Amor

Hacía dos años que estudiaba derecho en Buenos Aires, si bien mi padre me depositaba mensualmente en mi caja de ahorros su cuota para sobrevivir, fue mi compañera Clara, quien charlando como vivía siendo desde el interior como yo, me informo como podía de hacerme de ingresos extras, a mis 21 años hacia rato que me había iniciado en la sexualidad, pero chocaba a mis oídos esta manera de entrar en la profesión más vieja de la tierra, primero tuve que hacer un «book» en el cual mis fotos, en distintas poses con y sin ropa después de una producción, tipo modelo dirigidas por el fotógrafo, el mismo que se lo hizo a Clara , lo lleve a una empresa de recursos humanos, recibí un mail, para charlar como era el trabajo y ahí fui.

El mismo consistía en acompañar en distintos eventos a profesionales o empleados de empresas en congresos y eventos , todo terminaba al final del evento y si nosotras queríamos aceptar invitaciones extras, corrían por nuestra cuenta, tanto los honorarios como cualquier situación, el pago era de pesos 50 por noche y los eventos terminaban a las 3 a.m.

Esto me dejo más tranquila, puesto que nada era como a mi me parecía , todo quedaba en mi decisión y era ese poco dinero el que me hacía falta para hacer más llevadera mi existencia.

En la primera noche, tuve que asistir a unos médicos especialistas en cardiología, los cuales ubicaba en sus mesas, no me extrañó recibir ofertas «para después», hice oídos sordos hasta que una persona me invitó y me dijo directamente te doy 500 dólares por una noche de» placer mutuo», nunca hubiese soñado tal oferta, si bien soy alta y creo linda, verdaderamente me turbo y no le conteste enseguida, pero lo mire detenidamente.

Me detuve en su rostro, sus manos sus cuarenta y tantos años, contrastaban un poco con mis edad y sin pensarlo mucho asentí, no pensé en nada más que el dinero , ese día que cada uno de nosotros tiene su precio , me dio las llaves de una habitación en el cuarto piso del mismo hotel donde era el congreso y muy suelto me dijo que le abriera cuando vaya a las 3 y media, faltaban quince minutos cuando entre en la habitación , esta era de lujo, su cama enorme, un televisor gigante, dos sillones con un tapizado de ensueño, las cortinas blancas y un escritorio donde había unos papeles, que sobre un fino tapete de cuero no pude dejar de leer, Dr. José Antonio… (su nombre) eran cartas a su hijo Alberto que estudiaba en Harvard, de puño y letra, una escritura sacada del tiempo que me recordaban los escritos de mi bisabuelo, cerré la puerta con cerrojo y me puse a leer del texto pude averiguar que era viudo que su hijo tendría entre 20 y 25 años él hablaba de estar enamorado, pero recordaba siempre a su madre.

Cuando toco la puerta me sobrevino un poco de temor, no por miedo, más por inexperta en este nuevo trabajo.

Tal como me indico Clara, pensé en el mejor amante y trate de poner su cara en ese cuerpo, abrí la puerta y ironizando lo invite a pasar, le saque el saco, lo puse sobre ese mueble que hay en todos los hoteles para colgarlos y hablando despacio, le dije que estaba a su disposición, me invitó a desnudarnos y ducharnos, ambos mirándonos como en estudio y recelo, nos fuimos a la ducha, nos enjabonamos todo el cuerpo especialmente nuestras parte púdicas, al enjuagarnos me acaricio los senos y me beso, fui entregándome a él , como si fuese mi pareja de mucho tiempo, diría con amor, las toallas esponjosas me tentaron, arrodillada sobre ellas lamí su falo el cual respondió en rápida erección, lo acomode sobre mi lengua y succionándolo con mis labios, deguste sus líquidos preseminales cuyo salado me enloquecen, hasta que ya saboreándolo recibí su leche, tragándomela sin dejar gota.

Lo sentí cansado recostados en la cama nos quedamos dormidos, sonó un timbre del teléfono y ambos despertamos, eran las 11 a.m. pero como era Sábado y no tenia clases me di vuelta, en ese instante recordé que no estaba en mi departamento, él hablaba respondiendo a la llamada en forma cortante, seca, no creo que haya sido su novia, me beso la oreja y se fue al baño (supongo que a orinar) cosa que yo había hecho dos horas antes, entro de nuevo a la cama y sentí sus manos haciéndome cosquillas primero y después acomodándome, sus dedos calientes provocando flujos jugaban con mi clítoris, me di vuelta y me penetro, sin preservativos , por suerte yo llevaba un DIU desde hacia un año, su cabeza penetro unos pocos centímetros y eso me llevó a abrazarlo con mis piernas para que penetrara más ya toda adentro, jugaba en mi vagina en un entre y saca fuerte y constante que mi hicieron acabar en pocos minutos, el siguió hasta dejar toda su leche y besándome, me interrogo, como había estado, por supuesto que le dije que bien, al verme la cara, entro a dudar, no lo deje así, mediante mis manos y lengua, logre que su erección se restableciera, ahora yo me puse arriba y esta vez yo jugaba con ese pene, hasta que acabo, me encanto el ruido de nuestros jugos, todavía penetrada lo bese, me di cuenta que esa piel me gustaba y que había sido una buena faena.

