Mi Primo Miguel
Mis primeras experiencias fueron aproximadamente a los 17 años. En una ocasión se tuvo que quedar a dormir en mi casa un primo, como no había donde alojarlo se tuvo que acostar en mi cama conmigo.
Serían aproximadamente las 2 de la mañana cuando despierto debido a un movimiento que se sentía en mi cama, despierto como estaba pero con los ojos entreabiertos simulando estar dormido, pude comprobar que el origen del movimiento se debía a que mi primo se estaba masturbando, para lo cual se había bajado sus calzoncillos y estando de espaldas en la cama mostraba su pene erecto, era realmente grande para su edad y con una cabeza roja, quizás producto de la excitación, su masturbación era lenta, movía lentamente su prepucio hacia arriba y hacia abajo lanzando leves quejidos. Ante tal visión no pude contener una erección por debajo de mis calzoncillos y disfrutaba mirando de reojo el pene de mi primo.
De repente mientras con la derecha se masturbaba, con la izquierda comenzó a acariciarme el pene por encima de mis calzoncillos; para disimular me moví en la cama dándole la espalda y continué simulando estar dormido. El aprovechó la ocasión y lentamente me bajó los calzoncillos, abrazándome estrechamente, ahí pude sentir su pene entre mis nalgas y como empezaba a moverse lentamente simulando estar penetrándome, mientras lo hacía con su mano derecha tomó mi pene y mis testículos y comenzó a acariciarlos, el placer era exquisito y no pudiendo contenerme más, me puse de costado frente a él y tomando su pene entre mis manos, comencé a masturbarlo, él por su parte hacía lo mismo conmigo. Al mirarlo pude comprobar por sus gestos cómo gozaba mis caricias, las mismas que recibía de él.
En un momento me preguntó si deseaba chupárselo, que era en extremo limpio y que con toda seguridad me iba a gustar. Nada le respondí, sólo me puse sobre él con mi cara a la altura de sus genitales, era rico ver de tan cerca un pene parado que no fuera el tuyo; comencé a masturbarlo lentamente, aumentando progresivamente los movimientos de mi mano. De reojo podía ver cómo se desfiguraba su rostro por el placer obtenido, hasta que no aguanté más y lentamente comencé a besarlo en todo su largo, desde sus testículos hasta su glande, en un momento estaba chupando su roja cabeza y a continuación comencé a metérmelo lentamente en mi boca, hasta sentir sus pendejos en mi nariz, era delicioso hacerlo y sentir el calor de ese pene por completo en mi boca.
En un momento me dijo que parara y me preguntó si deseaba sentir los placeres que había sentido él, tampoco le respondí, sólo le mostré mi pene el cual tomó y comenzó a chuparlo como loco, por un momento el placer era inaguantable, de la manera cómo lo apretaba con sus labios y cómo con su lengua acariciaba el glande por todos sus rincones. Esta vez fui yo quien le propuso que lo hiciéramos los dos al mismo tiempo, fue algo innato, ni siquiera sabía que a esa posición se le llamaba «69» ni mucho menos. Esta vez me puse sobre él y le puse mi pene en su boca, a continuación me estiré hasta quedar con mi boca frente a su pene, el cual comencé a masturbar brevemente para luego meterlo por completo en mi boca.
A partir de ese momento sólo se escuchaban murmullos y quejidos de placer entre ambos. El placer era intenso y en un momento me saqué su pene de mi boca para decirle que estaba a punto de acabar, me respondió que esa era la meta que quería alcanzar y comenzó aún más rápido a chupármelo, hasta que en medio de convulsiones y quejidos de placer acabé en su boca, el placer era tan intenso que casi no lo podía aguantar, tomé su pene y me lo llevé a la boca, aumentando la velocidad tal como él lo había hecho, en pocos momentos pude comprobar cómo su cuerpo se convulsionaba y en medio de un ahogado quejido, derramó su semen en mi boca. Mi boca pudo sentir cómo momentos antes su pene se ponía aún más rígido, lanzando chorros de semen dentro de mi boca; era la primera vez que probaba el sabor del semen y me agradó.
Esa noche creo haber dormido muy poco, fue una noche de puro chuparnos el pene mutuamente, recuerdo haber alcanzado en total unos dos orgasmos. Lo disfrutamos de tal manera que quedamos de volver a hacerlo en cuanto se presentara otra oportunidad
A partir de esa ocasión, mi primo Miguel y yo, en cuanto teníamos oportunidad nos desnudábamos por completo y satisfacíamos por completo nuestra sexualidad, hasta ese momento consistente sólo en sexo oral.
