El ascensor y mi mujer II

Después del episodio en que mi mujer se cepillo al vecino en el ascensor pasó un tiempo en el que, fuera de malos rollos y sin que mi vecino Rafa supiera que yo les había visto, entablamos cierta amistad. También era aficionado a la fotografía y eso fué motivo de que algunos días incluso pasara a tomar café para charlar del tema. Otras veces habíamos quedado para ver, por la tele, partidos de fútbol juntos ya que nosotros disponíamos de decodificador.

Con la confianza, detectó el interés que yo tenía por su hermanita, estaba como un tren, y el me decía que era una golfilla de ingle fácil, lo cual todavía me ponía más cachondo. Cuando hablábamos de éste tema, el tampoco se cortaba en lanzar algunas puntaditas de lo buena que estaba mi mujer. Si el supiera que yo sabía lo de la follada en el ascensor, seguro que se hubiera cortado un poco en ese sentido. De alguna manera yo le daba pie a sus comentarios, me daba mucho morbo que se pusiera caliente con el putón de mujer que tengo en casa.

Un sábado, prácticamente a medio día, coincidimos él y yo en el ascensor al volver de comprar la prensa y el pan. Hablamos del partido que jugaba esa tarde nuestro equipo, el Valencia, y quedamos a verlo por la tele en mi casa con unas cervezas y algo de picar.

Al poco de entrar en casa, lláman al timbre. Era Rafa, – que pasara a su casa si quería ver algo interesante. En voz baja me dijo que su hermanita acababa de llegar de fiesta del Viernes noche y se había acostado de inmediato a dormir la mona. Le pregunté si no estaban sus padres, y me dijo que los fines de semana siempre lo pasan en el chalet de la sierra. Joder, la cosa se ponía interesante.

– Eva, vuelvo dentro de un rato. Le dije a mi mujer, y me pase a casa de los vecinos.

Al entrar en su casa, me dice al oído, – me parece que se la han metido bien ésta noche, y por lo que me ha contado debe haber sido más de uno.

Me llevó hasta la habitación de ella y entreabrió la puerta. Me dijo, – pasa y mírala, no creo que se despierte, yo me voy a la ducha. ¡ Disfruta lo que puedas !.

Pasé sigilosamente, la luz era ténue pero suficiente para apreciar las formas sugerentes de la muchacha. Conforme se me adaptaba la visión pude contemplar cada vez más detalles. Dormía sobre un costado, de espaldas a la entrada y con las piernas algo recogidas. Una sábana le cubría hasta la cintura, el resto una camiseta olgada que hacía las funciones de pijama. Su respiración era pesada y muy sonora, eran signos de estar profundamente dormida por el cansancio y la bebida.

No pude resistir la tentación de levantar la sábana. – Uff ! Se me entrecortó la respiración al descubrir su culo apenas cubierto por un tanga que desaparecía entre sus nalgas y que no acertaba a ocultar del todo su depilado coñito. No hay duda de que era el mismo que había llevado toda la noche, no podía estar más mojado. Acabé de retirar la sábana y pude disfrutar de la desnudez de sus piernas. Larguísimas. Perfectas. Me pierden.

Lo recuerdo como si fuera ahora, alargo la mano y pruebo de acariciarlas. No se despierta. Las recorro enteras hasta sus muslos y muy suavemente paseo mis dedos por las nalgas. Piel de melocotón. Le subo un poco la camiseta para descubrir sus caderas y cintura. Estoy empalmando.

Acerco la cara a su piel y aspiro el aroma de su cuerpo. Olor a hembra, mezcla de perfume, sudor y sexo. Me invade la excitación, quiero más y mi atrevimiento me lleva a acariciarle los labios del coño que quedan al descubierto. Me impregno de algo viscoso, son restos de semen que me ayudan a deslizar los dedos por su vulvita. Me dan ganas de pegarle una buena comida de coño pero me reprimo. Continuo con el sobeteo y noto como agita su respiración, ésto se está conviertiendo en una descarada metida de mano. Empiezo a retirar la tirilla del tanga hacia un lado y descubro el boquete negro en que se ha convertido su ano, bien marcado por una aureola roja. Se lo han perforado bien esta noche. Se lo toco y de repente un ZARPAZO me aparta la mano, diciendo, – ¡ Joder Rafa, estate quieto que ya he tenido bastante … !.

Me quedé inmóvil, ella siguió durmiendo en la misma posición, estaba alucinado, o sea que su hermanito también se la cepillaba. Vaya, vaya, con los vecinitos.

