LA VIOLACIÓN DE MEGAN
CHARLINES
Megan dormía plácidamente, el calor era insoportable, pero por su ventana entraba una brisa fresca.
Megan es una muchacha de poco más de veinticinco años. Una cara preciosa y un cuerpo con curvas que apetecía acariciar. Sus pechos generosos están coronados por unos bonitos pezones que cuando va sin sujetador, apuntan furiosos contra la tela de la camiseta.
Últimamente no dormía muy bien, estaba en un periodo extraño de ansiedad y esto le impedía tener un sueño reparador. Ese día había caído rendida en los brazos de Morfeo y ya llevaba unas buenas horas durmiendo.
El hombre había seguido en varias ocasiones a Megan hasta su casa, había observado que le gustaba dormir con la ventana abierta y sabía que su hora de levantarse eran las siete de la mañana.
Su miembro estaba erecto solo de pensar que hoy sería suya, que la tendría solamente para él. Hábilmente había preparado unos pallets cerca de la casa para poder alzarse en ellos. Los colocó bajo la ventana y sujetándose al alféizar se izó hasta penetrar lentamente por la ventana.
Una vez dentro, se acercó a la cama y contempló durante unos largos segundos la cara de felicidad de Megan. Le acarició la mejilla con dulzura a la vez que, de el bolso de su pantalón, extraía el pañuelo untado en cloroformo que había guardado nada más llegar al lugar.
Megan se movió en sus sueños, cambió de posición y las sábanas resbalaron por su cuerpo, destapando su torso. Portaba una camiseta de tirantes, tipo baloncesto y uno de sus senos quedó fuera.
La polla del hombre dio un salto dentro de su pantalón y se apretó contra el slip.
No pudo dejar de acercar su mano y acariciar con suma dulzura ese pezón que ya estaba duro como una piedra. Acercó la mano con el pañuelo a la nariz de Megan y esperó que el cloroformo hiciera su efecto.
Lentamente sacó la camiseta por la cabeza de Megan. Acarició con dulzura sus pechos, apretó sus pezones y notó como estos se endurecían.
Puso sus dedos gordos por dentro de la cintura del corto pantalón de dormir y tiró de este hasta sacarlo por sus pies. Observó el precioso cuerpo de Megan a la vez que su polla se apretaba contra sus pantalones.
Acarició los dedos de sus pies y subió en un muy lento caminar, acariciando la totalidad de su muslo, su mano se situó en el interior de su muslo para seguir ascendiendo, hasta llegar a su coñito. Lo acarició muy suave con las yemas de sus dedos, sin prisa, quería recordar por siempre ese momento.
En su lento acariciar, empezó a notar como sus dedos se mojaban, como de ese coñito empezaba a rezumar un líquido viscoso, que lo iba cubriendo. Llevó los dedos a su boca, los chupó y se recreó en su sabor. Sabían a mar, salado y un poco agrio. Acercó de nuevo la punta de su dedo a ese rosado coñito y lo penetró un poco. Notó la humedad que en él había, la chica estaba excitada.
Muy suavemente acarició la curvatura de su espalda hasta llegar a su mano, la sujetó y colocó unas esposas en ella, a estas ató una cuerda que, pasando por debajo de la cama, ató a la pata del somier.
Esto hacía que la mano de Megan junto con su brazo se abriera separándose de su cuerpo. De igual manera procedió con la otra mano y la ató a la otra pata del somier.
Deslizó su mano entre sus pechos, los rodeó en una suave caricia y siguió descendiendo, al llegar a sus caderas, las alzó e introdujo una almohada bajo su cuerpo.
Continuó su descenso por el interior del muslo izquierdo y al llegar a su tobillo, sacó unas esposas y se las puso rodeando este con ellas. A las esposas sujetó una cuerda como ya había hecho con sus muñecas y ató está a la pata del somier.
Ascendió por su muslo, extremadamente lento, hasta llegar al sexo de Megan, lo acarició por unos segundos y volvió a bajar esta vez por su muslo derecho. Como hubiera hecho anteriormente, sujetó las esposas a su tobillo y ató esté a la pata del somier.
