Mi tía Mercedes
Me llamo Ricardo, tengo 36 años soy de Terrassa (Barcelona) y mi pasión sexual son las mujeres maduras, las cuales me dan bastante morbo y quiero relatar la relación que tengo con mi tía Mercedes, conocida familiarmente como la tita peque.
Esta historia comenzó hace ya la friolera de 20 años.
Yo era un adolescente de 16 años estaba estudiando el 3º de BUP, era un muchacho que llevaba una vida ordenada y como todos en esta edad, estaba más por las chicas, pues el fútbol y los libros me quedaron total y absolutamente al margen. Naturalmente era de los tipos que tenían suerte y sacaba el aprobado por los pelos.
Al año siguiente mi padre optó que tenía que estudiar el COU de noche, pues decía que si era mal estudiante, había de trabajar de día y por la noche estudiar todo para que yo me espabilara en la vida, en consecuencia de ello mi «carrera» como futbolista se fue al traste ya que seguía viéndome con mis colegas y sobretodo con José y Pedro, mis mejores amigos que sabían mi morbosidad y los muy pícaros siempre me llevaban a los bailes donde habían mujeres maduras y los tres siempre acabábamos mojando.
Fue en esa época que mi tía Mercedes buscaba un chico con moto para realizar el reparto en su negocio, por supuesto acepté el trabajo.
Como he citado anteriormente, familiarmente era conocida como la tita peque, es la más pequeña de las hermanas de mi madre y por aquel entonces contaba con 37 años, morena, delgada, estatura media con unos pechos exuberantes y como siempre muy elegante.
Ella había heredado el oficio y el negocio de mi abuela de modista de alta costura se dedica a los patrones de vestidos, también los hacía a medida y vendía a señoras por encargo.
He de confesar que me había masturbado varias veces pensando en ella, pero la idea de tener una relación nunca se me pasó por la cabeza.
Desde el verano, antes de empezar el COU ya trabajaba en el taller de mi tía, he de admitir que aquel trabajo era un chollo, dado que, aparte de los recados con moto estaba en el taller ordenando las piezas de tela y catalogándolas, pues ella i Rosa, una empleada de toda la vida me pedían las telas para poder trabajar.
Mi obsesión por mi tía llegó a tal extremo que le pedí abrir el taller, había descubierto que desde el almacén que estaba separado por unas mamparas de madera y en uno de sus lados faltaban unos 5 cm. para tapar todo el paño de pared, desde donde veía como se cambiaba de ropa.
La muy calentorra se quitaba toda la ropa y se quedaba desnuda, sólo se ponía una bata y los zuecos para trabajar yo me quedaba mirando por aquel espacio y me masturbaba cada vez más excitado, pero a mí me pasaba por la cabeza que aquello no podía ser ya que era una relación incestuosa montárselo con mi tía Mercedes y me calmaba solamente una semana de cada mes que ella «decía» que se iba a Barcelona o Madrid a todos los eventos de alta costura para estar al día en su trabajo, pues yo ya sospechaba que aquello era una excusa, dado que, recibía catálogos y se compraba género.
Un día de Noviembre de aquel año, cuando llevaba apenas 6 meses trabajando con ella, estaba de un humor de perros pues Rosa la empleada se puso enferma y necesitaba a alguien que le ayudara a cortar patrones y… me tocó a mí hacer de ayudante yo no paraba de mirar aquel bonito cuerpo y mi obsesión se hacía cada vez más notable pues me empalmé estando trabajando a su lado, cosa que ella se percató me miraba, pero sonreía sin darle más importancia y al acabar la jornada me dijo muy cabreada que quería hablar muy seriamente conmigo en la oficina.
¿Qué té pasa algo?. Me dijo bastante enfadada
¿No hago bien lo que me has enseñado hoy?. Le respondí con disimulo
¡No es por eso¡. Respondió mi tía Mercedes
¡Sé que te masturbas en el almacén mirándome¡
¡A mí me gustan los tíos jóvenes!
Nos quedamos unos minutos en silencio, ella empezó a desabrocharse la bata y se quedó desnuda mostrando su enorme delantera al descubierto y acto seguido me quité mi ropa y nos fundimos los dos con un morreo, mi polla dura como una piedra quedó en su vientre, ella lo notó, me cogió con su mano el miembro y empezó a masturbarlo, entonces le puse mi mano en su coño que estaba chorreando y le empecé a tocar el clítoris, ella me hizo sentar en la silla de la oficina se puso de rodillas y empezó a chuparme la polla y con su mano derecha me masajeaba los huevos, me tenía a punto de caramelo pero se levantó, se sentó encima y me puso sus enormes tetas en la boca yo se las estrujaba y lamía en el mismo momento que mi polla entraba en su coño y se movía frenéticamente que temblaba de placer hasta que me corrí dentro de su coño y unos gemidos se apoderaron de ella cuando yo desprendí mi néctar.
¡Me la había montado con mi tía Mercedes!. Le pedí perdón por esa actitud y le dije que eso no se volvería a repetir.
