Un día lluvioso y caluroso el día perfecto para llevar a cabo la fantasía sexual en una casa vacía

La mañana se estaba tornando interminable en el trabajo, las horas se esmeraban en demorar su paso por el reloj y más encima las nubes empezaban a ponerse más densas en el cielo.

Mis jefes, como de costumbre habían dejado la oficina para ir a almorzar y por la radio estaban pasando unos “mortales” lentos de los ’80 que hacían levantar hasta a un muerto.

Mi mirada estaba posada en el monitor de mi computadora pero mi mente volaba por el más allá.

Súbitamente el sonido del teléfono me hizo volver a la realidad, era Karie, una amiga de esas que cualquier mortal quisiera tener entre sus brazos.

Ella por ese entonces estaba buscando casa para mudarse.

Esa mañana le habían dado en la inmobiliaria las llaves de una para que la fuera a ver.

Luego de irla a ver ella primero, me llamó para “invitarme” a verla con ella.

Obviamente le dije que sí y que la esperaría en la puerta de la oficina.

Repentinamente el panorama pasó de ser sombrío a tener más color que nunca, de pronto me agradaron las pesadas nubes que ya empezaban a chorrear su húmeda carga y la radio comenzaba a justificar sus lentas melodías.

Karie llegó y raudamente subí a su auto.

Ya la lluvia empezaba a arreciar y por mi mente corrían eróticas ideas y calientes sensaciones.

Ella hacía tiempo me había confesado que una de sus fantasías era hacer el amor conmigo en una casa vacía, donde retumbasen los sonidos del amor y además poder correr desnudos por toda la casa sin tener que esquivar ni un mueble siquiera.

En el trayecto ninguno hablaba, solo se escuchaba el ruido de las gotas de lluvia y tal vez la fricción de nuestras ideas chocando dentro de nuestras cabezas.

Hacía tiempo que manteníamos una cierta relación amorosa, por más que teníamos nuestras vidas “ocupadas”, por tal razón era que ambos sabíamos lo que podía estar pasando por la cabeza del otro y eso hacía que en silencio nos excitáramos aun más.

Cuando ya mi imaginación alcanzaba niveles estratosféricos llegamos a la casa en cuestión.

Entramos cautelosamente tratando de no llamar la atención de algún que otro vecino y una vez adentro, ese olor a encierro me hizo excitar tanto que mi verga pronto se llenó de sangre y estaba tan dura como el bastón que usaba mi abuelo.

Por su lado Karie me miraba con ojos libidinosos y su respiración se percibía algo agitada.

Se había percatado que mi bulto dentro del pantalón crecía rápidamente e imploraba por salir a devorar los jugos de su concha.

Ambos estábamos excitadísimos, le dimos un rápido vistazo a la casa, que obviamente estaba vacía totalmente.

Llegamos a la cocina y abrimos la puerta que daba al patio, donde la lluvia hacía una cortina virtual con el aguacero, el ruido de la lluvia sobre el techo era ensordecedor, pero sugerente a la vez.

Mientras yo miraba hacia fuera Karie me tomó por la espalda y me empezó a abrazar suavemente y su fuerza iba en aumento de acuerdo a su nivel de excitación.

Luego pegó sus enormes tetas a mi cuerpo y empezó a franelearmelas por la espalda.

Yo solo la dejaba hacer su juego, cosa que a ella le encantaba, pero mi nivel de excitación hacía rato que había tocado su techo y mis ganas de cogerla eran incontrolables.

Después acercó su concha a mi culo y empezó a moverla con sensuales movimientos giratorios (a ella le alucina frotar su concha en mi culo y acabar con esos movimientos tan masculinos).

Su respiración era como el sonido de una locomotora, estaba tan excitada con su propio juego que daba placer con solo verla.

Ya mi verga parada no daba más, latía tanto que podía sentir mi corazón en la punta de ella, me desabroché el pantalón y salió despedida hacia la superficie.

Karie, automáticamente la tomo entre sus manos y poniéndose frente a mí se agachó y empezó a chuparla de una manera que solo ella sabe hacer.

Mientras que con una mano me acariciaba los huevos y llegaba hasta mi culo haciéndome estremecer de placer, con la otra me pajeaba acompañando el ritmo con su boca.

Verla pegada a mi pija me hacía re calentar, pero más aun la sensación que percibía producto de su carnosa y puntiaguda lengua recorriendo la cabeza de mi verga y “tragando” casi totalmente mi duro palo.

Luego de un largo rato de lamer mi pedazo me llegó el turno de pasar a la acción.

Lentamente le saqué la ropa hasta dejarla en ropa interior, lo cual aparte de hacerla calentar más aun le hice un favor porque el calor era insoportable, dado que estábamos en una casa casi encerrados y en verano.

Sus enormes tetas imploraban salir del yugo de su sostén, cosa que gustosamente hice y ambas saltaron como un resorte y fueron a parar a las palmas de mis manos que empezaron a acariciarlas y a amasarlas suavemente.

Sus pezones estaban tan parados que eran un implorante llamado a mi boca que presurosa acudió a ellos para saborearlos.

Mi lengua los recorría circularmente y eso le causaba muchísimo placer, luego de pasármelos por mi boca un buen rato y amasar sus tetas comencé a descender con mi lengua hasta llegar al límite entre su piel desnuda y su bombacha.

El afrodisíaco aroma de su concha se hacía sentir y no era para menos.

Primero pasé mi boca por su concha aún vestida y su repentino sobresalto me daba el aviso de que estaba esperando ser devorada por mi boca.

