Desvirgamiento anal

Después de mi última experiencia las semanas fueron pasando mientras me sumía en la acostumbrada rutina de la oficina realizando las labores de cualquier secretaria: recibir documentos, turnar, archivar, contestar oficios, cartas, y atender a las personas que por alguna razón solicitaban hablar con mi jefe.

Solo un molesto incidente interrumpió la normalidad de los días:

Mi jefe me mandó llamar para dictarme algunas instrucciones para los encargados de las secciones que operaban en todo el estado. Luego de haber anotado los datos generales me disponía a salir de su oficina para redactar los comunicados, pero el subdelegado me pidió que esperara ya que deseaba conversar conmigo. Cerro la puerta del privado y se sentó en una banca muy cerca de mí y comenzó a decirme infinidad de galanterías y jurar que siempre había estado enamorado. Le escuchaba en silencio, un poco asombrada ya que cuando el Delegado me pidió que apoyara a su amigo mi única condición era que bajo ninguna circunstancia permitiría ningún acoso por parte de él, ya que era famoso por aprovechar su puesto para someter a las trabajadoras que le interesaban.

Mientras seguía su perorata de insinuaciones amorosas y ante mi negativa para aceptarlas me tomo fuertemente por el brazo y trato de besarme. Cuando casi conseguía rozar mis labios me levante tan violentamente que lo arrastré conmigo provocando que me lastimara, amenazándolo con el puño le ordene que me soltara y ante la firmeza de mi actitud me libero. Salí disparada a buscar al Delegado que me recibió de inmediato. En silencio escucho la serie de improperios que lance contra su protegido. Cuando considero que me había desahogado suplico que me tranquilizara diciendo que él resolvería a mi entera satisfacción este problema. Y salió de la oficina. Media hora después regresó diciéndome que el licenciado quería disculparse y que por su parte esperaba mi comprensión ante un hombre que en verdad parecía enamorado de mí y que por supuesto esta situación jamás volvería a repetirse.

En efecto aquel hombre que había sido tan violento conmigo un rato antes, ahora parecía un manso corderito y frente del Delegado suplicó que perdonara su actitud jurando una y otra vez que esto no volvería a suceder y que haría lo imposible para borrar la mala impresión y me rogó que continuara trabajando para él.

Más por consideración al delegado, que por creer lo que prometía el sujeto, pero sobre todo sabedora de que después de la terrible reprimenda que le habían propinado acepte sus disculpas y continué como su secretaria.

Días después y con motivo del aniversario de la institución el señor Delegado me entrego personalmente la invitación a la recepción con la que año con año se celebraba el acontecimiento diciéndome que si yo estaba de acuerdo mi lugar estaría en la mesa principal con él por lo que me pedía que acudiera sin pareja. Aunque en principio me pareció un poco alocada su idea pues la mesa de honor sería ocupada solo por funcionarios de primer nivel. Pero luego consideré que no era tan mala idea ya que de cualquier forma iba a ir sola y contaba nada mas con unirme a las compañeras en la misma situación esperando que no faltarían parejas para bailar que era lo que más disfrutaba de las fiestas. Decidí no comentar a mis amigas nada y hacerme la aparecida en la mesa de honor. De cualquier forma no faltarían las habladurías acostumbradas en el medio gubernamental, sobre todo cuando se trataba de jefes y secretarias.

El día esperado llegó y a todas las mujeres se nos permitió salir temprano de la oficina para que nos preparáramos para la velada. Llegue directamente a la estética para que me peinaran y maquillaran. Como toda chica en esas ocasiones había comprado con bastante anticipación mi vestido que era un mini de tela ajustable color negro con algunas aplicaciones de brillante pedrería de fantasía. Tenía además una coqueta abertura lateral con la que al moverme dejaba ver buena parte del muslo; La espalda estaba casi descubierta hasta la cintura ya que la parte frontal se sostenía con tirantes sujetos al cuello y el escote frontal permitía ver buena parte de los senos. Debajo solo llevaba una pequeña tanga negra de encaje y medias de malla de red de igual color. Una chalina oscura para cubrir un poco la espalda y los hombros, zapatillas plateadas de tacón alto y cartera del mismo color completaban mi atuendo. Mi delgada silueta se estilizó aún más con el color negro y lo cortísimo de la falda. El largo tacón de las zapatillas me ayudó a ganar unos centímetros para disimular mi reducida estatura.

Llegué temprano al salón acompañada de un joven matrimonio de compañeros que vivían cerca de mi casa y que amablemente se ofrecieron para llevarme. Estaban dispuestos a traerme de regreso al final de la fiesta aunque ambos bromearon en el camino diciendo que lucía tan sensacional esa noche que no faltaría quien se ofreciera a hacerlo. Por si las dudas acepté su ofrecimiento aunque estaba segura que el Delegado seria quien me llevaría a casa y hasta mucho después de terminada la fiesta.

Tan pronto como entregamos nuestras contraseñas a la encantadora recepcionista nos indicó la ubicación de las mesas que nos correspondían. La principal estaba al borde de la pista principal de baile, y al lado contrario y en tercera fila la de la pareja de amigos. Cosa que agradecí pues me sentía un poco apenada por ser «invitada de honor». El Delegado me recibió muy nervioso, aunque no por eso dejo de comentar lo espectacular que lucía. El motivo de su preocupación era que a última hora su esposa había decidido acompañarlo y él se encontraba muy contrariado, pero sobretodo más que apenado conmigo. Lo tranquilice diciendo que comprendía perfectamente la situación y que podría acomodarme sin dificultad con los compañeros de cualquier otra mesa. Negando con un exagerado movimiento de su cabeza me dijo que había hecho arreglos para reservarme un lugar en la mesa de los funcionarios de la delegación: subdelegados y jefes de departamento y que estaba a solo unos cuantos pasos y a donde me condujo de inmediato.

