Vacaciones en casa de tía Eva
Mi nombre es Luis, aunque eso es lo de menos en esta historia.
Tengo dieciséis años recién cumplidos y la historia que os voy a contar me ocurrió en la segunda quincena de septiembre.
Soy un chico moreno, de pelo lacio y pelado al estilo tradicional.
No soy muy alto, aunque está bien para mi edad.
Por otra parte, soy bastante delgado, aunque tengo mis musculitos.
Tengo algún que otro barrillo en la cara.
En fin, un chico normal que empieza 4º de la «ESO». Yo soy normal, y no esos pijos de la serie de institutos de la tele.
Tengo una hermana de veinte años.
Es una estudiante mediocre que nos ha hecho pasar todo el verano en caso para ver si aprobaba el acceso a la universidad.
La chica se ha empeñado en estudiar una carrera que sólo se estudia en Alicante, ciudad en que vive mi tía Eva.
Al final Mónica ha aprobado y como premio nuestros padres nos permitieron ir a pasar la segunda semana de septiembre a casa de la tía Eva.
Eva se puso contentísima. Yo no entendía muy bien que tenía de bueno ir quince días a la playa cuando ya empieza a hacer frío y no hay gente.
Para colmo, mi tía Eva, que está buenísima tiene un hijo, Pedrito «el chiquilín» como le llamo yo, que a mi me caía un poco mal, por que lo consideraba un tontuelo.
El caso es que el quince de septiembre, mi hermana Mónica y yo estábamos en Alicante, con toda la documentación para que de paso, Mónica formalizara su entrada en la Universidad.
Fuimos en autobús.
Nos sentamos los dos juntos y aunque el viaje desde Cuenca, la capital de la provincia donde está nuestro pueblo, de unos quinientos habitantes.
La verdad es que mientras viajábamos me fijé en Mónica.
Estaba muy guapa.
Los vaqueros dejaban disimular unas piernas bonitas y unos muslos deliciosos.
Me fijé en la entrepierna y me comencé a excitar.
Luego miré la camisa blanca abotonada y adiviné la forma de su sujetador.
Mi hermana Mónica es una chica morena. Mide 1,65. O sea, que ya es más bajita que yo.
Es normal en la familia de mi madre que los chicos seamos más altos que las chicas. Yo ya era más alto que Mónica.
Pero su cuerpo era una fuente de sensualidad.
Tenía una deliciosa forma de cántaro con unos pechos y unas caderas desarrolladas en los últimos años ya de mujer.
Me fijé en su pelo castaño lacio que le caía por el cuello y sus labios entreabiertos mientras dormía.
Tenía unos ojos marrones oscuros almendrados cubiertos ahora bajo aquellos párpados que caían debajo de unas cejas delgadas.
No puedo negar que no era la primera vez que observaba a Mónica.
Incluso antes la había espiado y había logrado verle en bragas y le había visto muy profundamente la canal del pecho cuando se agachaba a recoger algo, pero no más, y cuando ella me descubría, se tapaba rápidamente para ocultar su interioridad.
Mi hermana, a pesar de lo buena que está, no tenía novio.
Era un poco ñona y eso la echaba a perder con los hombres.
Mi empalmadura pasó mientras me concentraba en mirar el paisaje que aparecía por la ventana.
Al llegar a Alicante, después de un viaje pesadísimo, descubrimos pronto a mi tía Eva.
Mi tía Eva tiene 33 años. Es rubia. Yo, hasta este verano, la veía como un tabú pero siempre me ha parecido muy atractiva.
Un poco más alta que yo aún, tiene un tipo muy bonito.
Tuvo a Pedro mientras estuvo casada con el hombre que la dejó embarazada de soltera, pero luego se divorciaron.
Desde entonces, su vida ha sido un pulso por recuperar una figura que ahora resultada preciosa.
Nos recibió en vaqueros descoloridos y ajustado que marcaban sus muslotes y su culazo muy bien puesto.
Llevaba unos zapatos que dejaban sus pies descalzos en los que resaltaba un pie dorado por el sol y unas uñas rojas en los deditos no muy largos pero exquisitos.
