Capítulo 4

El vagabundo y su dama IV

Envueltos en la manta y abrazados el vagabundo y yo, nos fuimos para la cama. Allí entre la oscuridad reinante, nos acostamos.

Quedamos los 2 pegados el uno al otro, yo acariciando su polla con mi mano, hasta que la dejé entre mis muslos, justo debajo de mis huevos, mientras me abrazaba a él.

Y el vagabundo, mordiéndome y besando el cuello.

Así quedamos dormidos, hasta que a eso de las 5 de la madrugada, tuvo que levantarse el vagabundo para ir a mear. Nada más levantarse, desperté yo también. Que pasa, le dije. Nada, no pasa nada, solo voy a mear que ya no aguanto más. Espera que voy yo también, le dije levantándome.

Fuimos los 2 a mear, volviendo luego ambos abrazados para la cama.

Venía acariciándome el culo y sobando la polla y huevos, hasta que nos volvimos a meter en la cama. Ahora era yo el que no paraba de meterle mano. Le acariciaba los huevos y meneaba la polla, hasta que se puso tiesa y dura como una roca.

La tenía tan tiesa que se le pegaba al vientre, llegándole al ombligo. La agarré con la mano poniéndola recta, y la llevé entre mis piernas, dejándola pegada a mis huevos.

El vagabundo llevó sus manos a mis pezones, empezando a retorcerlos y pellizcármelos. Tienes ganas de polla ¿eh mi damita? Decía mientras me retorcía y pellizcaba mis pezoncitos que ya estaban duros y excitados, al igual que mi polla. Estás calentito y quieres que te dé polla, ¿verdad?

Sí, le dije llevando mi boca a sus labios empezando a mordérselos. Quiero que me folles, quiero que me des por el culo y que me dejes bien preñado.

El vagabundo no se hizo esperar más, metió su lengua en mi boca, y saboreó toda ella, luego mordió mis labios y después de darme un buen morreo y pellizcarme y retorcerme los pezones, se subió a mi espalda, haciéndome quedar boca abajo.

Me hizo que abriera las piernas poniendo las suyas en medio de las mías, y luego de colocar su polla en la entrada a mi ano, se tumbó sobre mi espalda metiendo sus brazos por debajo de los míos. Pegó su boca a mi nuca y luego de mordisquearme, me dijo, levanta un poco el culito mi damita. Nada más levantar un poco el culo, dio un movimiento a su cadera, metiéndome más de media polla. Dio otro movimiento a su pelvis, terminando por meterme toda la polla dentro.

¡Ohhh! Gemí cuando su polla me abría el culo, ¡ooohhh! Volví a gemir cuando esta terminó por entrar toda dentro de mi culo.

Así mi amor, así, levanta un poquito más el culito. ¡Ohhh que gusto! ¡ohhh mi damita! ¡ohhh que gusto! Gemía mientras metía y sacaba su polla.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Repetía el vagabundo mientras me daba por el culo.

Jadeaba y mordía mi nuca, a la vez que decía que me iba preñar, te voy a dejar embarazado mi amor, mientras no paraba de culearme.

Dios, notaba su polla como entraba y rozaba mi próstata, y los huevos del vagabundo pegar en la entrada a mi ano. Se escuchaba el chof, chof chof chof, de su polla entrando en mi culo, y el calor de su cuerpo pegado a mi espalda.

Yo levantaba todo lo que podía mi culito, así su polla me entraba más, y notaba sus vellos púbicos y huevos pegar en mi ano cada vez que metía su polla.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Como me gustaba sentir entrar su polla y notar cómo sus huevos pegaban en la entrada a mi ano. Aquello junto al roce de su polla a mi próstata, el cuerpo del vagabundo sobre el mío y los mordiscos que me daba en la nuca, me estaban haciendo delirar de placer.

Levantaba todo lo que podía el culito, así podía notar su vello púbico pegado a mi ano, y cómo su polla me abría el culo, introduciéndose en mí. El cabrón del vagabundo me estaba llevando al clímax del placer. ¡Que bien me follaba el cabronazo!