Di las buenas noches a todos. Algunos eran viejos y muy queridos conocidos y se alegraron mucho de compartir la mesa conmigo, más de uno mirándome las piernas y el escote comento lo bella que lucía, ante las miradas celosas de sus parejas. Para mi fortuna la secretaria del Delegado llegó acompañada de sus dos hijos que eran muy jóvenes y apuestos. Cuando me los presento ambos me dedicaron una significativa mirada y luego mientras platicaba animadamente con mi compañera escuche como discutían para ver quien ocupaba el lugar al lado mío, ya que su madre había ocupado el otro costado.

Me sentí bastante aliviada por que no estaría sin pareja durante la velada.

Más tarde también llegó mi jefe directo acompañado por su esposa. Cuando pasó a saludarnos me di cuenta que miraba con odio a los dos jóvenes, sobre todo al que estaba más cerca de mí pensando que era mi acompañante. Esta situación a mí me divertía en extremo.

La fiesta dio inicio con el arribo de las altas autoridades del organismo a nivel nacional. Nuestro director general comprensivamente dio un breve discurso e inmediatamente después de este se sirvió la cena mientras una excelente orquesta comenzó a tocar amenizando la velada.

Después de cenar el Delegado fue por mí para presentarme a los convidados de la mesa de honor aprovechando la ausencia de su esposa que estaría seguramente en el «tocador». En eso algunas parejas se animaron a bailar, situación que el Delegado aprovecho para comentar a directores, coordinadores y demás altos jefes lo excelente bailarina que era. Y no faltó quien de inmediato me invitó a la pista de baile sin preocuparle la mirada celosa de su pareja. Uno a uno se fueron turnando para bailar conmigo. Todos se deshacían en halagos hacia mí alabando mi belleza y mi manera de bailar. Más tarde al calor de las copas fueron haciéndose cada vez más atrevidos. Aprovechaban el baile para pegárseme más de la cuenta a mí, rozar descuidadamente mis pechos o de plano bajar las manos para acariciar mas allá de las caderas. Yo me esforzaba un tanto divertida para mantenerlos bajo control tratando de ser lo menos grosera posible, acostumbrada a provocar este tipo de reacciones en los «caballeros». Mi actitud solo consiguió alentarlos y varios de ellos me hicieron descaradas propuestas amorosas cuando no de plano directamente sexuales. Jugando los rechazaba de la manera más natural bromeando con delatarlos ante sus esposas que a lo lejos observaban mas que molestas.

Más tarde la orquesta tomo un respiro y aproveche para descansar un poco y me dirigí a mi mesa escurriéndomeles a mis admiradores y ante la alegría de los hijos de mi amiga que me reclamaron por no haberles dedicado una sola pieza. En eso la orquesta dejó de tocar y las luces se apagaron para dar paso a un show cómico-musical. Entonces un tanto al amparo de la oscuridad pues su esposa se encontraba disfrutando el espectáculo, el Delegado fue de nuevo hasta la mesa y me dijo que necesitaba hablarme a solas me levante para seguirlo ante la desilusión de mis acompañantes; caminamos hasta un pasillo donde las risas que provocaba el espectáculo se escuchaban algo lejanas y entonces con voz grave me dijo lo siguiente:

-Tengo un enojoso problema mi niña. Varios de los directivos están muy molestos porque no han podido convencerte para que aceptes estar más íntimamente con ellos. Me lo han comentado. Tú lo sabes mejor que nadie pues toda la noche han estado sobre ti. En verdad que los tienes excitadísimos y me va a ser muy difícil mantenerlos a raya, no sé qué hacer-.

Yo no comprendía exactamente a qué se refería con «mantenerlos a raya» y lo solo miraba interrogante, ante mi silencio continuó:

-Estas gentes están acostumbradas a «tirarse» a cualquier empleada que se les antoja y desde luego si no te consiguen ahora van a estar insistiendo más adelante para lograrlo. Tengo dos opciones. O te saco de aquí inmediatamente y busco la manera de capotearlos de aquí en adelante-.

-¿O?-, pregunté interrumpiendo y sin dejar de mirarlo.

Se quedó callado sin encontrar las palabras adecuadas. Mirándolo fijamente a los ojos y adivinando sus intenciones le pregunté:

-¿Qué es exactamente lo que desea que haga? Dígamelo sin apenarse yo haré lo que este en mis manos-

Hablo rápido como evitando que pudiera interrumpirlo y desviando la mirada.

-O te los coges de una vez y salvamos el día. Tu ganas porque van a tener que pagarte muy bien y menciono una enorme cantidad. Y yo porque con esto quedan comprometidos para apoyarme-.

Lo miraba un tanto asombrada por la propuesta, pero más bien desilusionada de su actitud. Las palabras «te los coges» no lograba quitármelas del pensamiento.

Mientras él seguía hablando.

-Desde luego si no estas dispuesta no hay más que decir, ahora mismo te mando a tu casa y me encargo de disuadirlos para que hasta aquí llegue esto, ya sabes que yo me las gasto para la grilla y por lo demás ya me acostumbre a batallar todos los días con los directivos, que se creen los non plus ultra del organismo-

Terminó mirándome ahora si fijamente a los ojos esperando mi respuesta. Con voz muy apagada le dije:

-¿Cómo seria?, Quiero decir todos vienen acompañados, ni modo que sus esposas les digan «no hay problema» váyanse al hotel y aquí los esperamos. O mejor aun que la más liberal resignada acepté diciendo: «ah, si llévate a la güerita para la casa, invitas a tus amigotes y mientras hacen el amor les preparó una botanita»-.

El Delegado no se aguanto la risa y mi comentario terminó con la tensión que estaba soportando, más relajado me explico:

-No claro, por supuesto que no. Es más sus esposas no deben enterarse. Todo se haría aquí lo más discretamente posible. Aprovecharíamos el show que va a durar dos horas o hasta un poco más. Allá al fondo hay una oficina muy limpia y apropiada para esto, ya fui a verla, tiene un sillón bastante confortable y además baño privado, es perfecta. El vigilante con una buena propina por supuesto, no tiene inconveniente en que se utilice-.

