado más de algún problema con las parejas que había tenido hasta ahora, el mismo problema que mi padre había tenido con mi madre.
Nada me había preparado para lo que vino después, se habían completado dos semanas en casa de mi padre, no extrañaba nada de mi vida antes de la pandemia, excepto que cada vez que llegaba a Frankfurt, mi novio me esperaba porque nos encerrábamos a hacernos hartos cariñitos por los dos o tres días que no nos habíamos visto, eran maratones de sexo, eso me faltaba, tenía conmigo mi dildo que utilizo en momentos complejos en que tengo que desahogarme y mi pareja no está a mi alcance.
Una noche que estuve a solas con mi consolador, me adormecí con el ronroneo del artilugio entre mis muslos, fui absorbida en una modorra y en un sueño, mi padre entraba en baño mientras me duchaba, yo lo llamaba y él entraba en la ducha conmigo, su pene era colosal, mis manos no podían cubrir ni medianamente sus dimensiones enormes, el enjabonaba mis tetas y su miembro alcanzaba la hendedura de mis senos y yo procedía a masajearlo con mis redondeces, aferraba su verga magnifica y la refregaba en mis pezones, luego el metía su coso entre mis muslos e iniciaba un movimiento de atrás y adelante, separando mis grandes labios y rozando mi clítoris hinchado, mi orgasmo fue descomunal, me desperté estremeciéndome de pies a cabeza y apretando mis tetas, el dildo todavía le gruñía suavemente a mi coño tembloroso.
Ese sueño dio un vuelco a mi estadía con papá, lo empecé a encuadrar como hombre, mi apetito sexual, mi libido, me estaba haciendo fijar mis ojos en sus entrepiernas, habíamos tenido oportunidad de ir juntos a la piscina en una oportunidad y yo vi un hombre íntegro, con sus abdominales marcadas, su vientre plano y esos pectorales suyos que los recuerdo desde niña, un cuerpo de nadador esplendido.
La tarde él me cedía su ordenador y yo chateaba con Europa donde estaban horrorizados por la cantidad de personas muertas a causa de la pandemia, muchas ciudades estaban en una cuarentena dura y ya nada me extrañaba, el mundo había cambiado para siempre y yo también, ahora estaba empeñada en conquistar este hombre tan hermoso, gallardo, varonil, que el destino quiso que también sea mi padre.
¿Papá como lo haces tú sin tener pareja tanto tiempo?
Igual que tú con tu juguetito, me auto estimulo
¿Me has escuchado papa?
´si, las noches son muy silenciosas y mi oído es muy fino
¿entonces tu libido se mantiene alta?
Ni que lo digas, para mí siempre ha sido así
¡oh! papá … también para mi
Papá se masturbaba a su edad, me lo confiesa sin pudor alguno y además sabe que yo también me pajeo con mi “juguetito” como dijo él, me siento tan cercana a él, siento que por fin estoy conociendo a alguien que me entiende y no se escandaliza, tampoco se molesta, no como alguno novios que tuve en el pasado, que se sentían celosos hasta de mis “juguetitos”, porque siempre los he tenido.
Papá …cuando te auto estimulas ¿piensas en mamá?
sí … a veces …
¿la amas todavía?
no creo … pero es uno de mis recuerdos más bellos
¿te gustaría verla? … ¿hacer el amor con ella?
antes pensaba mucho en eso … ahora no … ya no
¿se ha acabado el amor en ti papá?
absolutamente no … amo la vida y muchas cosas más …
¿pero no una mujer?
tengo algunas amigas con ventajas por ahí
¿no quieres que yo las conozca?
son parte de mi privacidad, tú eres parte de mi intimidad, son cosas separadas
sí soy parte de tu intimidad … ¿te auto estimularías junto a mí?