Duchándonos, sacó su risa frente a mis ojos y nuevamente lo bese, no parecía un acto comprado, verdaderamente me atraía, cuando me cambié, en mi pequeña cartera agarrados con el cierre estaba lo que me prometió, los guarde como con vergüenza, me beso suavemente en los labios apretando mi nalga izquierda, perdí contacto con el, no le había dicho mi nombre , ni el me pidió la dirección, ni nada.

Fue el primero, pero no el último señor que pasó un momento de» goce mutuo», al otro viernes, fue con un gerente para Sudamérica de una empresa aérea, esta vez fueron cuatrocientos dólares, no tuve nunca más esa sensación de «amor» de la primera vez , del primer día de trabajo.

En cada relación ponía el rostro de él, hasta cuando salí con un japonés, que no entendía nada al escucharme a reír a carcajadas (yo analizaba mi fantasía, que me permitía actuar), después de cuatro años, con Clara hacíamos una perfecta pareja para ejecutivos, sociedad que incrementaba nuestros ahorros y un buen pasar, ambas seguimos estudiando y conseguimos hacer un curso en Harvard .

Allá fuimos, ambas nos complotamos en ese año ser estudiantes y señoritas olvidando nuestro trabajo tan rentable, un año sabático, mejor dicho un año dentro de nuestros antiguos principios, de hacer el amor si nos gustaba la oportunidad y para nada de vendernos.

El grupo era extraordinario, gente de todos los países del mundo, el profesor era argentino de unos 28 años, aparentemente casado, fue él quien nos invitó a una reunión en su casa con otros argentinos, allá fuimos con Clara, era un grupo de aproximadamente 30 personas, todas argentinas, profesionales algunos profesores otros alumnos, pero todos extrañando los problemas y costumbres de nuestra patria, los renegados de siempre y los nacionalistas para su bolsillo en verdes.

El dueño de casa se me acercó y me invitó a salir solos después del lunch, mi onda de trajecito , sensual (sigo creyendo que con unos centímetros más podría haber sido modelo), química o flechazo acepte.

Me extrañe que no avanzaba, pero poco a poco entendí que cuidaba las formas al extremo, quería noviar, quería algo más que sexo, lo sentí enamorado y no estaba errada a la otra semana, directamente me lo dijo y me gusto, hacía mucho tiempo que había olvidado el cortejo del macho por su mujer, regalos, flores, perfumes, besos, no pasó quince días que estábamos apareados en su departamento, donde aplique la regla de oro de las parejas actuales,» ..que si quiere buscar nunca encuentre algo mejor que lo que le dan en su casa «, por eso la primera vez no lo mame, lo endiose a caricias, hasta que mi vagina dejó fluir sus jugos lubricantes y me sentí amada, diferente a gozar, sutil diferencia que nunca pensé encontrar.

A los sesenta días estábamos viviendo juntos, Clara me insultaba por haberla dejado sola, pero me entendía , no dejaba traslucir los celos, verdaderamente nos llevábamos bien, en todos los aspectos, no me extrañó que dijera de casarnos, fue el momento que nos preguntamos por la familia, tenía una hermana, su madre había fallecido y su padre prefirió siempre escribir antes que hablarle por teléfono.

Le conté de mis padres separados de mi madre en pareja y con otro hijo en Rosario y no pude decirle de mi manera de ganar el dinero, no podía y no quería arriesgar la relación.

Fue un sábado, que me mostró las cartas de su padre, su letra tipo inglesa, me descoloco totalmente, me senté y empecé a leer esas cartas, contaba lo que le pasaba, que había estado enamorado pero una relación casual lo dejó sumido en una depresión total, totalmente desarmado por haber dejado partir al amor de su vida, que estúpidamente había creído que no se iba a enamorar de una prostituta y ahora que ya hacia un tiempo, no tenia dudas fue la única mujer que lo hizo sentir hombre, lo único que consiguió fue su foto que guardaba para recordar lo tonto que había sido.

El membrete la carta era el mismo que esa mi primera vez, que hacer, que decir, que decidir, yo sabía que él me moverá el piso de todo esto, mi edad, todas las variables se me cruzaron, hice creo lo mejor , le escribí una carta desde la dirección de Clara, diciéndole que había cambiado de vida, que no me interesaba, que todo fue circunstancial.

No me contesto, una tarde llegó al departamento que habitábamos con Alberto, cuando me vio, entro y mi beso, no pude dejar de contestar ese beso que tanto había extrañado, nos desnudamos mutuamente y me penetro sobre la mesa de la cocina, en unos segundos, recordé esa noche, su química, sus besos, llorando le pregunté ¿Por qué? nos tocaban esas circunstancias ¿Por qué? con su hijo, como hasta ahora que tenía que decidir, no hablaba , solo me acariciaba , nos arreglamos, llegó Alberto y le di un beso con gusto a traición.

Nos casamos hace ya ocho meses, Alberto no sabe que la foto que no le muestra su padre es la mía , tampoco que el es mi amante, espero que nunca se de cuenta.