En la lluvia

No hay ni un alma en la calle, sería muy loco de mi parte si saliera con tan tremenda lluvia.

Acabo de despertar, es de madrugada y por mas esfuerzos que haga ya no puedo dormir.

Mi cuerpo está tembloroso. Abro la ventana y el aire húmedo acaricia mi cuerpo.

El frío causa una mágica reacción en mí, bajo la delgada tela de mi bata sobresalen dos pequeñas protuberancias, justo en el centro de cada uno de mis senos; el viento envía hacia mí una ligera ráfaga de lluvia y mi pecho se torna translúcido por entre la blanca tela. No es de extrañarse que esté excitada.

Mi mente me traiciona y vuela muy lejos de mi cuerpo, me trae recuerdos de algo que no ha sucedido, o será más bien que es algo que deseo que suceda? Tu imagen revolotea dentro de mi cabeza al compás del viento.

Veo tus ojos oscuros y tu sedoso cabello negro; tu piel morena, tu figura alta y delgada, tus manos largas y firmes. No hay una sola cosa que no encuentre sensual en ti.

Quieres saber qué estoy pensando? No hace falta que me digas que sí; quiero contártelo de todos modos.

Mis dedos se deslizaban prestos y rápidos, apenas rozando las teclas del viejo piano café de la estancia.

A pesar de que me encontraba absorta en mi labor, escuché el crujir de la puerta y emergiste con tus pantalones negros y tu playera del mismo color, tan ceremonioso como nunca en tu vida. Tus pasos cadenciosos acercándose a mí.

Las notas que resonaban en toda la habitación cesaron de pronto.

Hola- exclamé alegremente mientras volvía el rostro- cómo estás?

Bien- expresaste sin intención. Me incorporé y respiré tu perfume. Cerraste el piano al llegar junto a mí.

Mis labios se movieron, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra sellaste mis labios con un beso apasionado.

Pude sentir tu cálida y dulce saliva en mis labios, percibí que tus brazos me rodeaban y comenzaban a descender lentamente por mi espalda; mis manos, ligeramente aturdidas por la impresión, se movieron en dirección a tu espalda. Tus labios carnosos y suaves aplastándose contra los míos, mis manos comenzaron a jugar con tu cabello.

Realmente no comprendía la razón de tus acciones, pero no me importó. Lo estaba disfrutando. Nuestros labios se separaron solo lo suficiente para recuperar el aliento. Mi seno izquierdo se tensó al contacto de tu mano, que se cerró alrededor del mismo, suavemente primero, y con creciente pasión después.

Me separé de ti momentáneamente y me senté sobre el piano. Mis labios se comprimían cada vez con más fuerza contra los tuyos; abandoné tus labios y busqué tu cuello, sentí tus manos bajo mi blusa, mi respiración se hacía más agitada. Me quitaste la blusa y el sostén, mirándome a los ojos.

Como una especie de reacción me mordí el labio. Tu boca recorría ágilmente mis pezones. La excitación se apoderaba rápidamente de los dos, tu mano derecha tocó mi tobillo y comenzó a subir muy lentamente, apenas tocándome, ejerciendo más presión conforme iba subiendo, te mordí el labio al tiempo que apretaste mi muslo, tu mano buscando debajo de mi falda me hizo comprobar que ibas a tomarme ahí mismo.

Me moví ligeramente para facilitarte la tarea de quitarme la falda, comenzaste a levantarla con ambas manos hasta que quedó enrollada en mi cintura.

No pude reprimir un gemido. Tomé tu mano y la coloqué descaradamente sobre mis panties, tus dedos comenzaron a moverse ágilmente sobre la tela.

Mis senos estaban tan erguidos que parecían dos globos a punto de explotar, te quité la camisa tan fuerte que por poco se le caen los botones, sonreíste y te quitaste los pantalones de la misma manera, estabas tan excitado como yo, tu pene estaba totalmente endurecido; estabas tan ansioso como yo, acerqué mi mano lentamente, lo sentí tan caliente y duro, quise tenerte dentro de mí en ese mismo instante.

Comencé a tocarte muy despacio primero, más y más rápido después, tu respiración se hacía mas agitada y entrecortada mientras mis manos se movían por puntos estratégicos de tu cuerpo.

Sabes, esta ha sido mi fantasía desde la primera vez que te vi tocar.- tus palabras en mi oído actuaron como un detonante sexual.

Tómame, hazme el amor ahora mismo. Te deseo.- No me dejaste decir más.

Tomaste mis hombros y me empujaste bruscamente hacia atrás mientras me besabas, mis ojos cerrados, mis manos en tu espalda, tu pene presionando contra mi clítoris, me estaba muriendo de deseo, abrí los ojos…

Tus palabras están en mi mente como si las estuvieras pronunciando en este momento: Recuerdas la escena en que Ikari le dispara a Ritsuko y se ve que mueve los labios? Un inaudible sí escapó de mis labios. «Lo siento, esas palabras eran sólo para mí»

No pude reprimir un gemido de placer mientras me penetrabas, Dios, creo que nunca había estado tan mojada en mi vida, tu cuerpo caliente sobre el mío, empujando cadenciosamente, tuve que morderme el labio para no continuar gimiendo, la sensación era desquiciante, a juzgar por la expresión de tu rostro lo estabas disfrutando.

