Sumisa mujercita I
Lo que paso a relatarles a continuación no lo he explicado a nadie hasta hoy.
Esta historia se remonta unos años atrás cuando yo solo tenía 17 años.
Desde joven mis amigos se metían conmigo por mi estatura, siempre estuve menos desarrollado que los demás, era bajito y muy delgado.
Mi cuerpo a pesar de ello estaba bien formado.
Mi curiosidad propia de la edad me llevó a mantener relaciones desde entonces.
Yo ya había jugado con muchos chicos de mi edad a los juegos típicos como tocarse, medírsela…
Pero a mis 17 años algo había cambiado.
No me interesaba el tema de las chicas y si mantener contactos con mis amigos.
Cada encuentro era para mi un deseo de estar con ellos viéndoles la polla y tocándosela.
Sin llegar a perder las formas ni que se notara mi deseo me iba adentrando en mi propia homosexualidad.
Mi sueño erótico era estar desnudo junto a ellos en plena calle corriendo entre los jardines para no ser visto por las personas mayores.
Cada vez necesitaba más sus visitas, hasta que fueron prácticamente diarias.
Por mi casa fueron pasando varios de mis amigos a los que yo incitaba inconscientemente a hacernos pajas y besarnos.
Los juegos fueron pasando en los demás pero yo seguía sintiendo esa necesidad.
De todos ellos solo me quedaba Fran, un chico mayor que yo, fuerte, con un cuerpo escultural y una polla muy parecida a la mía pero mucho más grande.
Tenía un culo redondo muy paradito. Si supierais la de veces que se lo bese…
En temas de sexo el tenia mas experiencia que yo y siempre marcaba el ritmo de las novedades aunque siempre esperaba y no se porque a que yo le pidiera que viniera a mi casa.
Nuestros juegos continuaban en la misma línea pero solos Fran y yo.
En nuestro juego preferido yo era la secuestrada y obligaba a meter mano a su secuestrador.
Dejamos de jugar y nuestra relación pasó a ser algo más que un juego.
Un día me invitó a su casa, cosa que me extraño pues en la mía nunca había nadie hasta tarde.
Mientras estábamos toqueteándonos desnudos en su cuarto me pidió que le acompañara a la habitación de sus hermanas.
Abrió un cajón y me enseño la ropa interior de sus hermanas y me invitó a cogerlas.
Yo no estaba acostumbrado y para mí aquello era como si les usurpara su secreto.
Cogió una braguita y me la puso por encima.
Te quedan muy monas, se reía.
Yo no imaginaba dónde quería ir a parar pues era una novedad a pesar de todo en nuestra relación.
Desnudo y con las bragas de su hermana en la mano me pidió que me las pusiera para él.
No me pude negar, él era más alto y fuerte que yo, y mi admiración hacia él me convertía en su esclavo.
Luego me di cuenta que esa admiración que profesaba hacia el no era más que mi deseo de ser poseído por él.
Lo quería más de lo que yo mismo podía aceptarme.
Me puse las braguitas y un sostén a juego que relleno con algodón.
Me llevo de nuevo a su habitación cruzando las estancias de aquella guisa y con el miedo en el cuerpo por si llegaban sus hermanas.
Se sentó y me dejo en el centro de la habitación con la ropa interior puesta.
Me miraba desde su cama observando como me quedaba.
Sus ojos se clavaban en mi y no pude evitar ruborizarme.
No te pongas rojo, se te ve muy bien así.
¿Te gusta?
Si, eres muy bonita
No entendía porque me cambiaba el género.
Yo tenía que ser de cara a todo el mundo y también para él un muchachote que tenía éxito con las chicas.
Y ahora me veía convertido en una de ellas.
Tu siempre fuiste un poco nena.
Todos en el grupo sabemos que te gusta chupar pollas.- no lo había hecho hasta entonces, pero quería poner las cosas en su sitio, y lo consiguió.
No volví a protestar esperando que aquel rumor no llegara a mi familia pero incapaz de dar marcha atrás.
