Capítulo 2

El vagabundo y su dama II

Estábamos a final del mes de octubre, era un miércoles; víspera de festivo; este día había quedado con el vagabundo; habíamos quedado a las 10 de la noche; tenía la intención de quedarme toda la noche con él, volvería a ser su damita como le gustaba y solía decirme.

Me había levantado temprano para ir a trabajar al puerto, y ahora a las 12 del medio día ya volvía para casa. Cuando había salido a las 5 de la mañana, el día estaba nublado, se notaba cierto frío, por suerte al final el día había quedado completamente despejado, pero ya se notaba el frío del otoño en el ambiente.

Tenía pensado pasar por la casa donde dormía el vagabundo antes de ir a comer a mi casa, y es que había estado haciendo limpieza en los armarios, había llenado varias bolsas con ropa para llevárselas al vagabundo, que viera si podía aprovechar algo, o que hiciese con ella lo que le diera la gana. Tenía también pensado en llevar algo de beber y comer para pasar la noche, además iba llevarle un radiocasete viejo que ya no usaba, pero que todavía funcionaba.

Así que antes de ir cargado con las bolsas, quería saber si se encontraba en la casa, no tuviera que volver con ellas devuelta.

Al llegar a la casa donde dormía el vagabundo, ya lo encontré en la puerta, estaba entrando en ella. Al verme me saludó e hizo pasar. ¡Ohhh mi damita! Me dijo abrazándome, quedamos a las 10 de la noche, no te arrepentirás, ¿verdad?

No no, no es por eso, venía para saber si estabas ya que tengo unas bolsas con ropa para traerte cómo te había dicho.

Pues ya ves que sí estoy. Pero quédate sí quieres, me decía llevando su mano a mi entrepierna, agarrándome la polla y huevos sobándolos, haciendo que mi polla se empezara a poner dura.

Mejor voy a casa primero, y traigo las bolsas, le decía mientras él no dejaba de meterme mano haciéndome empalmar.

Bueno mi damita, me decía siguiendo metiéndome mano y mordiéndome el cuello, Ve, pero mira cómo me dejas.

Cogió mi mano llevándola a su verga para que notara cómo estaba de empalmado. ¡Ufff! El muy cabrón tenía la polla tiesa, le llegaba al ombligo de dura que la tenía.

Vengo en 10 minutos, dije separándome, ya que, si seguía tocándole la polla, no iba poder hacer otra cosa que sacarle aquella verga que tanto me gustaba, y empezar a chupársela.

Salí por la puerta, y apurando el paso llegué a mi casa donde todavía no había llegado nadie. Cogí las bolsas que ya había dejado preparadas, fui a la nevera, saqué los botes de cerveza que había dejado a enfriar, los metí en otra bolsa, y marché para la casa del vagabundo con todo el cargamento. Solo me faltaba por recoger la empanada que había encargado, pero eso lo haría por la tarde.

Había tardado 20 minutos en estar de vuelta junto al vagabundo. Cuando llegué con el cargamento, me hizo llevarlo a lo que se supone que era la cocina, y dejarlo allí sobre una mesa que había.

¡Ohhh mi damita! Me decía el vagabundo abrazándome por la espalda y frotándose a mi cuerpo. Restregaba su paquete por mi culo, notándosele que seguía con la polla erecta. Mira cómo estoy, me decía empujándome sobre la mesa. No creo que pueda aguantar hasta la noche, vas a tener que dejarme que te folle este culito cómo adelanto.

Será un buen aperitivo antes de comer, ¿no crees? Me iba diciendo sin dejar de restregar su erecta polla por mi culo.

Me tienes que reviento de ganas por hacerte de nuevo mi damita, me decía mordiéndome en la nuca, allí recostado sobre la mesa, mientras se iba restregando contra mi culo, notándole la verga totalmente erecta.

¡Ohhh cómo me gustas! ¡ooohhh que culito tienes!

Quiero follarte, necesito follarte este culito. Quiero que me dejes darte por el culo mi amor.

Con sus manos mientras tanto iba buscando mi cinturón, hasta que consiguió desabrocharlo, luego hizo lo mismo con el pantalón, empezando a bajármelo.

¡Ohhh que ganas! ¡ohhh que ganas tengo! Decía terminando de bajarme el pantalón y hacer lo mismo con el slip,

¡Ay que bueno! ¡ay cómo te echaba de menos! ¡ooohhh que culito! Dijo una vez que me hubo bajado el slip agarrando mi polla y huevos.

