Un amigo por el que siente gran atracción se tiene que quedar en su casa a dormir

Mi nombre es Ignacio, tengo 22 y soy de Lima, Perú.

El relato que les voy a contar sucedió hace no mucho y fue así:

Resulta que estamos en pleno verano y este ha sido uno de los más calientes de los últimos años; es por esto que la playa se convirtió en algo indispensable para mí y mis amigos de la universidad, cada vez que podíamos, nos reuníamos e íbamos a la playa…

Uno de estos amigos es Eduardo, es un chico muy simpático, bajito de estatura por lo que todos le dicen el chato, pero eso a él no le importa y es muy buen amigo.

Le gusta practicar deportes y es asiduo visitante del gimnasio, por lo que tiene un cuerpo realmente delicioso.

Como se habrán dado cuenta, Eduardo me gusta mucho, pero ni él ni ningún otro de mis amigos saben o sabían de mis inclinaciones homo (aunque en realidad soy bisexual), ellos piensan que soy un chico como todos, y por parte del chato, ni hablar, hasta ahora le conocíamos 3 enamoradas…

Resulta que esta vez planeamos ir de campamento un fin de semana a una playa que queda realmente lejos de la ciudad al sur, por lo que lo mejor es salir bien temprano para llegar en buena hora y disfrutar todo el día.

Es por esto que los chicos decidieron que lo mejor sería venir a dormir a mi casa, pues yo soy el que pone la movilidad, así saldríamos todos juntos y a tiempo.

Pero total que llegó la noche y nadie llegaba; yo comencé a extrañarme cuando empieza a sonar el teléfono, y entonces como si se hubieran puesto de acuerdo o qué, todos salieron con distintas excusas por no poder ir…

Realmente en el fondo no me importaba mucho porque total esto no lo había planeado yo, sino todos en conjunto…

El único que no llamó fue Eduardo pero supuse que tampoco iría al final.

Serían casi las 11 p.m. cuando me dispuse a dormir, cerré las puertas de mi casa y apagué las luces, por esos días estaba solo en casa pues mis padres y hermano habían viajado a otra ciudad…

Cuando ya estaba todo a oscuras me fui a acostar después de darme una ducha fría, y debido al calor y a la costumbre, duermo solo en calzoncillos si es que no totalmente desnudo…

Estaba ya echado en la cama viendo televisión en bóxers cuando sonó el timbre, ¿quién sería?…

No con muchas ganas me levanté de la cama, me puse una bata y fui a ver.  Era el chato.

– Oye, yo pensé que tampoco venías.

– ¿Tampoco? ¿cómo que tampoco?

– Todos han llamado para decir que ya no vienen…

Todo esto le decía mientras abría la puerta.

Eduardo estaba listo para ir a la playa, shorts, polo y sandalias…

– Pucha, ¿y ahora?, ¡qué jodidos, ohe!

– Sí pues, yo pensé que te habían dicho algo o no sé…

– ¿Y qué hacemos?

– Mira la hora que es, mejor quédate, y total, mañana no iremos hasta allá pero podemos ir a una playa más cerca, ¿no?

– Ya bueno, ¡sale!

Entramos a la casa, nuevamente a cerrar todas las puertas y trancas…

Eduardo me siguió hasta el cuarto de mis padres donde yo iba a dormir… hasta ese momento no me había dado cuenta de la situación, ustedes saben, el chato y yo solos toda una noche… pero entonces me figuré todo eso y como si dijera algo normal le dije:

– Si quieres puedes quedarte aquí conmigo para ver tele ¿o prefieres el cuarto de huéspedes?

Debo decir que mi casa es algo grande y el famoso cuarto de huéspedes quedaba al otro lado de la casa y esto bien lo sabía Eduardo que ya antes se había quedado ahí…

El chato pareció dudar un poco pero luego respondió que ya pues, se quedaba conmigo.

– Total, ¿qué de malo hay, no? esto último lo dijo mirándome a los ojos y me pareció notar cierto brillo en los suyos…

Yo me quité la bata y quedé en bóxers, aunque esto no pareció llamar mucho la atención del chato, y me acosté sin taparme…

Eduardo me pidió el baño y allá fue, pero volvió enseguida.

– ¡Hace un calor de mierda!

– Ni que decirlo…

– Voy a darme una ducha, ¿puedo, no?

– Con confianza chato, estás en tu casa, en el clóset del baño hay toallas limpias.

– Gracias Iño (así me dicen en la universidad, suena raro, ¿no?)

Eduardo salió y al rato escuché el agua de la ducha correr, me imaginé al chato desnudo bajo el chorro de agua… me levanté a ver si podía ganarme con algo pero la puerta estaba cerrada…

Volví a la cama y seguí viendo tele, y unos minutos después el ruido de la ducha cesó.

En eso salió Eduardo con la toalla envuelta en la cintura… se veía tan sexy.

Buscó algo en el maletín que había traído consigo y en la poca luz que despedía el TV pude notar que era un calzoncillo tipo bikini… aquello hizo que me comenzara a excitar.