Se le encendieron los ojos al vernos.
Nos abrazó a los dos.
Sentí esa pechera prominente clavarse en mí y sus pelos en mi mejilla. Llevaba un perfume embriagador. ¡Qué buena que estaba la tía Eva!
Mi hermana preguntó por Pedrito.- Se ha quedado en casa.
Está enganchadísimo al ordenador.- Vaya. Tendría unos momentos de alivio hasta llegar a casa.
Al llegar a casa, saludamos a Pedrito.
Estaba como siempre, pelirrojo, pecoso y bajito.
Mi hermana le dio un beso y me dí cuenta de que se le iban los ojos detrás de mi hermana.
A mí me gustaba fastidiarle, así que puse mi mano sobre su cabeza y agitándola le dije
-¿Qué tal , Chiquitín?.- Mi primo me respondió de mala gana.
Parece que íbamos a pasar quince días de los buenos en Alicante.
Los primeros días mi hermana y mi tía se dedicaron a ir a la Universidad a solucionar los papeleos de la matrícula.
Yo me quedaba con mi primo, que me enseñaba juegos de ordenador y eso, pero sin dejarme tocar demasiado el ordenador.
Me aprendí la clave de acceso que tenía puesta. ¡Qué cachondo! La clave era ZIPOTON.
Luego íbamos a la playa en la que abía cuatro gatos. Las extranjeras que hacían top less se habían ido hacía semanas y a veces hacía frío. Mi tía y mi hermana se iban a bañar juntas y a menudo se alejaban de nosotros.
Las veíamos mi primo y yo jugar en el mar. Nosotros nos íbamos de vez en cuando a la caza de «tetas sueltas», pero no era, como ya os he dicho, la temporada del top less.
Pero en cambio, tanto mi hermana Mónica como mi tía Eva estaban para verlas de ricas.
Mi tía estaba muy morena por el sol y tenía un cuerpo muy sensual.
Mi hermana estaba más blanca pero tenía un cuerpo juvenil y estilizado, y muy sensual también.
Un día dejamos las toallas y los bolsos solos por que estábamos hartas de esperarlas y cuando volvimos van y nos echan una bronca de tres pares de cojones.
Que si nos podían robar los bolsos con las llaves y los carnets.
Es verdad que tenía razón, pero es que mi primo y yo estábamos de convidados de piedra. Y va mi tía y en esto que dice.- ¡Vosotros lo que buscáis es verle las tetas a las nenas!¡Pues vais a ver tetas!.-
Mi tía se quitó el sostén del bikini y aparecieron ante nuestros ojos unas tetas riquísimas, bastante grandes y bien puestas que caían de su torso.
Tenía los pezones contraídos por el frío del agua y aparecían desafiantes como los pitones de un toro.
Pedro miró avergonzado hacia abajo y a mi me pareció más prudente mirar hacia otro lado, aunque pensaba «¡Qué suerte tienes, mamón!¡ Haber mamado de esas tetas!»
Esa fue la últims vez que fuimos con «las chicas» como las llamábamos Pedro y yo a la playa.
Mi tía fingió un enfado mucho mayor de lo que merecía el tema y nos castigó de la siguiente manera.
Yo hasta el momento dormía en un dormitorio con dos camas con Mónica.
Aquello me agradaba por que tenía oportunidad de espiar a mi hermana.
La vía salir del baño con la toalla liada, la veía en transparente camisón y adivinaba sus pechos en el transluz de la ventana cuando se acostaba de noche.
Era el cuarto de Pedrito, que se había ido a dormir con su madre.
El castigo consistió en que Mónica y Eva dormirían en la cama de matrimonio de la Tía Eva, en el otro lado de la habitación y yo compartiría con Pedro su habitación.
Para colmo, mi tía lanzó una frase que me sacó los colores. -¡Así dejarás de espiar a tu hermana!.- Pedrito el chiquitín me hizo un gesto como diciéndome «jódete».
Desde ese día mi tía nos echaba de la casa a la hora de la siesta mientras ellas se quedaban en la casa para dormir la sienta tranquilas.
