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La entrega

Llegó a su destino y observó que era un edificio bastante viejo, hasta parecía abandonado, miro otra vez el sobre y si era la misma dirección, entró y apenas podía ver porque las luces estaban apagadas y solo veía por la poca luz que entraba desde la calle, que era poca puesto que ya estaba anocheciendo.

En el ascensor

Me acerqué al ascensor, y él se acercó también a su compañero diciéndole algo cerca del oído, y en lo que esperábamos que abriera la puerta del elevador un grupo de personas y yo, cuando me percaté, el chico que me había interrogado anteriormente estaba detrás de mi.

Ascensor empinado

La ropa que me había proporcionado era bastante sugerente: unas finas braguitas de encaje blanco que a duras penas podían contener el volumen de mi polla, unas medias transparentes y un vestido muy corto y que permitía disimular la falta de pecho con algo de relleno.

El ascensor

Pero fue su otra mano, la que introdujo dentro de mis bragas, para explorar mi todavía virginal cueva, la principal culpable de que me corriera como nunca antes lo había hecho, mientras mordía mis manos para amortiguar los escandalosos jadeos que emitía.