Yo seguía escuchándolo sin perder detalle. Ya completamente relajado y confiado en que yo aceptaría siguió explicando:

-Los iría mandando uno por uno y estarían unos minutos contigo, pues de otra forma sus mujeres sospecharían de su ausencia por lo que no pueden ocupar mucho tiempo. Tú los vas atendiendo y cuando termines te mando a tu casa a descansar prácticamente cuando termine el show. ¿Qué te parece?-. Pregunto.

-¿Cuántos serían?-.

-Cuatro o cinco-. Respondió muy serio y poniéndose nervioso de nuevo..

Cuatro o cinco pensé y abrí los ojos asombrada, sin pensarlo conteste:

-De acuerdo, pero necesito 20 minutos después de cada uno para poder asearme y quiero que me garantice que voy a estar segura. En sus cinco sentidos son peligrosos, ya tomados como seguramente estarán ahora no quiero ni pensar en lo pueda pasar-.

-Por supuesto mi chofer se quedara en la puerta haciendo guardia fuera de la oficina y ante cualquier problema de inmediato correrá a auxiliarte sin importar de quien se trate y damos por terminado esto-.

Sin darme tiempo a decir nada mas me tomo del brazo y me arrastró tras él. Caminamos por el pasillo hasta encontrar la oficina donde un hombre vestido como agente de seguridad nos esperaba. Cuando nos vio disimuladamente hecho una mirada a mis piernas. Abrió la puerta de la oficina, encendió las luces y le entrego la llave al Delegado y echándome un ultimo vistazo salió apresurado. Sin perder el tiempo el Delegado me dijo que me preparara sugiriendo que mejor me quitara el vestido para que no se maltratara y salió rápidamente echando llave por fuera.

Como hipnotizada seguí sus instrucciones pensando más bien que lo que quería era ahorrarles el tiempo a sus «amigos». Desabroche los tirantes del vestido y con la mayor precaución lo saque por debajo de mis piernas y cuando iba a colocarlo en el respaldo del sillón considere que como ese iba a ser el escenario de la batalla era mejor dejarlo sobre el escritorio.

Semidesnuda pensé si debía quitarme las medias de una vez pero como se sentía un poco de fresco preferí no hacerlo y me coloque también la chalina. Verifique las instalaciones del sanitario para asegurarme que todo funcionara y descubrí con satisfacción que incluso tenia regadera con agua caliente. Luego un tanto nerviosa me arrellane en el sillón y cruzando la pierna me dispuse a esperar.

Mientras lo hacía tuve de tiempo para reflexionar un poco sobre lo que estaba haciendo; me parecía increíble estar actuando como si fuera una profesional, una puta verdadera. Eso era en lo que me había convertido concluí y esta noche a la espera de varios hombres para que me hicieran el amor era otra prueba irrefutable de ello. ¿Qué me había llevado a esto?.

Nada tenia que ver con sentirme obligada hacia el Delegado, a fin de cuentas podía mandarlo al demonio si quisiera, pues ya me había demostrado lo suficiente que para él yo era tan solo un «buen pedazo de carne» para ofrecer a quien le conviniera y obtener favores y privilegios.

Tampoco era por el dinero, después de todo aunque no rica provenía de una familia acomodada. Además de contar con su apoyo económico sabía trabajar y siempre había sido hábil haciendo negocios. Mi cuenta de banco tenia un saldo respetable.

Además prácticamente sin obligaciones no me era indispensable ganar millonadas para vivir holgadamente. Acaso la enorme suma que iban a pagarme me ponía en situación de prostituta de categoría lo que no dejaba de ser bastante excitante para mí. Ni siquiera podía decir que los tipos fueran interesantes en realidad, no es que fueran desagradables pero tampoco eran ningunos galanes y la mayoría eran mas bien viejos y regordetes, aunque eso si provenían seguramente de buenas familias, pues en este país poca es la gente de clase baja que puede aspirar a ocupar altos puestos.

Entonces me di cuenta que la única respuesta era que simplemente me gustaba el sexo, sobre todo en una situación que presentaba ciertos peligros. Estaba consciente de que mi apariencia no era la única responsable de la situación, pues era coqueta por naturaleza y definitivamente en esta ocasión había puesto todo de mi parte para desencadenar las cosas. La simple idea de ser deseada por varios hombres que en su desesperación por hacerme suya se arriesgaban a ser descubiertos por sus esposas y que por ello cada uno aprovecharía al máximo los minutos que pudiera estar junto a mí para saciarse me prendía totalmente.

Con estos pensamientos me excite tanto que comencé a sobarme con la punta de los dedos el pubis por encima de la tanga y termine por acariciarme el clítoris y los labios vaginales. Pero antes de que me perdiera en este solitario gozo escuche los ruidos de la cerradura y aparte rápidamente la mano de mi intimidad. La puerta se abrió y uno de los directivos que no reconocí de inmediato entro custodiado por el chofer que al descubrirme en paños menores abrió desmesuradamente los ojos, dio media vuelta y salió apresurado cerrando tras de sí.

Ni siquiera recuerdo director de que era el hombre pero al verlo mas de cerca lo ubique como uno de los que más había insistido en sus proposiciones. Pasaría de los 50 años aunque apenas unas cuantas canas poblaban sus sienes. De inmediato se quitó el saco, la corbata y los pantalones evidenciando que no estaba dispuesto a perder el tiempo y obviamente animado por la visión de haberme encontrado semidesnuda y lista para la acción. Permanecí callada observándolo mientras en un acto reflejo apretaba las piernas y subía mis brazos a la altura del pecho como intentando ocultar de su vista mis partes intimas.