Después de un buen rato dándome por el culo, empezó a gritar que se corría. Me corro, me corro mi amor.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el vagabundo mientras se corría dentro de mi culo.

Yo levantaba todo lo que podía el culo pegándome a él, como si tuviera miedo de que saliera su polla, y no me pudiera preñar de leche el culito.

Después de derramar todo su semen dentro de mi culo, quedó tumbado sobre mi espalda, dándome besos por ella, y mordiéndome la nuca y hombro.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto mi amor!

Cuando recuperó el aliento de la follada que terminaba de darme, sacó su polla de mi culo, tumbándose boca arriba a mi costado. Yo caliente cómo estaba, fui derechito a su verga. La agarré suavemente con mi mano, y acariciándosela, la llevé a mi boca, saboreando los restos de semen que tenía.

Chupaba el glande y lamía la piel del prepucio, mientras iba acariciándole los huevos. Era cómo si fuera exprimiéndolos para que soltaran todo su jugo.

El vagabundo con sus manos en mi cabeza no paraba de gemir; todavía tenía la verga muy sensible a causa de la eyaculación; ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Me vas a matar mi amor, para para, que vas a acabar conmigo.

Pero yo no paré hasta eliminar todo resto de semen; por más que chupara, no salía nada de la polla del vagabundo. Así que después de chuparle la polla y comerle los huevos, le empecé a lamer y mordisquear el perineo, luego le mordisqueaba la parte interna de los muslos, sacándole unos gritos de placer, hasta que fui subiendo por su pecho hasta alcanzar sus pezones. Se los empecé a chupar y mordisquear, dejándoselos hinchados y colorados de tanto que los chupé.

Luego seguí subiendo por su cuello, donde además de morderlo, le hice unos buenos chupones.

Ahí ya no aguantó más, y tumbándome sobre el colchón, se echó encima mía, apoderándose de mi boca, succionaba mi lengua, me mordía los labios de tal manera, que me los dejó super hinchados y rojos como fresas maduras.

Yo estaba caliente y empalmado como un adolescente en su primera vez, pero el vagabundo no me daba tregua, sabía que yo estaba caliente y necesitaba que me follaran. Me dijo sin soltarme, vamos a descansar un poco, que pronto va a venir el argentino, y va a quererte dar por el culo de nuevo. Es mejor que lo esperemos, así yo me recupero un poco, y tú lo recibes con más ganas.

De acuerdo le dije, tienes razón, vamos a descansar un poco. Lo malo es que no se si seré capaz de dormirme con esta calentura que tengo.

Vamos a intentarlo dijo el vagabundo, poniéndose a mi costado y haciendo que le diera la espalda. Me acurrucó a su pecho, y llevando sus manos a mi pobre polla, hizo que mi culo quedara pegado a su pelvis, volviendo a intentar dormir otro poco.

Cuando desperté de nuevo, ya eran las 8:10 de la mañana, y ya le había abierto la puerta el vagabundo al viejo argentino.

Traía la misma ropa que la noche anterior, una sudadera y un pantalón de chándal Nike. Fue con el vagabundo a la cocina donde dejó lo que traía, viniendo de vuelta ambos para donde dormíamos el vagabundo y yo.

Buenos días, dijo nada más entrar, llevando su mano a mi culito.

¿Cómo tiene el putito esta linda colita?

Yo no contesté nada, pero moví mi culo cómo apartándoselo de su mano, mientras me desperezaba.

Caliente y con ganas de polla dijo el vagabundo. Es una damita muy viciosilla y caliente. Está deseosa de que lo preñen y lo dejen embarazado.

¿Verdad mi damita? Dijo el vagabundo metiéndose en la cama y abrazándome a él.

El viejo no esperó más, empezó a sacarse la ropa que traía, y cuando estuvo desnudo por completo, mostrándonos su enorme e hinchada verga, fue por el costado donde me encontraba yo, ofreciéndome aquella enorme polla. Dijo el viejo argentino, pues mirá que pija tenés, es toda para vos.