Mira soy tres años mayor que tú y a mi no me van los tíos.
Me acababa de apartar de su vida, pensé, nuestros escarceos se han terminado.
Tranquila, continuo, desde hace tiempo busca una piba con la que poder pasar buenos momentos en la cama.
Y no te voy a mentir no tengo mucha suerte por ahora.
Además tu me gustas pero no me trempo pensando e
n ti como chico sino como chica.
A partir de ahora serás mi novia o no nos volveremos a ver para esto.
Tu tienes la palabra si mañana vienes con slip me habré confundido contigo si vienes con la ropa interior de mi hermana podrás continuar conmigo.
Me las fui a quitar, tenia que guardar las formas.
Solo podía pensar en mi familia, aunque algo dentro de mí quería decirle que si.
Que le amaba y haría todo lo que mi hombre me pidiera.
No, espera.
Vete así solo te pido eso.
Y tu decides esta noche.
Yo te quiero pero no podemos seguir así mucho tiempo.
Mientras lo decía me iba vistiendo como si fuese su hermanita, no sin antes echar un último ojo, haciéndome sentir un nuevo rubor.
Nunca me había imaginado ser tratada como una chica de verdad, provocando el deseo en la persona que amaba.
Me acompañó hasta la puerta y me hizo salir.
Yo estaba anonado.
Me quede con las puertas en las narices sin saber qué hacer.
Me dirigí a mi casa. Por la calle sentía miedo de que se me notara.
Parecía como si todos lo supieran.
Era un chico con ropa interior de chica o una chica con cuerpo de chico.
Ese fue una duda que me surgía y a la que parecía que todos tenían acceso.
Como si pudieran leerme el pensamiento.
No pude dormir aquella noche.
No entendía porque mi compañero de aventuras me estaba haciendo eso.
Me estaba obligando a decidir, no quería tener una relación con un chico y para eso me tenía que convertir en su novia.
Al día siguiente me vestí antes que mis hermanos lo hicieran y pensé ponerme de nuevo el conjunto de braguitas para que no lo descubrieran en casa y se montara una buena.
Fui al colegio así vestido.
Me encontraba completamente excitado, la situación empezaba a gustarme.
Ver a todos mis amigos, pensar en sus pichas y verme en braguitas me ponía fuera de tono.
Me encontré a Fran en el campo de fútbol.
No se como lo hizo pero adivino que le había obedecido.
Se acercó a mí y me susurro que me veía muy bien así, que me esperaba después de clase.
En un rincón me pidió que me bajara los pantalones para poder comprobar lo bien que me quedaban. así lo hice y todavía recuerdo su suspiro de excitación
Cuando salimos fuimos a mi casa directos.
Los dos estábamos con las hormonas a cien.
Como de costumbre no había nadie en casa.
Me cogió de la mano y me empujo sobre el sofá.
Me dio mi primer beso que disfrute como nunca lo he hecho.
Fue un beso apasionado y lleno de ternura. Mi primer beso de mujer.
Me has puesto a cien. Sabía que aceptarías.
Te gusta demasiado mi polla ¿verdad putita?, Si Fran me gusta.
Quiero ser tu novia si tu me aceptas
– Lo había dicho por fin, mis palabras y las suyas se cruzaban en mi cabeza provocando un cruce de neuronas que aumentaban sin yo saberlo mi sumisión ante la espera del placer inmediato.
Él había dado de nuevo el paso por mí.
Me deje llevar por la situación y sin duda por mi calentura de adolescente.
Me puso de nuevo en el centro del salón y me pidió que me desnudara.
Yo lo hice poco a poco sabiendo que eso le pondría a cien.
Me quede en braguitas para él mientras me hacía voltear.
Mi culito estaba más salido que nunca.
Es redondito y las bragas le daban un aire de morbo que a Fran le producía un especie de hipnosis, el me veía como mujer y eso es lo que esperaba de ese encuentro, follar por primera vez.
Me dio varias palmadas en el culito y comenzó a quitarse la ropa.