En una ocasión en que estábamos haciendo un «69» (yo encima de él), se saca mi pene de su boca y comienza a chuparme los testículos, para nuevamente meterse por completo mi pene en su boca, a continuación nuevamente se lo saca y se mete en forma intercalada mis testículos en su boca, el placer era increíble; en un momento comienza a lamerme el sector entre mis testículos y mi ano, realmente placentero; instintivamente comienzo a mover mis caderas respondiendo al placer obtenido, de repente desliza su lengua hacia mi ano y comienza a lamerlo, metiendo suavemente su lengua hacia su interior, se triplica el placer. Como respuesta comienzo cadenciosamente a mover mis caderas, hacia delante y hacia atrás, hacia los costados, hacia arriba y hacia abajo. De repente siento cómo comienza a introducir su dedo medio dentro de mi ano, moviéndolo en círculo para luego meterlo y sacarlo, el placer es inaguantable y como respuesta le succiono el pene como nunca lo había hecho antes, incluso se lo mordía suavemente. Luego comenzó a meter dos dedos, ante lo cual se notó la estrechez de mi ano y me dolió al principio, pero lo aguanté debido a que después del dolor inicial sentía placer. En un momento eran tres dedos los que me introducía en el ano.
Después de esa exploración de su parte, me preguntó si deseaba ser penetrado con su pene, sólo respondí que no podía evitar el miedo al dolor al ser penetrado por su desarrollado pene, me tranquilizó diciéndome que para que eso pudiera hacerse de buena forma, el ano debe estar previamente preparado, relajado, además de usar alguna crema que suavizara en parte la penetración, además me prometió que si lograba penetrarme, le gustaría a él también ser penetrado por mí. En el fondo siempre quise tener la oportunidad de hacerlo; tenía unas nalgas paraditas y duras y además en más de una ocasión pude apreciar su ano mientras hacíamos el «69», y pensaba que algún día me gustaría empalarlo con mi pene. Esa era mi fantasía hasta ese momento.
Me pidió me colocara en cuatro patas sobre la alfombra del piso. Me tomó por detrás mi pene y comenzó a chuparlo, era súper rico; luego hace lo mismo con mis testículos para continuar a besarme y lamerme el ano. Yo ya no podía más de caliente que estaba, luego se paró y sacó un frasco de vaselina y comenzó a colocarme en forma abundante, tanto afuera como adentro de mi ano, a continuación se colocó también vaselina en todo su pene, especialmente en su glande. Con palabras cariñosas me explicó que al principio me podría doler un poco, pero con suavidad podría meterlo sin mayores daños. De repente siento como lleva con su mano el pene a mi ano, sintiendo su glande en la abertura; lentamente comienza a introducirlo y con un grito de dolor le hago saber que me duele, hasta ahí sólo a alcanzado a introducir su cabeza, con ambas manos lo empujó hacia atrás a la altura de sus caderas, pero noto que la cabeza de su pene no sale, me pide que me tranquilice y que mantengamos esa postura con sólo su glande dentro de mi ano, suavemente comienza a moverse hacia delante y hacia atrás y lentamente comienza a meterme su pene, tan sólo un par de centímetros. Sin darme cuenta me toma con ambas manos de mis caderas y de un solo golpe me introduce el pene hasta por lo menos la mitad de su largo, lanzo un grito de dolor y él sin inmutarse siquiera comienza un meter y sacar su pene de mi adolorido ano, a cada empujón lo mete aún más dentro de mí. La sensación de dolor y molestia sentida en un principio cambió radicalmente a un especial deleite, especialmente cuando lo tenía por completo dentro de mí, era como una sensación de plenitud, de éxtasis. Era rico cómo lo sacaba por completo para luego de un solo golpe meterlo todo dentro de mí (sentía cómo sus pendejos tocaban mis nalgas). Comencé a gemir de placer y a decir todo tipo de cosas como producto del placer obtenido. Por mi parte también ayudaba a que me enculara, en los momentos que empujaba para meter su pene, yo a su vez empujaba hacia atrás para facilitarle la penetración. No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición, por mi parte mi deseo era que no terminara. Mi pene estaba que reventaba y en un momento él comenzó a masturbarme; no duré mucho y lancé lejos chorros de semen acompañados de sonidos guturales y con mi cuerpo convulsionado. Él sintió las contracciones de mi ano al alcanzar el orgasmo y me dijo lo delicioso que era al apretar su pene con mi esfínter, comenzando un mete y saca vertiginoso, en un momento lanza un grito de placer y me mete hasta el fondo de mi recto su pene, comenzando a eyacular abundantemente dentro de mí. Fue realmente delicioso.
Después permanecimos toda la tarde recostados, comentando nuestra primera experiencia de penetración. Acariciaba y besaba su pene, lo miraba detenidamente sin comprender cómo había sido posible que me hubiera empalado con él. Se lo chupé como nunca antes se lo había chupado, poniendo toda mi pasión al hacerlo hasta sentir cómo acababa en mi boca, su semen me agradaba mucho.
