Capítulo 2
Sara II: Final
Después de descansar los dos durante gran parte de la tarde del sábado más tórrido de nuestras vidas, te tengo preparada una de las mejores sorpresas.
Sé que una de tus mayores ilusiones consiste en ir a una sauna mixta y hacer el amor allí, delante de todo el mundo… Y eso es precisamente lo que tengo preparado.
Pero no te voy a decir nada aún…
Guardaré la sorpresa como colofón de la noche… Nos arreglamos y partimos hacia, para ti, un nuevo rumbo desconocido…
A lo largo del trayecto no dejas de hacerme multitud de preguntas acerca del lugar al que nos dirigimos…
Tienes ciertas sospechas pero, estoy convencido de que no tienes idea del tipo de lugar exacto donde vamos a ir a parar…
Con tus preguntas el ambiente se va calentando de forma inevitable lo cual, es bueno para mis planes… Tampoco quiero que te pille el tema en frío…
Llegamos al parking, abandonamos el coche y partimos, caminando, hacia el lugar escogido… Al llegar, un letrero en la puerta delata lo que está sucediendo en el interior… «Sauna»… Contemplo cómo se te ilumina la cara y comienzas a decir un montón de frases casi incontroladas…
Cómo te apetecía, cómo he sido capaz de mantener el secreto, dónde la he encontrado,… y un sin fin de preguntas que no me das tiempo a contestar…
Me detengo un momento y te ordeno: «Harás todo cuanto yo te diga, no tendrás iniciativa propia, te dejarás hacer lo que a mí me plazca, conmigo o con otros, a mi entera voluntad»…
Tú, sorprendida y maravillada contestas «Lo acepto»…
Entramos, nos dan las indicaciones pertinentes, y, una vez desnudos y tapados con una púdica toalla, nos dirigimos hacia las cabinas mixtas…
Es temprano y están casi vacías… Escojo una en la que sólo hay un muchachito que parece poca cosa…
Yo diría que casi no llega a los dieciocho años necesarios para entrar al local… Él, está también tapado con la toalla y sudando como un pollo…
Tomamos asiento, saludos de rigor y nos enteramos que se llama Alberto… En un momento de la conversación que estamos manteniendo los tres, yo desvío el tema hacia asuntos más sexuales y puedo ver en tu cara esa sombra de excitación que ya reconozco fácilmente…
Nos encontramos sentados, aún con las toallas, frente al muchacho y te empiezo a acariciar los muslos insinuando que abras un poco más las piernas…
Lo haces y, a medida que introduzco un poco más la mano, aparece el rubor en la cara del muchacho aún más si cabe, ya que, debido al vapor, estamos todos un poco colorados…
Comienzo a jugar con tu pubis y te pido que te quites la toalla… Mientras lo haces, el muchacho no sabe bien dónde mirar… Le miro fijamente y, cuando me sostiene la mirada, le pregunto a bocajarro: «¿Te gusta?»… «¡Pues claro! ¡Qué chorrada!»…
Tu sonríes y él, ya un poco menos cortado, suelta una carcajada que nos contagia a ambos y reímos los tres abiertamente…
Sin dejar de juguetear con tu sobre-excitado coño, te ordeno de nuevo: «Cómesela entera»… Te levantas, te diriges hacia donde está él que, con su boca todavía abierta, te facilita el trabajo despojándose de su toalla… Te arrodillas frente a él y comienzas a realizar un trabajo digno de una profesional utilizando toda tu boca y tus manos…
La cara de él es un poema… Es una mezcla entre placer e incredulidad por lo acontecido…
Yo, mientras tanto, me acerco hasta donde estáis, arrojo mi toalla al suelo y, agarrándote por las caderas, te hago poner en pie no sin antes indicar que no dejes de hacer tu trabajo… Inclinada como estás dejas toda tu vulva a mi disposición y, como si no fuera contigo, te penetro desde atrás haciéndote soltar un gemido «¡Mmmm!»… La penetración ha sido extremadamente suave por tus abundantes jugos y los sudores producidos por el vapor que nos envuelve…