Se paró frente a mí y mientras luchaba por quitarse la camisa me hizo una seña para que me levantara del sillón. Me acerque y le ayude a sacarse la camisa. Entonces él me beso en la boca. Sabía a tabaco y alcohol. Un tanto nervioso me abrazo con suavidad y como yo le correspondía besándolo intensamente fue tomando confianza. Tallando su vientre contra mi cuerpo comenzó a sobarme las nalgas, la cadera y la espalda. Luego me sujetó por los hombros haciendo que me hincara. Mi cara quedó frente a su masculinidad que ya estaba amenazando con reventarle el calzón. Tomo mi cabeza entre sus manos y la acercó más hacia su vientre. Entendí lo que deseaba; lentamente le baje la prenda hasta los muslos.

Su pene era de un tamaño regular y bastante más oscuro que el resto de su piel, que era muy blanca. Tomándolo con una de mis manos comencé a lamérselo. Mi otra mano la lleve hasta mi concha para continuar masajeando mi clítoris y vagina. Luego me puse a chupar y él gemía al ritmo de la mamada cada vez que yo metía o sacaba su pene de mi boca. Para provocarle más placer lo deslizaba hasta el fondo de mi garganta y conforme lo iba retirando con mi mano se lo iba presionándolo más fuerte con los labios para terminar deteniendo el glande entre mis dientes impidiendo que se saliera de mi boca y luego volver a tragarlo mirándole de vez en cuando a los ojos. Cuando su expresión delataba que estaba a punto de reventar lo sacaba y me ponía a darle mordiditas alrededor evitando que se viniera.

El aumento en la intensidad de sus gemidos demostraba el inmenso placer que estaba disfrutando. Por mi parte saboreaba su pene como si fuera el mejor de los platillos mientras aprovechaba para pajearme intensamente gozando por igual.

En uno de esos momentos en que truncaba su orgasmo, desesperado me levanto jalándome por los pelos. Me dio la vuelta mientras me hacia inclinar hacia el sillón pero para mi sorpresa no me dejo avanzar hacia el cómo yo pretendía y manteniéndome sostenida por la cintura con la otra mano bajo mi tanga que cayó hasta las rodillas. Luego comenzó a masajear mi pubis sorprendido por el hecho de que lo tuviera completamente depilado.

Yo sentía como intentaba penetrarme la vagina por detrás, pero a pesar de las altas zapatillas no alcanzaba a quedar a la altura necesaria para que pudiera hacerlo y su pene resbalaba a cada intento aumentando su desesperación. Le pedí que me permitiera apoyarme en el borde del asiento del sillón y entrelazados nos acercamos lo suficiente.

Cuando me apoyé mi culo se levanto un poco más y al fin tras un par de intentos fallidos logro empalarme. Bombeaba tan apuradamente que a cada empujón de su pene me levantaba todavía más haciendo que me parara sobre la punta de los pies y provocando que suspirara ruidosamente. Cada movimiento de su miembro rozaba por completo las paredes de mi vagina provocándome un inmenso placer y yo gemía tratando de apretarlo más e incrementando el placer de ambos. Era obvio que él disfrutaba enormemente ya que entre gruñidos y gemidos repetía una y otra vez con voz entrecortada lo buena que estaba y lo bien que lo apretaba. Para mi desilusión termino corriéndose muy rápido y cuando acabo de vaciarse respiro aliviado y de inmediato terminó el coito sin permitirme llegar al orgasmo.

Liberada me deje caer sobre el sillón aun sofocada por la excitación. Él desapareció tras la puerta del baño mientras arrastraba su ropa por el piso. Unos minutos después salió vestido y acercándose me dijo lo increíble que había estado y que esperaba poder repetir la ocasión con más tiempo y en mejores circunstancias. Toco la puerta y cuando esta se abrió salió apresuradamente mientras terminaba de ajustarse la corbata.

Me sentí muy mal por haber sido tratada como un simple objeto. El hombre me uso y satisfecho se fue sin preocuparse en lo absoluto por mí. Acaso creía que una podía quedarse tan tranquila ardiendo de deseo. Pero la verdad es que más que la decepción del deseo truncado, me sentía disgustada pensando que esto probablemente se repetiría varias veces durante la noche.

En estas elucubraciones recordé que en cualquier momento llegaría otro más y como si un resorte me impulsara salte del sillón y me dirigí hacia el baño para ducharme rápidamente.

Fresca y más relajada volví a ponerme la tanga, las medias y las zapatillas y mientras me perfumaba un poco me senté a esperar nuevamente.

Cuando la puerta abrió y pasó un nuevo visitante alcance a ver la lujuriosa mirada del chofer mientras cerraba lentamente sin preocuparse lo más mínimo de que lo hubiera descubierto.

La segunda experiencia de la noche fue tan insípida que no deseo entrar en detalles solamente diré que el hombre en cuestión inmediatamente después de entrar a la habitación me ordenó que me desnudara totalmente y que me acostara en el sillón. Se bajó los pantalones y los boxers y con ellos en los tobillos, sin decir una sola palabra, sin acariciarme ni nada se montó sobre mí. Me penetro de un solo empujón y menos de cinco minutos después se vino haciendo unos ridículos pujiditos. Se levantó, se subió los pantalones y se largo.

Más que desconsolada volví a ducharme maldiciendo la estupidez de haber aceptado todo esto. Dude mucho para decidir si debía vestirme considerando que estos tipos en verdad estaban apurados por terminar lo antes posible y regresar al lado de sus ingenuas esposas.

Pero a fin de cuentas se me ocurrió que el quitarme la escasa vestimenta alargaba un poco el momento y de cualquier como modo la noche enfriaba cada vez mas, me puse la tanga y las medias otra vez.

No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera y mientras entraba el siguiente «amante» note como el chofer tardaba de nuevo en cerrar la puerta.