Ella empezó a reírse a carcajada limpia y me dijo que en el taller no, pero sí en su casa, me tranquilizó, fumamos unos cigarrillos y estuvimos hablando toda la tarde e intimamos, le dije que me iban las mujeres maduras, me confesó que era una mujer liberal y que por su manera de ser no podía casarse y lo de la semana de cada mes confirmó lo que yo ya sospechaba, era una tapadera, pues tiene un piso en Barcelona y otro en Madrid y va durante ese tiempo de vacaciones a los clubes liberales donde practica el sexo en grupo, se lo montaba así pues en Terrassa podían saber de sus historias y en las dos capitales pasaba más desapercibida.
Fui a su casa el jueves siguiente, ella me recibió muy bien vestida y elegante como le caracteriza, aquella casa estaba muy bien decorada, sólo iba en días señalados a aquella casa y no me fijaba como era, pero mi tía Mercedes es un verdadero putón, me enseñó sus revistas porno e incluso había de lesbianas, los consoladores de todas medidas y tamaños, mientras tomábamos unos cubatas.
Sorprendido de lo viciosa que es mi tía le pregunté:
¿Te lo has montado con tías también?. Le pregunté
¡Pues claro!. Afirmó ella
¿Sabes con quien?. Me dijo la pícara.
¡Con Mary, la esteticienne!. Respondió sonriendo
¡Aún no has visto todo!. Replicó mi tía
Se levantó canturreando a su habitación, noté que estaba cachonda. Yo me quedé en el sofá esperándola.
Al cabo de unos 10 minutos apareció con lencería fina de color rojo, luciendo unos ligueros de color negro y calzada con unos zapatos negros de tacones altos, estaba vestida como una verdadera puta, cosa que a mí me puso a cien.
Apagó la luz del salón, dejando sólo la luz tenue de la lámpara de la mesa rinconera del sofá se fue hacia el tocadiscos puso música romántica, acto seguido, nos pusimos a bailar abrazados empezamos a besarnos, mis manos se iban acercando a sus nalgas, las cuales estaban bastante prietas como notaba también la dureza de sus pezones, mi sexo se puso otra vez como una piedra, después de bailar y jugar sexualmente le dije que se pusiera al sofá la abrí las piernas y empecé a lamer el coño de mi tía y me comí todos sus jugos de la gran corrida que hizo, seguidamente, abrazados nos fuimos al dormitorio, allí me hizo estirarme y me hizo una mamada, me corrí dentro de su boca.
Nos fuimos a lavarnos y fumarnos un cigarrillo al cabo de media hora volvía a ponerme cachondo, ya que, después de lavarnos fuimos otra vez al dormitorio y estirados en la cama empezó acariciarme la polla, me la chupó y cuando estaba dura me rogó que se la pusiera en su culo, me acarició la polla con lubricante y desde luego que aquel culo ya estaba perforado pues entró a la primera, se excitaba al oír el chasquido de mis huevos a la vez que cogí el primer consolador que estaba a mano y la zorra de mi tía Mercedes no tardó en correrse, le hice ponerse boca arriba, le abrí las piernas y se la clavé sin más vacilo hasta que me corrí dentro de su coño descargando así todo mi semen.
Los encuentros se iban sucediendo cada jueves, excepto la semana que la guarra de mi tía marchaba de pendoneo para follar con todos los tíos que se ponían por delante en los clubes liberales que frecuenta.
Yo, por otra parte ya era mayor de edad, me había enseñado bastantes cosas del negocio, en el aspecto comercial y ya conocía bastantes proveedores, por lo tanto, parte de los recados, también trataba el tema de los géneros y uno de esos jueves me dijo que tenía que hablar conmigo de faena y que lo «otro» podía esperar para poder hablar del trabajo.
Aquel día fui a su casa preocupado por si se había quedado embarazada, pues practicábamos el sexo a pelo y yo tenía miedo de esto, naturalmente el encuentro resultó ser algo parecido a un sermón, dado que empezábamos a hablar del trabajo. Pero la reunión dio un giro de 180º cuando me dijo:
¡Ya eres mayor de edad!. Me dijo sonriendo.
¿Quieres ganar más dinero?. Siguió el tono ameno de la conversación.
¡Pues claro que sí! Le respondí.
¡Tengo una proposición de trabajo para ti!. Cada vez la conversación se elevaba de tono
¿Cuál?
¡Conozco varias señoras solteronas y mal folladas que les hago vestidos y tú las puedes satisfacer!
Me quedé alucinando, ¡Mi tía Mercedes me propuso hacer de puto¡. Le dije que me lo pensaría, pues me parecía descabellado y muy poco discreto mezclar el trabajo con el sexo, ella me aseguró que era en la más y total absoluta discreción y que a las señoras tampoco les interesaba hacérselo con cubanos o que las vieran entrar en salones de relax y que era para ir a domicilio.
Insistió que era una excelente oportunidad, que me lo podía decir con toda confianza y la verdad que por el dinero y el morbo y la verdad es que… acepté la propuesta de mi tía Mercedes.
Ejercí la prostitución de lujo para señoras durante 7 años, en las cuales me he llegado a tirar a mujeres cincuentonas e incluso alguna que otra setentona, pero me daba morbo, pues las presentaciones las hacía mi tía en la oficina del taller me obligaba a enseñarles la polla y darme pellizcos y cachetes en el culo.
Actualmente mi tía Mercedes tiene 57 años, se conserva muy bien a su edad, tiene todo el encanto de una mujer madura. Y para mí es mi gran amiga y compinche para ir a los clubes liberales y sigue siendo una folladora y un putón.