Mi Cumpleaños

Era el día de mi trigésimo cumpleaños. Lógicamente esperaba alguna celebración especial. Mis amigos de toda la vida, eran muy dados a darme sorpresas, pero aquella vez no las tenía todas conmigo, porque el especial día, nos cogió de gira con el grupo musical al que represento. Mi obligación era estar con ellos durante aquellas dos semanas.

Con ellos y ellas mantenía una relación puramente profesional, aunque hay que decir que todos los componentes del grupo eran maravillosos. Jóvenes, bien educados y con un sentido musical fuera de lo común, lo que ya implica un alto grado de sensibilidad.

En fin, el resultado fue que el día transcurrió sin pena ni gloria y, mi gozo en un pozo, ni siquiera los más allegados a mí, se acordaron de mi cumpleaños. Una llamada de mi mujer y de mi hija al teléfono móvil, fue la única certeza de que no me había confundido de día. El triste día en que cumplí 30 años.

Con este ánimo, me fui a acostar a la, eso sí, enorme suite del hotel que había escogido para mí. Estaba decidido, pondría el canal porno de la televisión del hotel y me haría una o dos pajas a la salud de los años que ya no volverán jamás.

Claro que antes, me tomé un par de copas en el bar de abajo, en amigable charla con el típico y amable camarero pelota, que en compensación a su amabilidad en tan triste momento se llevó una suculenta propina.

Así, me vi en la puerta de la habitación, tratando de abrir con la tarjetita magnética que no conseguía introducir en el sentido correcto, hasta que un inaudible «clic» me indicó que el paso estaba franco.

Al entrar y justo después de cerrar la puerta, un sonoro griterío me sobresaltó ¡¡¡FELICIDADES!!!

-Vaya, una fiesta sorpresa…-

El susto fue impresionante. Tanto que me caí de espaldas en el suelo de la habitación, golpeándome la cabeza con una barra que había en la pared de la habitación. Creo que perdí el conocimiento…

Al despertar, tuve la certeza de que había muerto y no sé dónde había ido a parar. Mi cuerpo no era como siempre había sido, algo «mullido» por la buena vida, sin ser nada despreciable, pero ahora, era simplemente perfecto. Me encontraba encima de la cama, completamente desnudo y podía contemplar los grupos musculares de mi anatomía, perfectamente definidos. No tenía un solo pelo en el cuerpo, ni siquiera en la cabeza… instintivamente me miré el sexo. Ciertamente despampanante. Sin dejar de ser la misma polla que tantos momentos de satisfacción me había proporcionado a mí y a alguna interfecta más, se veía más voluminosa, en un permanente estado de morbidez que le daba un aspecto verdaderamente apetecible.

Para colmo, mi piel había tomado un tono dorado casi rojizo, muy atractivo. No pude evitar soltar una sonora carcajada, pero cuando la escuché mi cuerpo tembló aterrorizado, mi voz también sonaba distinta, con un eco grave y tenebroso, pero inmensamente sugestivo. Si aquello era un sueño, empezaba a gustarme y no iba a hacer nada por despertarme.

Solo entonces se me ocurrió mirar alrededor, ya que la tenue luz que había en la estancia, me había hecho centrarme sólo en mi propia presencia en la cama en que me encontraba tumbado boca arriba.

Eran los miembros del grupo de música los que me rodeaban, los dos chicos que tocaban la batería y el bajo y las dos vocalistas que tan cachondo me ponían cuando cantaban las dos pegando sus bocas al micrófono. Ni que decir que ese detalle me lo guardaba para mí y nunca les había hecho ni la más ligera insinuación.

Y me miraban fijamente. Extrañamente no sentí vergüenza alguna por encontrarme desnudo y en las condiciones en que estaba delante de ellos, tal vez fuera lo insólito de la situación. Pero tal vez fuera, que todos ellos estaban también desnudos y muy sonrientes…

La piel de todos ellos, al contrario que la mía, era blanca y brillante y comenzaron a hablarme, ¡¡¡sin mover los labios!!!.