Cuando al fin cerró puse mi atención en el recién llegado descubriendo al único que durante el baile había sido respetuoso y muy agradable, por lo que en verdad me sorprendió que estuviera incluido en aquel libidinoso grupo. Se sentó a mi lado y me dijo que se sentía apenado por lo que pensaría de él, que aprovechaba esta situación para estar conmigo. Sonriendo le dije que en todo caso la mas apenada debía ser yo por encontrarme aquí. Me devolvió la sonrisa comprendiendo el significado de mis palabras, pero no por eso dejó de ser amable conmigo. A pesar de que su físico no se diferenciaba en mucho al de los otros tengo que aceptar que con el pase un rato muy agradable tanto por la virilidad que demostró como por lo atento que fue.

Roto el hielo comenzamos por acariciarnos mutuamente primero con cierta timidez y después al calor del cachondeo todo se hizo más intenso.

Tumbados en el amplio sillón uno al lado del otro, de las caricias pasamos a los besos sorprendiéndome por el hecho de que lo hiciera después de la mamada que le había propinado a su compañero. Aunque caí en la cuenta de que seguramente él no estaba enterado de los detalles de mis anteriores encuentros o acaso no le preocupaba por el hecho de que saber que después de cada «round» yo había pedido tiempo para asearme. Su pasión me prendió de una forma increíble al grado que ahora era yo la que solo pensaba en realizar el coito cuanto antes y le susurraba al oído las ganas que tenia de hacerlo ya. Dándose cuenta del efecto que me producía se tomaba su tiempo haciéndome disfrutar al máximo cada caricia y disfrutando también las que en correspondencia le otorgaba complacida.

Con gran delicadeza me quitó completamente la tanga mientras recorría mis piernas acariciando poco a poco mientras comentaba lo hermosas que eran. Cuando las saco por mis pies tomo delicadamente uno de ellos y entre masajes beso y chupo las puntas de mis dedos provocando que mi columna se electrizara y sintiera un extraño deleite a la altura del vientre. Luego fue recorriendo con sus besos ambas piernas y al llegar a las rodillas se detuvo a mordisquearlas con extremada suavidad para seguir hasta mis muslos que saboreaba lentamente poniéndome a mil por hora. Cuando llegó a mis caderas y para mi sorpresa metió su cara entre mis piernas y comenzó a propinarme mordiditas en el pubis y después fue besando y acariciando con su lengua mi clítoris. Me revolcaba loca de placer pues al mismo tiempo sus manos masajeaban firmemente mis senos y podía ver sobresalir entre sus dedos mis pezones exageradamente erectos. Cuando paso del clítoris a la vagina su lengua la abría y acariciaba maravillosamente. En el paroxismo del deseo metí mi mano hasta tocarme el clítoris y comencé a frotarlo intensamente rompiendo con mis desesperados gemidos el silencio que hasta entonces reinaba en la habitación.

Un instante después levantando un poco su cabeza y me pregunto si aún deseaba ser penetrada. Mordiéndome los labios le suplique que lo hiciera y suavemente se deslizó para quedar sobre mí y poco a poco fue metiendo su pene entre los labios de mi vagina. A cada centímetro yo prácticamente rugía de placer y cuando sentí sus bolas rozándome comencé a mover el vientre rítmicamente apoyando firmemente las nalgas en el sillón e impulsándome con las caderas mientras apretaba mis paredes vaginales contra su miembro. Él jalaba aire con dificultad pero se mantenía firme para evitar que mis movimientos cada vez más violentos dejaran escapar el precioso instrumento. Me vine disfrutando olas de placer que iniciaban en mi vagina iban recorriendo mi interior al tiempo que una especie de corriente eléctrica erizaba nuevamente mi espalda terminando en la nuca, mientras jadeando le decía lo mucho que me hacía disfrutar. Cuando al fin deje de mover mis caderas me quede quieta mientras por un largo rato aun mi vagina seguía apretándose y relajándose alrededor de su miembro. Para nueva sorpresa mía acercó su boca a mi oído preguntando si estaba satisfecha. Automáticamente le respondí que no, que quería más. Era increíble que lo preguntara pues yo estaba segura que él aún no había tenido su orgasmo. Me pidió que lo dejara recuperar las fuerzas y comenzó poco a poco a sacar y meter su verga en mi vagina reanudando la sensación de exquisito placer y mientras aumentaba la velocidad yo comencé a pujar nuevamente. Entonces sentí como resbalaba una gran cantidad de líquido proveniente de mi agujero y comprendí que el también se había venido anteriormente quizás simultáneamente conmigo sin que yo lo hubiera notado. Tanto así me había perdido disfrutando mi propio orgasmo.

Si bien pudo continuar haciéndome el amor sin que su miembro perdiera rigidez, para satisfacción mía le costó bastante trabajo conseguir el siguiente orgasmo. Su cogida se alargo y mis placeres con ella hasta que volví a encenderme al máximo y a mover mis caderas coordinando maravillosamente los movimientos de mi pelvis con los suyos.

Tuve otro delicioso y largo orgasmo mientras acosada por la pasión rodee con mis piernas sus caderas permitiendo que la penetración fuera más profunda, esto lo prendió aún más y desesperado aumentó la rapidez de su cogida. Como yo apretaba con demasiada fuerza las piernas aprisionándolo contra mí de plano se desespero y tomándome por los tobillos se zafo de mi abrazo y levanto mis piernas hasta pasarlas por encima de sus hombros. Yo le deje hacer y en esta posición tuvo oportunidad de moverse a placer hasta que volvimos a venirnos casi simultáneamente mientras los dos jadeábamos sin cesar.

Agotado se fue recostando sobre mí procurando no echarme todo su peso encima y permaneció así hasta que su miembro se desinfló completamente y salió de mi cueva.

