Mi hija me pidió que la hiciera mujer y sus deseos son órdenes

Era de noche, una de esas calurosas que no se aguantan y yo estaba tranquilamente tomando el poco aire que circulaba por el jardín que poseíamos detrás de la casa.

Un ratito después se acerca Carla, mi hija de 15 años a la que describiré con toda sinceridad: 15 años, como dije, unas curvas de la san puta, morocha, un cuerpo sin un gramo de grasa, sus medidas eran 87-61-90, en fin… un espectáculo que yo veía todos los días.

Por supuesto que no le prestaba demasiada atención hasta que sucedió lo inesperado.

Esa noche se acerca el bomboncito de mi hija, que venía vestida con un pantaloncito corto y un top que le quedaban preciosos y me hace una propuesta al oído (cabe recordar que estábamos solos) y me dice:

-Pa, quiero ser tu mujer, quiero que me inicies en el arte del sexo… –imagínense, yo mudo sin poder comprender la situación- atiné a responder:

-No hija, eso no me corresponde a mi, eso es para los chicos de tu edad… y ella, ni lerda ni perezosa me responde que ella quería que yo la desvirgara y la hiciera su esclava. Accedí a esto por la insistencia que tenía ella aunque no estaba convencido de hacer esto.

La llevé a su pieza y le pedí que eligiera la ropa más sensual que tuviera y nos fuimos al baño y le susurré: -Hija vas a aprender todo conmigo…Vamos a disfrutar de los placeres del sexo cuando vos me necesites.

Y le pedí que se parara al lado de la bañadera y accedió sin oponer resistencia y le comente que iba a jugar un poco con ella, que la iba a desvestir, a bañar, a secar, a vestir, en fin… a hacerla mujer a lo que me contestó que estaba preparada que ya quería sentirme dentro suyo.

Con estas declaraciones comencé. Con toda sensualidad le bajé el pantaloncito corto que llevaba puesto y el top que resaltaba aún más sus atributos, se quiso tapar un poco y le dije que no tuviera vergüenza que yo era el padre y que la iba a cuidar, que no le pasaría nada.

Al quedar completamente desnuda para mi, nos metimos en la ducha y la enjabone de arriba abajo, al salir le dije: Car, quédate ahí que ahora te seco.

Y así fue, le sequé todo le cuerpo menos la cola, la vagina y las tetas, al llegar a estas lamí un poquito a lo que ella respondió con pequeños gemidos de placer, llego a su orgasmo y ahí paré.

La volví a vestir con la misma bombacha, el mismo pantaloncito y el mismo top, la llevé a la pieza y comenzamos nuestro acto de amor, la desnude completamente y ella hizo lo mismo conmigo, sacándome cada prenda como si fuera una experta en el arte del streap.

Le acaricié su cuerpo sensible, lamí su pubis y su boca, mientras la acostaba en la cama preparaba las esposas, al final quedó atada de pies y manos como una cruz, y así fue como la recorrí con mi mirada deseándola, mirándola con ojos de cuervo.

Manoseándola la hice llegar a otro orgasmo, y la solté y ahí comenzó ella, me paso sus manos por mi cuerpo y me hizo estremecer.

Así yo llegué a mi primer orgasmo inducido por nada menos que mi hija.

Después se subió encima mio y me dijo papi dame tu leche y empezó a cabalgar rítmicamente y acabé dentro de ella.

Después de entrelazar nuestra lenguas le pedí:

-Car, chupamela… y obedeció y acabé otra vez pero esta vez dentro de su boca. Luego nos quedamos descansando durante media hora, ella ya se había dormido y comencé a acariciarla por sobre todo su cuerpo, mientras que ella, entredormida, gemía de placer, le pasé un dedo por sus curvas traseras.

Esta vez, pero con dos dedos, se los pasé por las tetas (a todo esto mi pene no resistía el placer y se paró inmediatamente) y baje a su pancita, llegué a la vagina y con mi lengua lamí ese monte de venus y ella, de repente, se dio vuelta y me dijo:

-Quédate quieto, quiero que seas mi esclavo. Me empezó a tocar tan delicadamente que pensé que era un prostituta, pero no, era mi hija. Así llegué a derramar semen que ella muy prolijamente tomo sin dejar ningún rastro de ésta en toda la cama.

Luego le dije si quería que se la metiera por el culo y me dijo que si no le doliera a lo que yo respondí que no, que yo estaba acá.

Y así fue, la puse en cuatro patas y de una embestida mi pija entro de una, se que sintió dolor, pero lo disimuló muy bien.

Finalizamos nuestra sesión de amor con un 69, chupar su clítoris fue mi manjar mas pedido, y con este 69 disfruté más que con mi esposa, parece raro pero es así.

Después la vestí y ella me vistió a mi, asi fue como terminó nuestro primer acto de amor, así fue como mi hija paso de ser una chiquilina con buenas curvas a una mujer con todas las letras, pero no fue un chico de su edad el que la desvirgó y le hizo sentir placer por primera vez, si no que fue… si, su padre.