Despedida de año

El día de despedida de año vinieron muchas personas a casa porque mami y papi hicieron un fiestón enorme.

Invitaron a toda la familia, amigos y vecinos, quienes a su vez trajeron más personas.  Todo transcurrió normal para una fiesta de fin de año.

Bebida, comida, mucha música, fuegos artificiales, etc.

Cuando dieron las 12:00 se armó un escándalo, todo el mundo besando a todo el mundo.

Yo sentí que me agarraban por la cintura y me apretaban unos brazos y un chico, al que no había visto nunca, bajaba su cabeza para darme un beso.

No fue un beso normal, de felicitaciones, no.

Este beso fue sumamente apasionado.

Me estuvo besando por más de 30 segundos en los que su lengua no salió de mi boca.

Cuando estuvo satisfecho, se retiró sonriendo con malicia.

Yo me quedé temblando, con la boca abierta, el corazón a mil y las piernas de gelatina.  Estuve así hasta que lo vi perderse entre los invitados.

Tuve que ir al baño para refrescarme un poco la cara que me ardía como si tuviera fiebre.

Cuando salí, empecé a buscarlo por todas partes.

Tenía que saber quién era y sobre todo, tenía que volver a besarlo..

Luego de hacer unas investigaciones con mi prima Ana María, descubrí que el chico en cuestión era amigo de mi prima Linda, hermana de Ana y que tiene 27 años.

Me sorprendió su edad porque francamente, no la aparentaba, parecía menor.

No voy a negar que me pasé el resto de la noche coqueteando con él, luego de ese beso, quien no?? Lo veía a lo lejos y lo provocaba.

Le pasaba cerca y le sonreía con malicia.

Cuando bailaba con alguien lo hacía de manera sensual, sin quitarle la vista de encima, tocándome el cuerpo como diciéndole que bailaba para él.

Incluso le dejaba ver mi tanguita transparente para que pudiera apreciar mi chochita rasurada y brillante por mis jugos.

Nunca se me volvió a acercar y cada vez tomaba más alcohol.

Solo me miraba de lejos y nunca me quitó la vista de encima.

La mayoría de los invitados empezó a irse desde la 1:00 am y ya a las 3:00 solo quedábamos un grupo de jóvenes: mis primos mayores con algunos amigos (entre ellos el chico que me besó), los primos más jóvenes y yo.

Todos decidimos quedarnos hasta ver el sol salir.

Mis padres se fueron a dormir y todos (aprox. 10) nos acomodamos en la terraza a jugar dominó, cartas, etc.

Por haber tomado tanto, el chico empezó a sentirse mal.

Yo lo vi ponerse pálido y con náuseas.

Lo ayudé a salir para que tomara un poco de aire fresco.

Eso pareció calmarlo un poco.

Sin hablar, seguimos caminando hasta el fondo del patio y entramos a la casita del jardinero.

Encendí el bombillo que colgaba del techo.

Él cerró la puerta y se recostó de ella.

Ya había cumplido mi deseo, lo tenía para mí solita.

Me di la vuelta y me bajé el top para mostrarle mis tetas.

Inmediatamente se acercó a mí, me agarró por la cintura y empezó a chuparmelas..

-Despacio. Le dije.  Pero él no quería ir despacio.  Este era mi castigo por pasarme toda la noche calentándolo.  Me levantó y me sentó en la mesa dejando mis piernas abiertas.  Su boca no se despegaba de mis tetas: chupaba, mamaba, mordía.

Me estaba provocando un dolor muy rico en mis pezones.

Sus manos bajaron de mi cintura a mis caderas y  hasta mis muslos, subieron mi falda y con una rudeza que me sorprendió rompió mis tanguitas haciéndome dar un respingo.

-Te dije que despacio!! Le dije un poco más asustada. Pero ya él no parecía tener vuelta atrás.  Me miró y en sus ojos vi lujuria, pasión, desespero y frustración.

-Me has vuelto loco durante toda la noche, no puedo contenerme.

Mientras hablaba, su boca iba recorriendo mi estomago hasta llegar a mi chochita destapada que estaba a su merced.

Se sorprendió cuando la vio  depilada y brillante por todos los jugos que había derramado mientras lo estuve calentando.

No se porque me excita tanto calentar a un chico, y cuanto más imposible me parezca, más me excita.

