Intercambio con amigos

Todo empezó a la tarde en la playa cuando quedamos con Raúl y Alicia ir a su casa a cenar a la noche. Quedamos a las 21 estar por ahí.

Mi mujer se vistió muy lindo, como siempre, con su pollera corta, una blusa transparente que dejaba ver su corpiño de encaje y unas sandalias de tacón alto. Le quedaba muy sexy todo.

Cuando íbamos en el auto se me ocurrió que Josefina debía estar esa noche sin bombacha. Se lo dije y claro, accedió a quitárselas. Se subió un poco la falda y se quitó la tanga que llevaba puesta y me la metió en el bolsillo de la chaqueta.

Pude echar un vistazo rápido a su nidito que durante unos segundos quedó a la vista y comencé a excitarme.

Llegamos a la casa y nuestros amigos nos estaban esperando con la mesa servida. Alicia estaba preciosa.

No es que sea una belleza deslumbrante porque es más bien retacona pero tiene algo que siempre me ha atraído.

No tiene grandes tetas pero sí un buen culo. Es muy simpática y sus tetitas están siempre mirando hacia arriba. Cada vez que la he visto en topless en la playa he soñado con el día en que pudiera acariciarlas.

Nos dimos los correspondientes besos y nos dispusimos a cenar.

Durante la cena no pasó nada, excepto que el vinito empezó a hacer efecto, se notaba en las risas de Alicia y Fina.

Yo estaba más caliente que un volcán pensando en que mi mujercita no llevaba puesta su bombachita y estaba loco por terminar la cena para irnos a casa y tener sexo con ella.

Después de cenar seguimos tomando unas copas y el nivel de alcohol por ese entonces era muy elevado en los cuatro.

Alicia me pidió fuego y le dije que buscara en los bolsillos de la chaqueta. Aquello fue el origen de todo.

Al buscar encontró la tanga que se había quitado Fina y cuando la sacó sosteniéndola con dos dedos, tanto mi mujer como yo nos quedamos helados y no sabíamos qué decir.

Ella, pícara, me increpó y me preguntó si era un trofeo de guerra a lo que Fina contestó que era de ella.

Alicia entonces dijo que lo suponía y por qué no las llevaba puestas.

Como mi mujer le dijo que las llevaba de repuesto su amiga rápidamente se le acercó y levantándole la corta pollera que tenía puesta la dejo al descubierto de que no llevaba nada.

Le preguntó a Josefina si toda la cena había estado sin bombacha y al asentir con la cabeza, dijo que ella no quería estar en desventaja y procedió a levantarse su pollera y quitarse también su bombacha.

No pude ver nada pero esa imagen quedó grabada en mí para siempre.

Aquello no podía ser verdad.

Raúl y yo nos miramos mutuamente. Nadie dijo nada hasta que nuestro amigo dirigiéndose a su esposa le pidió que, ya que se había sacado la bombacha se quitará también el corpiño y provocaba realmente a todos, como lo hacía con él cuando estaban en la intimidad.

Claro –contestó ella- y ustedes mientras siguen mirando. Solo me quitaré la ropa si todos lo hacemos.

Al oír ello mi mente comenzó a funcionar a mil por hora, tenía que sacar provecho de la situación y con voz pausada me dirigí a los tres:

-Les propongo un juego, dije, un juego de cartas. El que tenga la más alta le quita una prenda al que tenga la carta más baja.

Hubo un pequeño silencio, Fina me miraba con sonrisa cómplice y nuestros amigos cruzaron sus miradas.

Nos sentamos en el sofá. Las chicas estaban muy excitadas y además tenían pocas prendas y no llevaban bombacha, como ya sabemos.

En menos de cinco minutos Alicia había perdido los zapatos y la blusa, fue una delicia para mí desabotonársela. Lo hice lentamente y mis torpes dedos hacían que aquello durara más de la cuenta.

Raúl estaba con el torso desnudo, pero conservaba los pantalones. Yo en cambio solo tenía puestos los bóxer.

Hasta ese momento todo había ido bien, nos habíamos reído y disfrutado del momento.

Alicia volvió a perder a manos mías. Ahora debía quitarle una prenda, no sabía si ver sus deliciosas tetas o por el contrario que nos mostrara su conchita.

Me decidí por las tetas, habría tiempo para más.

Le dije que se pusiera de pie, quería que fuera toda una ceremonia.

Me puse detrás de ella y le desabroché el cierre del corpiño.

Antes de soltárselo le pedí que juntara los brazos al cuerpo para evitar que cayera al piso.

Con ambas manos sujeté el corpiño por encima de las tetas. Nadie dijo nada en contra, por lo que me recreé con ello. Después de unos segundos de manoseo le pedí que pusiera sus manos detrás de la cabeza.

Esto siempre lo hago con Fina para que sus tetas se muestren desafiantes ante mí.