¡Ay mi damita! Te voy a dar por el culo. Estoy que no aguanto más me decía, tengo la polla que me revienta, seguía hablando mientras empezaba a bajarse el pantalón y dejar salir a su polla.

¡Bufff! Quédate así me dijo, apoyando su polla y huevos en mi culo, empezando a subirme la cazadora y camiseta haciéndome estirar los brazos sobre la mesa, y que ambas prendas dejasen mi espalda y torso al descubierto.

¡Ay que bueno estás! ¡ooohhh que culito! Decía restregando su polla y huevos por mi culo, mientras besaba mi espalda y mordía mi nuca.

Apoyó una de sus manos sobre mi espalda, mientras la otra la llevaba a mi culo. Pasó la mano por la raja buscando el ano, y luego de tantear mi agujerito, escupió en su mano, llevándola de nuevo a mi culo, Fue pasando con ella por mi agujero, hasta que lo fue abriendo con uno de sus dedos. Volvió a escupir en su mano, llevando su saliva al esfínter. Luego apoyó la cabeza de su polla en él, empujó con sus caderas para que se fuese introduciendo, cuando mi esfínter se empezó a abrir dejando que entrase aquella cabeza que empujaba por entrar, me sujetó con ambas manos por la cintura, tiró por mí culo dando a la vez un movimiento a su cadera, metiendo más de la mitad de su polla en él.

¡Ahhh! Grité al notar entrar su polla, ¡aaahhh! Volví a gritar cuando metió toda su polla dando otro movimiento a su pelvis.

Ya mi damita, ya está, Yala tienes toda. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a mover su pelvis, haciendo que su polla fuese entrando cada vez más en mí.

Empezaba a sacar y meter su polla en mi culo moviendo sus caderas, haciendo que su pelvis golpeara mi culo.

Pero no estaba cómodo, mi pantalón y slip no le dejaban arrimarse bien a mí. Además, no me permitían abrir las piernas lo suficiente para estar cómodos.

Se paró un momento, y sacando su polla de mi culo, me dijo que me quedara así. Espera que te voy a quitar el pantalón para que no nos moleste. Se agachó y levantándome una pierna, sacó el zapato tirando por el pantalón y slip. Luego hizo lo mismo con la otra pierna, sacándome por completo ambas prendas. Hizo lo mismo con sus zapatos, quitándose por completo la ropa.

Ahora volvió a colocarse en medio de mis piernas, haciéndome abrirlas más. Apoyó la punta de la polla sobre mi agujerito, y tirando por mis caderas, dio una culeada metiendo de una estocada toda su polla dentro de mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Suspiré al notar su polla dentro mía.

Así, ¡ooohhh! Así, así, gritaba el vagabundo empezando a culearme.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Decía sin dejar de culearme.

¡Ohhh mi damita! ¡ohhh que rico! ¡ooohhh que rico se siente! Decía el vagabundo metiendo y sacando su polla en mi culo, teniéndome recostado sobre aquella mesa, y a él sobre mí. Metía y sacaba su polla moviendo sus caderas, a la vez que se recostaba sobre mi espalda y mordía y lamía mi nuca.

Notaba su pecho sobre mi espalda, su boca mordiéndome la nuca, el bello púbico pegado a mi culo haciéndome cosquillas cada vez que impulsaba su pelvis, haciendo que su polla fuese entrando y saliendo de mi culo, incrustándose cada vez más profundamente en mi ano.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh cómo me gustaba aquello! Que sensación más rica notar su pubis pegado en mi culo cómo empujaba, haciendo que su polla fuese abriendo mi culo e introduciéndose en él.

Se escuchaban nuestros gemidos, y el chof chof chof, chof chof chof, de su polla al entrar golpeando su pelvis mi culito.

Yo mordiéndome los labios por el gusto que estaba sintiendo, levantaba más mi culo poniéndome de puntillas mientras seguía recostado sobre la mesa, para que su polla me entrara cada vez más.

Notaba cómo su polla rozaba mi próstata, causándome un gran placer, haciendo que mi polla no dejara de gotear semen.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh dios mío que gusto! Gemía mordiéndome los labios y levantando todo lo que podía el culito, notando cómo entraba la polla del vagabundo y me daba por el culo.

Se escuchaba el sonido acompasado que sonaba, chof, chof chof chof, chof, chof chof chof, chof, chof chof chof, al entrar la polla del vagabundo en mi culo, y a su pelvis golpear mi culito.