Ayudado por mis manos y mis dientes le bajé la bombacha, quedando al descubierto esa preciosa concha totalmente mojada.

Empecé a lamerle los labios mayores mientras veía su desesperación por que mi lengua rozase su clítoris, pero mi boca y mi lengua se hacían rogar y ese juego de desesperación la hacía excitarse aún más.

Luego de unos instantes, como por casualidad, rocé con mi lengua su clítoris, que estaba tan duro como mi verga. Su gemido fue incisivo y sus ojos entrecerrados parecían rogarme que se lo chupara.

Pues sí, comencé a hacerlo lentamente mientras veía que sus piernas empezaban a endurecerse y a doblarse a la vez, tuvo que apoyarse en la pared para no perder el equilibrio, sutil señal de que su primer orgasmo estaba por llegar, pero de golpe paré de lamerle la concha.

Su cuerpo asistía de golpe a un supuesto cambio de planes, pero no era así, luego de que se hubo enderezado volví a la carga de su delicioso clítoris.

Su cuerpo retomó su anterior postura, tenso y presto a acabar, pero volví a repetir lo anterior, así lo hice un par de veces más, viendo que Karie estaba llegando a niveles de clímax incalculables.

Su cuerpo ya no entendía nada, cuando parecía explotar súbitamente parecía desfallecer, pero esta vez yo la iba a hacer acabar, comencé la chuparle la concha con más ímpetu, su respiración comenzó a entrecortarse y a agitarse más y su orgasmo no tardó en llegar, su grito fue estremecedor, un aullido tan agudo como placentero que “felizmente” fue ahogado por el ensordecedor ruido de la lluvia.

A todo esto yo seguía allí prendido de ese “entumecido” clítoris, mamándolo más rápido y su segundo orgasmo se hizo presente, aunque con su expresión más sorda.

Su cuerpo se dobló por completo y casi toca el suelo, pero la sostuve y le seguí chupando la concha al ritmo de su agitada respiración y el tercer orgasmo la hizo explotar por completo, fue ahí que me agarro fuertemente la cabeza haciéndome poner de pie y comenzó a besarme desaforadamente, su lengua entraba y salía de mi boca con energía.

Mientras  nuestras bocas y lenguas jugaban como espadachines, Karie comenzó a desvestirme rápidamente.

Me sacó totalmente la ropa y me ordenó que me acostara en la mesada de la cocina.

Con mi verga más cerca de su boca esta vez me la empezó a chupar con energía, hasta que no aguantó mas y de un salto se montó sobre mí.

Ambos estábamos bañados en sudor y el calor nos abrazaba, pero estábamos tan excitados que eso parecía no existir.

Su concha ardiente y húmeda no tardó en encontrar mi endurecida verga y se la “deboró” en un instante, mi pedazo quedó perdido en el interior de su concha y empezó a cabalgarme a un ritmo demencial, jamás había visto tan excitada a Karie, me cogía con tanta energía, llevando al máxima su tan ansiada fantasía, su desesperación hacía que me cogiera animalmente.

En esa “lucha” frenética entre mi verga y su concha fue que vino su otro orgasmo, tan intenso, tan aullado, tan disfrutado por ambos.

Tanto ímpetu desprendido hacía que yo también me re calentara, pero ella no me dejaba hacer nada, “solo disfruta”, me decía, y yo la gozaba tanto que no lo podía creer.

Luego de haberme cogido tan frenéticamente y acabado ella varias veces la empecé a coger yo.

La hice parar y apoyarse sobre la mesada mientras yo la cogía por detrás, su culo era un invitado de gala a este sexual encuentro, estaba tan seductor y tan tentador, pero seguí cogiéndola por la concha.

Como un semental canino la bombeaba con fuerza mientras sus gritos y aullidos acompañaban mi faena.

Mi verga cada vez que salía de su concha traía consigo un caudal de leche vaginal increíble, esa mujer estaba tan excitada que su leche chorreaba por entre sus piernas.

El calor ahora sí se hacía sentir, por lo que la invité a seguirme al baño y bajo la fresca lluvia de la ducha seguí cogiéndola como antes, ella seguía aullando y gimiendo de placer y eso me calentaba más.

Había pasado algo más de una hora y seguíamos en ese raid sexual, pero yo todavía no había acabado, hacía esfuerzos para aguantar porque sabía que de un momento a otro ella tendría un nuevo orgasmo.

Tuvo tantos que perdía la cuenta, solo se que fueron más de 15 y no exagero, Karie era de tener esa cantidad y más, algo increíble y alucinante.

A todo esto bajo la lluvia yo seguía cogiéndola con fervor, entraba y salía tan rápido que causaba una tan placentera sensación en mi verga que mi orgasmo no tardó en llegar, viendo ese culo divino como se pegaba a mi verga hizo que mi cuerpo se estremeciera con un orgasmo increíble, acompañado de un grito también ensordecedor.

Mi verga emanó tanta leche que supongo que su vagina quedó inundada.

Luego de eso nos fundimos en un extenso beso que parecía no terminar nunca.

Mi cansancio me impedía mover y quedé tendido sobre sus enormes tetas, abrazado a esa increíble mujer que me vuelve loco hasta el día de hoy.

Después de reponernos a fuerza de apasionados besos y eróticos masajes comenzamos a darle fin a ese lluvioso pero caluroso encuentro sexual, lentamente fuimos a buscar nuestras prendas y como si nada, luego de haber estado una hora y media “mirando” la casa retornamos a nuestras propias rutinas, aunque algo más que exhaustos.