Eduardo se sentó al lado opuesto de la enorme cama de mis padres de espaldas a mí y pude notar que se estaba poniendo los calzoncillos y justo al final, se levantó dejando la toalla abajo y pude ver un poco de su precioso culito, fue realmente delicioso…

– Iño, ¿te jode si duermo así?

– ¡Bah!, si yo también estoy en calzoncillo…

Eduardo no dijo nada más, sólo sonrió y se acostó a mi lado, aunque para mi mala suerte como les dije la cama de mis padres es enorme así que nuestros cuerpos no se contactaban para nada…

Estuvimos así un buen rato, estábamos viendo una película medio cómica o algo así, cuando de pronto empiezan unas escenas de cama y al comienzo era solo sugerido, no se veía nada, pero entonces se pone más candente la cosa y tanto a la mujer como al hombre se les veía todo lo que es todo…

Yo empecé a sentirme un tanto excitado, y puta en las condiciones que estaba se podría notar y alcé un poco las rodillas, y entonces me di cuenta que Eduardo estaba igual, ¡se le había parado igual que a mí!

Entonces quise que la cosa se pusiera un poco candente pero ya no en el televisor sino entre nosotros…

– Chato… ¿se te ha parado?

Eduardo volteó y me vio con su cara de niño pero con una pícara sonrisa torcida.

– Y a ti no…  dijo en tono sarcástico.

Nos reímos y en eso él bajó sus rodillas y vi la  carpa  que se había formado en sus piernas, no era muy grande pero igual provocaba… yo hice lo mismo y noté que él también vio mi entrepierna…

– Con escenas como esas quién no se pondría así…  dijo el chato.

Entonces empezamos a hablar de las películas porno que habíamos visto y esas cosas que todos los hombres hablamos entre nosotros y hablamos de nuestras ex enamoradas y si lo habíamos hecho y contra lo que yo esperaba, el chato me confesó que era virgen, y sólo un par de veces una de sus ex se la había chupado… ni yo que con las dos que estuve lo había hecho y más de una vez, y ni hablar de  los  ex…

Cuando el chato supo esto me vio con cara como de admiración y aquello me hizo gracia.

Para esto, durante todo el tiempo que estuvimos hablando de esto ni él ni yo habíamos perdido nuestras erecciones y yo lo hice notar.

– Hablar de eso nos a puesto más duros todavía…

– Puta, sí…

– Creo que la única forma de acabar es desfogándonos… Eduardo me vio con cara de intriga…

– Chato, me vas a decir que no te la corres.

– Ah, claro, sí… es que…

– ¿Qué?

– Siempre ha sido a solas…

No pude hacer más que sonreír.

Le dije que siempre hay una primera vez y me levanté para traer una película porno que tengo, en donde entre escenas hetero hay una de un par de hombres mamándoselas…

La puse y primero empecé solo a sobarme por encima del bóxer… pude notar que Eduardo sólo me miraba pero nada más, se notaba que estaba palteado.

Entonces me decidí a hacerlo, ahora o nunca  pensé y respirando hondo puse mi mano sobre su entrepierna…

El chato se sobresalto y rápidamente se puso de pie.

– Puta, qué haces?!

– Tranquilo Eduardo, solo tienes que relajarte…

– Pe, pero… no…

Se había trabado, me di cuenta de lo que estaba sintiendo, y es que la verdad que pensar en algo entre nosotros le estaba atrayendo, si no ya me hubiera pegado, me hubiera mandado a la mierda y qué se yo, sin embargo se quedó ahí como esperando que pasara algo más…

Yo me puse de pie y dando vuelta a la cama me paré junto a él.

– ¿Qué tal si hacemos algo más que solo masturbarnos?  le susurré al oído.

Eduardo volteó y me vio a los ojos.

– Sé que lo quieres así…

Lentamente acerqué mis labios a los suyos, hasta rozarlos…

Eduardo no hizo ademán de apartarse ni nada.

Primero le di un beso corto en los labios.

El chato seguía sin moverse ni nada pero pude notar que poco a poco en su rostro se fue formando su preciosa sonrisa torcida…

– ¿Ves que te gustó?

Entonces, rodeándolo con mis brazos lo besé con pasión, y él me respondió de la misma forma, sus manos recorrían todo mi cuerpo, entraban por debajo del bóxer y acariciaban mis nalgas…  yo tampoco me quedaba atrás, su culo se sentía realmente rico, suave y redondito, sin pelos…

Poco a poco fui empujándolo hasta que cayó de espaldas sobre la cama.

Entonces empecé a besarle toda la cara, mordisqueé sus orejas y luego fui bajando a su cuello, sus hombros, su pecho.

Jugueteé un momento con sus tetillas grandes y rosadas, que estaban totalmente erectas, era delicioso, y luego seguí hacia su ombligo, y siguiendo la línea de finos vellos, bajé hasta sus calzoncillos.

Primero besé su miembro sobre la tela y lo acaricié con los labios, y luego lentamente, le bajé el bikini con las dos manos.