Cada uno en lo suyo… El muchacho disfrutando además de haber comenzado un magreo con tus pechos, tú chupando un precioso pene casi infantil y yo, mientras tanto, realizando una labor de zapa en tu vagina digna del mejor espeleólogo…
Poco a poco, vamos los tres acelerando el ritmo según vamos notando que el glorioso momento está próximo…
El primero en terminar es el muchacho quien con un alarido suelta toda su descarga sobre tu cara, tu pelo y tus pechos, a continuación tú…
Flaqueándote las piernas y casi sin poderte sostener, levantas tu cuerpo para sentir más mi poya que te penetra a tu plena satisfacción…
En esa postura, comienzas a tener una serie de orgasmos tal y como lo habías soñado tantas veces… Uno tras otro… van sucediéndose…
Mientras tu sigues en plena ebullición, yo vuelvo a inclinarte un poco empujando tu espalda para, sacando mi miembro de tu vagina, correrme de manera incontrolable sobre tu espalda llegando algún chorro de semen hasta tu pelo: «¡¡¡Aaaggghhh!!!»…
Exhaustos los tres, nos volvemos a acomodar para recuperar algo de fuerzas… Ya recuperados, tú y yo nos colocamos nuestras toallas y salimos de la mano…
Casi cerrándose la puerta, escuchamos «Gracias…»… Te vuelves y sonriendo dices: «¡De nada, chaval!»…
De vuelta a casa, seguimos recordando los detalles de lo que nos ha ocurrido… «Ha sido maravilloso, cariño. Tal y como lo había imaginado», comentas…
Nos metemos en la cama, hacemos el amor hasta la madrugada pero esta vez, tiernamente, sin prisa… y nos dormimos plácidamente con la satisfacción de «el deber cumplido»…
Ya es domingo por la mañana… Nos hemos despertado algo tarde y tienes plaza confirmada en el vuelo de las 16:40 así que no tenemos demasiado tiempo… Retozamos un poco en la cama…
Unas caricias, unas cosquillas maliciosas… Nos levantamos y vamos directos a por ese café que parece que, al menos a mí, nos llama desesperadamente…
Tomando el café, te comento que vendrá alguien a las 12 en punto…
Tu curiosidad innata irrumpe con fuerza llevándote a preguntarme quién será, para qué vendrá,… utilizas todas las argucias de mujer a tu alcance: insistencia, ternura, mimos, enfados, desprecio… hasta en un momento lo intentas con algo de violencia que tengo que solventar de manera enérgica…
Sujeto tus brazos con fuerza y te ordeno que te estés quieta… Obedeces… Yo, callado, sonrío a sabiendas de que mi última sorpresa, te gustará…
Tal y como esperaba, a la hora prevista suena la campana de la entrada del jardín…
Me asomo y hago pasar a la visita… Te mando al dormitorio y te ordeno que te pongas una bata y te quedes allí… No es cuestión de que recibas desnuda a alguien y, de esa manera me darás algo de tiempo para ultimar detalles… Al poco rato aparecemos en el dormitorio mi invitada y yo…
«Mira, os voy a presentar… Mi masajista: Elena… Sara, una buena amiga…», mientras os dais un par de besos de cortesía, yo sonrío…
Tú me miras con cara interrogante queriéndome preguntar qué es lo que está pasando…
Yo, extiendo sobre la cama una toalla, me despojo de mi bata y me quedo completamente desnudo ante vosotras dos… Me tumbo boca abajo sobre la toalla y Elena comienza su trabajo…
Tú, me sigues mirando sin saber qué hacer y te ordeno que te sientes, cerca de mí, sobre la cama… Con un frasco de plástico que extrae de su bolso y que desprende un aroma a alcohol de romero y aceite de almendras, comienza sus friegas sobre mis pies primero para continuar después con mis piernas…