En aquel momento me di cuenta que mi sumisión hacia el se debía a lo que le quería.
Muy a mi pesar era mucho y era lógico que la situación acabara así, pensé.
Lo quería para mí, empezaba a aceptar el ser su mujer y le dejaría hacerme lo que quisiera.
Había ganado definitivamente.
Se desnudó por completo enseñándome lo que desde entonces fue la verga de mi hombre.
Túmbate, me ordenó.
Me besó de nuevo mientras notaba su polla apoyada sobre mi barriga.
Me estaba poseyendo como si yo fuera mujer, en el no había dudas y eso me quitaba las mías.
Me daba certeza de que era una mujer y como tal disfrutaba y gemía cuando sus labios recorrieron todo mi cuello y bajaron a mis tetillas.
Me dio la vuelta, puso una almohada debajo de mi barriga y me bajó las bragas.
Yo estaba anulado ante sus deseos y un cosquilleo cada vez que me besaba en el cuello
recorría todo mi cuerpo.
Su boca se deslizó desde el cuello por la espalda hasta entrar en la zona prohibida de mi culo.
Un gemido salió de mi boca.
Me empecé a tocar para aliviarme un poco de mis sensaciones pero me lo prohibió.
-A partir de hoy quiero que te sientas mujer.
No podrás masturbarte como chico, harás pis como las chicas, y te correrás como lo hacen ellas, con una buena polla en su coño.
Pensaras y actuaras para mi como mujer que eres.
Sus manos empezaron a recorrer todo mi cuerpo rebautizando cada parte con el nombre correspondiente al de las mujeres e indicando para qué servían.
Mi pecho pasó a ser tetas que servían para correrse con una cubana y amamantar a mis futuros hijos, mi boca eran sus labios que servían para chupársela, mi culo para disfrutarlo, y mi ano su vagina para penetrarme.
Mientras me decía esto último introdujo un dedo en su interior produciendo en mí un nuevo suspiro.
Sacó del bolsillo un lubricante y me lo unto en mi vagina.
Luego me pidió que lo esparciera por todo su pene.
Me volvió a tumbar y se subió encima de mí.
La sensación de tener un cuerpo de hombre en mi espalda acariciándome mientras su polla se resguardaba entre mis glúteos me provocó el tercer suspiro de mujer.
Cogió su pene con las manos e intentó introducirlo en mi vagina.
AGHHH, me duele Fran sácamelo.
No bonita tienes que aprender a darme gusto- Me contestó Fran
A mí me dolía mucho y Fran no dejaba de moverse.
Ten paciencia me decía.
Poco a poco el dolor fue desapareciendo y se transformaba en una sensación placentera, hasta que se convirtió en un placer infinito.
Mi cuarto suspiro fue mucho más fuerte que los anteriores.
Ves putita como disfrutas, todas las hembras disfrutan con una buena polla en su interior
Fran no dejaba de montarme, cada vez lo hacía más rápido.
Mis sentidos habían desaparecido para dar paso a una ola de placer. Fran seguía con un metesaca que me volvía loca y me descontrolaba.
Así mi amor sigue follandome.
Me gusta, ahhhh, sigue….
Vamos putita muévete tu también. Te gusta mi polla en tu coño, ¿verdad?
Siiii….AGHHH, AHHHHH. Soy tu putita. Haz lo que quieras conmigo
Ya lo estoy haciendo putita.
Fran estaba terriblemente excitado.
Sus movimientos fueron desacelerándose obligándome a mí a tomar parte de aquella follada. Muévete, puta.
Empecé a moverme, mis movimientos no fueron muy hábiles al principio pero poco a poco fui recorriendo su polla desde la punta hasta los cojones haciéndola entrar y salir en mi coño.
Muy bien putita muy bien, sigue así, más rápido-añadió.
Acelere mis vaivenes sintiendo su polla cada vez más gorda dentro de mí, parecía que me partiría pero tenía que darle gusto a mi macho.
Sudaba y gemía.