Ante mí apareció un verdadero tesoro.

Su pene no era muy grande como ya me lo esperaba, pero realmente se veía apetitoso, rosadito, gordito, rodeado de solo un poco vello y abajo un par de huevos redondos, rosaditos y lampiños…

Durante unos instantes contemplé embelesado aquel manjar y luego muy lentamente empecé a pasarle la lengua a lo largo como si fuera un helado, después daba pequeñas chupaditas a su glande y finalmente introduje todo su miembro en mi boca, sin mayor dificultad…

Aquella verga era verdaderamente una delicia, nunca había probado una igual (y eso que ya habían sido varias)…

Eduardo mientras tanto daba gemidos que me excitaban aún más y acariciaba mi cabello y mis hombros con fuerza.

Al rato, antes que se corriera, me quité su pene de la boca e irguiéndome un poco, me quité los bóxers.

El chato sin perder tiempo se abalanzó sobre mi verga erecta, que tampoco es muy grande que digamos, aunque sí más que la de él y bastante velluda, y empezó a chuparla.

Pude comprobar que realmente era la primera vez que lo hacía, pues lo hacía torpemente y sin ritmo pero poco a poco fue mejorando y la sensación mejoró mucho más…  no pude resistir mucho y acomodándome, comencé a chuparle nuevamente su pene, haciendo un 69 realmente excitante.

Mientras le chupaba el pene, podía ver su culito frente a mis ojos y entonces con un dedo empecé a acariciarle entre las nalgas, acercándome a su agujero… aquello hizo que el chato tuviera un ligero estremecimiento pero no dijo nada y siguió chupándome la pinga, entonces poco a poco fui introduciendo mi dedo por su agujerito, hasta que lo tuve todo adentro y empecé a moverlo, haciendo que Eduardo comenzara a dar gemidos de verdadero placer, y aquella estimulación hizo que súbitamente se viniera en un gran chorro de semen dentro de mi boca, y yo me tragué todo cual néctar…

Al rato yo también me vine en la boca de Eduardo y después de eso nos dimos un largo beso con el sabor de nuestro semen aún en la boca…

Cuando terminamos, nos acostamos uno al lado del otro.

– ¿Qué tal?

– ¡De puta madre!

– Podemos seguirla…

El chato entendió lo que quise decir y se quedó pensativo.

– Es que nunca lo he hecho, no sé…

– No te preocupes, si es que te molesta mucho lo dejamos…

– Bueno… está bien.

Nuevamente empezamos a besarnos  y entonces le pedí que se diera vuelta, hasta quedar en cuatro patas.

Cogí un poco de crema para manos que había por ahí y con ella unté mi pene y el culito de Eduardo, y poco a poco fui introduciendo mi pene, al tiempo que el chato lanzaba un quejido; le pregunté si le dolía y el dijo que un poco pero que siguiera, así que yo continué introduciendo mi miembro hasta que lo tuve totalmente dentro de él; la sensación de poseer por fin a ese pata que tanto me gustaba hizo que el placer fuera el doble…

Entonces empecé el mete y saca, al principio suavemente pero luego fui aumentando el ritmo hasta conseguir un placer enorme, y al rato me vine con fuerza dentro de Eduardo, fue realmente delicioso…

Eduardo se tendió sobre la cama al tiempo que yo le besaba y acariciaba las nalgas en agradecimiento al placer dado…

Entonces le dije que el me lo hiciera.

Como me lo esperaba me dijo que no estaba seguro de saber cómo hacerlo así que yo le dije que lo haríamos a mi manera.

Lo hice tenderse boca arriba y con su pene erecto en total pompa, le unté un poco de la crema y me senté sobre él.

Pude ver su cara desfigurarse de placer, mientras sentía aquel delicioso trozo de carne entrar en mí, como no era muy grande, no tuve mayor dificultad para introducírmelo, y al momento ya estaba cabalgando sobre él, al tiempo que le acariciaba el pecho y los hombros, y metía mis dedos en su boca para que los chupara…

El chato no aguantó mucho y se vino pero yo rápidamente me hice a un lado y dejé que su semen cayera sobre nuestros cuerpos, y los esparcimos con caricias y lamidas, realmente fue un momento de pasión extrema.

Total que, como imaginarán terminamos exhaustos y nos quedamos dormidos hasta que al día siguiente me desperté pensando que pudo haber sido un sueño pero al voltear vi a mi lado al chatito totalmente desnudo y su pequeño pene en reposo, hasta parecía un niño a pesar que ya tiene 23 años… al instante él se despertó y al verme me regaló con una de esas deliciosas sonrisas torcidas que tanto me gustan, nos besamos y luego fuimos a ducharnos juntos…

Finalmente decidimos ir los dos solos de campamento y nos fuimos a la playa más solitaria que encontramos y ya se imaginarán lo que pasamos aquel fin de semana… por supuesto que nuestros amigos no saben nada, ¡ni se imaginan lo que el chato y yo hacemos cada vez que estamos solos…!