Mi tía nos daba dinero para el cine y nosotros íbamos y nos tragábamos las películas.
Un día quisimos entrar a una película un poco fuerte y no me dejaron entrar con el chiquitín. ¡Como me reía de él!. –Lo ves, chiquitín, tienes que crecer como yo para ser un hombre…- El miraba encorajinado pero terminó aceptando las bromas y bromeando conmigo.
No se como empezamos a hablar de «las chicas». Pedrito se reía y me decía.-¡Qué! ¿Está buena tu hermana?.-
Yo le respondía. –Mi hermana está buena pero tu madre está… de puta madre!.- Eran unas bromas escabrosas pero las gastábamos a ver quien aguantaba más sin perder el control.
Pero la conversación se serenó y el chiquitín me sorprendió diciendo.- La verdad es que si pudiera hacía que Mónica me la mamara todas las noches.-
-¡Pero Chiquitín! ¿qué dices? ¡Mira mira mira! –
-¡Que sí , coño que está muy buena.!-
Le dí en la cabeza un toque. -¡Toma! ¡Por decir palabrotas!-
Luego continué. –Pues Doña Eva está también como para mojar pan. ¡Anda que tú te pondrías las botas durmiendo con ella.-
-¡Cerdo!.- Me dio una patada
Al volver a casa, el chiquitín me enseñó «el material».
El material era un montón de revistas pornográficas que me entretuve en leer con detenimiento y tranquilidad hasta que no pude aguantar más.
«Las chicas habían salido esa noche, pues mi tía iba a enseñarle a Eva el ambiente de «Alacant, la nuit».
Se fueron vestidas de busconas, como me había apuntado Pedrito «a buscar machos hambrientos, como si los machos de la casa no contaran». A lo que le respondí.- Tú no, chiquitín…Tú no.-
Al día siguiente mi primito me enseñó el resto del «material».
¡Joder! Tenía setenta megas de imágenes pornográficas copiadas de internet. -¡Eso es lo que estaba haciendo hasta que llegaron los hermanos Rodríguez a joderme la segunda quincena de septiembre!-
El chiquitín me enseñó eso de internet, que yo no conocía hasta entonces y buscamos unos sitios cojonudos y nos bajamos unos relatos que eso era no salir de una paja para hacerse otras.
-¡Este chiquitín es un jodido vicioso!.- No paraba de repetirle mientras él, un poco orgulloso se reía. Y le repetía cosas por el estilo. – No te lo creas, te lo digo para aumentar tu autoestima.-
«Las chicas» llegaban a las tantas dela mañana y se metían en el dormitorio hasta muy tarde y luego nos echaban.
Quedaban varios días para irnos a Cuenca. Luego, a mediados de Octubre, mi hermana volvería a estudiar la carrera a Alicante.
Ese día, Chiquitín me enseñó el tinglado que tenía montado.
El chiquitín había comprado una webcam de esas que tenía conectada al ordenador.
La colocaba disimulada en los sitios más insospechados.
Era un maestro del camuflaje y además, había invertido muchas asignaciones de muchos meses en comprar otras cámaras que permitían ver luego las imágenes en ordenador y vídeo.
El chiquitín me enseñó las películas grabadas. Pide ver a su madre cambiarse de blusa en la primera película.
Luego la vi ponerse el camisón, tras desnudarse. La tercera película era a mi tía saliendo desnuda del baño y vistiéndose poco a poco.
Otra película mostraba a un chico de dieciséis años, un tal Luis, primo suyo haciéndose una macoca en el baño.
-¡Eso lo borras o te pego una hostia…- Lo borraré si me das mil pelas.- ¡La madre que te parió, Chiquitín! ¡O lo borras a se lo digo…!.- ¡Vale vale! …lo borro, en realidad a quien quería grabar es a esta..-
En las siguientes películas aparecía Mónica en diversas poses. ¡Joder! ¡Qué buena estaba! Tenía unos pezones oscuros y pequeños, como mi tía Eva nos había mostrado en la playa.