Elena te comenta que me vayas acariciando la espalda «entera» para facilitarle a ella su trabajo… Sin saber bien qué sucede, sigues las instrucciones de la masajista…
Yo he cerrado los ojos y, tan sólo, disfruto de las cuatro manos que hay sobre mi cuerpo… Tu ya has comenzado las suaves caricias sobre mi cuerpo…
Esas caricias van haciendo subir mi libido y, ni que decir tiene, que la tuya también… No sabes bien cómo va a terminar esto pero te está empezando a gustar… Te miro y me sonríes tiernamente a la vez que depositas un beso en mi mejilla…
Mientras tanto, tus manos ya han recorrido varias veces mi espalda y comienzan a aventurarse sobre mi trasero…
Con mucha suavidad, de manera casi imperceptible, lo recorres entero bajando, en un momento dado, por toda mi raja hasta llegar a mis huevos…
Emito un leve gemido de placer cuando los coges y los acaricias suavemente… En ese momento, te ordeno que te quites la bata y te quedes completamente desnuda… No sabes bien qué hacer… Me miras… Miras a Elena… Ella te dirige una dulce sonrisa y asiente con su cabeza…
Lo haces… Al principio no sabes bien cómo reaccionar y, dulcemente, te comento que continúes con lo que estabas haciendo…
De repente, te fijas en que Elena ha detenido sus movimientos y se dispone a quitarse la ropa… No te habías fijado bien en ella pero te das cuenta de que es realmente preciosa… Delgada, con una cintura pequeña, no muy alta, pechos pequeños, media melena y carita dulce… Ya empiezas a entender de qué va este juego…
Mientras tu sigues en tus quehaceres entre mi espalda y mis huevos, Elena continúa, cada vez más arriba, ya con mis muslos…
Vuestras manos, en ocasiones, se tocan… Vuestros pechos, totalmente libres, se contonean de manera sensual sobre mi cuerpo…
El trabajo de Elena ya se centra sobre mi espalda… Siento cómo vuestras manos se juntan cada vez en más ocasiones y, en un momento que éstas se detienen, subo mi mirada hacia donde os encontráis sorprendiéndoos en un beso suave y cálido… Sonrío… Ya lo esperaba… En ti, lo intuía, sabía que te gustaría el tacto de otra mujer… Vuestras manos dejan mi cuerpo para ir a explorar los vuestros…
Yo, me giro y me uno a vosotras abrazándoos y fundiéndome en un beso a tres bandas donde llega un momento en que ya no sabemos de quién es la lengua que se introduce en nuestra boca…
A partir de ese momento, las cosas se van sucediendo con cada vez mayor rapidez… Mi pene ya se encuentra en su máximo apogeo… Tú me besas el tronco, lo lames y acaricias con la lengua, y yo siento la delicadeza de tus labios rodeándolo y besándolo…
Elena se dedica a los testículos, como despertando al semen de su cuna y acariciándolo a través de la piel dura de los huevos. Yo me deleito sintiendo mi masculinidad acariciada, besada y contenida en todas sus partes, cuatro manos y dos bocas…
¿Se puede desear un placer mayor? En un momento dado, Elena se acuesta en la cama, completamente abierta, mostrándome su interior sonrosado, llamándome con sus ojos y su sexo caliente… Y yo voy, como un caballero con su lanza en ristre, hacia esa abertura que me llama en silencio…
Su vagina es suave y cálida cuando la penetro, a cada movimiento mi pene entra más profundo, generando más jugos y más calor… Tú le das de mamar con tu dulce pecho como a una niña, mientras me besas como mi amante…
