Capítulo 2
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados I
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados II
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados III
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados IV
- Unos cuernos bien puestos y… disfrutados V
Unos cuernos bien puestos y… disfrutados II
20 de febrero… Un día después
Esa mañana me llamó el cornudo de su marido para preguntarme que tal, pues quería verme en el hotel para ver la habitación donde la noche anterior le había descubierto el placer anal a su mujercita.
Le dije que pasara a recogerme por mi oficina y juntos nos fuimos la hotel.
Me sorprendió con un bonito obsequio, un CD con 14 vídeos de su mujer follando con él en diferentes situaciones y un completo catalogo de fotos de ella en todas las posturas, vestida, semidesnuda, desnuda… mas de 500 fotos a cual mas excitante de aquella hermosa hembra, incluso habló con ella por teléfono desde la habitación, fingiendo estar en otro sitio, para mayor morbo de ambos. Una hora antes de mi cita con su mujer se marcho para sustituir en su casa a su mujer en las tareas domesticas mientras ella estaría conmigo disfrutando de su cuerpo.
La noche fue de otra manera, primero cenamos en un restaurante oriental donde charlamos y disfrutamos de la comida, mientras yo no veía el momento de llevármela de nuevo al hotel.
Ella me había dicho que la noche anterior lo había pasado genial, pero no tenía muy claro si quería volver a repetir la experiencia.
El caso es que yo dejé la puerta abierta aunque estaba la 50% de posibilidades.
Cuando terminamos de cenar le pregunte que si nos marchábamos a tomar una copa y enganchándose a mi brazo me dijo… «De copa nada… vamos al hotel».
En pocos minutos entrábamos en la habitación.
Nos abrazamos y besamos con pasión, ella estaba caliente y dispuesta a repetir la sesión de la noche anterior y yo satisfecho de que aquella hembra estuviera a mi completa disposición con el morbo añadido de que unas horas antes su cornudo marido había estado en esa misma habitación para darme vía libre para disfrutar de su hermosa mujer.
En breves instantes estábamos los dos desnudos y revolcándonos sobre la cama, besándonos y acariciándonos como dos colegiales, mientras ella me decía que hoy también la quería solo por el culo…
La tumbé sobre la cama boca arriba y empecé por levantarle las piernas y clavársela de esa manera, mirándole los ojos ella asentía con la cabeza cada empuje mío y sus ojos parecía que se saldrían de las órbitas a cada empellón, mientras gemía y me animaba a seguir dándole teniendo en poco espacio de tiempo dos orgasmos, el último de los cuales fue tan bestial e intenso, una corrida tan fuerte que pensé que me iba a romper las caderas de la forma en que me apretó.
Tuve que apretar fuerte los labios para no decirle que parara que me estaba reventando…y es cierto. En ese
momento cuando me exprimía de esa manera fue cuando me vino la primera corrida.
La dejé descansar unos segundos y comencé a acariciarle el cuerpo a magrearle y pellizcarle los pezones, mientras ella acariciaba mi polla tratando e volver a ponerla a punto, lo que logró en pocos instantes.
Entonces la puse boca abajo en la cama y me tumbé sobre ella, primero jugando con mi polla entres sus nalgas, mientras la acariciaba y besaba el cuello y las orejas, para poco a poco volver a buscar su ya superdilatado ano, que recibió con frescura mi embestida haciéndola gemir de placer.
Mientras la bombeaba hasta el fondo en cada golpe de caderas ella con ambas manos se masturbaba como una loca hasta alcanzar un orgasmo larguísimo en el transcurso del cual, yo vacíe toda mi leche en sus entrañas, derrumbándome sobre su confortable cuerpo tras el esfuerzo.
Se la deje metida durante un rato, y tras un momento nos separamos y nos tumbamos boca arriba en la cama charlando sobre diversas cosas, pero era mirarla, recorrer su cuerpo solo con mis ojos y mi aparato empezaba a recuperarse, por lo que en pocos minutos estando junto a ella, la levante una pierna y de lado volví a ensartarla hasta mis genitales, notando la facilidad de entrada de mi aparato nuevamente en su culo y su casi inmediato gemido de placer… seguí bombeándola en esa postura mientras acariciaba y magreaba sus pechos e incluso nos comíamos la boca, hasta que ella volvió a tener una corrida descomunal con movimientos rítmicos al encuentro de mis empujones provocándome a mi una nueva corrida…
Se acercaba, por la hora, el momento de dejar marchar a aquella hembra caliente y tragona, por lo que decidí cerrar el fin de fiesta con una enculada a 4 patas, para lo cual, tras hacerla mamar un poco para volver a colocarme en condiciones, la puse sobre el borde de la cama, con los brazo apoyados en ella, y de un solo golpe le sepulté mi miembro entre las nalgas, haciéndola casi caer de bruces, pero aguantó el tirón y no solo eso sino que comenzó a moverse empujando hacia atrás y en círculos mientras mis golpeos de cadera eran cada vez mas fuertes, apoyada solo sobre una mano aguanto mis embestidas mientras con la otra se masturbaba hasta enlazar dos orgasmos seguidos que fueron preludio de mi extensa y última corrida de la noche.
Ella decía que se marchaba mientras se vestía, pero no parecía muy decidida a si que empecé a besarla y acariciarla, pero de pronto decidió que si debía marcharse.
Después apunto de dormirme en la habitación recordaba las dos intensas noches en las que a aquella mujer le había descubierto su placer anal, con más de una decena de polvos exclusivamente por su vía trasera, en mi próximo viaje lograría por fin conocer su caliente y tragón coño, que su cornudo marido me había prometido que era algo excepcional.
Notas del cornudo: Espero que disfrutes ese nuevo camino anal que tiene, porque debe tener las sensaciones a flor de piel aún. Le dije que me encantaba hacerle sentir ese agujero como un coño y la verdad es que lo disfrutaba de la misma manera. Ya me contarás
No sabes las ganas que tengo de probar ese coño totalmente, de disfrutar metiendo mi lengua y mi polla en él.
Espero seguir haciéndola gozar y disfrutar mucho mas, en todos los sentidos.
Si, cuando la ponía a 4 patas no se derrumbó en ningún momento.
Solo al final se apoyaba en los codos, lo cual era mucho mejor porque levantaba el culo pero en ningún momento hasta que se corrió se dejó caer.
La ropa del segundo día era un regalo para los ojos, y se lo dije, que me sentía totalmente halagado por ese precioso detalle de envolverme el regalo.
Eso le encantó.