Luego aparecía mojada, con los pelos empapados y sus pechos se movían libres mientras se ponía las bragas.
Le ví un culo redondo y delicioso. Así varias películas hasta que llegó una que…
-Esta no la he visto todavía.- Me dijo el chiquitín. La grabé ayer. Puse la hora a las seis, mientras estábamos fuera y ellas dormían la sienta y la coloqué en la ducha…veremos.-
Estábamos los dos expectantes, pasábamos la película rápidamente hasta que a las seis y cuarto.
Mi hermana entró en braguitas al baño. ¡vaya confianza! Eso significaba que se había acostado así con mi tía, o por lo menos que había atravesado así el pasillo.
Mi hermana se quitó las bragas y se comenzó a duchar.
Luego se enjabonó restregándose el vientre y los pechos varias veces con las manos y luego se lavó el pelo, frotándose con las dos manos y dejando ante la cámara dos pechos deliciosos.
Tras esto se frotó el resto del cuerpo y se enjuagó. -¡Vaya con el chiquitín…que guarrín está hecho!.- Le repetía cada vez con menos ganas de hablar y más de ver la película.
Luego entró la Tía Eva en el baño con una toalla. Se la quitó y quedó desnuda como una venus, con un gran felpudo rubio en el bajo vientre y se metió junto a mi hermana en el baño.
Tenía unos melones más grandes que Mónica y un culo mas gordo, aunque muy bien puesto.
Mi tía se puso a frotar el cuerpo de Mónica con una manopla y ella se dejaba. -¡Vaya con el chiquitín!.-decía con los ojos fijos en la pantalla del monitor.
Mi tía Eva ahora agarraba del cuello a Mónica y la besaba con pasión. Mi hermana no se resistía y se entregaba a la Tía Eva, que ahora le lamía los pezones y se los comía.-¡Vaya con la tía Eva.- Dije, cambiando al protagonista de mis comentarios.
La tía Eva se colocaba de rodillas entre las piernas de Mónica y le estaba comiendo el coño, como en las fotos de las revistas que mi primo me había enseñado, como en las fotos copiadas de las páginas de internet.
Mónica se estrujaba las tetas y no dejaba de manosearse el pelo mientras dejaba caer la cabeza hacia detrás, dejando que el agua le cayera por la cara.
Puso una pierna sobre el lateral de la bañera y mi tía le comía el sexo con avidez, con hambre, hasta que consiguió que mi hermana comenzara a menearse sobre su cara en lo que a mi juicio debió de ser un orgasmo.
Luego mi tía cogió de la mano a mi hermana y salieron del baño rumbo a su dormitorio.
-¡Vaya con la tía Eva!.-
-Ytu hermana ¿es una santa?-
-¡Coño! ¡Acaba de salir del instituto!
-¡Vamos! ¡Que tiene veinte años!
Mi hermana empezó a decir insistentemente que quería estudiar en Alicante hacía dos años, es decir, que la tía Eva la había seducido muy muy jovencita.
Esa era la razón también por la que no tenía novio en los últimos dos años y por la que estaba frita por ir a veranear siempre a Alicante con mi tía Eva.
Mi tía Eva era unos años menos que mi madre, su hermana.
Era muy independiente y pesar de todo siempre había aceptado de buen tono a Mónica, que no a mí. En ocasiones, para que Mónica fuera a Alicante, había hecho el trato de que Pedrito vendría a Cuenca. ¡Fijate que cambio!.
Al día siguiente nos tocó ir al cine de nuevo. Las chicas habían venido a las cinco de la madrugada y se habían puesto en circulación a las doce de la mañana, por lo que tras la comida, de una patada en el culo nos pusieron en la puerta otra vez para follar durante la siesta.
-¡Las muy cerdas!.-
-Ellas se hartan de follar y nosotros…¡A ver escaparates!.-
Al chiquitín se le ocurrió una buena idea por una vez en su vida.- ¡Vamos a hacerles chantaje!.-
Me explicó la idea. Ellas estaban fritas por juntarse en Octubre de nuevo. Si le decíamos que las películas hirían en forma de cinta de video a mis padres…entonces se armaría un follón.