– ¿Te encuentras bien, Ramiro?, Tranquilo, que ya ha pasado todo, ahora no te dolerá nada, todo lo contrario, ¿te apetece algo en particular?…

Las preguntas se sucedían vertiginosamente y bullían en mi cabeza sin darme tiempo a procesar una respuesta o reacción para cada una de ellas.

– No, no intentes moverte -¿dijo? Martina, al ver que trataba de incorporarme y se acercó en un solo gesto apoyando su mano derecha en mi frente.

Su abundante pero juvenil pecho se apoyó contra el mío mientras acariciaba mi frente y una descarga eléctrica recorrió mis entrañas al tiempo que seguía escuchando su voz, mitad dulce mitad estridente, siempre dentro de mi cabeza y sin que ninguno pronunciara ostensiblemente una sola palabra con los labios.

– Descansa, déjanos hacer a nosotros, que sabemos lo que necesitas y te lo vamos a dar, ahora no importa nada de lo que haya pasado anteriormente, no importa nada de lo que te haya dado miedo en toda tu vida, no importa lo que hayas querido o no hacer durante tus días pasados, es el momento de sentirlo todo. Todo junto.

Y así lo escuchaba en mi cabeza, todo junto y de una sola vez, sin poder llegar a acostumbrarme. Mientras decía eso, noté que alguno se acomodaba entre mis piernas, pero no podía ver quién porque me lo tapaba Martina que estaba recostada delante de mi cara. Aunque traté de moverme, no podía reaccionar, así que dejé que mi cuerpo ordenara aquella situación que yo no controlaba.

El calor y el cosquilleo que comenzaba a notar entre mis piernas se mezclaba con los susurros que sonaban inmisericordemente dentro de mi cerebro, y subía hasta mi entrepierna, cuando noté que Vicky se introducía mi pene en la boca, sin que extrañamente, pues la situación me estaba excitando de modo brutal, tuviera una completa erección. Más al contrario, mi pene se quedaba en el estado intermedio en que se encontraba, proporcionándome un placer más sereno que el que se avecinaba.

Martina se separó de mí, alargando su sonrisa y mirando hacia mi cuerpo inferior. Para mi sorpresa, era Nacho, y no Vicky, el que chupaba mi nabo, sosegadamente. Mi cuerpo se lo permitía y comenzaron a resonar nuevamente las palabras en mi mente.

– No te preocupes de nada y disfruta, olvídate de lo que te repugna y saborea el momento.

Lo cierto es que me estaba dando un placer muy distinto a lo que conocía hasta entonces y me dejé hacer aunque de todas formas no hubiera podido resistirme, pues el otro componente masculino del grupo, Iván, se había colocado a la altura de mi cabeza y levantando mis brazos, los sujetó con firmeza, inmovilizándome también por ese lado.

Al mismo tiempo, colocó su polla en mi cara y fue frotando lentamente todos sus lampiños genitales por mi rostro, dejándome aspirar el olor dulzón a sudor de sus cojones, que se arrastraban por mis ojos, nariz y boca a la par que su polla iba adquiriendo tamaño y consistencia de modo que acabó enhiesta ante mis ojos, justo en el momento en que Nacho comenzó a masajearme los huevos, incrementando el ritmo de su mamada.

No sé dónde había quedado mi hombría por aquel entonces, pero no me pasó otra cosa por la cabeza que comenzar a usar las manos, para dirigir suavemente el cuerpo de Iván hasta que quedara con su culo ligeramente apoyado en mi pecho y su apetecible nabo en su máximo esplendor de frente a mi cara. Era una polla magnífica, prácticamente perfecta y sin defectos, me descubrí admirando por primera vez el sexo de un hombre, como si me hubiera ido el mariconeo de toda la vida…

Él parecía leerme el pensamiento y se dejó guiar sin ofrecer resistencia ni realizar brusquedad alguna en sus movimientos. De hecho quizás lo leyera, porque al tiempo que comencé a lamer su estaca, me empezó a acariciar la cara y el cuello con la mano izquierda, en tanto que con la derecha se masturbaba lenta pero consistentemente. Sabía que quería probar su leche cuanto antes.