Una vez que tuvo sus manos detrás de la cabeza separé las mías de sus pechos y el corpiño las acompañó en el movimiento, mostrando ante mí ese par de tetas que tanto anhelaba.

Sus pezones estaban duros como rocas y miraban hacia arriba, desafiantes.

Alicia bajó los brazos y nos sentamos. Cuando lo hice pude comprobar como mi verga había reaccionado y tenía una gran erección.

Aunque era un poco embarazoso no me preocupé por ello, es más me gustó mostrarme así delante de las mujeres, sobre todo de Alicia.

Raúl por su parte pareció no darle importancia a que yo le hubiera sobado las tetas a su mujer, aunque fuera por arriba del corpiño y Fina seguía con esa sonrisa mezcla de excitación y complicidad.

La siguiente mano la perdí yo y ganó mi mujer. Hubiera preferido que fuera Alicia, pero bueno, me levanté y me puse a su lado.

Ella sin levantarse y sin cortarse lo más mínimo tiro de mi bóxer hacia abajo y mi pija saltó delante de su cara. Inmediatamente mi mujer se la llevó a la boca, le dio un par de lengüetazos, me tocó los huevos y me dijo que tenía bastante por ahora.

Mi verga parecía que iba a reventar. Cuando me dirigía a mi sitio comprobé que los ojos de Alicia estaban posados en ella. Aquello me gustó. Miré a Raúl que estaba embobado con Fina y aquella fue la ocasión propicia para mis planes y decidí jugármela.

-Con tu permiso, le dije a Raúl y me puse al lado de Alicia.

Mi pija quedaba a la altura de su cabeza, ella giró y no lo dudó, agarró mi erecta pija con una mano y empezó a acariciarla. Era genial, Fina y Raúl miraban la escena perplejos, sin decir nada.

Alicia entonces la agarró firmemente y la dirigió a su boca. Aquello fue maravilloso, la dejé que fuera ella quien marcara el ritmo. Lo hacía muy bien.

Entonces se me ocurrió otra idea. Le hice un gesto a mi mujer para que se acercara y mientras Alicia continuaba con su mamada la coloqué a mi mujer de espaldas, frente a Raúl.

La fui desnudando lentamente quitándole las pocas prendas que le quedaban.

Cuando le enseñe sus tetas a nuestro amigo éste no aguantó más y sacando su verga comenzó a masturbarse delante nuestro.

Alicia seguía chupando magistralmente. Fina que estaba muy excitada también se dejaba hacer.

Estaba a punto de correrme y decidí que era el momento de conocer un poco más la anatomía de Alicia así que la hice ponerse de pie y le quité su falda. Al caerse al suelo me mostró su preciosa conchita y yo ya no daba más.

No quería dejar pasar el tiempo y la puse contra el sillón donde apoyó sus manos en uno de los lados. Me ofreció su nidito y se la metí de un solo empujón. Empezó a gemir y rompió el silencio.

Vi como Raúl dejó de prestar atención a Fina y miraba como yo me cogía a su mujer, así que decidí darle algo más a él también.

Desnudé por completo a Fina y su maravillo cuerpo comenzó a atraerlo nuevamente.

Completamente excitado se acercó a ella, quien se puso de rodillas delante suyo y empezó a mamársela como solo ella sabe hacerlo.

Mientras yo no me podía aguantar más y creo que Alicia se había corrido ya, pero me daba igual y eyaculé dentro de su concha y permanecí dentro moviéndome despacio y disfrutando del momento. Veía aquél culo que por fin era mío y no lo podía creer.

Entonces volví a la realidad. No me había fijado que Raúl se estaba cogiendo a mi mujer. Cuando lo vi detrás de ella clavándosela hasta el fondo me dieron ganas de gritar, pero aquella imagen hizo que mi pija volviera a reaccionar y no lo dudé.

La saqué de la concha de Alicia y sin tiempo a dejarla reaccionar se la metí directamente en el culo, sin preámbulos.

Sin duda era virgen por aquel agujero y costó que entrara, pero entró y se abrió camino por aquel angosto canal hasta que sus gritos de dolor se convirtieron en gritos de placer.

Entonces empecé a darle azotes en el culo con la palma de mi mano y aquello pareció excitarla más. Empezó a decir groserías que solo conseguían que mi pija la penetrara más salvajemente, aunque sin duda era lo que ella estaba buscando.

Me olvidé por completo de Josefina y Raúl y me dediqué a cogerme de todas las maneras posibles a mi amiga Alicia.

Probamos todas las posturas que ella y yo conocíamos y terminamos en la cocina del dúplex con ella tumbada sobre la mesa y chorreando semen por el culo. No recuerdo otra experiencia similar.

Aquella noche cuando nos despedimos prometimos cenar más seguido juntos.