No sé en qué momento se me salió esa bestialidad, pero me preparé para lo peor, pensé que había arruinado algo, quizás todo … papá se quedó en silencio por un largo rato
hija … eres una mujer adulta … muy linda por lo demás …
¡umpf! … ¿entonces? …
bueno … teniendo siempre presente nuestros roles … tú eres mi hija …
y tú eres mi padre … pero también eres hombre y yo soy mujer …
indudablemente … pero son cosas que no se mezclan …
¿sabes que en Alemania están tratando de abolir la ley del incesto?
sí … y también en Dinamarca … lo sé … pero eso es Europa …
no entiendo … ¿son de otro planeta? … ¿no son seres humanos como tú y yo?
hija … aquí estamos en Sudamérica y la gente es diferente …
y tú papá … ¿también eres diferente?
no hija, no es así … como explicarte …
¿no crees que sea suficiente mujer para ti? … ¿no soy atractiva? …
hija … asemejas tanto a tu madre …
pero mamá no te quería lo suficiente y yo sí, papá …
Mi padre no emitió palabra alguna por varios minutos, pero me miraba y yo sentía que me estaba mirando y recordándose de mamá, pero eso no me importaba, yo lo quería y necesitaba, mi sexo necesitaba de un hombre y si este hombre iba a ser mi padre, mejor él que ningún otro.
hija … entiendo lo que quieres hacer … lo intentaremos …
¿me vas a hacer el amor o te vas a masturbar conmigo?
no, nos auto estimularemos juntos y solo eso …
bueno papá … espero sea un comienzo … un buen comienzo …
si los dices tú, yo también lo espero …
Corrí a buscar mi “juguetito”, papá se disculpó y dijo que necesitaba una ducha, que luego usaríamos su dormitorio para la “primera vez”, yo estaba eufórica, jamás pensé en estar con papá en este modo y ahora estaba excitada, muy encendida.
Esperé pacientemente que el estuviera pronto, yo estaba decidida, pero me rendía cuenta que él titubeaba y estaba confuso, me vestí lo más sexy para él, no contaba con muchas prendas donde elegir, así que usé la parte superior de mi pijama sin abotonar los botones, preferí amarrármela ligeramente sobre mi ombligo y los calzoncitos más pequeños que encontré, no tenía ninguna de mis tangas así que tuve que improvisar.
Papá me llamó y caminé hacía su dormitorio con mis tacones altos de uniforme ya que me hacían mover mis caderas en forma más coqueta, papá clavó sus ojos en mi chocho directamente, luego en mis senos que se veían veladamente bajo mi pijama abierto.
Mi padre creó una barrera ficticia, poniendo su laptop entre él y yo, luego lo encendió y abrió un sitio porno, hombres maduros haciendo el amor con jóvenes chicas, no hice ningún tipo de comentario, lo quería tal cual se presentaba, él se recostó sobre su cama, vestía una bata azul que no dejaba ver nada de su masculinidad, yo quería ver su pene erecto para inspirarme y excitarme, pero él no lo permitía.
Me acomodé en el lado mío del lecho, le di la espalda sentándome en mis talones, me quité mis bragas, abrí mis rodillas al máximo, también mis pies, papá fijo sus ojos en mi culo, estaba segura de que podía apreciar el estriado, rugoso y estrecho hoyito de mi ano, como así también mi vagina con sus labios hinchados y ligeramente abiertos, acomodé mi dildo bajo de mi y la punta del “juguetito” separó los bordes de mi chocho y con el peso de mi cuerpo, comencé a engullir los dieciocho centímetros del rojo falo, con un esfuerzo y un grito de lujuria, la punta del colorido ariete invadió mi estrecho canal vaginal, centímetro a centímetro se hundió en mis rosadas carnes.
Mis blancos, firmes y redondeados glúteos hicieron contacto con las sabanas de la cama, el dildo estaba todo enterito dentro de mi causándome gemidos y mis ojos miraban con lascivia a mi padre, el cual estaba inmóvil, con sus ojos estáticos en el “juguetito” que hacía gozar a su hija, su bata azul mostraba una amplia “carpa” que delataba su tremenda erección.