Y me la dio cuando un cúmulo de sensaciones embriagaba mi cuerpo. Vicky se encontraba junto con Marina a mis pies y, mientras una chupaba alternativamente los dedos de uno de ellos, la otra restregaba su chocho en los dedos humedecidos, llegando a introducir levemente el dedo gordo dentro de su cavidad. Así pasaban de un pie a otro, impregnando mis pies con su caldo interior, intercambiando posiciones y dejándome un cosquilleo más que morboso, en mi mente además sonaban sus gemidos junto con palabras cariñosas y expresiones obscenas.

Con ese tembleque en los pies, y el masaje de Nacho en mi entrepierna, haciéndome estremecer, recibí la primera descarga de Iván cerca de la nariz, que sin alterar su gesto me hizo abrir la boca y depositó su palpitante capullo en la punta de mi lengua. El segundo chorro se derramó suavemente en mi boca que se iba llenando poco a poco sin que ningún «disparo» saliera despedido a mi garganta.

Cuando terminó me miró y me susurró en el cerebro, desde dentro otra vez, que lo saboreara y que tragara un poco, pero que el resto era para las chicas, que lo guardara en mi boca para ellas.

Lo hice, cerré la boca y dejé que el sabor del semen lo inundara todo. Esperaba que se acercaran las chicas, porque noté que habían abandonado mis pies, pero al abrir los ojos -ni siquiera me di cuenta de que los había cerrado para saborear la leche de mi boca- vi que Iván se había retirado y que estaban los cuatro recibiendo los disparos de mi polla que había empezado a eyacular entre serenos espasmos tras el sabio trabajo de Nacho.

Los cuatro se besaban intercambiándose de boca en boca mi semen, que me dejó al abandonar mi cuerpo la habitual sensación de paz y serenidad que siempre me había provocado y que a veces incluso me hacía dormirme inmediatamente (menos mal que por lo menos había en mí un sentimiento que me resultaba familiar).

Al momento las chicas vinieron a tomar de mi boca el semen de Iván, y sin saber ni cómo, al correrme me había tragado casi todo, dejándome un suave sabor a semen en la boca que es lo más que pudieron hallar las chicas allí. Al ver que yo había tragado gran parte (el caso es que me había gustado), se enfadaron visiblemente…

Me besaron hasta rascar mi lengua con los dientes, haciéndome estremecer por la sensación tan extraña y cuando no quedaba ni el recuerdo de lo que había albergado mi boca, Martina se dedicó a abofetearme, desde atrás mientras Vicky tomaba la posición que antes había ocupado Nacho, indicándome que ella iba a ser la encargada de castigarme por «ser malo y habérmelo comido todo sin dejar para ellas»

Los dos chicos, entretanto, se trasladaron a mis piernas y se empezaron a frotar respectivamente el nabo cada uno con uno de mis pies, suave y lentamente.

Vicky se abrió el chocho en mi cara, y supuse que mi castigo sería chuparlo. ¡Vale!, después de lo anterior, necesitaba un refuerzo de mi masculinidad y chupar todo un señor chumino me ayudaría -pensé- y me dediqué a besar lentamente los labios externos de su coño suave y perfumado, húmedo hasta gotear sobre mi pecho. Bendito castigo…

En eso, las bofetadas de Martina se mantenían más suaves, casi en una caricia, marcando el ritmo que debía seguir con la lengua en los entresijos del coño de Vicky, que cada vez me estaba gustando más.

De pronto, apenas cinco minutos desde que empecé a chuparla, noté que Vicky comenzaba con los espasmos propios de un orgasmo en toda regla, lo que aproveché para intensificar mis lametones de modo que la chica se estremecía, gritando chillonamente dentro de mí cabeza hasta que escuché un ¡AHORA! que me descolocó.

En ese justo momento, en el culmen del orgasmo de Vicky, ésta y su compañera, detrás de mi cabeza, comenzaron a mearse en mi cara, con chorros calientes que me era imposible esquivar y que me ahogaban y casi me hacían daño por la fuerza con que se proyectaban contra mi cara, de modo que tuve que abrir incluso la boca para respirar, lo que aprovecharon para mearse dentro… ese sí que era el castigo.