Allí estaba yo, recostado sobre una vieja mesa, siendo follado por un vagabundo, delirando de placer y escuchando los gemidos y aquella armoniosa melodía que hacía su polla al entrar en mí, abriéndome el culo.

Hasta que los gritos del vagabundo rompieron aquella armonía. ¡Me voy a correr! ¡ohhh mi damita! ¡me voy a correr! ¡ya, ya me corro! ¡ooohhh me corro! ¡me corro! ¡ooohhh me corro! Gritaba enterrándome más la polla en mi culo.

Noté cómo su polla se hinchaba más en mi culo, y empezaba a soltar varios trallazos de semen, dejándolos en lo más hondo de mis entrañas.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto mi amor! Gritaba el vagabundo terminando de eyacular dentro mía, derrumbándose sobre mi espalda.

Como me ha gustado mi amor. ¡Ohhh que rico se siente! ¡ohhh que rico! ¡ooohhh mi linda damita!

Echado sobre mi espalda, sudando por todo su cuerpo, me iba besando la espalda y mordiendo la nuca, hasta que su polla fue saliendo de mi ano.

Una vez recuperado el aliento, se puso de pie, y dejando que yo me incorporara, me abrazó por la cintura pegándome a él, empezando a morderme los labios y cuello. Luego metió su lengua en mi boca, saboreándome todo.

Yo mientras tanto, agarraba su polla con mi mano, se la iba acariciando. Notaba cómo estaba toda pringada de semen, y con la excitación y calentura que tenía en esos momentos, me agaché llevando mi boca a su polla, empezando a darle una chupada que le hizo soltar un gemido, a la vez que le temblaban las piernas teniendo que agarrarse a mi cabeza, ¡ohhh! ¡ooohhh! Gimió sujetándose a mi cabeza mientras le temblaban las piernas.

¡Ohhh mi damita! Vas a acabar conmigo, ¡ooohhh por dios! Para para.

Pero yo, no paré hasta dejarle la polla sin restos de semen. La había saboreado hasta la extenuación, y la había dejado limpia y reluciente.

Cuando me hube incorporado, empecé a recoger la ropa que estaba esparcida por el suelo y mesa, y dejándola sobre esta, nos sentamos a fumar un cigarrillo.

¿Te ha gustado?

Sí, sí me ha gustado, ha estado estupendo, le contesté.

La verdad es que yo estaba que reventaba. Moría de ganas por volverte a dar por el culito tan rico que tienes.

Quería volver a follar tu culito, y hacerte de nuevo mi damita.

Cuando te vi, ya no aguantaba más, ya me era imposible esperar hasta esta noche. Pero esta noche te volveré a follar y hacer mi damita. Te voy a preñar hasta dejarte embarazado.

Bueno, me voy a vestir e ir a comer, luego por la tarde voy a buscar una empanada que he encargado, y a eso de las 10 de la noche, vengo por aquí, le dije.

Espera espera, pero si tu aún no te has corrido. No te vas a ir así, no voy a dejar que mi damita, se vaya de esta manera.

Vamos a beber los 2 juntitos una de esas cervezas que has traído, mientras alivio a mi damita para que no se vaya así. Dijo agarrándome la polla y empezar a darme suaves meneos en ella.

Yo no quiero cerveza ahora, le dije, no me apetece.

Toma, me dijo pasando uno de los botes de cerveza, ábrela y la compartimos.

Como quieras, dije abriendo la cerveza, pero yo no quiero. Si bebo ahora luego me quita las ganas de comer.

Anda mi amorcito, me decía el vagabundo abrazándome por la cintura pegándome a él. Dame de beber y déjame acariciarte.

Mira cómo estás, me decía meneándome suavemente la polla y mordiéndome en el hombro.

Yo me estremecí al notar cómo mordisqueaba mi hombro y meneaba suavemente mi polla. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí a la vez que me temblaban las piernas, pegándome más a él.

Dame de beber mi amor, me decía sin soltarme la polla.

Llevé el bote de cerveza a su boca, y inclinándolo un poco, empezó a beber, cayéndole un poco de cerveza por la comisura de sus labios. Despacito mi amor, me dijo cogiendo el bote de cerveza con su mano.

Solté la cerveza dejándola en su mano, y después de dar varios tragos, la apoyó en la mesa. Acercó su boca a la mía, y cuando abría la boca dejando que entrara su lengua, soltó en mi boca un poco de la cerveza que llevaba en su boca.