Me saqué la polla y me la empecé a menear, ella recuperó el sueño, pensaba hacerme una paja a su salud y derramar mi leche por su cuerpo, pero pase al otro lado para verle la carita de zorrón. Me la imaginaba chupando pollas toda la noche con esos morritos de viciosa. La cabeza de mi verga ya rezumaba líquidos cristalinos y no pude resistir la tentación de paseársela por su boca. La movió un poco, volví a restregarle el capullo y ella, con la lengua, de forma incosciente, saboreó mis fluidos. Yo insistía, estaba a punto de correrme y al final se despertó.

¿ Qué … ? , pero, ¿ tú quien eres ?

Entorno los ojos enrojecidos que traía, y por fín me reconoció.

¡ Hostias !, pero si eres el vecino. ¡ Qué cabrón !, ¿ te la estás meneando ?

Sí cariño, mira como me la has puesto, le dije arrimándole el rabo a su carita.

El cerdo de mi hermanito te ha traido, ¿ no ?. Soy unos guarros.

No te enfades, solo quiero darme gusto mirándote. Sabes que te como con la vista cada vez que te veo.

Sí, tú y todos los tíos.

Parecía haberse calmado un poco, me miraba la polla reluciente y hasta parece que le hacía gracia que me la cascara delante de ella.

Venga, pués acaba y déjame tranquila.

Continué pajeándome delante de ella que no apartaba la vista de mi pollón. Ví como se le abría una ligera sonrisa, que me puso a cien.

Acábamela tú, putita, que me vuelves loco. Le solté sin pensarlo dos veces.

Ven aquí, guarrete, te la ordeño y te largas.

Tragué saliba, no sabía si era una cortesía, por acabar antes, o es que realmente le apetecía, pero me daba igual.

Me arrodillé en su cama, alzó el brazo y me envolvió la polla con su mano. Empezó a movermela con maestría mientras me miraba a los ojos. Me estaba poniendo el rabo a reventar. Se incorporó en la cama, quedándo sentada con las piernas cruzadas frente a mí. Estaba para comérsela. De cuando en cuando, paraba, me apretaba el cuello de la verga con fuerza y la cabeza se enrojecía y brillaba, en ese momento me la miraba y le soltaba un lengüetazo que me llevaba al delirio. Alargué la mano a su coño, por la posició en la que estaba me permitía una buena sobada, aparté la tirilla de las bragas y lo empezé a magrear, ella se dejaba.

déjame que te folle, le dije.

¡ No ! , me contestó sécamente.

Ah, ¿no?, zorrita, ¿ qué más te da una pollita más en tu coño ?

– que ¡ NO !, insistió.

Me dejé caer sobre ella, forcejeamos un poco y cuando se vino a dar cuenta ya la tenía toda dentro y bombeando con fuerza.

¡cerdo !, ¡cabrón!

Cuanto más me insultaba, más caliente me ponía. De un tirón le saqué la camiseta por arriba y quedaron sus pechos al descubierto. Maravilla de perfección, bronceados, algo más grandes que mi mano, turgentes y coronados por unos pezones oscuros y erizados.

Déjame cerdo, déjame …

Seguía metiendo y a la vez le estrujaba los pechos y retorcía sus pezones.

– Cállate zorra, que sé que te folla hasta tu hermano.

¿ Sí ?, pues a la santa de tu mujer también se la folla, tu amiguito.

Estaba claro que su hermano le había contado lo de la follada del ascensor.

¡ ZORRA !

¡ CABRON !

Le saqué la polla del coño y le busqué el culo. – ¡ Qué haces ?, me dijo. La ensarté por el ano y ella dio un respingo. – ¡ Por ahí no, por ahí no …! dijo ella, sin demasiado convencimiento. Ya no había marcha atrás. Le perforé el culo. Se la metí entera. La muy zorra ya tenía el camino bien allanado. La embestía con todas mis fuerzas sin escuchar sus quejas y acabé corriéndome dentro de ese cuerpazo de princesita viciosa. A cada sacudida de placer, en pleno orgasmo, ella me decía, – hala, hala, cerdo, ya no me cabe más leche en el culo …

Me despedí de Rafa hasta la hora del partido, llevaba una toalla enrollada a la cintura, parecía salir de la ducha y me hizo un guiñó de complicidad. No sé si a la vecinita se le vendría ahora también su hermano encima, aunque a juzgar por el paquete que marcaba, no me estrañaría. Quizá nos había estado observando el muy ladino.