Creo que nunca había sentido tanto placer. Me siento arder al recordar cada vez que empujabas mi cuerpo contra el piano.

Sentía como me iba resbalando, como rechinaba mi piel contra la madera pulida; sentí cada centímetro de tu piel, caliente y sudorosa sobre la mía. No sabes lo excitada que estoy.

Abro la puerta del balcón, las gotas de lluvia van mojando poco a poco la delgada tela de lo que me cubre. Me olvido de eso. Para mí no hay nada mas que tú, junto con tu cuerpo, tus manos, me encantaría sentir la firmeza de tus dedos recorrer mis muslos en este momento, tal y como lo hiciste en mi sueño.

No podía contenerme más, la excitación era demasiada como para no gemir por lo menos, el temor de que alguien nos descubriera aumentaba la excitación en ambos.

Y tú sientes lo mismo que yo. Empiezas a proferir ligeros sonidos, tu rostro denota tu estado, no puedes pensar en nada mas que mi cuerpo debajo del tuyo. Tratas de controlarte pero sabes que no resistirás demasiado. Tócame, tómame. Aquí estoy, soy tuya si tú me quieres. Mis manos han cobrado vida propia y se pierden entre tu piel, se funden al contacto de tu cuerpo.

Quiero que esto dure tanto como sea posible. Mis piernas se enlazan alrededor de tu cintura y me tomas con ambas manos para empujarme mas hacia ti.

Te siento tan dentro de mí. Mi cuerpo se convulsiona cada vez que embistes, no me importa, al diablo con que me escuchen; no puedo contenerme más y comienzo a gemir cada vez que empujas tu cuerpo contra el mío. Te excita el escucharme. Lo adivino por tu rostro y porque continuas tu acción con mucha mas intensidad.

Ah, que divino se siente esto! No quiero que te detengas. Déjame tocarte de la misma manera, te deseo tanto, empujo mi cuerpo contra el tuyo lo más que puedo.

Quiero sentirme totalmente llena de ti. Mi cuerpo está a punto de estallar, mis senos se mueven al compás de tu cuerpo. Los tocas suave, fuerte, me gusta. Te empujo con mis piernas más hacia mi; comienzas a disminuir tu velocidad.

Me muerdo el labio. Ahora es mi turno. Soy yo quien está a cargo ahora. Me incorporo rápidamente y busco tus labios. Están fríos. No entiendo esa particularidad en ti. Todo tu cuerpo está ardiendo, pero tus labios están helados. Me gusta de todos modos. Mi cuerpo está ardiendo también.

Me bajo del piano, con la ropa resbalándose todavía de mi cuerpo. Voy trazando un camino de besos por tu pecho, uno de ellos te ha hecho gritar muy fuerte; seguro te quedará una marca.

Tus manos trabajan maravillas en mi piel mientras me acerco a tu cintura y continuo descendiendo mas y mas hasta encontrar tu pene.

Acerco mis labios a el. Y comienzo a acariciarlo con mi lengua. Estás perdiendo el control. Me sacudes de los hombros con fuerza y me haces levantarme. Me arrojas contra el piano nuevamente. Te deseo- escucho entre tu respiración entrecortada.

He gritado demasiado alto en cuanto me penetraste. Más, más, no puedo pensar en algo diferente. La magnánima sensación de tenernos el uno al otro así es lo único que cabe en nuestras mentes.

Me empujas más rápido, y yo te empujo mas hacia mi cuerpo. Siento como mis piernas se van aflojando.

Estoy perdiendo mis fuerzas y me abandono al placer. Aferro mis manos a tus hombros. Ya no puedo resistirme más a este supremo gozo.

Estoy a pocos segundos de tener un orgasmo. Tú también lo sabes. Me aprietas los pezones, me penetras con mas fuerza, quieres ser testigo del placer que experimento.

Me miras gesticular, convulsionarme, gemir, escuchas como mis gemidos se van haciendo mas y mas intensos, siento que mi cuerpo explota. Me escapo de mi misma, estoy teniendo un orgasmo exquisito.

Mientras sigues empujando con todas tus fuerzas observas mi rostro, mis movimientos, sabes que me has hecho delirar de placer.

Ahora mi cuerpo se pone flojo un momento y se comienza a tensar de nuevo.

Mis senos, antes tan hinchados y firmes están suaves de nuevo. Los tocas y aprietas con cautela.

Me siento arder de nuevo. Ahora eres tu quien está a punto de tener un orgasmo.

Me empiezas a empujar con todas tus fuerzas, tus manos me aprietan como si fueras a caerte, no dejas de empujar y tus gemidos se van haciendo más intensos, tu cuerpo se mueve tan rápido contra el mío. Y ya está.

Te deshaces en un gemido largo y profundo acompañado de un desvanecimiento.

Tu fantasía está cumplida. Me has tomado sobre el piano de la casa. Vaya que lo hiciste.