Inexplicablemente, después de aquello, con la cara meada y un sentimiento de humillación paralelo a la humedad avinagrada en mi garganta y fosas nasales, tenía la polla a punto de explotar y Martina, me indicó que ahora todo mi cuerpo iba a ser de ella. Le tocaba disfrutarme…

Se subió de un salto y se clavó mi polla de golpe dentro de su coño, que abrazaba el palo casi cariñosamente. Ella con los ojos cerrados me limpiaba la cara de sus meados con una toalla húmeda y vaporosa que olía a hierba, mientras se mecía encima mía lentamente. Así podía aguantar una eternidad, o por lo menos tenía esa impresión de mi propio cuerpo.

En un momento determinado, incrementó el ritmo, haciendo una seña casi imperceptible a los chicos que la tomaron cada uno de una pierna y, elevándola unos milímetros, sin dejar que se saliera de mi pene, le fueron dando la vuelta, hasta que se quedó tumbada con la espalda sobre mi pecho, ensartada en mi polla con la rasurada almeja perfectamente expuesta.

A mí me abrieron las piernas, doblándome las rodillas para elevarla, lo que hizo que se la clavara un poco más y entonces vi cómo Nacho volvía a acomodarse entre mis piernas, comenzando a frotar su polla contra lo que de la mía quedaba fuera del coño de Martina, mientras Ivan y Vicky supervisaban muy de cerca esa operación, lamiendo alternativamente nuestras pollas y el coño con el hinchado clítoris de Martina que gemía en mi mente como una loca.

Entonces, Nacho, ayudado por los otros dos, fue buscando con su polla un pequeño hueco en el coño de Martina, que aprovechó para deslizarla lentamente a lo largo de mi rabo, dilatando a su paso la raja de la chica, que cuando se encontró con dos penes dentro de su almeja, sin poder articular ni un simple gemido, empezó a babear encima de mi cuello.

Me empezaba a doler la espalda de tanto tiempo tumbado y con tanta gente encima, lo que pareció entender Iván al mismo tiempo que yo lo pensaba (ya creía que me leía el pensamiento) y se dirigió otra vez detrás de mí, levantándonos a todos empujando desde mis hombros hasta que quedé sentado con los demás ocupando las mismas posiciones y sin soltarse.

Desde ahí, Nacho comenzó a apretar el ritmo, hasta que le noté derramar su leche dentro de Martina, y encima de mi polla, lo que me puso verdaderamente a mil otra vez, pero al sacarla, la mía fue detrás y nos salimos los dos del coño de Martina, que aún no se había corrido así que Vicky se puso a comerle la raja -rezumante de la corrida de su compañero- para que llegase al orgasmo que ya reclamaba como algo que se le hubiera robado.

Martina me agarró de la polla y se la enfiló al culo, terminándose de poner de pie y encorvándose para facilitar la entrada, por lo que la seguí, apretándome contra su preciosidad de parte trasera y fui dejando que se introdujera al ritmo que ella marcaba, mientras, muy alarmado, noté que Iván se situaba estratégicamente a mi espalda, frotando su inmensa polla en mi culo, sin que yo, aunque lo intenté pudiera articular palabra para parar aquello.

Vicky, desde su posición, comiéndole el coño a Martina dispuso las manos en mis nalgas, dando un empujón que terminó de enterrar mi nabo en el caliente ano de Martina, que se cerró tras de él llenando de placer todo mi cuerpo y relajando mi esfínter, momento que Iván aprovechó para situar su capullo en la puerta de mi ano, ayudado por las manos de Vicky que abrían mis nalgas de par en par.

Nacho se entretenía mientras chupando y acariciando relajada y alternativamente todo lo que se encontraba a su paso, y revoloteaba alrededor del grupo consolidado en la amalgama de varios cuerpos que nos habíamos convertido.