Al salir al rellano del pasillo puse la oreja pegada a la puerta de mi vecino y al momento la oí a ella, – ¡ que NO, que NO ! …

Pasé la tarde pensando en la deliciosa follada que le había pegado a la vecinita, y en las que posiblemente le volvería a pegar en adelante.

Le comenté a Eva que nuestro vecino pasaría a ver el partido, y como es natural, la muy zorra se puso muy contenta. Le encantaba provocar y provocarme. Poco antes de la hora ya la veía muy atareada arreglándose para la ocasión, ella sabía el truco, que quedara natural pero en realidad todo lo llevaba muy preparado.

Comienza el partido, corre la cerveza y Eva va sacando algunos platitos para entretener el paladar. Le gusta ir y venir, pasearse entre la tele y nosotros. Cuando se agacha a depositar algo en la mesita baja que tenemos delante del sofá nuestras miradas se dirigen incoscientemente al canalillo que separa su potente delantera. Ella lo sabe. Lo hace adrede.

Media parte. El Valencia se adelanta en el marcador. Alegría. Encargamos unas pizzas para cenar. Comienza el segundo tiempo. Sustituimos la cerveza por el vino. Llega la pizza. El Valencia vuelve a marcar. Euforia. Todos le pegamos bien al vino y la temperatura va subiendo. Mi mujer no hace más que levantarse y sentarse, no se muy bien por qué. Rafa ocupa el centro del sofá entre ella y yo, y cada vez que se sienta se apoya en la pierna de él. Lleva una faldita corta, muy ligera que le resbala por las piernas arriba y abajo según se mueve. Nos está dándo el espectáculo, y Rafa a veces no sabe si mirar el partido o las piernas de mi mujer. Final del partido. Triunfo del Valencia. Celebración. Preparamos unos carajillos de ron. Se alarga la velada. Eva se levanta a preparar unos cubatas. Va, viene y a veces se agacha a coger algo de los cajones inferiores del mueble del salón, con descaro nos ofrece su culo en primer plano y una buena vista de sus piernas. Me está plantando la polla hasta a mí. Rafa y yo nos miramos y nos sonreímos, mi mujer está muy lanzada. Todos llevamos un buen subidón de alcohol. Después de los cubatas, seguimos con chupitos de ron a palo seco. Ella parece ronronear en el sofá al lado de Rafa, aunque a éste se le ve cortado por mi presencia. Me hago el amodorrado para ver que sucede, y ellos, de tanto en tanto, me hechan miraditas de reojo.

Definitivamente decido hacerme el dormido. Bien repantigado en el sofá, con los ojos entornados para no perder detalle, comienzo a simular que duermo plácidamente y es ahora cuando comienza el espectáculo. Se quedan mirando uno al otro y se sonrien malévolamente. Eva, de forma pícara, se va subiendo la falda mostrándole los muslos hasta casi la frontera con su chochito. Rafa traga saliva. Ahora se abre un par de botones más de la blusa. A mi vecino, a la vista del sujetador de encaje y de los pechos de Eva amenazando desbordar de su prisión, ya se le empieza a notar un marcado abultamiento entre sus pantalones. Eva lo mira de reojo y sopla juntando los morritos. Rafa sonrie a la evidencia de su excitación y ella le atormenta pasando la lengua por sus labios como anticipándole una comida de polla. Rafa necesita beber, tiene la boca seca. Se acerca la copa de ron y nota como ella le sube la mano por el muslo acercándose peligrosamente a su entrepierna. Eva le mira a los ojos mientras ya pasea sus dedos por encima del paquete. El se espanta. Ella se divierte. Mi mujer acerca sus labios a su boca y le magrea el bulto por encima del vaquero. Rafa se muestra nervioso, a ella le encanta la situación. Le baja la cremallera e introduce su mano por la bragueta. No para de moverla debajo de la tela. El pollón de mi amigo amenaza con reventar. Ella le despasa el botón y el rabo emerge asomando un capullo enrojecido y brillante. En la cabeza una gota de lubricante. A ella le encanta restregarla con la yema de su dedo corazón. A mi mujer le brillan los ojos. Yo estoy alucinado por el descaro de Eva delante de mí, pero la dejo hacer. La muy puta no se corta un duro, es más, parece que le excita sobremanera el morbo de la situación, el marido allí al lado dormido mientras su mujercita se lo monta con el vecino. Ahora ya le está pajeando sin contemplaciones pero él permanece inmóvil, asustado. Ella le coje la mano y se la lleva por debajo de la falda para que note como tiene el conejito de mojado. El advierte que no lleva bragas. Entreabre las piernas para dejarse sobar con comodidad. El se va animando y ella, pasándo una pierna por encima de él, lo monta a horcajadas encajándose la polla en el coño y dando un suspiro de gusto. La muy zorra es capaz de follárselo delante de mi, pensaba yo, así que tosí un poco y me moví algo en el sofá. Pararon de golpe y se mantuvieron un momento en la misma posición. Ella descabalgo. Pude ver como le salía toda la polla del coño. Le cogió de la mano y se lo llevó diciéndole en voz baja, – vamos a la cama.

