Dos fantasías en una experiencia única

Esta experiencia que les voy a contar me sucedió el año pasado y fue única. Tuve cinco hombres a mi disposición y cumplí mi fantasía por partida doble porque incluso me di el gusto de estar con padre e hijo juntos, ya que dos de ellos tenían ese parentesco.

Primero conocí a Rubén, de 25 años, con el que tuve algunas historias y nos confiamos nuestras fantasías.

El me contó que tenía cuatro amigos con los que solía hacer fiestas con una chica que ahora se había ido a vivir a otra provincia y que tenían ahora a quien llevar.

Lo hacían, según me contó, en una casaquinta de los alrededores y me propuso participar ya que sabía que era algo que siempre me había ratoneado.

Me dijo que los tipos eran de absoluta confianza y que no andaban en cosas raras, así que acordé participar de una orgía con todos ellos.

Los esperé en una esquina que les quedara de paso hacia donde nos dirigíamos. Llegaron en el automóvil de mi amigo. Eran Pedro, de 39 años, Julián de 42 y Raúl de 55 y teníamos que pasar a buscar a Sebastián, de 17 años y otro automóvil.

Lo dejaron a Rubén esperando conmigo y al rato Julián y Raúl estaban de vuelta. Subimos y nos dijeron que nos encontraríamos con Pedro y Sebastián en la casaquinta, ya que ellos iban en otro vehículo.

En la ruta nos alcanzaron así que llegamos todos juntos.

Rubén me dijo que tenía un regalo sorpresa para mí y fue cuando me reveló que Pedro era el padre de Sebastián, con lo que se me cumpliría otra de las fantasías.

Comenzamos la velada comiendo y bebiendo cerveza en abundancia.

Raúl y Julián abrieron el fuego acariciándome por todos lados.

Entre ambos comenzaron a desvestirme y fue como el impulso para que los otros se sumaran.

Pasamos al dormitorio y mientras tanto ellos se iban desvistiendo.

Fue delicioso tener tantas manos y bocas recorriendo mi cuerpo (que estaba en plena calentura).

Cerré los ojos para disfrutar plenamente el momento, sin interesarme en quién me hacía qué o en qué momento.

Uno me chupaba la concha, otro el culo, a los otros dos los tenía uno en cada teta y al restante besándome la boca y el cuello.

Rotaban la posición y así, en ese franeleo intenso, me sacaron varios orgasmos y aún no me habían penetrado.

Luego empecé a sobar y chupar pijas para ponerlas a punto y también fueron cambiando.

Mientras tanto distintos dedos se introducían en mi concha y culo, y me hicieron acabar otra vez.

De por sí, soy multiorgásmica y cuando estoy en grupo me deliro y puedo pasarme una noche cogiendo y acabando sin parar y sin que disminuya mi calentura.

En un momento dado, Rubén dijo que para que se cumpliera mi fantasía a pleno, Pedro y Sebastián deberían hacerme una doble penetración.

Así fue que me acosté boca arriba en cuclillas y a horcajadas sobre Pedro, introduciéndome su pija en la concha. Sebastián, semiarrodillado atrás, me penetró analmente.

Lentamente tomamos ritmo, ya que yo tenía que hacer el movimiento sobre la pija de Pedro y Sebastián tenía que seguir mi sube y baja.

Imprimimos velocidad hasta llegar a una cogida frenética que me arrancó varios orgasmos.

Luego, me elevé un poco, quedándome quieta mientras Pedro me embestía desde abajo y su hijo desde atrás.

Ahí se sumaron los restantes y, en un momento, tenía una pija en la concha, otra en el culo, otra en la boca y las restantes, una en cada mano.

Así continuamos mientras a intervalos nos cambiábamos de posición y ellos rotaban de lugar.

Perdí la noción del tiempo y de la cantidad de acabadas y ni me percaté de cuándo ellos lo hacían, hasta que Pedro, Julián y Raúl, se dieron por vencidos, declarándose fuera de combate.

Rubén, Sebastián y yo dijimos que nos tomaríamos un descanso antes de continuar.

Julián y Raúl decidieron regresar a la ciudad y los demás nos quedamos.

Descansamos un rato deleitándonos con unas cervezas heladas hasta que estuvimos listos para continuar la fiesta.

Pedro dijo que solo lo haría como voyeur porque ya había acabado tres veces y no se le iba a parar más ni por orden de un juez.

Mientras Rubén y Sebastián se terminaban de reponer para el ataque final, yo me acosté con las piernas abiertas y flexionadas.

Primero me la introdujo Rubén quién comenzó con movimientos lentos y profundos hasta que acabó rápidamente.

Con Sebastián fue distinto, fue más extenso y tuve un polvo magnífico.

Después Pedro se fue a dormir a otra habitación.

Los tres que quedábamos nos bañamos, bebimos otras cervezas y regresamos a la cama grande.

Me hicieron una doble penetración hasta que acabaron.

Yo ya lo había hecho varias veces y, finalmente, nos dormimos abrazados.

Dormí unas tres horas y fue delicioso despertarme con un macho a cada lado.

La tentación fue más fuerte que yo y comencé a masturbarlos despacito hasta que se despertaron bastante erectos.

Les mamé la pija hasta que ambos me acabaron en la boca, con lo que tuve el mejor desayuno que se me podía ocurrir.

Nos levantamos, nos cambiamos y nos marchamos con Rubén ya que Pedro, dueño de la casaquinta y Sebastián se quedaron.

Cuando llegué a casa me bañé y dormí hasta muy tarde para reponerme de lo que había sido una noche de fiesta y lujuria.