Yo no podía más, estaba a punto de explotar, solté un torrente de semen que mancho todo el sofá derrumbándome sobre mi propia leche.
Ves putita como las mujeres os corréis con una polla.
Chupa el líquido que te ha caído del coño con los dedos y dime a qué sabe.
Le obedecí como pude pero mi propio placer me impedía hablar.
Fran renovó sus batidas y de nuevo empezó él a marcar el ritmo.
Note como aceleraba y yo le pedía que acabara dentro de su mujercita.
De pronto aceleró el ritmo de la follada estaba ya a punto de echarme su leche.
Cuando de pronto vi que mi hermano mayor estaba en la puerta.
Fran no lo vio y siguió con el ritmo, no le podía pedir que parara destrozándome el alma ante dos realidades.
Muy bien putita mía, toma mi semen pero espero que no te quedes embarazada.
Yo en aquel entonces pensaba que aquello era posible y un nuevo miedo me penetro pensando en como podía explicar en casa que me habían hecho un niño.
Toma mi leche puta.
Note como un torrente de semen entraba en mi cuerpo para firmar nuestro acuerdo y convertirme en su putita.
Su polla seguía dentro de mí soltando leche. Utilizando la que era su vagina para saciar sus necesidades. volví a pensar en mi hermano, gire la cara y allí lo vi inmóvil ante aquella visión.
La visión que tenía mi hermano no tenia perdida.
Su hermano desnudo en el sofá, con el culo hacia arriba, con un chico mayor que se lo estaba tirando llamándole putita y con una polla enorme que entraba y sal.
iacute;a de su culo, dejándole ver a intermitencias mi culo.
Además de todo aquello su hermano pequeño lo estaba disfrutando como una verdadera puta no podía moverme aunque algo dentro de mí quería salir corriendo de allí.
Fran se reponía sobre mi culo hasta que finalmente vio a mi hermano. Juan que así se llama mi hermano le hizo un gesto con la mano de que no se saliera y estuviese tranquilo. Yo Estaba agotado y no sabia que iba a pasar.
Comencé a llorar, entre lloros le pregunte desde cuando estaba.
Él me contestó lo que yo no quería oír, desde el principio.
Mis lagrimas caían, pero no había arrepentimiento en ellas.
Juan se acercó a nosotros y me paso la mano por el pelo acariciándome.
Tranquila hermanita. Es normal que las mujeres deis placer a vuestros hombres.
Quiero que te follen otra vez, luego ya hablaremos.
Fran se salió de mi culo con la polla llena de leche.
Juan me ordenó que me levantara para ver como la leche salía de mi culo y se deslizaba por mis piernas.
Que bien te ves hermanita.
Fran necesita volvérsela a poner dura. Límpiale la polla.
No sabía si hablaba en serio o no pero muerto de miedo me acerque a Fran, le cogí la polla y me la metí en la boca saboreando la leche que quedaba en ella.
Yo estaba en cuclillas chupándole la polla mientras su semen me seguía saliendo del culo.
La polla de Fran no tardó en reaccionar y a petición de Juan me volví a tumbar para que me montara.
Vamos Fran móntala de nuevo que quiero verlo mejor.
Quiero ver a mi hermanita gritar que es una putita, eso me pone a cien.
Fran comenzó de nuevo el metesaca.
Yo me retorcía del placer. Gemía y gemía. Saber que mi hermano era testigo de mi entrega añadía más morbo a mi situación
Sigue Fran follame por el culo, soy tu putita. Dije obedeciendo a Juan
No mi amor por tu coño querrás decir- dijo Juan. Yo comprobare que obedeces a Fran y te comportas todo el día como lo que eres, una mujercita muy putita.
Cuando Fran estaba a punto de correrse de nuevo Juan se acercó a mi oído y me susurro:
Vamos perrita toma la leche de tu semental.
Diciendo esto se marchó con un hasta luego, dejándonos allí a mi semental y a su perrita.
Lo que sucedió a partir de entonces os lo cuento en un próximo relato.