Desaparecen por el pasillo, se lo ha llevado a mi propio dormitorio. Espero un momento y, sigilosamente, avanzo hacia nuestra habitación. Me doy cuenta de que voy super-empalmado. Me detengo un momento para arreglarme la polla pero no tiene arreglo, pide libertad, así que me dejo abierto el pantalón. Ya oigo los jadeos. Me asomo con cuidado por la puerta y los veo reflejados en los espejos del armario que abarcan por entero todo el frente. La tenue luz de la mesita de noche es suficiente para disfrutar del espectáculo que me está dando la putita de Eva con el vecino.

Ella le está pegando una mamada de polla a cuatro patas sobre la cama. El arrodillado se deja hacer con los ojos cerrados. No se quién disfruta más. El pollón de Rafa es visiblemente más grande que el mio. Ella se lleva una mano al chocho y se acaricia mientras le sigue mamando. El sexo le brilla, está chorreando, no tardará en pedir su parte. Efectivamente, en un segundo se ha tumbado abierta de piernas y de brazos frente a él diciendo, – ¡ fóllame !, ¡ fóllame cabrón, como tú sabes !.

Rafa está con la polla hinchada, enrojecida, marcando todas las venas y apuntándo al cielo. Se inclina sobre ella apoyando una brazo a cada lado de su cuerpo y consiguiendo restregar el capullo por toda la almeja abierta de mi mujer. Con ligeros movimientos de pélvis se la pasea arriba y abajo por todo el coño. La detiene en su botoncito y lo embiste suavemente. Ella se derrite, se desespera y le grita en voz baja, – ¡ métemela ya, cabrón , mé-te-me-laaaa … !. El hace oídos sordos y sigue martirizándola con la polla a las puertas del horno. Acerca la boca a sus pechos y le lengüetea los pezones.

Ella insiste, – cerdo, cabrón, me voy a correr ! atraviésame ya !. El, de un morreo silencia sus súplicas. Ella se le pega como una lapa y le sorbe la lengua. Levanta las piernas y lo envuelve por la espalda. De un movimiento de cintura, ella misma se ensarta en la polla de Rafa que definitivamente acompaña el movimiento. Se le tensa el culo y perfora a mi mujer. Ella le clava las uñas en las nalgas y ruge fuera de sí.

¡ Aaaaahhh … !

A mí se me corta la respiración, los celos se me apoderan pero a la vez me excita sobremanera ver a la zorra de mi mujer disfrutando con otro tio. Tengo la polla en la mano y sin darme cuenta me la estoy cascando. Eva disfruta como una cerda. El le bombea el coño y a cada embestida la va desplazando por la cama. A mi mujer ya le cuelga la cabeza por fuera, ronronea como una gatita, está en el séptimo cielo. Rafa se la folla, se la come, la está disfrutando como nunca. Ella se agita, su cuerpo tiembla, y los ojos en blanco delatan que se está corriendo.

Aaah, aaah, … , mmmh, que bueno, así, así … !

El le sigue bombeando, el alcohol le hace retrasar la corrida y el potente mete-saca se alarga. A Eva, el coño se le va a prender en llamas. La oigo decir, – jode, jode, cariño. – disfruta de éste conejito que es para ti.

En un momento dado, Eva y yo nos encontramos la mirada reflejada en el espejo, y la muy zorra sacó su lengua y empezó a pasearla por sus labios, estaba vacilándome claramente, boqueaba a cada embestida o se chupaba viciosamente el pulgar de su propia mano. Ahora que sabía que yo miraba incrementó los jadeos y subió el volumen de sus comentarios.

– Qué gusto me das, cabrón ! – qué gusto !