Ahora Megan ofrecía una bella estampa, así en cruz, con sus pechos enhiestos y su coñito expuesto. El hombre sacó una bola de su bolso y se la colocó en la boca a Megan, así se aseguraba su silencio. Buscó hasta encontrar un pañuelo por la habitación y lo puso en sus ojos. Se desnudó y se sentó junto a ella observando sus reacciones.
Megan entre sopores, iba despertando. Tenía un ligero dolor de cabeza y la boca estaba seca. Algo le impedía que pudiese cerrarla y le obligaba a salivar en exceso, las babas caían por los costados de su cara. lentamente iba tomando conciencia de su situación. Estaba ciega, no podía ver nada, algo tapaba su boca y le obligaba a mantenerla abierta.
Intentó moverse, pero se encontró atada de pies y manos. tiró de sus cuerdas, pero no, las esposas no le dejaban moverse. El miedo recorrió su cuerpo, ¿que estaba pasando? Notó su cintura levantada y su sexo expuesto, se notó excitada, pero no sabía por qué.
¿Qué era esto, que estaba pasando?
- ¿Hola preciosa, ya despertaste?
Megan notó como el miedo se apoderaba de ella, como una corriente subía por sus piernas hasta contraer su estómago. ¿Qué estaba pasando?
- Te explicaré como va esto. si eres buena y colaboras, todo será color de rosas, tendrás muchos orgasmos y disfrutarás enormemente. Por otro lado, si no colaboras,no disfrutarás, todo será más salvaje, no tendré piedad contigo, tú decides ¿qué prefieres?
Con extrema lentitud retiró la bola de su boca, por precaución había cerrado la ventana, así en caso de gritar sus gritos se perderían en la habitación.
- Vale, colaboraré, de verdad, pero desátame.
- Todo a su tiempo preciosa, todo a su tiempo.
El hombre se levantó lentamente y se tumbó al lado de Megan. Esta temblaba por el miedo. El hombre con mucha suavidad fue acariciando su cuerpo, sin prisas, con dulzura. Aprendiendo cada parte de ese maravilloso cuerpo.
Acarició sus pechos, descendiendo hasta su sexo donde se recreó en una continua caricia que iba desde su culo hasta su clítoris, para volver a repetirse una y otra vez.
Megan empezó a excitarse y de su coño ya manaban sus deliciosos jugos. El hombre no paró en sus caricias y seguía acariciando el perfil de esos carnosos labios que le pedían introducir su dedo hasta lo más hondo. Sin embargo, su mano ascendió hasta el pezón izquierdo de Megan, lo atrapó en su índice y su pulgar y lo apretó.
Megan soltó un gemido a la vez que una corriente juntaba su pezón a su clítoris, estaba a punto de correrse en las manos de ese “violador”.
El hombre aflojó la presión sobre su pezón y ahora bajó a su clítoris. Untando sus dedos en sus propios jugos, lo acarició con suma sutileza una y mil veces, hasta que Megan explotó en un lento e intenso orgasmo.
- Ahora beberé el batido que hicieron mis dedos.
Megan solo podía gemir, intentaba cerrar sus piernas para retener el orgasmo, pero no podía, ese era su castigo.
Sintió como la boca del hombre se acercaba a su coñito, como la lengua tocaba sus labios y como los lamía. Como recogía todos sus líquidos lamiendo alrededor de sus labios, la estaba dejando bien limpia.
El hombre sintió como ese coñito se abría como una flor, dejando expuesto el clítoris. La almohada que había bajo sus glúteos facilitaba esta acción.
El hombre acercó la punta de su lengua al botoncito que le pedía ser devorado. Lo titilo con la punta de su lengua, lo repasó con toda su lengua entera, lo sorbió y lo chupó como una pequeña polla. Uno de sus dedos se acercó al culito de Megan. Esta levantó el culo, esa caricia era nueva para ella.
El hombre se dio cuenta y con suma lentitud acarició la entrada de ese estrecho orificio, mientras seguía lamiendo ese ya gordito clítoris. Lentamente Megan se fue relajando y la punta del dedo fue entrando en su culito produciéndole un enorme placer. Una vez tuvo todo el dedo dentro lo empezó a meter y sacar con extrema lentitud, a la vez que su lengua cada vez con más brío azotaba su clítoris.