A la tía Eva le retirarían la confianza en la gestión de los negocios familiares y a mi hermana no la dejarían ir a estudiar. Cederían y el chiquitín se lo haría con mi hermana, lo que no me hacía gracia, y yo me lo haría con la Tía Eva, lo que me hacía mucha ilusión.
-¡Choca la pezuña chiquilín! ¡Vas aprendiendo de tu primo Luis! ¡Coño!.-
La mañana siguiente la tía fue a comprar al supermercado.
Solía tardar una hora, por lo que sin perder tiempo encendimos el ordenador y llamamos a Mónica que se acababa de levantar.
Vino remisa en pijama, con la leche del ColaCao en los labios y se llevó una sorpresa al verse en la ducha, con una melena rubia colándole del sexo.
Mi tía en ese momento le comía el coño y ella levantaba la pierna para ofrecerle lo que sólo debía haber entregado a su marido.
-¿Qué habéis hecho? ¿Por qué tenéis eso ahí?.- Nos dijo gritándonos. Era una estrategia muy de hermana mayor. Nos gritaba para evitar que nosotros la intimidáramos
-Esta película puede llegar a Papá si no haces lo que nosotros queramos.-
-Ya. Y…¿Qué queréis vosotros?…
EL pecoso pelirrojo de Pedrito habló.- Pues… que me la chupes. Bueno…no se si Luis quiere que se la chupes a él…-
-Calla ya, chiquitín…. Yo no quiero nada, pero nos habéis estado puteando todas las tardes echándonos a la calle y nos habéis secuestrado por la noche. Yo te perdono, pero el chiquitín exige una compensación..-
– Y si te compenso…¿no se enterará Papá ni mamá?.-
– NO.-
Mónica miró hacia abajo mientras su primo le ordenaba- Quítate el camisón. Quiero ver como calentaste a mi madre.- ¡Joder como mandaba el chiquitín! ¡Con la pinta de tonto que tenía!
El cuerpo de Mónica, de pié quedó sólo en bragas, una cabeza y media más alta que la de Pedrito, que se acercó hasta ella y la abrazó, clavando su boca entre su clavícula y sus pezones, en una zona donde su pecho comenzaba a ser tierno y donde latía su corazón.
La habíamos llevado hasta nuestro dormitorio y pude ver su culito gracioso en aquellas braguitas blancas mientras mi primo la arrastraba del brazo.
Ahora me miraba con desprecio y cerraba los ojos al sentir la boca de pedro sobre sus pezones.
Mónica me miró de nuevo y apretando los dientes me dijo gesticulando que me iba a matar. Sonreí.
Me excitaba ver a mi hermana mayor en las manos del chiquitín. Se le daba bien mamar.
Mamaba tiernamente mientras acariciaba los pechos de Mónica con una ternura de niño pequeño.
Pensé «Tengo que enseñarle al chiquitín este a tratar a las mujeres».
Estaba ya Pedrito empalmado cuando se abrió la bragueta y tras manipularse los calzoncillos se sacó la picha.
Era una verga ya bastante de hombre. Estaba recta y desafiante.
-¿Qué haces?.- Le preguntó Mónica mientras Pedro se sentaba encima de la cama
-Hemos quedado en que me la mamarías.-
-Odio a los hombres.-
Y dicho esto, se arrodilló delante del chiquilín y comenzó a acariciar el prepucio de mi primo con la lengua, suavemente, despacio, hasta que de pronto, va y se mete toda la cabecita en la boca y comienza a ingerir la salchicha de una vez.
La verga de mi primo desapareció en la boca de Mónica y pronto, Mónica demostró que se había comido más de una polla.
Mi primo estaba en el paraíso cuando debió de sentir que se iba a correr, por lo que agarró la cabeza de mi hermana y la atrajo hacia él.
Mi hermana intentó separarse al principio, pero al sentir estallar a mi primo se afanó en recoger en su boca el semen.