– Me encanta que me folles en las narices de mi marido.

Ella se había dado cuenta de que yo me la estaba cascando y de que me iba a excitar viéndo lo viciosa y lo guarra que se ponia con otro.

De pronto, se incorporó un poco y le dijo a Rafa, – Espera que te voy a dar el regalito que te había prometido. Dicho esto, se dio la vuelta quedando a cuatro patas, separó bien las piernas y le ofreció su culo. No me lo podía creer, la muy zorra desde la última vez, en que le hice daño, ya hacía más de un año, que no me dejaba metersela por ahí y ahora se lo iba a brindar a mi vecino.

Al cabrón le goteaba la polla con los caldos de mi mujer. Ella con una mano en una nalga se abría el canalillo y lo animaba,

– vamos, empálame con ese pedazo de polla.! , quiero notar como me abres el culo!

Rafa se la frotó bien en el coño para recoger sus fluidos y empezó a hundirla en su ojito estrellado. Ofrecia resistencia, hizo atrás, – relájate mi vida, y acercando la cara le pego un escupitajo para añadir más baba a la maniobra. Volvió a insistir con la polla que esta vez ya empezaba a abrirse camino. Ella puso gesto de dolor y el volvió a hacer atrás. Volvió a acercar la cara pero ahora para amorrarse y pegarle una buena comida de culo. Con la lengua le cosquilleaba el ojete y a Eva le entraba la risa.

¡ Aaah, qué bueno, cerdo !

¡ Chupa, chupa mi lindo culito ! , a la vez lo movía con gracia la muy zorra.

Comenzó a alternar la lengua con la introducción del pulgar para dilatar el esfinter. Ahora era ella la que volvía a pedir más guerra.

¡ Métemela ya, por favor, … , jódeme el culo !.

El pollón de Rafa parecía que iba a reventar. Se la encajó y la calentura le hizo empujar sin contemplaciones. La polla se abrió camino. Eva enmudeció de repente y cuando consiguió decir – ¡ PARA ! , ya le tenia la mitad del mango ensartado en su bonito trasero. Ponía cara de dolor, me buscó en el espejo y cuando me vió, le vino otra oleada de excitación. Leía en mis labios como le decía, – PUTA, PUTA, PUTA, y empezó a poner cara de viciosa otra vez. Ella misma inicio de nuevo el movimiento presionando su culo contra Rafa para ir clavándose cada vez más el enorme rabo de mi vecino. Le iba dando culadas cada vez más fuertes hasta que se la tragó entera. Le gustaba, estaba ida entre el placer y el dolor, quería más y otra vez volvia a jalearle,

– ¡ dáme por culo, cabrón, dáme bien por culo !.

El le sacaba y le metía más de medio rabo en cada viaje, cada vez más fuerte. La tenía sujeta por la caderas. Ella rugía de gusto. Con una mano se buscaba el chocho y alternaba entre sobarle los huevos a Rafa, cosa que le pone muy cachonda, y fregarse el clítoris.

– Aaah, zorra, qué culo tienes, me voy a correr, no aguanto más … !

– Lléname, llénamelo de leche !

Eva agitaba la mano frenéticamente en su chocho mientras Rafa se tensaba en las últimas sacudidas al culo de mi mujer y con gritos contenidos de ambos, se vaciaba entero dentro de su intestino.

– Oohh, qué gozada … ! repetía él.

Mi mujer se dejó caer en la cama y él siguió teniendola todavía bien empalada, e incluso dándole pequeñas embestidas cada vez más suaves.

Sus cuerpos sudorosos se mantuvieron entrelazados, reposando y llenándose de besos. Yo me retiré por el pasillo y desde el salón tosí un poco para que me oyeran. Al rato oí la puerta de la calle, Rafa se había apresurado a salir sigilosamente.

Con el pollón que me había puesto la parejita me dirigí al dormitorio y allí estaba Eva medio adormilada en la misma posición en que la dejó su amante. Sin pensarlo dos veces la cogí por detrás y le clavé el culo, todavía estaba dilatado y la leche de Rafa corría por las comisuras. Ella se despertó y sólo decía, – ¡ cerdo, cómo te gusta follar sobre mojado !. Unas cuantas embestidas me bastaron para dejarle otra buena corrida en su culo.

A mitad noche me volví a despertar empalmado, separe bien sus nalgas para comerle el negro orificio que todavía rezumaba leche, y luego me follé otra vez ese culo de golfa.