Elena gime bajito entre tus pechos… Mis testículos quieren ya liberar su carga, explotar en el interior de esa vagina caliente y dejar la toda la leche dentro…
Y es Elena la que explota con largos gemidos, arañando tu culo y apretando el mío más y más hacia sí… ¡¡Uuuaaaggghhh!! Instantes después de su increíble corrida, yo descargo toda mi leche en sus entrañas inundándola de manera casi animal…
Cada descarga va acompañada de un fuerte empujón que provoca que nuestros pubis choquen y mis huevos golpeen sus nalgas con fuerza… ¡Aaaaggghhhh! ¡Aaaaggghhhh! ¡Aaaaaaaaaggghh! Mientras voy saliendo de Elena y cayendo exhausto sobre la cama, ella, moviendo un poco su cabeza, se sitúa justo debajo de ti, a la altura de tu pubis…
Te sujeta por las nalgas y abre tu vulva con cariño dejando que tú casi te sientes sobre ella y comienza a darte unas lamidas produciéndote tal placer que no recuerdas haberlo experimentado antes…
Yo simplemente disfruto del espectáculo y, poco a poco, avanzo mis manos dedicándome a acariciaros alternativamente a ambas mujeres y a combinar dichas caricias con suaves y sutiles besos sobre vuestros desnudos cuerpos…
Un poco más tarde, me centro sobre el solitario sexo de Elena que aún rezuma los jugos producidos en la anterior batalla y me dedico, casi por entero, a proporcionarle tanto placer como soy capaz con mis manos, mi lengua, mis dedos e, incluso, mi nariz que introduzco, de cuando en cuando, en su vagina arrancando dulces gemidos de sus labios…
Ella está logrando que te retuerzas de placer mientras tú vas acariciando tus pechos de manera acompasada… Sólo una mujer sabe satisfacer plenamente a otra…
Sabe bien dónde, cómo y cuándo acariciar, chupar, morder, succionar para, en definitiva, extraer todo el deseo y el placer que la otra lleva dentro…
Tú, te sientes en la gloria… Jamás te habían hecho un trabajo similar y te da la sensación de estar casi flotando en un ambiente etéreo de gozo y placer…
Yo, por mi parte, sigo trabajando lo mejor que puedo la vulva de Elena… Cuando siento que tus gemidos van en aumento y que estás a punto de correrte como nunca, acelero el ritmo sobre el sexo de Elena para provocar un placer al unísono…
Efectivamente, las dos os corréis como posesas y, más aún, cuando, además de sentir en tu sexo todo lo que te está haciendo ella, sientes también cómo sus gritos y gemidos retumban en lo más profundo de tu vagina mientras los tuyos, inundan la habitación con un ardor imposible de ocultar… «Sssssííííí, ¡¡ooohhhh!!, ¡¡aaahhhh!! Ssiiigueee… Uuhhh…
Vosotras dos os derrumbáis, boca a bajo, una al lado de la otra mientras, lógicamente, yo vuelvo a estar en todo mi apogeo y preparado para otro asalto…
Me doy cuenta de que el frasco con la mezcla de aceite está sobre la cama…
Lo cojo y derramo unas gotas sobre vuestras espaldas y traseros… Con cada mano sobre cada una de vosotras comienzo a realizar unos suaves masajes…
Despacio, como quien no quiere la cosa, voy haciendo descender mis manos hasta vuestras nalgas y el masaje se va haciendo cada vez más íntimo…
Unas gotas más de aceite y sigo amasando vuestros cálidos glúteos aventurándome más y más hacia vuestro ano… Introduzco el dedo corazón de cada mano en vuestros anos…
El de Elena, parece capaz de absorber todo lo que se proponga pero tú te quejas un poco inicialmente: «¡¡Aayyy!!»… «Tranquila, relájate y pronto se pasará», te susurro… Así lo haces y el pequeño dolor inicial, se va convirtiendo en un placer hasta ahora desconocido para ti…
