Capítulo 2
- Rosa I: Paula, gracias por ser como eres
- Rosa II: Comienza una nueva vida
- Rosa III: Elena
Rosa II: Comienza una nueva vida
Al despertar por la mañana, la confusión era la reina.
Había ocurrido todo como yo me acordaba? Lo había soñado?
Hacía rato que Luis se había levantado y se había ido al trabajo, y desperezándome en la cama, repasaba mis recuerdos con incredulidad.
El cosquilleo que me recorría con mis evocaciones y la ligera irritación de mi vulva, atestiguaban implacables…
Me preguntaba si el descubrimiento del día anterior afectaría a mi vida, si todo iba a quedar en una experiencia para recordar con nostalgia o si por el contrario tendría continuidad de algún modo; que lejos estaba de suponer la dimensión real que para mí iba a tener lo acaecido el día anterior.
Como una autómata, me levanté de la cama y me arreglé un poco para bajar a desayunar.
Sobre el picardías blanco que llevaba, me puse una bata de tul azul, y descendí al piso bajo, donde un café humeante me esperaba para ayudarme a tomar contacto con la realidad.
Mientras me aplicaba con deleite al café cargado y amargo, la criada me avisó que mi amiga Paula acababa de llegar, y venía hacia el cuarto.
Hola!, me dijo Paula sonriente, quería saber como habías dormido después de lo mal que se portaron ayer nuestros chicos.
Estoy bien, le contesté mientras admiraba el vestuario de Paula.
Desde luego esa chica sabía como vestirse, el camisero rojo que llevaba, realzaba el pelo caoba que caía sobre los hombros, y la cara casi sin pintar, solo con una leve sombra de ojos, mostraba su rostro con toda la belleza natural que poseía.
Siempre me había gustado Paula, pero hoy descubría aspectos inéditos de su belleza, descubría una gracia en sus movimientos que nunca antes había percibido, casi felina, y por mi cabeza empezaba a pasar la idea de si realmente habíamos estado tan unidas como yo lo recordaba…
Paula, te quiero enseñar las compras que hice la semana pasada, anda, acompáñame, y de la mano la llevé escaleras arriba, hacia zonas más discretas de la casa.
Una vez en mi cuarto, la miré y quedé a la espera, pensando que las cosas serían como ayer, pero nada ocurría, Paula solo me miraba con dulzura, pero hablaba de fruslerías, como si nada hubiese ocurrido.
Se dió cuenta de mi desconcierto, y con la mirada franca , me dijo:
Rosa, te gustó?
Avancé hacia ella, y acercándome a su boca, la besé, necesitaba comprobar si lo de ayer era una realidad o una ilusión, y vaya si lo comprobé, cuando ella aceptó mi beso, mi excitación volvió a niveles insoportables inmediatamente; con manos temblorosas, le desabroché el vestido, que cayó mansamente a mi empuje, y para mi sorpresa, la encontré desnuda, toda lista y segura de si misma.
El baño estaba casi listo, mi doncella sabía que debía de prepararlo mientras desayunaba, y la miré con cara de complicidad.
Paula, riendo francamente, me comentó que avanzaba con rapidez, y tan excitada como yo, me cogió de la mano, y tras quitarme la bata y el picardías, entramos juntas.
Las sales que acostumbraba a usar, daban al agua una una textura de por si suave, y el roce de nuestros cuerpos impregnados era una sensación imposible de imaginar, sentía cada centímetro de piel suya y mía, y nos besábamos los pechos sin descanso, con la excitación en puntos no imaginables.
Paula, tomando el mando de la situación, me miró, y me indicó que me acostase en la bañera redonda, descansando un poco de costado, de forma que mi pierna izquierda, quedase levantada.
A continuación, ella hizo lo mismo pero en sentido contrario, y aprovechando la facilidad que el agua da para moverte, abrió sus piernas y pasó una por delante y otra por detrás de mí, acercando su pubis al mío.
Comprendí lo que quería, y le facilité la labor, permitiendo que nuestros sexos se uniesen, y cuando se acoplaron en su blandura, cerré los ojos, necesitaba toda mi concentración para sentir…
Notaba hincharse mis labios, por momentos, y notaba hincharse los suyos, y el movimiento de caderas que Paula había comenzado, provocaba un roce placentero; nuestras piernas se entrelazaban y rozaban los pechos con dulzura, y nuestros ojos se cruzaban con amor, descubriendo sentimientos largo tiempo ocultos.
El orgasmo no se hizo esperar, comenzando suavecito como unas cosquillas en el vientre, que se iban adueñando de mi cuerpo, hasta tomar posesión por completo, no existía nada que no fuese ese inmenso placer que se había instalado en mi.
Gemía de placer, y Paula contestaba a mis gemidos con la misma actitud, y se contraía sin parar, en convulsiones pequeñas pero seguidas.
Al acabar, iba a retomar las caricias pero Paula apartó mi mano y sonriendo desde el fondo de su corazón, me dijo, Rosa, tenemos que hacer muchas cosas, hay que procurar que recuperes el tiempo perdido, y se aplicó a lavarme entera con destreza, para dar comienzo a la nueva vida que me esperaba.
Yo obedecía, y en mi cabeza bullían sus palabras….
Qué nuevos acontecimientos me esperaban?
Continuará…