Es como aquel viejo cuento del cazador y la presa.  Solo que ahora parecía que la tortilla se me estaba virando.

Mi atacante, porque ya para este momento era claro que me atacaba, me tenía sujetada por las dos manos con una de las suyas.

Con la otra, abría los labios exteriores de mi chochita para meter su lengua y empezar a moverla sobre mi clítoris.

Yo no paraba de moverme y pedirle, rogarle que se calmara, pues me estaba asustando.

Mis movimientos solo servían para excitarlo más.

Como un desesperado me quitó lo que quedaba de mis tanguitas y me ató las manos, mis nervios iban en aumento por cada segundo que pasaba.

Él siguió chupando mi chochita, yo no recuerdo si lo estaba disfrutando o no, pues mi preocupación era más grande que cualquier otra cosa.

De pronto vi que se incorporaba y se desabrochaba el pantalón.

Se sacó su verga como de unos 8 pulgadas de largo y que me pareció enorme.

Empecé a llorar.

No quería perder mi virginidad así. Tanto tiempo cuidándome para que este pendejo borracho me desflore.

Cerré los ojos esperando la embestida, el dolor, pero pasaron los segundos y no llegaban. Abrí los ojos y vi al chico que me miraba con sorpresa, como despertando de un sueño.

–       Te hice daño?? Me preguntó.
–       No, pero si me has asustado mucho.
–       Perdona, no se lo que me ha pasado.  El se veía apenado y no me quería mirar a los ojos.
–       Yo quiero disfrutar contigo, pero no a la fuerza..

Me agarró por las manos y me levantó de la mesa.  Lo vi tan apenado, que me conmovió. Iba a empezar a desatarme las manos pero se lo impedí.

-No. déjalas así. Quiero tenerlas amarradas mientras te mamo tu verga.

La cara que puso, no la puedo describir.

Sin perder tiempo se recostó de la mesa.

Yo me arrodillé a su lado mientras él agarraba su verga y la guiaba hacia mi boca.

Usualmente me gusta hacerlo yo, porque me hace pensar que yo soy la que decido cuándo empezar a mamar, pero ahora, al tener las manos atadas, no tenía elección.

Con la boca abierta esperaba ansiosa a que mi lengua tocara la punta de su verga y empezar a probar su líquido preseminal.

Ya del miedo ni me acordaba.

El se tomaba su tiempo, ahora le tocaba a él provocarme.

Con su dura verga golpeaba mis mejillas antes de rozármela por los labios.

Yo sacaba mi lengua tratando de alcanzarla, como me tenía agarrada por los cabellos, no podía mover mi cabeza.

Me ordenó que abriera la boca y de un golpe me la llenó con su tranca.

Yo empecé a mamar ansiosa, golosa.

Con chupadas fuertes y prolongadas.

El movía mi cabeza a su antojo aprovechándose que me tenía a su merced, atada y de rodillas..  pero esta vez con mi consentimiento.

Sus movimientos se van haciendo cada vez más rápidos, más violentos.

Siento su verga golpear el fondo de mi garganta con más fuerza y sus huevos golpear en mi barbilla.

Lo miro a los ojos y me doy cuenta que está a punto de correrse.

Chupo con más fuerzas y ganas, lamentando no tener mis manos libres para acariciar sus huevos, pero a él no parece importarle.

Entonces, sin avisarme, me quita mi diversión y con sus manos empieza a pajearse.

Veo  hipnotizada como borbotones de leche salen de su hoyito y me llenan las tetas, la cara y trato con desesperación de no dejar desperdiciar nada..

Con mi lengua, buscó y recojo todo lo que está a mi alcance.

El vuelve a meterme su verga en la boca para que se la limpie y yo obedezco y se la dejo brillante.

Entonces me ayuda a ponerme de pié y me desata las manos.

Me abraza y al oído me susurra:  Gracias por dejarme violar tu boca.. Ha sido una de mis más grandes fantasías.

Me arregla el top y me alisa la falda.

Me da un beso y sale sin despedirse.

Me dejó allí, en la casita del jardinero, como si nada hubiera pasado, todo igual que antes, todo, excepto mis tanguitas. o lo que quedó de ellas.

Las busqué y no las encontré por ningún sitio.

Parece que se las llevó para guardarlas como souvenir de esta fiesta de despedida de año.