Al separarse del vientre de mi primo, un poco de crema asomaba de sus labios. Se limpió la boca y nos propinó un piropo.-¡Cerdos!.-
Cuando la tía Eva abrió la puerta, el chiquitín y su nueva novia se habían ido a dar un paseo.
Yo estaba viendo una película de vídeo que muy bien se podía titular: Tía Eva seduce a su sobrino Mónica en el baño.
Al verla, Mi tía dejó caer las bolsas de la compra y enmudeció.
Fui directo al grano, sin dejarle decir nada. –Pedro tiene un paquete dirigido a mis padres que tiene que echar en correos con una cinta igual que esta. Me tiene que llamar dentro de un rato. O follas conmigo o follas con papá.-
Tita Eva me miraba con desprecio mientras allí mismo se abría la camisa y luego se quitaba la falda.
Vista en esta circunstancias, mi tía me parecía un animal salvaje al que me iba a cobrar como trofeo de caza.
Se deshizo del sostén y luego de las bragas y se dirigió ya descalza hasta el dormitorio donde se había estado follando a mi hermana.
Terminé de tomarme la cerveza que me había servido, desafiando sus prohibiciones y la seguí a distancia. Me la encontré tumbada frente a la cama.
No me anduve con rodeos y me desnudé rápidamente, pues si pasaba la media hora, descubriría que aquello era un farol.
Ella me miró el pene calibrando el tamaño. Me puse encima de ella y comencé a besarla. La lamí las tetas y la mordí en la boca, pero ella parecía una estatua inerte, de hielo.
-Muy bien. Te voy a follar y ya está.- le metí la verga medio excitada en su raja y comencé a moverme sin contemplaciones, como queriendo presumir de macho.
-¡Vaya! ¡Follas mejor que tu padre!.-
-¿tu has follado con Papá?.-
– Tu madre no lo sabe…pero varias veces y durante muchos años.-
Decía esto y la conversación me excitaba y me ayudaba a penetrarla, mientras la sentía ahora un poco más entregada.
-En realidad…si no fuera por que Pedro se parece tanto a tu extío Pedro, hubiera podido decir que es hijo de tu padre.- Cada vez que decía esto me enfurecía y la embestía con más fuerza y más rápido.
– Eras el único de la familia con el que no he follado.-
– Ya se que te has aprovechado de Mónica, so puta.-
– Y de que forma…No sabes …como le gusta… que le coman el coño.-
Seguí cada vez más excitado penetrando a mi tía, que empezaba a sucumbir al frenesí de su sobrino
– Pero…no sólo a tu hermana… tengo que confesarte …que cuando tenía dieciséis años…tuve mi primera experiencia sexual…con una chica de veintiún años… con mi hermana….tu madre….-.
-¡Cállate, so puta!.- Comencé a cabalgarla metiendo todo todo todo en su coño húmedo y ella empezó a jadear y a suspirar y a moverse por fin junto a mí, copulando como una zorra incestuosa junto a su sobrino. Y nos corrimos los dos y quedamos acoplados, uno encima de otro durante un rato. Ha sido el polvo más increíble de mi corta experiencia. Este polvo supera a todos los demás juntos.
Nos separamos y yo quedé en silencio, imaginándome a mi tía haciéndole el amor… ami propia madre. Me repugnaba la idea pero no me la quitaba de la cabeza. Mi tía lo había probado casi todo ¡Coño!.
Al llegar Mónica con el chiquitín, éste me guiñó el ojo mientras las chicas se miraban con cara de fatalidad.
El chiquitín me dijo al oído.- Me lo ha vuelto a hacer…en la playa.-
Los dos días que quedaban dormimos como al principio. Mi tía apenas hablaba y mi hermana tampoco. Pero ya tendrían tiempo a partir del quince de octubre para joderse ellas.
Por la noche, el día antes de irme, me metí en casa de mi hermana, a la que había ordenado que a partir de entonces dormiría sólo con bragas.
Me obsesionaba la idea de comer coños, como lo había hecho mi tía Eva.