A la quinta vez que su dedo procedía a salir del estrecho canal, Megan arqueó la cintura, se tensó de las cuerdas y de su coñito empezó a manar una fuente que llenó la cara de él con sus jugos.
- Joder, joder, joder, menuda pasada tío menuda pasada. Ahora sí que tienes que follarme, suéltame por favor, suéltame.
El hombre la miró con una sonrisa socarrona.
- ¿Esto es una violación, recuerdas?
Lentamente subió por la cama hasta llegar con su polla al coñito de Megan. Pasaba su polla rozando y apretando ese inflamado clítoris. No tenía prisa, iba muy lento, mirando a los ojos de Megan. Esta le miraba suplicando.
- Fóllame, fóllame yaaa. Poor favooor
La sonrisa del hombre se hizo más patente, la tenía donde quería. Un leve empujón introdujo la punta de la polla en ese encharcado coñito.
Metía y sacaba la punta de su polla con una calculada precisión. Esto se convirtió en una eternidad para Megan. Esta gemía, se retorcía en sus ataduras y pedía más.
El hombre le sujetó por las caderas, le miró a los ojos y lentamente le fue penetrando hasta tocar su útero con la punta de la polla. Megan, gimió, gimió largo, hondo y desgarrado, se sintió llena y le miro a los ojos, de sus labios salió un tenue ruidito.
- Por favor
El hombre se retiró muy lento y volvió de igual forma. Megan se relamía los labios, ponía sus ojos en blanco y repetía una y otra vez.
- Más fuerte, más duro, más fuerte.
El hombre la miraba con actitud triunfal, ahora era suya, sin ningún tipo de duda. Sujetó con fuerza sus caderas y empezó un terrible mete y saca que llevó a Megan a gritar como una loca.
- Siiiiiii, jodeeer siiiiiiiiii
Antes de terminar su primera frase Megan ya se había corrido y mientras el hombre le daba duro, se corrió otras dos veces más.
El hombre sujetó con fuerza sus caderas, la levantó un poco de su almohada y le clavó la polla en lo más hondo, donde unos fuertes reguerones, anunciaron que él también se había corrido. Jadeante se levantó y quitó las esposas de las extremidades de Megan.
- Joder tío, para ser una violación ha estado muy bien. Podías repetirlo pero más fuerte, más duro.
- ¿Te gusta fuerte y duro?
- Si, me gusta.
- ¿Cómo de fuerte y duro?
- No sé, probemos.
- Vale déjame recuperarme un poco y volvemos, mi edad ya no me permite muchas alegrías.
Megan rió mientras se deslizaba por el cuerpo del hombre hasta llegar a su polla. Está estaba flácida y había descendido en tamaño y en grosor.
Megan la acercó a su boca, bajó la piel que cubría el capullo y empezó a chupar este. Su lengua lo recorría de arriba hacia abajo, mientras su boca lo engullía para repasar esa polla con su lengua.
La recogía entera en su boca y la tragaba hasta tocar sus huevos con la punta de su lengua. Poco a poco, su trabajo empezaba a dar los primeros frutos.
La polla ya tenía una dimensión aceptable y su grosor junto con su dureza, se iban acercando a lo que se esperaba.
Megan engullía la polla hasta la garganta, quería darle el mismo placer que ella había recibido. La chupaba el capullo unas cuantas veces y después la metía hasta su garganta, donde la dejaba durante unos segundos. El hombre empezó a gemir, anuncio de que estaba excitado.
- No cabrón, ahora me tienes que follar y follar bien duro.
Una sonrisa apareció en la cara del hombre, alzó a Megan hasta tenerla frente a su cara y rápidamente llevó su mano a su sexo.
- Estás empapada putita.
Megan sintió una corriente correr por su cuerpo, esas palabras la habían calentado. El hombre le miró a los ojos, subió su mano hasta su pezón y lo apretó con más fuerza de la necesaria. Megan suspiró y gimió de dolor y de gusto.
- Así cabrón, así, por ahí vas bien.
El hombre metió un dedo dentro del sexo de Megan. Lo metió y sacó con fuerza, Megan gemía, le miraba con admiración y movía sus caderas buscando el roce de ese dedo. El hombre introdujo otro dedo dentro de ella y Megan gimió, y pidió más.