Luego entre apasionados besos terminó recostándose a mi lado mientras me decía que hacía mucho tiempo no conseguía tener dos orgasmos seguidos ya que evidentemente el tiempo no pasaba en balde, concluyendo que ante una belleza con tanta fogosidad hasta el hombre mas frió lo hubiera logrado y seguramente uno más joven seguiría haciéndome el amor en vez de charlar. Me reí mucho por lo que decía y para que no pensara que me estaba burlando lo bese con la misma pasión. Entre besos y abrazados fuertemente quedamos tumbados descansando.

Minutos después un tanto recuperado se levantó y acariciando tiernamente mi mejilla me dijo que deseaba que esa noche nunca terminara y me hizo jurarle que más adelante volveríamos a vernos y que sin intención de ofenderme estaba dispuesto a pagar lo que yo le pidiera pues de sobra comprendía que una niña tan hermosa no andaría con un viejo horrible como él por otra razón. Solamente asentí con la cabeza mientras le dedicaba una coqueta mirada y pensaba que un hombre tan especial y tierno no necesitaba de ser guapo o adinerado para que yo lo deseara. Reflexiones que desde luego no le dije.

Nos metimos juntos a la ducha pero él estaba en verdad tan agotado o tal vez tan apurado que no intento nada mas y solo accedió a enjabonarme cuando jugando estuve salpicándole los ojos con la espuma del jabón. Al terminar completamente desnuda y empapada lo ayude a secarse y a vestirse como si se tratara de un pequeño. Asombrado me beso con mucha ternura intentando secarme él a su vez, pero yo lo apuré a retirarse realmente preocupada por él ya que habíamos tomado demasiado tiempo para nuestra «entrevista», mientras se despedía me recordó la promesa que le había hecho y al fin se marchó.

Mientras me secaba después de la tercera ducha de la noche, percibí una silueta por la ventana de la oficina. Me acerque mientras apretaba la toalla contra mi cuerpo pero no había nadie, si bien me di cuenta que la cortina que la cubría era tan delgada que dejaba ver a través de ella pues pude ver claramente el pasillo con la luz que despedía la oficina. Me pregunte si por el otro lado se veía tan bien hacia el interior.

Todavía suspirando volví a «vestirme» y al darme cuenta que la tanga seguía un poquito húmeda pues había tenido que lavarla muy bien para quitarle el olor y las huellas de mis placeres. Afortunadamente la tela era tan delgada que exprimiéndola nuevamente con la toalla casi se secó por completo. Me la puse de nuevo y sin dejar de voltear de cuando en cuando hacia la ventana, volví a prepararme para recibir al siguiente «invitado». A pesar del mirón mi disgusto y desilusión se habían esfumado por completo.

Los minutos fueron pasando sin que nada sucediera, había transcurrido mas de media hora desde que el ultimo hombre se retiro.

¿Quizás había sido todo? Pensé recordando mi ultima experiencia.

Pero sin sospechar lo que me esperaba no fue así y a poco se abrió nuevamente la puerta de la oficina aunque esta vez me tape con la toalla recordando al curioso chofer y luego divertida se me ocurrió que seguramente era él quien aprovechaba la ventana para verme no solo sin ropa sino disfrutando el espectáculo completo en primera fila.

La puerta se cerró esta vez rápidamente y frente a mí estaba uno de los directores que me había estado estrujando alevosamente durante el baile. Era un tipo enorme y de aspecto un tanto siniestro.

Viéndome a su merced socarronamente dijo:

-¿Que paso muñeca no que no? Ya ves que si se me hizo, pero déjame verte-. Y acto seguido me quito la toalla y con una mirada que me provocó escalofríos continuo:

-Mira nada mas todo lo que me voy a comer, mamacita si estás hecha un cuero. Lastima que se me hayan adelantado esos cabrones pero ni modo la suerte es la suerte-.

Mirándome a placer comenzó a desnudarse, cuando se quito la trusa dejo al descubierto un pene de gran tamaño que amenazadoramente comenzaba a endurecerse. Habló nuevamente:

-Vente para aquí mi reina te voy a enseñar que los demás cabrones son unos pendejos.-

Y dicho esto comenzó a manosearme bruscamente con sus enormes manos concentrándose en mis nalgas que apretaba y pellizcaba dolorosamente y también en mis senos que abarcados íntegramente por sus manazas apachurraba sin misericordia. Su aliento apestaba a puro alcohol y tontamente me figure que pasado un rato y al calor del sexo perdería muy pronto la energía pues era mucho mayor que los demás. ¿Qué tanto podía aguantar? Pensé y fui cediendo a sus caprichos con esa esperanza.

Manteniéndome de pie estuvo agasajándose con mi cuerpo un buen tiempo. Me figuraba si él fuera un enorme oso que tratara de atraparme entre sus enormes garras pues mi cuerpo menudito se movía de un lado para otro mientras me tocaba; Luego combinó sus «caricias» con chupetones en mi cuello, espalda, nalgas y pechos mientras seguía apretándome por todas partes con las manos. Por increíble que parezca comencé a calentarme. Mi vagina humedecida y los pezones enormemente levantados atestiguaban lo que estaba sintiendo. Me dijo que le besara los pechos y le obedecí acercándomele para dedicarme especialmente a chuparle las tetillas que de inmediato se endurecieron. Haciendo gala de fuerza y aprovechando la fragilidad de mi cuerpo me levantó tomándome por las nalgas. Me sujete rodeando con mis brazos su cuello y creí que iba a penetrarme así, pero solamente se dedicó a jugar con su enorme pene entre mis piernas moviéndome como un títere sobre él. No podía hacer prácticamente nada y solo me sujetaba abrazándolo muy fuerte. Simplemente trataba de no gritar de desesperación cada vez que picaba mi vagina con la punta del pene o lo embarraba por mi clítoris.

Se fue acercando a la alfombrilla que estaba alrededor del sillón y me dejo resbalar por su vientre. Antes de llegar al piso su miembro se restregó en medio de mis piernas electrizándome por completo. Se sentó y me atrajo hacia el. Estaba segura que ahora si iba a penetrarme y que montándome en él controlaría mas fácilmente el coito, sobre todo considerando el tamaño de su pene.