Dios, menuda polla que se gastaba el cabrón del viejo. Seguro que estuvo toda la noche pensando en darme por el culo de nuevo. Joder, y el muy cabrón venía en plena forma.

Me incorporé llevando mi mano a aquella verga que me apuntaba, y sujetándola con mis manos, saqué la lengua, y mientras iba corriéndole la piel del prepucio hacia atrás, lamí con la punta de mi lengua la cabeza del glande. Seguí pasándole la lengua por ella, hasta que abrí la boca para meterme el glande y empezar a chupárselo.

¡Ohhh que rico lo haces! Así, así, chupá putito. Chupá la pija, decía el muy cabrón, llevando sus manos a mi cabeza empujándola para meterme más la polla en mi boca.

Joder, solo era capaz de tragar la mitad de aquella enorme verga del viejo, y el hijo de puta seguía empujando.

Saqué la polla de mi boca, diciéndole al viejo, fóllame. Me di la vuelta poniéndole mi culo a su disposición, diciéndole, métemela y dame por el culo, quiero que me folles y me dejes preñado.

Querés pija, ¿eh? Querés que te abra el potito, eh putito.

Sí, quiero polla, quiero que me abras el culo y me folles, le contesté.

Pues vamos a darle pija a esta colita, maricón. Te voy a romper este potito de puto que tenés, te vamos a preñar esta colita pedazo de puto, hasta dejarte embarazado.

El viejo sujetándome por las caderas, tiró por mí hasta dejar mi culo al borde de la cama, y así cómo estaba a 4 patas, llevó su mano impregnada en saliva a mi hoyito, untó con ella el mismo, metió uno de sus dedos, luego llevó más saliva, metiendo ahora 2 de sus dedos. Como mi esfínter se abrió sin problemas dándole paso a sus 2 dedos, arrimó la cabeza de aquella enorme verga a mi potito como le llamaba, y dando un movimiento a sus caderas, introdujo algo más del glande.

¡Ohhh! Grité al entrarme aquella enorme verga, ¡ooohhh! Volví a gritar cuando volvió a dar otro movimiento de pelvis, enterrándome toda la virilidad del viejo argentino en mis entrañas.

No querías pija, pues tomá pija puto.

Menudo hijo de perra me había largado un viaje, que me abrió en canal el culo. Me abracé al vagabundo, mientras las piernas me temblaban, notando cómo aquella enorme polla se incrustaba en mis entrañas. Mordía los labios y no paraba de gemir, mientras el viejo empezaba a culearme con aquella enorme verga que se gastaba.

Tomá pija, tomá pija puto, ¡ooohhh que colita! ¡ooohhh que colita tenés maricón! Gritaba el hijo de perra del viejo, mientras me daba por el culo.

Mientras el hijo de perra del viejo me daba por el culo, el vagabundo mientras yo me abrazaba a él, me iba acariciando y besando. Así mi damita, así, disfruta y deja que nuestro amigo argentino, te abra el culito y te preñe de leche con su polla. Me besaba los labios y metía su lengua en mi boca, hasta que fue bajando mi cabeza a su polla que ya se mostraba totalmente erguida.

Abrí la boca empezando a tragar el mástil del vagabundo, y mientras me iba dando por el culo el hijo de perra del viejo, el vagabundo empezaba a follarme la boca.

Dios, me tenían empalado por ambos agujeros, el vagabundo me tenía insertada la polla en la boca, y el cabrón del viejo me tenía incrustada la enorme polla en la colita, como le llamaba él. Me estaba dando por el culo duramente, me sujetaba por las caderas, sacaba y metía su pija en mi culito profundamente. Se escuchaba el chof chof chof chof, de su polla entrando en mi culo, y decirme de todo. Me llamaba pendejo, puto, maricón, que cómo me gustaba la pija, que me iba reventar el potito, etc.

Tomá pendejo, tomá pija, tomá pija pedazo de maricón. Te voy a garchar todo el día so puto, te voy a coger esta colita hasta reventarte y dejarte embarazado so puto, que sos un puto.