- Más fuerte, me corro, más fuerte, vamos más fuerte
El hombre aceleró el ritmo hasta que notó como su mano se mojaba abundantemente.
- Si jodeeer, menuda corrida, siiii
Con los mismos jugos de su corrida el hombre untó sus dedos y los enterró muy despacio en el culito de Megan. Megan gimió, el hombre abrió sus dedos dentro del culo de Megan, para ir dilatando este.
Megan gemía a la vez que sus caderas subían y bajaban buscando esos gordos dedos que le hacían ver el cielo. La otra mano del hombre volvió a subir a apretar su pezón, lo apretó fuerte a la vez que Megan generaba un fuerte orgasmo dentro de su cuerpo.
- Cabrón, jodeeer, cabrón. Ahora me follarás, ¿verdad?
- Ahora te vas a poner en cuatro encima de la cama y te vas a ganar que te folle, si consigues no correrte te follaré, si lo haces ya habrás tenido tu premio.
- Eres un cabrón, ¿lo sabes?
- Ponte en cuatro.
Megan se puso en cuatro sobre la cama. El hombre se arrodilló junto a ella. Su mano acarició su cabeza y fue descendiendo muy lentamente hasta llegar a las caderas de Megan.
Megan se retorcía de placer con solo esa leve caricia ya estaba caliente como una perra, su coño no para de rezumar líquido.
El hombre acarició con dulzura el culito, el perineo y los labios de Megan. Esta se retorcía de placer entre esos dedos que simplemente con la caricia le estaban llevando al cielo.
De repente el hombre separó su mano y esta impactó no con demasiada fuerza entre las nalgas de Megan, Megan gimió al notar como uno de los dedos del hombre impactaba contra su sexo. Tras cinco rápidos azotes, el hombre volvió a las caricias.
Megan gimió y se sujetó con fuerza a las sábanas, un calor desconocido ascendía desde sus piernas hasta su cabeza excitando todo su cuerpo. Los pezones le dolían de lo duros que estaban. Nunca había sentido tanto placer, tanto deseo, tanta excitación.
El hombre impasible seguía acariciando el sexo de Megan. Ella quería más, necesitaba más, pero el hombre seguía en su lento caminar.
Volvió a levantar la mano, mientras con la otra apretaba el durísimo pezón de Megan. En cuanto la mano se posó sobre su culo, Megan tuvo que hacer ímprobos esfuerzos para no correrse ahí mismo.
Lo miró con lágrimas en los ojos, implorante. Ya no aguantaba más, su excitación era mayor que su control y estaba a un segundo de perder el control.
- ¿Quieres correrte?
- Quiero que me folles
- ¿Estás a punto?
- Cerca, muy cerca.
El hombre se puso tras de Megan y apoyó su capullo a la entrada del coñito de Megan, lentamente entró en ella hasta el final.
Megan sintió como esa polla llenaba su coño, como cada milímetro de su coño era invadido y llenado. Mil sensaciones se agolparon en ella y perdió la fuerza en sus piernas y justo cuando la polla llegaba al final del camino estalló en un largo e intenso orgasmo que le llevó a tumbarse en la cama.
Gimiendo, regodeándose en el placer, saboreando esa polla que tenía dentro y le hacía gozar con su simple latido. Su cuerpo era un mar de sensaciones, cada roce, cada caricia le producía un nuevo micro orgasmo.
El hombre permanecía quieto con su polla enterrada en el coño de Megan.
- Fóllame cabrón, ¿a que estas esperando?
El hombre no dijo nada, le sujetó por sus caderas y empezó a follarla con todas sus fuerzas, a la vez que azotaba su culo.
Megan sentía el calor en su culo y los orgasmos cada vez eran más fuertes.
Cuando sintió que la polla del hombre estallaba en su interior, un fuerte orgasmo le llevó a la inconsciencia.
Cuando despertó bien entrada la mañana, aún tenía ese calor en su cuerpo, acarició su culo y sus pezones.
Realmente, no sabía si había sido un sueño o una realidad. Acercó su mano a su abultado coñito y lo acarició muy suave, como había sentido unas horas antes.
Aguantó hasta no poder más y entonces metió sus dedos muy lento hasta el fondo, cerró los ojos y se dejó ir en un demoledor orgasmo.