La irlandesa
La calma de la tarde se rompía con los mugidos de la hacienda bovina, que según los dichos del campo eran producidos para saludar al sol, realmente había descansado en la siesta y sentados frente al jardín, utilizando ventiladores como espanta mosquitos, nos permitían contemplar los colores rojos del atardecer dentro de los árboles del parque, poco a poco las sombras formaban la noche y ya las primeras estrellas se anunciaban en el cielo.
Los dos estábamos solos, la peonada en sus dormitorios bastante lejos no se escuchaban, pero pronto el murmullo en el comedor para la cena se escucharía, era la rutina y así se cumplió, sonreí, Ernesto estaba callado su cuerpo atlético, sus ojos celestes, esa finura en sus rasgos, eran de nuestra cultura irlandesa, sus veinticuatro años aniñados no correspondían a la experiencia de vida, que según mi prima el tiene, es mi hermano, sentí por él la misma atracción que tuve con ese peón hace dos años, que me llevó a entregarme en el puesto de la entrada oeste, un día como hoy donde recorriendo los alambrados al borde del arroyo, descubrí la fuerza de un hombre diferente completamente en lo físico y gestos, pero mis flujos corrían por los labios de mi vagina, estaba deseosa, en esa oportunidad tuve que bajar en el puesto, como llevaba las llaves, me fue fácil que el bajara, su primitiva actitud de macho alzado, ante mi insinuación fue suficiente , tanto vigor dejó marca en mis gustos y como cumplió, dos por tres nos damos una revolcada el peón siempre está listo, pero ¿Ernesto?
Yo estaba decidida a que esta vez, no se me escapara, nuestros padres estaban en la Capital, mis 21 años y las ganas en esta calentura de poseerlo eran una realidad.
Le pregunté si antes de cenar se bañaría su negativa me desilusionó, mi intención era meterme con él, tomamos un whisky, costumbre inculcada por nuestros padres, el plato grande como siempre traía la entrada junto con el plato principal, verduras con carne, le pregunté por su novia, a lo cual me respondió que no la había llamado, que lo haría después de cenar, mi virginidad como buena católica todos en mi familia consideraba que la conservaba, pero ese amigo de mi tía que me hizo debutar a los dieciséis la había hecho historia y creo que se lo agradezco puesto que desde ese entonces uso espermicidas y he gozado varias veces.
El diálogo con su novia es de lo más tonto, siempre le dice que cuando se case, la va hacer feliz , como van a gozar etc. , una vez que termino, entendí que mi prima mentía, aparte de las ganas me surgió un interrogante que creo fue la solución al momento.
¿ Eres virgen?
Su sonrojada cara, le bajo al cuello, no hacia falta que lo dijera, tenia vergüenza de contar y asentir, pero lo hizo.
¿Cómo crees hacer feliz a una mujer si no sabes amarla?
No lo deje contestar, puse música, vimos algo de noticias, la cadena entró a funcionar, me pare tome sus dorsales y lo empecé a acariciar haciéndole masajes, pero con más de caricias, le saque la camisa y le puse aceite, cosa que en otras oportunidades siempre me agradecía con un beso en la mejilla espere el mismo, me corrí un poco quedando mis labios de mujer a su disposición insinuantes, como puerta de entrada a cualquier cosa, su beso fue en mis labios dejando su toque de dudas y ganas.
Se fue a duchar, costumbre de todos de dejar abierta sin llave la puerta por ser de madera sin vidrios, al sentir el agua correr, entre y cerré con llave me desnude y sonriendo le pedí que me masajeara, lleve su mano a mis partes íntimas, puso sus dedos, sus caricias ya tomaban formas, el juego de tocarse suavemente me excita a pleno y creo que a cualquiera, lo aprendí de otras situaciones, nos duchamos jugando con todo nuestro cuerpo, abrazados, teniéndole sus manos en mis senos él los agarraba y acariciaba, sus deseos estaban en esos dedos, me dio un beso de amantes que pedía seguir y seguimos.
Nos secamos con los toallones blancos, me puse el liquido de costumbre que a la par lubrica, me arrodille y tome su falo enorme, virgen, erecto una divinidad, una hermosura mamarlo , mi lengua lo recorría hasta succionarlo, su esperma broto, no dejándome otra cosa que hacer que tragarlo para recibir más, la satisfacción en sus brazos tomándome la cabeza y pequeños gemidos, me decían que estaba cerca de que me gozara dentro mío, dejando los toallones en el piso, me envolví en otro y lo lleve a mi cama, me abrí bien de piernas ya su pene estaba a pleno, le enseñe que se tapara la punta con su misma piel para que no se lastimara con algún vello, ya depositada la cabeza en los labios, entro como con miedo, siguió entrando, me empecé acompasar y tomó el ritmo, como si toda la vida lo hubiese hecho, un entre y saca, hermoso, suave y firme, lleno mi raja de leche, haciendo que lo abrazara con mis piernas para gozar a pleno mi hermano.
Me beso como amante y le salió su parecer de alegría, !Que hermoso polvo!, nos acostamos juntos, cuando los mugidos de los animales, saludaban al sol en la mañana , su miembro dentro de mis cachas hizo que levantara un poco la pierna y repitiéramos el juego en otra pose, por supuesta nueva para él, no para mí .
Ahora tenia otro amante, mi primer desvirgamiento, me alegra que pueda enseñarle a gozar y a mi me encanta ser su maestra..