Cada vez que el viejo me insertaba la enorme polla en el culo, me hacía tragar más la verga del vagabundo. En varias ocasiones me dieron arcadas a causa de tragar demasiada polla del vagabundo, eso que tenía la mano acariciándole los huevos, haciendo que a la vez que se los iba acariciando, sirviera de tope. Pero aún así, en varias ocasiones, me llegó a traspasar la campanilla.

Así me tuvieron dando por el culo y follando la boca, durante un buen rato. Mi mandíbula ya pedía descanso, y mi pobre polla no dejaba de gotear semen. Los huevos me colgaban de tal manera que parecían el péndulo de un reloj oscilando libremente a causa de las envestidas que me daba el viejo. Me tenía empalado en su polla, y cada vez que su pelvis pegaba en mi culo, yo me bamboleaba como si fuera un muñeco de trapo.

Dios que gusto estaba sintiendo con aquella polla insertada en mi culo. Tenía el culo que echaba chispas de tan caliente que lo tenía. Cada vez que me rozaba la próstata, abría la boca para gemir, devorando con más ansias la polla del vagabundo. Polla que no tardó en empezar a soltar semen por ella, ¡ooohhh mi damita! Gritaba el vagabundo, me corro, me corro, ¡ooohhh me corro mi damita! Tragáte todo mi amor, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!

Me empujaba con sus manos mi cabeza a la vez que me insertaba más su polla, no queriendo que se derramara nada de su semen, quería que me tragara toda su leche.

Y eso hice, tragué todo el semen que el vagabundo eyaculó en mi boca, dejándole la polla limpia y reluciente. Cuando sacó la polla de mi boca, resbalaba por la comisura de mis labios algo de semen que se me había salido al tragar la corrida que me había dejado el vagabundo en mi boca. Llevó sus dedos a mi cara, y metiendo con sus dedos los restos en mi boca, decía, toma mi amor, cómete todo, no desperdicies nada. Luego llevó su boca a la mía, metió su lengua en ella, saboreando el sabor que me había dejado su esperma.

El vagabundo seguía morreándome la boca, mordiéndome los labios y cuello, mientras el viejo seguía dándome por el culo. Yo no paraba de soltar gemidos, temblando a causa del gusto que estaba sintiendo, al estar siendo empalado por la verga del viejo que no dejaba de follarme y abrirme en canal, y los mordiscos y lamidas que me daba el vagabundo.

¡Córrete! Le gritaba al viejo. Córrete y préñame el culo, cabrón. Quiero que me preñes el culo de leche.

El vagabundo, llevó su mano a mi polla diciendo cuando la agarró con su mano, uy mi damita, tu pollita no para de chorrear lechita, y mira cómo te cuelgan los huevitos mi amor. Te está gustando, ¿eh? Te gusta que te follen, mi amor, te gusta que te den por el culo, decía el vagabundo meneándome la polla. No hizo falta que la meneara mucho, ya que, al momento, empecé a gritar que me corría. Me corro, me corro, ¡ohhh! ¡ooohhh me corro! Gritaba empezando a correrme sobre la cama, mientras el viejo seguía dándome por el culo, y gracias al vagabundo que me sostenía abrazado a él, si no me hubiera desplomado sobre la cama.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Como apretás el potito maricón, gritaba el viejo argentino. Ya, ya me corro, ya me corro. Ahí te va maricón, ahí te va.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Me corro, me corro. Tomá maricón, tomá, tomá so puto.

El muy hijo de perra me había largado 5 largos trallazos de esperma, y aún seguía eyaculando semen en mi interior. Podía notar como palpitaba su polla dentro de mi culo, y esta iba derramando el semen en él. Joder, el viejo parecía que tenía un surtidor en lugar de una polla. Me había dejado el culo tan lleno de leche, que notaba como me iba escurriendo el semen por las piernas.

Cuando terminó de eyacular todo el semen, y ya no salía ni una gota de esperma, habiendo recuperado el aliento, fue sacando la polla de mi culo a la vez que lo acariciaba. Que puto que sos, decía, y que linda colita tenés. Mirá como te ha quedado el potito, mirá como rezuma la lechita. Ahorá parece una conchita lo que tenés putito.