Mi padre abrió su bata y por primera vez se presento ante mis ojos su pene enhiesto, duro, atrevido, con un dedo papá lo hacía vibrar como la cuerda tensa de un violoncello, mis ojos no podían despegarse de ese tronquito de carne, muy grueso y de un tamaño similar al “juguetito” que ronroneaba suavemente en las profundidades de mi chuchita, comencé un movimiento de sube y baja, estaba encantada con la vista del hermoso pene de mi genitor, puse las manos en mis caderas y acompasadamente empecé a rotar mis caderas lujuriosamente, gozando la longitud del vibrante artilugio inserto en mí, cerré los ojos e imagine la gruesa asta de papá horadando los pliegues delicados y elásticos de mi chochito, unas ricas sensaciones recorrieron toda mi espina haciéndome arquear mi espalda y aumentar la fuerza y la violencia con que mis caderas hacían enterrar el consolador en mi sexo.
Me giré y mirando a mi genitor, volví a empalarme el dildo reluciente de mis jugos vaginales, poco a poco lo hice desaparecer en mí, luego tomé mis tetas durísimas en mis manos y la moví hacía arriba y hacía abajo y las apreté hasta juntar mi duros pezones, mi padre estaba subyugado.
Sentí algo tibio que aterrizó en mi muslo izquierdo, papá estaba eyaculando gruesos chorros de su lefa que volaban desde su verga, uno de esos chorros cayó sobre mí, el resto papá lo recibió en su pecho, vientre y mano, el ver esa cantidad de semen me hizo emitir varios grititos y caí hacía adelante convulsionando y estremeciéndome sin parar, pero yo quería tocar a mi padre, ese poco de semen en mi muslo no me bastaba, había alcanzado un maravilloso orgasmo, pero yo sabía que él me podía dar mucho más que eso.
Papá hechizado con mis tetas, estaba mirando como el largo “juguetito” resbalaba fuera de mi encharcada vagina, su mirada no dejaba lugar a dudas, estaba caliente conmigo, su hija, me apresuré a levantarme y haciendo a un lado su portátil, me arrodillé a su lado y mi mano aferro esa fruta anhelada y prohibida, su gruesa pija en mi mano se sentía tibia y palpitante, todavía emanaba algunas gotas de perla, me incliné y recogí con mi lengua tan preciado néctar, papá me miraba un poco aturdido pero sin reaccionar ante mi osadía, a cierto punto su mano se posó en mis cabellos y me acarició con su ternura habitual, pero nuestra relación había evolucionado para siempre.
Mis apetitos no habían sido placados, mi cuerpo estaba dichoso de volver a sentir el sabor aspro de semen, un sabor delirante que encendía en mi fuegos de pasión desenfrenada, así me encontré a mamar la polla de papá para hacerla endurecer y crecer una vez más, mi vigoroso padre se enderezó y se deshizo de su bata quedando completamente desnudo, volví a apreciar su viril, tonificado y recio cuerpo de macho alfa, papá había entrado en mi juego, nuestro juego.
Me hizo recostar y se puso a horcajadas sobre mí, agarró mis túrgidos senos y colocó su miembro entre mis tetas y comenzó a follarlas con suaves movimientos, tener el pene de mi padre así de cerca, era una golosina que no podía dejar escapar, así que me acomodé para lamer su bruñido glande cada vez que este aparecía de entre mis blancas redondeces.
Papá estaba solazándose con mis pechos y yo disfrutaba tremendamente saboreando el exquisito zumo que surgía de su miembro, mi coño estaba hirviendo y mis muslos se estrechaban para placar las cosquillas en los labios de mi chocho, papá me miraba y leyó mi pensamiento que le imploraba de follar mi boca, se movió hacía arriba y yo aferré su pija centelleante y lo comencé a mamar con todas mis energías.