Mientras, Elena disfruta ya de dos dedos míos jugueteando en el interior de su ano… Un dedo más en el tuyo y ofreces un poco de resistencia pero pronto controlas la relajación de tu esfínter para dejar paso al placer…
Cuando creo que ya estáis a punto, os pido que os pongáis a cuatro patas y permanezcáis una al lado de la otra…
Mientras lo hacéis, dejo caer una gran cantidad de aceite sobre mi pene y comienzo a masturbarlo extendiendo el aceite por todo él… Ya colocadas las dos, empiezo por penetrar a Elena poco a poco… No quiero lastimarla… Me doy cuenta de que más que lastimarla, lo que estoy haciendo es provocar su desesperación: Quiere más… «¡¡La quiero toda dentro!!» exclama…
Así lo hago, de un solo empujón, introduzco mi miembro hasta los huevos que, en esta posición, golpean su vagina provocándole un doble placer…
Me doy cuenta de que ha entrado sin casi dificultad pero, a diferencia de su vagina, su culito está mucho más prieto y me produce un mayor placer… Comienzo un frenético mete y saca que acompaño con una suave masturbación sobre su clítoris…
Cuando siento que me falta poco para correrme de nuevo, extraigo el pene de su trasero y me dirijo al tuyo… Tú me miras con tu carita inocente pidiendo clemencia… No hago caso y apoyo la punta del pene sobre tu precioso agujerito…
Empiezo a hacer un poco de fuerza y se empiezan a escuchar tus quejidos justo en el momento en que veo desaparecer mi glande en tu interior… Elena, que está al quite, se lanza sobre tu boca dándote un beso apasionado y ahogando tus quejas haciendo que te relajes y, por lo tanto, que sientas menos dolor…
Continúo profundizando en tus entrañas… cada vez más profundo… Y, antes de que te des cuenta, estoy completamente dentro de ti…
«Ya está, cariño» comento… Me miras, miras a Elena y le devuelves el beso anterior en señal de agradecimiento mientras ella empieza a juguetear con tu clítoris…
Yo comienzo con un suave vaivén que va extrayendo de ti el todo placer con el que siempre soñaste y nunca te atreviste a implorar…
«Qué bien, cariño… Sigue, sigue, no pares ahora… Aaaggghhhh… Sssíiííí…» dices mientras tu voz se vuelve a ahogar en otro beso con los labios sensuales de Elena…
Yo, ya casi estoy a punto de correrme de nuevo y así os lo hago saber: «Me voy a correr…» Como si esto último hubiera sido la señal que esperabais, las dos a un tiempo, os giráis haciendo que mi pene se quede a vuestra disposición y lo comenzáis a chupar con tal dedicación que me provoca la mayor eyaculación que nunca había tenido derramando al instante, sobre vuestras caras y bocas, toda mi abundante carga de leche… Aaaggghhhh… Oooohhhh… Ooossstraaassss…. Quéééé buueeenoooo….
Una vez repuestos de tanto placer y profundamente satisfechos, nos arreglamos un poco y Elena, recoge sus cosas con intención de marcharse para dejarnos a solas…
Yo le comento que no se debe ir aún; He de pagarle sus «servicios»… «Tranquilo, ya lo has pagado de sobra… Si necesitáis alguna otra cosa, ya sabéis dónde encontrarme…
Hasta pronto pareja…» y, diciendo esto, abandona la habitación del placer en la que habíamos disfrutado los unos de los otros hasta alcanzar el mayor de los éxtasis…
Comemos algo rápido, recoges tus cosas y emprendemos camino al aeropuerto…
Tu vuelo no espera… Por el camino, casi no hablamos… Está todo dicho… Ha sido el mejor fin de semana que podíamos haber soñado cualquiera de los dos…
Una vez allí, ya en la puerta del terminal, te abrazo dulcemente, te beso con todo el cariño con que se puede besar a una diosa y te pregunto: «¿Repetiremos?»… Tú, tomando las riendas por primera vez en el fin de semana, sólo sonríes…