Quedé allí tumbado sobre la cama, mientras me iba recuperando, y el viejo y el vagabundo, me acariciaban el culo y la espalda. Estuvimos así durante unos 10 minutos, hasta que me obligaron a levantarme e ir a desayunar. El viejo argentino, nos había traído churros y chocolate en una paba.

Fui abrazado por el vagabundo hasta la cocina, donde allí de pie y desnudos como estábamos, nos pusimos a desayunar. Después de haber terminado de desayunar, tuve que ir al baño pues no aguantaba más, así que hasta allí me acompañó el vagabundo, diciéndome que cuando terminara podía lavarme y utilizar la toalla que allí había para secarme.

Cuando terminé de evacuar todo el semen que me habían dejado en mi culo, y luego de hacer todo lo demás, me lavé en el baño, usé la toalla que me había indicado el vagabundo, volviendo para la cocina donde estaban ambos. El viejo sentado en el único taburete que había, y el vagabundo apoyado a la mesa, usando un palé que había puesto sobre el carrito, como asiento.

Ven mi damita, me dijo el vagabundo, sienta aquí.

Tengo frío, le dije estremeciéndome.

Ven que yo te doy calorcito, mi amor.

Anda, siéntate aquí que yo te abrazo y te doy calorcito con mi cuerpo.

Me senté sobre su regazo, siendo abrazado por el vagabundo.

Uy, estás temblando, me decía el vagabundo mientras me abrazaba acurrucándome a su pecho, empezando a besarme el cuello y la nuca.

¿Quieres comer algo más mi amor? Aún tienes empanada de la que trajiste ayer. Anda ahí la tienes en la mesa. Cogí un trozo de empanada, llevándola a la boca, y luego de comerla, cogí otro trozo.
¿Quieres beber una cerveza?

No, beber no quiero, no tengo ganas de beber, lo que tengo es frío, le dije.

El vagabundo abrazándome más a su pecho, empezó a acariciarme y meterme mano. Tantas fueron las caricias que me estaba dando, que ya empezaba a empalmarme de nuevo. También el vagabundo se le empezaba a poner tiesa la polla, y es que el calor que le estaba dando con mi culito, hacía que su polla reaccionara volviendo a querer guerra.

Mientras el viejo argentino, miraba cómo el vagabundo me iba metiendo mano y acariciándome, poniéndose también él cachondo, con aquella visión nuestra.

Se levantó acercándose a nosotros, y cogiéndome la mano, la llevó a su enorme verga, mientras me decía, sos toda una zorrita. Anda acariciame la pija, andá maricón que cuando se pongá dura, te la vuelvo a mandar por la colita de puto que tenés.

No no, ahora esta colita es mía, dijo el vagabundo llevando un dedo a mi ano metiéndolo dentro. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar entrar el dedo del vagabundo en mi culo.

Me levantó un poco colocando la cabeza de su polla en la entrada a mi ano, abrió mi culo con sus manos, y dando un impulso a su pelvis, abrió mi hoyito metiéndome la cabeza de su polla en el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al entrarme la cabeza de la polla en mi culo. ¡ooohhh! Volví a gemir al tirar por mí, terminando de meterme toda la polla en el culo.

Dios, ya volvía a estar empalado en una polla. Ahora era el vagabundo que después de haberse puesto cachondo, me había clavado su tranca mientras me tenía sentado en su regazo.

¡Ohhh que gusto! Gritaba el vagabundo. Ahora soy yo el que va a preñar a mi damita, decía. Tú si quieres usa la boquita, y te corres en ella.

Mientras me daba por el culo teniéndome sentado sobre su regazo el vagabundo, yo agarrado con una mano a la polla del viejo, empecé a descapullársela, haciéndole una suave paja.

El viejo argentino llevó sus manos a mi cabeza, empujándola hacia su polla, diciéndome que abriera la boca. Tomá pija maricón, andá y metétela en la boquita y chupála.