Mis labios envolvían su carne y mi lengua lustraba el brillante glande, mi boca succionaba todo el semen que pudiese salir de su verga, lo estaba chupando con bríos entusiastas y mi ojos se deleitaban mirando el rostro de mi padre que denotaba el goce que mi boca le estaba procurando, papá se movió más hacía arriba levantando y doblando su pierna al lado de mi cabeza, dejando espacio para que una de mis manos alcanzase mi chochito y pudiese hurguetear mis húmedas carnes, de tanto en tanto mis dedos buscaban su ano.
Mi amado padre follo mi boca por varios minutos, le pedí que me cogiera, que necesitaba su verga en mí, él se colocó entre mis pierna y comenzó a refregar su glande entre mis labios mayores, provocándome deliciosas sensaciones y un regocijo inaudito, había encontrado a mi padre, lo había encontrado en todo sentido, ahora era mío totalmente.
Cógeme papi … métemelo todo papá … pronto su gordo glande presionaba mi chocho empapado, sus fuertes manos se apoderaron de mis senos y el empujo su verga dentro de mí, agarré sus muslos y los tironeaba para que me dieras más de esa pija suya maravillosa, portentosa, deliciosa, me hacía desesperar, abrí mis piernas para él y su pene exquisito, papá tenía un movimiento cadencioso y profundo, a velocidad sostenida, no pude resistir mucho de ese refriegue intenso de papá a mis paredes bañadas que se contraían envolviendo su verga invasora, moviendo mis caderas como una loca, me corrí intensamente, arañando sus muslos y apretando mis tetas a su torso, sentí que el cuerpo de él se tensaba y violentamente el saco su verga de mi chocho y comenzó a bañar mi vientre y la parte inferior de mis senos.
¡No! papá … ¡no! … no lo saques … te quiero dentro de mi con todo lo tuyo … dije un poco exasperada y al borde del llanto, porque me tomó por sorpresa, yo quería que me llenara mi chorito con su acabada, quería sentir esa lefa tibia de papá en mis entrañas, el mismo esperma que embarazó a mamá y creo esa nueva vida que soy yo, quería ese líquido seminal entrando en mi matriz fecunda con la ilusión de ser inseminada por él, quería vivir esa sensación.
¡Pero hija! … no puedo terminar dentro de ti … hay que evitar complicaciones … podrías resultar embarazada y no queremos eso … ¿verdad? papá se disculpaba con cierta razón, lo que él no sabía que yo desde los diecisiete años que tengo un dispositivo infra uterino, que mamá me hizo colocar porque no quería verme con un embarazo no deseado.
Papi, no me puedes embarazar porque tengo un aparato anticoncepcional … me olvidé decírtelo, podemos hacerlo sin pensar a esa dificultad … papá tratando de recuperar su respiración, me miraba con alivio … hija, por un momento pensé en lo peor … un embarazo podría arruinar tu carrera … y por nada al mundo quisiera algo así … papá tan cuidadoso de mi persona, había tratado de protegerme una vez más.
Me recosté al lado de él y él paso una pierna sobre mi vientre, su gruesa verga quedó al alcance de mi mano y enseguida la envolví con mi mano e inicié a masturbarlo lentamente, mi padre no tardo más de una decena de minutos y su miembro había resucitado, palpitante su sangre rellenaba esas venas azuladas que recorrían en toda su longitud, mi padre estaba con su pene erecto listo para mí.
Lo monté a horcajadas y el me tiro hacía a él para comerme las tetas, pasaba de un pezón al otro intermitentemente … ¡cómeme, papá! … comete esas tetas mías … son tuyas papi … pero quiero que me comas el choro, papá … por favor, papá … bésame aquí abajo, papito … tu hija necesita que le comas su almejita, papá … papá con una fuerza increíble, me alzó casi en andas y colocó mi vagina justo sobre su boca, fue todo tan rápido que no sé cómo lo hizo, al segundo su lengua invadía mis preciosa chuchita.