Pero no me lo permitió y cuando intentaba subirme me dijo con brusquedad:

-No chiquita así no, va a ser como yo quiera, de ninguna manera voy a «remover la leche de los demás»-.

Yo no comprendí lo que trataba de decir y antes de que pensara siquiera en preguntar me volteo de espaldas e hizo que me agachara sobre la alfombra y deteniendo con fuerza mis caderas me hizo poner a cuatro manos sobre el piso mientras se hincaba tras de mí.

Sosteniendo con firmeza su pene comenzó a tallarlo de nuevo entre mis piernas mientras que con la otra mano me abría las nalgas para facilitar la maniobra. Dedicó un buen rato a hurgar en los labios de mi vagina y de vez en cuando introducía un poco la verga en ella pero cuando sentía que se metía más y que me acercaba para facilitarlo inmediatamente se retiraba y volvía a restregarla abarcando toda mi entrepierna dándome también piquetes en el ano. Este jueguito se prolongó varios minutos y yo enardecida no podía aguantar más.

Absurdamente comencé a suplicarle que ya me cogiera de una vez.

Ante mi insistencia me hizo repetirle una y otra vez que deseaba que me cogiera mientras continuaba «torturándome» con sus caricias. Luego me preguntó: –

¿Te han cogido por el culo alguna vez?.

-¿Cómo?-. Pregunte desconcertada.

Por el ano mamacita-. Fue su respuesta mientras picaba con más fuerza en mi hoyito tratando de meter su pene en él.

Aterrada dije que no, pero él sin inmutarse continuó aferrado intentándolo provocándome un agudo dolor. Quise alejármele y trate de ponerme de pie. Pero rápidamente me sujetó con más fuerza por las caderas para impedirlo. El enorme «vergón» fue abriéndose paso por las apretadas paredes de mi ano mientras el dolor se iba haciendo más terrible conforme avanzaba y comencé a gritar desesperada que se detuviera. Pero esto lo enardecía aún más provocando que lo empujara más violentamente e ignorando mi sufrimiento. Jamás creí que algo tan grande pudiera entrar por ahí y sin embargo lo tenia hasta el fondo pues su panza chocaba ya contra mis nalgas.

Comenzó a moverse hacia atrás y a pesar del espantoso dolor un tanto aliviada pensé que lo iba a sacar pero en vez de eso y antes de que saliera volvió a meterlo hasta el fondo y comenzó a repetir la dolorosa operación mas y más rápido cada vez. Yo aullaba de dolor con los ojos llenos de lágrimas y movía desesperada negando con la cabeza como poseída a cada embestida. No sé cuanto tiempo me estuvo cogiendo así pero en algún momento el dolor bajo de intensidad y una sensación de adormecimiento empezó a inundar mis entrañas y sus movimientos se hicieron más soportables.

Escuchaba como me decía lo apretada que estaba y lo mucho que me estaba gozando. Creo que al dejar de gritar y de llorar comprendió que el dolor era menor y fue acelerando sus movimientos hasta venirse explosivamente en mi interior inundándome con su semen. En ese momento eufórico en su orgasmo me jalo sin dejar de penetrarme. Enderezándome tanto que mi cuello quedó a merced de su boca. Comenzó a morderlo y a darme chupetones también en la espalda y hombros mientras apretaba mis pechos con una de sus manos y me mantenía completamente empalada apretándome por la cintura contra él. Tan desesperado como estaba sus mordidas y chupadas se hicieron más violentas provocando que empezara a moverme sobre él. Tomando nuevamente mi cintura con ambas manos empezó a dirigirme haciendo que lo cabalgara mientras seguía con el ano atravesado.

El dolor producido por el acelerado sube y baja me arranco de nuevo las lagrimas. Con un grito me ordeno que dejara de luchar pues tratando de evitar las embestidas mis uñas se clavaban en sus brazos. Como no le obedecí pellizco con fuerza mi cintura lastimándome severamente y volvió a ordenarme que me contuviera. Para evitar este nuevo sufrimiento le obedecí.

Entonces confiado en que me tenia bajo su control me dijo que mejor utilizara mis manos para acariciarme los pechos y el clítoris. Y yo sin esperar otro castigo comencé a estimularme.

Por increíble que me pareciera pude excitarme tremendamente mientras él seguía guiando mis caderas combinando mis subidas y bajadas sobre su pene con movimientos rotatorios alrededor de el.

Mis propios masajes y sus furiosas embestidas pronto rindieron sus frutos y entre gritos y sollozos de dolor un nuevo orgasmo me recorrió de pies a cabeza nublándome la vista mientras aflojaba mi cuerpo casi desmayada. Cuando me recupere un poco comprendí que el «suplicio» sólo terminaría cuando él consiguiera venirse otra vez pues no dejaba de moverme tratando de conseguirlo. Haciendo acopio de fuerzas para aguantar el tremendo dolor comencé a moverme sin su ayuda. Bajaba y subía apretando mi ano fuertemente contra su enorme verga sintiendo a cada movimiento la misma sensación que se provoca al vaciar los intestinos pero sin que el dolor dejara de atormentarme. Cuando se dio cuenta de que voluntariamente galopaba sobre su miembro dejo de apretarme las caderas y aprovecho entonces sus manos para acariciarme.

Mientras, se deleitaba apretando mis nalgas y pechos y sobreponía su mano a la mía para mantenerla acariciando firmemente mi clítoris, comentó:

-Ya ves, ya te enseñe una nueva forma de coger. No me digas que no te gusta y si agregamos un poquito de esto-.

Y mientras terminaba de hablar metió su mano bajo la mía e introdujo sus dedos en mi vagina metiendo y sacando lentamente mientras la palma de su mano se restregaba contra mi clítoris. Nuevas sensaciones comenzaron a llenarme de gozo contrastando con el dolor que seguía desgarrando mi ano al ritmo de mis propios movimientos. Ahora eran sus dedos los que marcaban el ritmo de la cogida que a cada momento se hacía más intensa.