Abrí la boca sin dejar de menearle la polla con mi mano, pero allí sentados cómo estábamos, apenas le llegaba a la polla del viejo.

El vagabundo vio que así no estábamos bien, por lo que dijo que esperáramos. Sin sacarme la polla del culo, me hizo levantar, saliéndole la polla al ponerme de pie, pero que volvió a meterla nada más levantarse él, y llevándome empalado en su polla, fuimos para el patio donde ayer me había follado sentado en el poyete.

Se sentó sobre el poyete, sin sacarme la polla del culo, quedando yo sentado sobre su regazo, y empalado por su polla. Allí se volvió a poner delante mía el viejo argentino, y ahora sí tenía la enorme polla del viejo a la altura de mi cara. Se la agarré con una mano, empezando a pajearsela, mientras él empujándome la cabeza, la acercaba a su polla para que abriera la boca y se la empezase a chupar.

Abrí la boca todo lo que pude, pero era imposible que aquella tranca que se gastaba el viejo me entrara en la boca. Así que, con casi media polla del viejo en mi boca, y con mi mano pajeándolo, le iba chupando y lamiendo aquella enorme pija, mientras me daba por el culo el vagabundo.

¡Ohhh mi damita que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el vagabundo mientras me daba por el culo.

Mientras el viejo argentino me gritaba toda clase de obscenidades. Tomá pija puto, tomá, tomá, querés pija ¿eh? Pues tomá pija puto, tomá, me decía empujándome la cabeza haciéndome tragar todo lo que podía su enorme pija.

Después de un buen rato follándome los 2, uno empalándome en su polla, y el otro insertándome su pija en la boca, el viejo argentino sacó su polla de mi boca, ordenándome que abriera la boca y sacara la lengua, mientras él se pajeaba. Sóbame los huevos con la mano, y sacáte la lengua y laméme la pija que me voy a correr en tu cara, so puto.

Eso hice, mientras el viejo se pajeaba locamente, le sobaba y acariciaba los huevos, abría la boca acercándola a su polla y lamiéndole cuando podía con la lengua.

Ya, ya maricón, abrí la boca que me voy a correr, ¡ooohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! Tomá pendejo, tomá, Tomá.

El muy hijo de perra se estaba corriendo en mi cara y sobre mi boca que mantenía abierta con la lengua de fuera.

Varios chorros de semen me habían caído sobre la boca y lengua, y el resto fue a parar a mi cara.

Cuando terminó de eyacular, metió la polla en mi boca, ordenándome que la chupara. Tomá chupá pendejo, chupá la pija, y tragáte la lechita, so puto.

Lamí toda la pija del viejo argentino, mientras seguía siendo enculado por el vagabundo. Tenía la cara llena de esperma que como podía iba recogiendo con mi mano y llevándola a la boca, mientras el vagabundo seguía dándome por el culo y acariciándome los huevos y meneándome la polla.

Yo ya estaba apunto de caramelo, y en poco tiempo empezaría a correrme de nuevo. Cuando de repente, el viejo argentino, poniéndose delante mía, se puso a mear por mi pecho, cara y polla.

Tomá pendejo, tomá. Decía meándome en la cara y pecho. Luego siguió meándome por la polla y huevos, hasta que no le quedó chorro de meos que echar.

Andá y chupáme la pija, decía llevando la polla el muy cabrón del viejo a mi boca.

Abrí la boca empezando a chuparle la polla que sabía a meos, mientras el vagabundo me daba por el culo.

Cuando aun estándole chupando la polla al viejo argentino, empezó a gritar que se corría el vagabundo.

¡Ohhh mi damita me corro! Me corro, me corro, ¡ooo me corro! Gritaba el vagabundo llenándome el culo de leche.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto mi damita!

Quedó sudando y jadeando, abrazándome fuertemente, mientras su polla iba descargando el semen en mis entrañas. Notaba como palpitaba su polla dentro de mi culo e iba soltando su lechita dentro de él, dejándome preñado de nuevo.