Empecé a dejarme llevar y a disfrutar del culo de Martina, que era una verdadera delicia, por lo que me despreocupé de lo demás y que fuera lo que fuese, me condujera al placer. Además, Iván no pasaba de frotar la punta de su nabo en la entrada de mi culo, lo que comenzaba a darme un cosquilleo agradable al ritmo que yo enculaba a Martina que empezó a correrse por fin en la boca de Vicky, apretando mi polla dentro de ella con los espasmos de su corrida, momento en que perdí el control y noté la entrada de Iván hasta muy dentro de mi esfínter.

Inspiré profundamente y me dejé hacer, después de todo, escocía, pero comenzó a resultarme algo agradable follarme el culo de Martina con los impulsos de la polla de Iván que se prolongaba con la mía hasta formar una sola estaca.

Iván se corrió muy rápido, casi al tiempo que yo lo anunciaba y Martina apretó el culo salvajemente hasta que la leche comenzó a rebosar de su ano, cayendo sobre las diligentes bocas de Vicky y Nacho que recogieron todo lo que cayó y aún después limpiaron alternativamente el ojete de Martina y el mío de todo lo que rezumaba.

Me tumbé otra vez y serenamente me fui sumiendo en un sueño ligero mientras los cuatro que me habían sometido a una sesión de sexo tan inesperada y nueva, acariciaban mi cuerpo embadurnado con el resto de los flujos que habían emanado los cuerpo de los cinco.

Cuando desperté me encontraba encima de la cama del hotel, intentando sobreponerme a un intenso dolor de cabeza que apenas me dejaba abrir los ojos y preguntándome qué había pasado.

Dudaba que fuera un sueño, antes de abrir los ojos, puesto que nunca había recordado los pormenores de un sueño con tal nitidez. Pero cuando los abrí, lo vi todo negro, y pensé que realmente había muerto y se trataba de un estado nuevo y distinto a cuanto había vivido. Me toqué el cuerpo y noté que tenía el pubis muy sensible, sin pelos, los huevos igual, y la polla me quemaba… igual que el culo.

Me llevé la mano a la cabeza y algo me chocó. Allí sí que tenía pelos… instintivamente alargué la mano hacia la cabecera de la cama y activé el interruptor de la luz de la habitación del hotel…

La explicación a todo vino unos minutos después. Al encender la luz vi a las dos chicas del grupo desnudas a los pies de la cama, ambas estaban dormidas y Martina tenía todavía un pezón de Vicky aprisionado entre los labios, en tanto que Nacho dormía en el sillón de enfrente, también desnudo e Iván se estaba secando (después de haberse dado una ducha, supuse) en el baño de espaldas a mí.

Iván me explicó que todo había sido parte de una broma que se les había escapado de las manos:

Los cuatro, se habían reunido en la habitación para darme una sorpresa en mi cumpleaños. De hecho, encima de la mesa había una tarta que en algún momento habían atacado indiscriminadamente y estaba toda desmoronada.

Al caerme y desmayarme, comprobaron que sólo había sido un desvanecimiento y que no me había pasado nada (Nacho y Vicky han terminado Medicina) y aprovecharon para darme un somnífero con el fin de gastarme una bromilla: afeitarme los genitales . Y a eso se dedicaron.

Pero el «somnífero» me hizo una reacción inesperada pues actuó como un fuerte alucinógeno y me despertó en un estado de excitación que contagió a todos y las chicas en particular, con mi polla al descubierto, empezaron a desmadrarse, entonces yo me volví a desmayar y en ese rato las cosas se dispararon del todo entre ellos, …

Lo demás que yo recordaba (con algunos matices que sí que se debían al efecto de la pastilla) había sido casi todo real y aunque ninguno había tenido anteriormente ningún contacto de tipo sexual con otro miembro del grupo (y menos entre dos del mismo sexo, aunque algunos sí que eran abiertamente bisexuales de antes), actuaron como si llevaran teniendo sexo entre ellos desde hace mucho tiempo, y yo simplemente me uní al grupo…

Después de aquello no me he vuelto muy distinto a como era antes, pero sí que ese cumpleaños marcó un hito muy significativo en mi vida sexual. Lo que sí es cierto es que ahora, las giras del grupo las «disfrutamos» mucho más que antes.