Silvia, ahora prostituta
La noche va ganando su batalla, el atardecer más temprano ya no deja tiempo para caminar con claridad, si bien el estado físico ella sabe se lo debe a su apetito sexual insaciable, nunca dejó de hacer su caminata, fue la que le proporcionó más de un amante circunstancial.
Esa tarde tenía ganas (siempre la tenía) de aparearse con alguien, conocido o no, ya hacia meses que no le importaba, sólo sabía que todos los días, ella tenía que gozar, a su esposo le faltaba más de tres horas para llegar, sus hijos no estaban y aparte ya no querían seguirle el juego de ser amantes de su madre, sirviéndole de consoladores, ya tenían suficiente con saber de que sus amistades se habían apartado, todo se sabe y ella ya había decidido de satisfacer en todo su fiebre de ganas de culear, mamar y realizar los coitos y juegos de su nueva moral, eliminando toda careta de santurrona.
Ya en la mañana había estado con su amante en el trabajo, fueron a la quinta del amigo como un rito de sexo, lo mamo hasta no dejarle gota, dejo que la penetrara sobre la mesa de la cocina y entregó a un juego de consolador su culo mientras se duchaban .
Dobló en la esquina y lo vio, era el marido de su amiga, de esa misma amiga que le había dicho que no la quería ver más por lo puta que era, por las cosas que decía y peor por las que hacía, estaba en el kiosco, comprando cigarrillos, le pidió que la alcanzara, arriba del auto con aire gatuno directamente lo invito a que la llevara a gozar, Carlos entendió enseguida, siempre la había mirado con ganas y el regalo no era para despreciar, le pidió que se escondiera, ella asintió sentada en el piso y poniendo su cabeza sobre el asiento, mientras con su mano le acariciaba el pene, al llegar al motel, el encargado le pidió verle la cara (por el tema de menores) si bien sus cincuenta años, podrían ser reducidos a veinticinco, la vio ya conocida de varias veces y pasaron sin firmar, ni pedir documentos.
Los flujos de Carlos le habían manchado el pantalón, ella lo cargaba diciéndole que tenía eyaculación precoz, al entrar se desnudaron cual dos pendejos apurados, se arrodillo y mamo para que su falo se levantara, apenas lo tuvo bien erecto se puso en el borde de la cama y la penetración de un entre y saca en esa argolla dilatada, le pareció a Carlos una paja higiénica y se lo dijo, no muy caballero.
La tienes tan grande que baila.
Ella sabía que tanta pijas en estos últimos años, tenían que haber hecho su efecto, se acordó que el encargado siempre la miraba con lascivia, tomó el teléfono y lo invitó, por primera vez la penetraron con dos barras de carne, si bien no eran gran cosa, recordó que cuando empezó, hasta la pequeña de su marido le ardía un poco, ahora tenía las dos adentro y sonriendo los dejo acabar.
La miniorgia la dejo bastante calma, siempre agradeciendo que el último polvo , fue por el culo y la vagina, ambos a la vez quedando ella en el aire.
Carlos sabía que era puta, pero nunca había imaginado el grado de degeneración de la amiga de su esposa, tampoco sabia que la misma se había apartado, por eso ella como leyendo le dijo, no te hagas problemas que tu mujer, sabe que soy una reventada y no me trata, por más que yo crea que la pasaría barbara, no creo que pase el umbral a este goce. No sabe lo que se pierde.
Esa noche empezó, la terminación de la clonación de la amoral exvecina en su cuerpo, de esa mujer que llamaba a los albañiles y se prostituia conjuntamente con su hija, ella la había seguido en todo, pero al escuchar las palabras de Hugo su marido comprendió que estaba perdida y terminaría como ella.
– Me quede sin trabajo, me despidieron, el dinero que tenemos y el de tu sueldo, no alcanza, me parece que vas a tener que usar tu enfermedad vaginal para juntar dinero.
Dicho así, entendió que su marido, sabia que ella era una reputa, y le estaba pidiendo que se prostituyera , sonriéndole, le dijo ¿Tienes algún cliente para ahora? o lo organizamos a partir de mañana..
Hugo no le contesto, se fue a duchar, ella entro a la ducha y lo mamo como nunca, cuando la penetro, fue el segundo en el día que alguien le dijo que la tenia grande, se acostaron ella estaba tranquila, ahora seria satisfecha totalmente.
A la tardecita del otro día, tocó el timbre Carlos (el amante circunstancial del día anterior), era el primer cliente, esa tarde fueron cuatro, mientras Hugo daba vueltas en una caminata para digerir los cuernos, ahora rentables.