Halaba mis pezones y su lengua incansable iba desde mi ano hasta mi clítoris encendido al máximo, nunca hombre alguno me hizo que me corriera tan rápido y tan intenso, grite, gemí, sollocé y mi cuerpo se estremeció en un concadenarse de orgasmos infinitos, refregué mi chocho en su rostro como una loca, le tiré de sus cabellos, apreté su cara con mis muslos, hundí mi ano en su barbilla, paroxismo total, mi sexo entero temblaba en los labios de mi padre.
Papá me concedió una breve tregua, me puso boca abajo y acomodó una almohada bajo mi vientre, pensé que me la iba a dar por el culo, respiré profundamente y alargué un poco mis piernas para facilitarle la penetración, me gusta ser cogida por el trasero, pero yo esperaba una descarga de su lechita en mi vagina, el no lubricó mi ano, pensé que me iba a doler y mucho porque mi esfínter es muy estrecho, siempre necesito dilatarlo un poco, pero él es mi padre y mi culito es para él, igual que todo mi ser, pacientemente lo sentí como se deslizaba sobre mis glúteos, luego la zona perianal, me hizo cosquillitas ahí en medio y empujando imperiosamente penetro mi chochito, mi gemido fue de placer y alivio por mi esfínter.
Él empezó una cogida de esas que te someten, que te mantienen como hembra dispuesta a aceptar ese falo de tu macho, eres su mujer, eres su propiedad, eres poseída, eres un instrumento de placer exclusivo para tu hombre, eres su amante, eres su puta, eres su diosa, él te posee, porque te ama, está dispuesto a todo por ti, porque eres suya.
Papá mordía mi cuello, besaba mis cabellos, tironeaba mis hombros, y sus clavadas enterraban su miembro profundamente en mi chocho, mi culo se había alzado en una posición donde todo mi chorito estaba abierto para sus embestidas, mis rodillas estaban abiertas y sus cojones felpados goleaban mi clítoris, balanceándose como un péndulo que señalaba el tiempo de nuestra cogida, veloz, cada vez más veloz … me perdí en un abismo de sensaciones celestiales, veía luces caleidoscópicas que giraban, explosiones de mil estrellas, mi jadeo era pesante, mis manos arrugaban las sabanas y escondí mi rostro deformado por una lujuria bestial… mi padre me provocaba un orgasmo de deleite paradisiaco, meneaba mi poto en todas las direcciones, su verga dura palpitaba enviando borbotones de esperma dentro mi canal vaginal y otra vez me estremecí de pies a cabeza.
Esta vez el reposo era tanto para él como para mí, estaba aletargada, estaba desparramada en la cama como una muñeca de trapo, trataba de humedecer mis labios y recuperar mi respiración, papá había rodado junto a mí, también él jadeaba y bufaba, sus resoplidos eran rumorosos, me había dado su todo, su esperma se deslizaba sobre mi clítoris hacia mi vientre, no tenía suficiente fuerza para enderezarme, solo sentía cosas a mi alrededor.
Me senté finalmente en la cama, mi padre yacía con un respirar mas calmo, había una amplia mancha sobre la cubierta del lecho y un poza de semen, su semen, recogí un poco y lo espalmé sobre mis muslos, luego me llevé los dedos a la boca, papá me miraba con sus ojos entreabiertos, me sonreía, yo con mi pelo enmarañado también le sonreí, éramos mas que padre e hija, éramos compinches, cómplices, habíamos participado a algo ilegal, pero malditamente satisfactorio, nos habíamos entregado el uno al otro.
Tanto él como yo estábamos felices, apagados nuestros apetitos concupiscentes, pero tanto él como yo sabíamos que el deseo no se extingue, es como el calor de un volcán, alimentado desde el interior de la tierra, sabíamos que este fuego volvería a arder y que tanto él como yo, nos daríamos a la tarea desahogar esta fuerza de la naturaleza que fluye por nuestras venas, somos la misma sangre…