Capítulo 2
- Mi mujer esclava I
- Mi mujer esclava II
- Mi mujer esclava III
- Mi mujer esclava IV
Mi mujer esclava II
Al final no la deje ver el vídeo. «Cuando lleguemos a casa ya lo veras. » » Vale lo que tu mandes» dijo entre risa y mucho morbo y ganas de seguir con el juego.
Nos fuimos a las calas (suelen ser calas de nudistas) por supuesto ella bajaba, desde el coche hasta la cala, totalmente desnuda y cargada con todos los bártulos.
Yo iba detrás observando su cuerpo cubierto por la transpiración, brillando bajo el sol.
Andaba dificultosamente, impedida por las toallas, bolsas, y sombrilla.
Yo no podía quitar los ojos de su culo, viendo como se bamboleaban al compás de sus pasos, recordando la polla de aquel chaval entre esas carnosas pero firmes, adorables, imponentes nalgas.
Solo apartaba la mirada, cuando en un vaivén especialmente brusco, una de las tetas asomaba ligeramente por el costado del tórax. La gente por supuesto se quedaba mirándola.
Una vez instalados la recordaba la obligación de mantener las piernas separadas y claro yo elegía los emplazamientos y siempre coincidían con grupos de parejas o incluso solo tíos, que sin cortarse un pelo se fijaban bien en ella y en su brillante sexo entre abierto.
Me causo mucho morbo el ver como un niño o no tan niño (+- 12 años) se masturbaba
Desde el agua con tan maravilloso paisaje. Algunas tías también miraban. Iban desnudas algunas pero claro ninguna exponía su sexo como lo hacia ella y la verdad ninguna tenía el cuerpo que tiene ella.
Quería volver a probarla y en una de esas preciosas calas la ordene que bajara y se instalará sola.
Fue cuestión de minutos para que se le pegaran varios mirones eso si ella hacía ya afán de mucha experiencia y los calentaba de mala manera, agachándose mostrando bien su culo, untándose la crema bronceadora, pero no paso de eso.
Hasta que se le sentó al lado un rubiales con un rabo que asusta y la pregunto que si necesitaba ayuda para aplicarse la crema, o eso intuí, yo desde la distancia, ella me miro y yo la hice un gesto frunciendo las cejas y bajando como afirmando que siguiera con el juego.
El rubio lleno su mano de la crema y empezó por la espalda, el cuello, tocando lateralmente los pechos con sus pezones erectos. No se hablaban ni se miraban, ella solo se dejaba tal y como la ordene que hiciera.
No quedaba casi nadie en la cala y los que quedaban eran parejas y muy distanciadas.
Bajo con las manos a las piernas, subiendo haciendo un masaje, de las rodillas pasando por el interior de los muslos hasta rozarle o más bien tocarle los labios vaginales y separárselos. Mi mujer que no sabía cómo parar una cosa que ella misma había provocado, se quedaba inmóvil. El tras tanta pasividad y con
la picha descomunal totalmente erecta.
La hizo un gesto de que se diera la vuelta para untarla por delante, empezó por los pechos bajo al vientre, y separándola algo mas las piernas se sitúo entre las mismas y empezó a masajearle descaradamente su coño rapado.
Ella no hizo mas que cerrar los ojos, quizás esperando que esto ya acababa pero que ilusa, el se tumbo encima y sin más tocamiento busco el orificio vaginal con su gigante glande y se la fue hincando despacio empezando a moverse como un auténtico animal.
Ella empezó a moverse siguiendo con los ojos cerrados y t odo acabó con una corrida en sus tetas y cara.
Humillada abrió los ojos y este intento darle un morreo pero ella directamente rechazando con un empujón e yéndose al agua para lavarse. El sin mas se fue con su polla aun inflada.
Fui a por ella , estaba aturdida sin entender lo que había ocurrido, se quedó aún más sorprendida cuando la felicité diciendo que había hecho lo que esperaba de ella. Me abrazo y soltó unas lágrimas diciendo: «TE QUIERO Y ME ESTÁN ENCANTANDO ESTAS VACACIONES, pero quiero que tu también disfrutes…»
» Yo disfruto así, venga vete a por tus cosa que nos vamos al hotel»
Continuará…