En una ocasión un fin de semana quedó sólo en su casa debido a que sus padres y hermanos fueron de viaje al sur, debido al fallecimiento de un familiar lejano. Él se excusó por tener que estudiar para unos exámenes. Era nuestra ocasión propicia para gozar juntos un fin de semana completo y por supuesto que lo aprovechamos al máximo. Quedamos de juntarnos en su casa al atardecer del día sábado, tipo 20:00 h.,
Toqué el timbre de su casa y me extrañó que sólo sacara su cabeza para recibirme, el muy pillo estaba completamente desnudo y con su enorme pene completamente parado, lo noté muy excitado y cerrando la puerta me toma con ambas manos los costados de mi cabeza y me empuja hacia abajo hasta quedar frente a su verga la que aún tenía su cabeza cubierta por su prepucio, ordenándome que se la chupara lo más rico posible. No me hice de rogar y me metí toda esa deliciosa verga en mi boca y con mi boca le corrí el prepucio hasta atrás, sintiendo su cabeza caliente en mi boca, él por su parte se movía hacia atrás y adelante, simulando estar penetrándome, por mi parte lo tomaba con ambas manos de sus glúteos y lo empujaba hacia mí. Creo que estuve unos 15 minutos haciéndole una mamada de película, hasta que de repente noté como se le ponía aún más duro y lanzando quejidos de placer recibo toda su leche caliente; se lo seguí chupando hasta que lanzó su último chorro de semen. Fue realmente delicioso hacerle esa mamada, más aún al verlo tan caliente. Incluso me confidenció que no se masturbaba hacia más de una semana con la finalidad de estar lo más caliente posible para estar junto a mí.
Luego ambos caminamos a su dormitorio, donde me desnudé por completo; me acosté de espaldas y le pedí me hiciera una mamada como yo se la había hecho. Fue rico ver cómo la chupaba, se la metía por completo en la boca y me miraba fijamente a los ojos, le gustaba cómo yo los entrecerraba producto del placer obtenido.
En un momento le pedí si podía penetrarlo, ya que nunca lo había hecho y deseaba saber qué se sentía el meter el pene en el ano de un hombre. Me respondió que deseaba se lo pidiera y dicho eso se levantó dirigiéndose a un mueble, sacando de él un frasquito con vaselina. Me untó el pene completamente con esta crema y a continuación se colocó en su ano una buena porción. Colocándose en cuatro patas me indica que se lo meta suavemente, coloco la cabeza de mi pene en su ano y empujo suavemente, ésta entra con facilidad y comienzo lentamente a meterlo hasta que entra hasta la mitad, por su parte mi primo comienza a moverse en forma circular, favoreciendo la penetración, en un momento lo tomo de las caderas con ambas manos y empujo con fuerza hasta metérselo completamente en su ano. Es realmente delicioso sentir cómo su recto aprieta mi pene, logrando un gran placer. Disfruto sobremanera al sacarlo por completo y volverlo a meter hasta sentir cómo mis testículos golpean sus nalgas, él muy caliente ante cada embestida que le hago, empuja hacia atrás para lograr una mayor penetración.
La lujuria nos invade a ambos, le tomo su pene y comienzo a masturbarle, en breves momentos acaba lanzando grandes chorros de semen sobre mis manos y sobre la cama, las contracciones involuntarias que hace al alcanzar el orgasmo, producen que apriete aún más su recto en torno a mi pene, es tanto el placer que siento que por un momento se me nubla la vista y comienzo a sentir que se me acerca el orgasmo. El placer es intenso e inaguantable, lanzando ahogados gritos de placer alcanzo el orgasmo y permanezco con mi pene dentro de él hasta que se pone flácido. No pensé nunca que fuera tan exquisito penetrar a otro varón hasta alcanzar el orgasmo, realmente lo gocé mucho.
Ya en la madrugada y otra vez calientes comenzamos nuevamente nuestras deliciosas sesiones de sexo oral, realmente lo disfrutábamos mucho. En un momento le pedí que me penetrara, pero esta vez sería yo el que llevara la iniciativa. Le pedí que se sentara en el borde de un sillón de su dormitorio, coloqué abundantemente vaselina en su pene y en mi ano. Me senté de frente y sobre él, tomé su pene y coloque su cabeza en la entrada de mi ano, luego lentamente fui bajando y a medida que lo hacía su pene entraba más y más dentro de mí, comencé a moverme sacándomelo y metiéndomelo, hasta que en un momento empuje con fuerza y su pene entró por completo dentro de mí, fue realmente delicioso. Como estaba frente a él podía ver cómo se desfiguraba su rostro por el placer. Mi pene no podía más de parado, tomándomelo comienza una lenta masturbación para finalmente hacerlo bien rápido; el orgasmo no se hizo esperar y comencé a lanzar chorros de semen sobre su cuerpo, llegando incluso hasta su cara. Seguí moviéndome hasta que logré que llegara al orgasmo, llenándome las tripas de rica leche caliente.
A partir de este momento todos nuestros encuentros se basaban en sexo oral y penetraciones, utilizando poses cada vez más sofisticadas con el sólo propósito de lograr placer absoluto. Estos encuentros duraron hasta que él tuvo que hacer el servicio militar. Posteriormente se fue a Curicó junto a su familia, debido al traslado laboral de su padre. Nunca olvidaré los momentos vividos entre ambos, lo único que sé es que se casó a los 25 años y se fue a vivir a Puerto Montt. Estoy convencido que recordará lo nuestro y se calentará al revivir nuestras experiencias. Ojalá algún día lo vea y podamos repetir lo nuestro.
Es todo lo que puedo contarles de mis primeras experiencias teniendo sexo con otro hombre. Espero les haya gustado.