Cuando nos repusimos y recuperamos el aliento, me levantó saliendo su polla de mi culo, y abrazándome por la espalda como me tenía, fuimos al baño, y allí en la bañera, nos lavamos de la meada que habíamos recibido del viejo argentino.

Una vez lavados y secados fuimos para la cocina, donde ahora sí bebí una cerveza, volví a comer un trozo de empanada, luego fui a buscar el tabaco y luego de fumar varios cigarrillos, nos vestimos, marchándose el viejo argentino después de despedirse de nosotros hasta otro día que quisiéramos repetir aquella orgía de sexo.

Miré la hora que era, y ya iban dar las 12 del medio día. Cómo no tenía prisa y estaba cansado, le pregunté al vagabundo si me podía acostar en la cama, que estaba cansado y reventado por tanto que me habían follado.

Sí mi damita, me dijo abrazándome, claro que te puedes acostar, ven que nos acostaremos los 2 juntos.
Me empezó a desvestir, y cuando estuvimos de nuevo en pelota picada, me llevó para la cama, tumbándonos los 2 acurrucaditos.

Estuvo metiéndome mano y besándome todo lo que quiso, hasta que quedamos dormidos. Cuando volvimos a despertarnos, ya eran las 6 de la tarde. Y desperté porque noté al vagabundo echado sobre mi espalda, volviendo a meterme su polla en el culo.

Levanta el culito mi damita, que quiero follarte de nuevo mi amor.

No Martín, ahora no tengo ganas, le dije, estoy cansado y no me apetece.

Anda mi amor, se bueno y déjame darte por el culo solo una vez más.

El vagabundo me mordía la nuca y cuello, a la vez que con sus manos me iba acariciando la polla sin dejar de pedirme que le dejara darme por el culo. Tanto insistió y me puso tan caliente, que terminé por dejarle que me volviera a follar.

Levanté el culito facilitándole la penetración, que tan pronto notó cómo levantaba el culito, colocó su polla en la entrada a mi ano, y de una sola estocada, me enterró toda la polla.
¡Ohhh! ¡ooohhh grité al entrarme toda la polla de una estocada! Despacio, ve despacio, le pedí.

Ya mi damita, ya, ya está. Perdona por ser tan brusco, me dijo empezando a culearme.

Ay que gusto, ay que gusto mi amor. Como me gusta follarte este culito tan bonito que tienes.

Mientras me iba dando por el culo subido a mi espalda, me había subido las manos hacía la cabeza, y metido las suyas por debajo de los sobacos, agarrándome la nuca con sus manos. Así me tenía inmovilizado, y me pedía que levantara el culito.

Me estaba follando a un ritmo endiablado, metiendo y sacando su polla a toda velocidad. Gritaba, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto mi amor!

Al poco tiempo empezó a follarme más rápido y profundo, hasta que me anunciaba que se corría.
Ya mi damita, ya me corro, ya, ya ya me corro, ¡ooohhh me corro! Me corro, me corro, gritaba empezando a correrse dentro de mi culo.

Cuando terminó de eyacular,
Sin sacarme la polla del culo, empezó a morderme la nuca y besarme el cuello, mientras llevaba una de sus manos a mi polla empezando a pajearme.

No tardé mucho en derramar yo mi semen. Gemía mientras gritaba que me corría, ¡ooohhh me corro! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba derramando mi semen sobre la cama y la mano del vagabundo. Cuando terminé de eyacular y no salía ni una gota de esperma, sacó su polla de mi culo, y bajándose de mi espalda, nos dimos la vuelta quedando boca arriba ambos, tumbados sobre el colchón.

Una vez recuperado el aliento, nos besamos en la boca, y después de un buen morreo e hinchazón de labios, nos levantamos, volvimos a lavarnos. Luego nos vestimos, y cuando ya pasaban de las 7 de la tarde, me marché, despidiéndome hasta otro día.

Iba reventado con el culo super abierto, preñado a tope de leche, pero iba inmensamente feliz, desfogado y aplacada la calentura de mi culito.

Continúa la serie