Teníamos de frente la ventana y a pesar de tener los ojos empañados por las lágrimas esta vez pude ver claramente la silueta no de uno, sino de dos hombres asomados. Pero en esa situación nada podía hacer sino esperar a que todo terminara. Aunque confieso que del intenso dolor la presencia de los mirones contribuía a excitarme mucho más.

El hombretón aceleró el ritmo de sus dedos y yo incrementé proporcionalmente mi sube y baja y ante las tremendas estocadas que recibía en un acto reflejo metí las dos manos por debajo de las nalgas para abrirlas más tratando inútilmente de suavizar el roce del pene que empezaba a ser insoportable otra vez. Para mi fortuna conseguí con esto mayor penetración logrando que instantes después volviera a venirse ahogado de placer. Cuando terminó de vaciarse al fin me libero. Por suerte para mí su miembro estaba ya muy flácido y solo me lastimo un poco cuando salía.

Casi no podía moverme y me quedé tumbada sobre el piso tratando de recuperarme. Él se había arrellanado sobre el sillón agotado por el esfuerzo. Hice acopio de valor y conseguí pararme teniendo aún la sensación del enorme miembro en mis entrañas. Mientras penosamente avanzaba hacia el baño las siluetas de la cabeza de los mirones seguían mi recorrido. Cerré la puerta tras de mí y vacié mis esfínteres que sentía llenos a reventar. Me duche durante largo rato tratando de apagar con el agua caliente el inmenso ardor que tenia en la vagina y en el ano.

Cuando salí él ya no estaba, tampoco se veía a nadie en la ventana y la puerta permanecía cerrada. Me vestí completamente y me maquille lo mejor que pude pues ya no estaba dispuesta a nada más y solo deseaba salir de ahí lo más rápidamente posible. Toque la puerta de la oficina insistentemente y un momento más tarde esta se abrió. El chofer me miró nerviosamente. Le dije que tenia que irme y él solicitó se puso a mi disposición indicándome que tenia órdenes de no separarse de mí hasta que estuviera en mi casa.

Lo mire recordando que a pesar de mis gritos y sufrimiento jamás me prestó ayuda y que incluso habría observado junto con alguien mas y lleno de lujuria la forma en que había sido abusada. Mirándolo con desprecio lo mande al demonio y orgullosa regrese al salón mientras él iba silencioso tras de mí por el pasillo.

A pesar de que me estaba completamente maltrecha fui hasta donde se encontraban los amigos que prometieron regresarme a casa y para mi fortuna ellos estaban por irse y solo hacían tiempo esperando localizarme. Aunque el baile continuaba el salón no estaba tan lleno como antes. La mesa de honor lucía semivacía. Por ningún lado vi al Delegado ni a los demás directivos incluyendo a los que me habían disfrutado. Incluso mi mesa aparecía desolada, cosa que me alivio bastante pues no tenia cara para presentarme de nuevo ahí, ni siquiera para despedirme al menos.

Mientras mis amigos terminaban de despedirse, yo sin fuerzas ni ánimos para nada mas los espere de pie frente a su mesa. Partimos y media hora después estaba abriendo la puerta de la casa mientras a lo lejos se perdía el automóvil de la pareja. Cuando casi cerraba vi pasar el auto puesto a mi disposición mientras el chofer volteaba a mirarme en señal de despedida. Eran mas de las cuatro de la madrugada y afortunadamente para mi, papa y mama estaban bien dormidos cuando pase para avisarles de mi llegada.

Me encerré en mi habitación y con todas las luces encendidas me pare totalmente desnuda frente al espejo para revisar a conciencia mi cuerpo. Tenía muchos chupetones y huellas de mordidas y pellizcos amoratados en la espalda, nalgas y la parte superior de mis muslos exactamente donde terminaban las medias y arriba hasta la entrepierna. En la nuca los hombros y el cuello también se encontraban huellas. Lo más desastroso eran mis senos que lucían amoratados y enrojecidos casi por completo. Pero fuera de una marca en la parte frontal del cuello que se veía enrojecido por la inflamación, las demás quedaban cubiertas por mi cabello que en esa época tenia mas allá de media espalda. Suspire aliviada pues los demás moretones quedarían perfectamente tapados por mi ropa a la mañana siguiente. En cuanto al cuello un poco de maquillaje bien aplicado y en todo caso la invención de un pretendiente demasiado apasionado salvaría la situación.

Tome un par de analgésicos y completamente desnuda me metí a la cama y fui recordando paso a paso lo sucedido.

Llevada por cada uno de mis amantes había transitado en una sola noche desde ser utilizada sin atenciones hasta el orgasmo exquisito o violento producto del doloroso desvirgamiento anal. Además dos hombres observaron tal vez todo lo sucedido amparados en el anonimato de la oscuridad. Una cosa tenia clara bien clara: en adelante trataría de tomar la rienda de mis actos sin atenerme a las promesas de seguridad y protección del Delegado.

Aún tenia la sensación de sus vergas en mi boca, vagina y sobre todo en mi hoyito que ahora imaginaba como un enorme agujero que sería prueba irrefutable ante un jurado de mi horrendo crimen. Me lo toque descubriendo que conservaba su tamaño normal y por un momento la sangre se agolpo nuevamente en mi cerebro. Me di cuenta que a pesar de todo disfrute como nunca descubriendo placeres que jamás hubiera imaginado. Y al mismo tiempo me sentí enormemente desdichada cuando me quedo completamente claro lo que hasta ahora nunca quería aceptar: ¡adoraba el sexo! Desde el más apasionado hasta el brutal al que fui sometida.

¿ Era una ninfomanía consumada?. Con ese pensamiento me quede dormida profundamente.