-¿Qué haces?.-
-Pues nada, aquí en tu cama.-
-¡Vete!.-
Le besé las tetas y deslicé mi mano hacia su sexo y me sorprendió su calor.
-¡Vete, Luis!- No le hacía caso y mi boca iba trazando una húmeda trayectoria hacia su entrepierna. No le quité las bragas, pues este día sólo quería probar. No sé, me daba un poco de cosa.
-Luisssss.- Me decía mientras mi boca le besaba ya por debajo del ombligo.
-Noooo Luisssss, por favor.- Mientras mis manos separaban sus piernas y mi cara se colocaba encima de us sexo, percibiendo un tenue pero profundo olor a almizcle femenino.
-Luissss:- Me dijo mientras sentía el calor de sus muslos en mis orejillas y probaba a morder su sexo con mis labios encima de sus bragas y le besaba los cachetes, esa tierna carne cercana a su sexo y los laterales, allí donde el sexo se junta a los muslos.
Mi hermanita me sorprendió. Ya no me decía Luis, sino cariño y se apartó la tela de las bragas del clítoris.
Pude percibir en la oscuridad el tacto del pelo de su sexo y mi lengua comenzó a lamer el botoncito que asomaba mientras el almizcle femenino inundaba mi nariz.
Comencé a masturbarme mientras con la otra mano apartaba la tela de las bragas del resto de su sexo y ya no seguí técnica ni procedimiento mas que mi instinto por satisfacer a la hembra, hinqué la lengua entre los labios de mi hermana y recibí su humedad y las caricias de sus manos sobre mi cabeza mientras se agitaba debajo de mí y yo la aguantaba para hacer que mi lengua penetrara lo máximo posible en su raja.
A mónica le gustaba de verdad que le comieran el coño.
Me corrí en su cama.
Dejé una mancha húmeda pero no me importaba que la viera la tía Eva. Así sabría que Mónica tenía macho.
Luego nos pasamos a mi cama y los dos dormimos juntos. Yo la abrazaba por la espalda y sentía sus nalgas clavarse en mi verja que se excitaba de nuevo una y otra vez.
El último día estaba sólo en casa.
El chiquitín no dejaba a su madre ahora ni a sol ni a sombra.
Le abrí el ordenador y le fisgoneé. ¡Coño! Tenía un diario y lo leí. Me ponía de tonto para arriba antes de que llegara.
Luego su opinión sobre mi mejoraba. Lo cierto es que deduje que mi primito conocía las relaciones entre Mónica y tía Eva.
Se hizo un plan para chantajearlas y conseguir sus objetivos. La película del baño la tenía él desde los primeros días, como puede comprobar viendo las propiedades del archivo y me manejó como a un niño.
Lo cierto también es que mi hermana Mónica era un objetivo secundario, ya que el auténtico objetivo parecía ser …La tía Eva.
Así que abrí los archivos de la última película. Era la habitación de mi tía.
Mi primo y mi tía estaban desnudos sentados en la cama.
Mi primo le decía algo a la tía Eva y ella se doblaba sobre la cintura hacia la verga de mi primo, la agarraba cariñosamente y se la engullía en la boca.
¡Vaya con el chiquitín y vaya con la tita Eva!. Cuando nos íbamos , en la estación de autobuses, el chiquitín me dijo al oído, para encabritarme.
-Menudos atracones de picha se va a dar tu hermana.-
-Y tu madre, chiquitín…y tu madre.- Y el sorprendido en un principio, se rió después al comprender que le había trasteado el ordenador.
Lo que el chiquitín ignora es que el instituto de ciencias de Cuenca queda muy lejos del pueblo así que el año que viene posiblemente vaya a estudiar el bachiller a Alicante y entonces ya veremos quien manda.
Ya lo veremos
Yo, entre tanto, hasta que llega el quince de octubre, siempre que puedo, cojo a Mónica y le bajo la s braguitas para comerle su coñito tierno.
Ya no me repele, así que esta noche le voy a meter también el dedito, para celebrar que mañana se va a Alicante.
Buen relato. Bien escrito y sobretodo creíble. Como enseñanza nos deja que no hay que subestimar a nadie.