Algo más que secretaria
La empresa después de dos años me había despedido, el cierre de la planta está inmerso dentro del marasmo social que envuelve toda la economía, mi preparación como secretaría ejecutiva hizo posible que mi amigo de recursos humanos me consiguiera un puesto en una refinería cerca de Rosario.
Como el expreso, no es momento de dejar ningún trabajo, a los 26 años me encontraba en otra ciudad, trabajando con compañeros nuevos, jefe nuevo y una actitud personal que me intrigaba, mis hormonas estaban lo más parecida que en esa edad donde todo es sexo, tema tabú para muchos considero que por suerte que siempre pensé en el sexo como un entretenimiento en espera de esa química esperada pero siempre ausente.
Mi presencia no creo halla sido del todo agradable , mi jefe es un cuarentón muy bien puesto que tiene fama de ir al frente (según el comentario de una postulante que conocí en Buenos Aires), no se si por el calor de estos días, mis hormonas acompañaban , mi altura de 1,75 no pasaba desapercibida, mis senos firmes, mi andar acompasado, mis ganas de sexo, de mis intenciones de «guerra», deberían ser elocuentes, mis compañeros varones se sentían alzados, un lunes fue el día donde todo cambio y hoy a tres semanas no puedo dejar de relatarles mis experiencias.
Ya instalada en un departamento cerca de las Barrancas del río Paraná, llegué temprano a mi trabajo, el jefe requirió mi presencia, no pudo ser mejor, mirar todo su cuerpo viril, saludarlo con un beso en la mejilla, apoyando disimuladamente en sus dedos mi vagina, todo dicho más cuando la piel te lo indica, tome su dictado para ser escrito en Ingles y me retire con la seguridad de que el sexo con el era la siguiente tarea.
Al llevárselo hecho, me extrañó que me pidiera que cerrara con llave, hasta ese momento nunca lo había hecho en un oficina mis ganas sacaron una sonrisa de mis labios, dándole el gusto pedido, me acerco a su cara, labios entrenados me besaron, manoteando mis cierres de la pollera (el saco lo había dejado en mi silla) , nos desnudamos mutuamente, me arrodille mamando ese enorme falo, idéntico al imaginado para su cuerpo, ya en mi boca fue tomando tamaño apoyándolo en mi lengua, acompase sus movimientos mientras tomaba mis tetas, diciendo lo reputa que era, su primer acabada la limpie con mi lengua enroscada en esa barra, al levantarme dándome vuelta, puse mis brazos sobre el escritorio y por debajo de mis cachas mi cueva recibió el marlo bien alzado de ese jefe soñado, ahora ejecutor en mi sexo de fantasías buscadas, después de acabar , refregando mi cuerpo no se cansaba de repetir diciendo una y otra vez lo puta que era, se despego de mi, dándome vuelta sentó mis cachas sobre el escritorio abriendo mis piernas un entre y saca salvaje, me estaba iniciando en una química especial.
Ordenamos nuestra vestimenta en el toilette de su oficina, mientras me peinaba agarrándome mis cachas, no me dejaba de decir que era la más puta secretaría que le había tocado, sonriéndole lo invite a mi departamento esa misma tarde, pensando que no aceptaría.
Estaba equivocada, a la tardecita el portero visor me indico su presencia, le abrí presurosa, cuando sonó el timbre se inicio mi segundo escalón, lo acompañaba el chofer, un muchacho de treinta años, mi cara debió reflejar el asombro, puesto que el dijo, que nos íbamos a divertir, era el día de que los nunca se iban borrando de mi vida, desnudos todos, me llamo la atención el impresionante falo del nuevo invitado, ambos me llevaron alzada a la cama, era carne de sexo, mamar esa máquina mientras era penetrada revolucionaba mi calentura, dos horas de distintas poses terminaron al quedar en el aire (levantando mis piernas) apoyada sobre ambos falos en forma anal y vaginal.
Me costo levantarme al trabajo, la jornada transcurrió normalmente, la ausencia del jefe por la mañana hizo que intimará con otros empleados en especial María Emilia, quien directamente me dijo que el jefe era un degenerado (sorpresa pensaba yo), agregando un si te gusta tendrás horas de placer.
Un trato un poco distante, me desconcertó, tuve que invitarlo nuevamente para hablar sobre el tema que estaba en mi piel, su voz en mis oídos no dejaron dudas, el iría acompañado, mi asentimiento (pensando en el chofer) surgió naturalmente.
La noche escondió al acompañante, pero mis ganas de sexo fuerte ya llegaban al paroxismo, sentía mojada mi vagina cuando abrí la puerta, un morocho (que era empleado de planta) el chofer y el jefe, me hicieron sentir pequeña y frágil.
La mano del jefe en mi vagina expresando de que era la más puta mina que conoció, no recibió resistencia, una filmadora en sus manos, me preocupaba, ahora iba a ser actriz porno, otra cosa más que nunca había hecho, me deje desnudar por los tres que con manos suaves sintiendo sus pieles y las barras ya erectas, rumbeamos al baño, dado el lugar en turnos individuales me duche con los tres, primero con el obrero, su falo gordo me penetro suave y firmemente, mis labios vaginales gozaban igual que mi mente , poco a poco me daba cuenta que mi química con las orgías era mi nueva vida.
Al principio me preocupaba la luz roja de la filmadora, hasta que el goce supero toda inhibición, acostado el chofer introdujo con mi ayuda su falo en mi ano, mi cuerpo sobre el suyo recibió en mi vagina al jefe , mientras mamaba ese falo impresionante del chofer.
Esa noche supe que las orgías son y serán mi química para disfrutar la vida.
Ahora a quince días, mi anterior vida dio paso mi vagina goza con cada sesión , sin importar el lugar, ni los amantes que me hacen feliz.
La escalera que empecé ese lunes me deposito en esta calentura continua en ser puta de sexo fuerte.
Buscando en cada sesión cosas nuevas a las cuales llamo escalones al paraíso del goce.