No me quedó más remedio que tragar aquella cerveza que con su boca había depositado en la mía, para luego meterme su lengua y saborearme con ella.

Dios, aquello me hacía poner guarro, cabreaba y excitaba a la vez. Dejé que saboreara mi boca, para luego morderle los labios y Meterle con furia mi lengua en la suya.

Me gusta hacer guarrerías, me encanta verte cuando te cabreas.

Me gustó mucho lo que hicimos en la bañera la otra vez. Quiero volver a hacerlo, quiero que te corras en mi cara, que mees por mí, y yo mear por ti.

Dios, estaba excitado, y aunque aquello no me convencía mucho, estaba poniéndome tan guarro que me calentaba y excitaba la situación.

Me cogió por la mano, y llevándome hasta el baño, nos metimos en la bañera.

Agarró mi polla y mientras me iba besando y mordiendo el cuello me iba pajeando suavemente.

Con su otra mano me hizo que abriera las piernas, empezando a meterme uno de sus dedos en el culo. Cuando vio que entraba fácilmente, metió otro, empezando a follarme el culo con ambos dedos, mientras me pajeaba suavemente con la otra mano.

Así mi damita, así, ábrete de piernas y deja que mis dedos entren en tu culito.

Quiero que te corras en mi cara, y luego que me dejes mearte. Quiero mear a mi damita en su boquita tan rica que tiene, luego mearte este culito tan bonito y huevos.

El muy cabrón no paraba de meterme los 2 dedos en el culo, haciendo que me abriera de piernas cada vez más, y empujara mi culo para incrustarme cada vez más los dedos del vagabundo, mientras con su otra mano me pajeaba suavemente.

Hasta que me hizo correr.

¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh me corro! Gritaba abrazándome a él.

Sin sacarme los dedos del culo, se agachó llevando su cara a mi polla, y cuando empecé a eyacular, él abría la boca dejando que le callera parte de mi semen en ella, y otros chorretones de lefa por su cara.

Agarrado a sus hombros y empezando a temblarme las piernas, mientras me tenía incrustados los 2 dedos en el culo, iba soltando todo el semen sobre su cara y boca, mientras gritaba que me corría, ¡ohhh me corro! Me corro, ¡ooohhh me corro!

Cuando terminé de eyacular, abrazado a él, le lamí todo el esperma que le había soltado sobre su cara, metiendo luego mi lengua en su boca, morderle los labios y saborear su lengua.

Una vez me fui reponiendo, él me fue agachando por los hombros hasta que estuve a la altura de su polla. Así mi damita, así, abre esa boquita tan rica que tienes, me decía.

Tan pronto empecé a abrir la boca, el muy hijo de puta empezó a mear sobre mi cara, entrándome un buen chorro de meos en la boca, parte del cual pude escupir, pero otra parte no me quedó más remedio que tragarlos.

Luego me hizo que me inclinara así agachado cómo estaba, y que le mostrara el culo. Una vez colocado, siguió meándome, pero ahora apuntando a mi ano y huevos.

Cuando terminó de mear por mí, me hizo que le chupara la polla y terminara de limpiarla de aquella meada que terminaba de echar.

Cuando ya me había puesto de pie, cogió el maneral de la ducha, y abriendo el agua, empezó a salir un chorro de agua fría cómo el demonio, que me pegaba en el pecho.

¡Joder! Está congelada, grité al notar aquel chorro de agua que caía por mi cara y pecho.

Temblando me abrazó a él, y sin dejar de echarme agua por mi cuerpo, llevó el maneral de la ducha hasta mis huevos haciendo que me abriera de piernas, y él fuese dejando que aquel chorro de agua fría pegase en mi ano y huevos.

Con la sensación de frío que se iba apoderando de mi cuerpo, me entraron ganas de mear a mí, cosa que hice, meándole ahora yo a él. Mientras él me mojaba con la ducha el culo y huevos, yo me puse a mearle la mano y pubis.

Me abrazó a él, dejando que terminara de mearle el pubis y piernas.

Cuando terminamos de lavarnos y secarnos, volvimos a donde teníamos la ropa, nos vestimos, y después de despedirnos me fui para mi casa, a comer y darme una buena ducha, pero ahora de agua bien calentita, ya que olía a sexo y semen por todos los poros de mi cuerpo.

Como siempre después de una buena enculada, iba con el culito bien abierto, preñadito de semen, feliz y contento, deseando que llegaran pronto las 10 de la noche, para volver junto a él.

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