Mi amiga Andrea
Todo pasó hace poco más de un año.
Hacía 2 semanas que habíamos terminado definitivamente las clases y estábamos en ese periodo administrativo que toma la Universidad antes de las graduaciones.
Yo a las chicas no las veía desde el último día de clases cuando nos entregaron las calificaciones finales.
Y antes de ese día, durante el semestre, nuestro contacto se limitó casi exclusivamente a vernos en clases ya que ese último semestre fue demasiado exigente académicamente hablando y los proyectos que tuvimos que desarrollar eran altamente complejos lo que nos obligó a estar dedicadas a ellos casi todo nuestro tiempo, además de que las tres quedamos en equipos de trabajos diferentes lo que redujo aun más nuestras salidas a un par de idas al cine solamente.
Ese Jueves en la mañana tuve que ir a la Universidad a buscar unas cosas en Registro Académico y casualmente me encontré a Andrea en uno de los pasillos.
Nos saludamos muy cariñosamente y nos pusimos a hablar sobre qué habíamos hecho en estas últimas semanas, de que pronto iba a ser la graduación, de qué vestido íbamos a usar y cosas así.
Ella me acompañó a buscar lo que necesitaba y luego de saludar a algunas otras personas caminamos hasta el estacionamiento. Vi la camioneta de Jenny e inmediatamente le pregunté por ella.
– Epale, ¿y cómo está la catira…..?
– Está bien, chévere, -me dijo- anda de viaje con sus padres.
– ¿Y eso?, ¿cuándo se fue? -le pregunté.
– Se fueron el Martes, y regresan el Viernes de la próxima semana -me decía mientras nos montábamos en la camioneta.
– Caray, entonces te abandonaron bobita -comencé a jugarme con ella.
– Si chama, la muy ingrata me abandonó…….., y estoy buscando con quien sacarme el clavo -me dijo mientras me sonreía con picardía.
– Uuuuyyyyy, está empezando a hacer calor aquí….. -le dije riendo.
Salimos de la Universidad y mientras, seguimos haciéndonos bromas. En el camino Andrea me invitó a almorzar y yo acepté.
Llegamos al sitio.
Yo no lo conocía, era un pequeño restaurante muy lindo e íntimo, al parecer Jenny y Andrea lo frecuentaban mucho porque los mesoneros ya la conocían.
Durante el tiempo que estuvimos ahí hablamos de muchas cosas, de cómo iba su relación, de cómo estaba mi vida, qué íbamos a hacer de ahora en adelante, etc.
La comida estuvo excelente y al terminarla nos quedamos conversando un poco más y luego nos fuimos.
Andrea me llevó hasta mi casa ya que yo tenía otras cosas que hacer, pero antes de dejarme me preguntó si al día siguiente la podía acompañar a hacer unas compras que tenía que hacer. Yo le dije que no tenía ningún problema en acompañarla, así que fijamos una hora para vernos.
Cuando nos fuimos a despedir yo me le acerqué pensando en besarla en la mejilla pero ella muy tiernamente puso sus labios sobre los míos y nos besamos.
Fue un beso cálido y profundo.
Nuevamente pude sentir el sabor de esos labios tan divinos que hacía unos cuantos meses no probaba.
Después de unos segundos nos separamos en medio de un suspiro compartido.
Nos miramos fijamente a los ojos sin decir palabra y luego de un corto instante tomé mis cosas y me bajé de la blazer.
Por la ventanilla me volvió a recordar que nos veríamos al día siguiente y yo le asentí sin decir nada.
Esa noche no pude dormir pensando en ella.
No entendía por que si habíamos estado juntas tantas veces, un simple beso me había puesto así.
Luego me di cuenta que nunca habíamos estado solas.
Todas las veces que habíamos estado juntas siempre lo habíamos hecho con Jenny. Tal vez eso era lo distinto en esta ocasión.
A las 3:00 p.m. del Viernes Andrea me pasó buscando por mi casa.
Me explicó que tenía pensado irse el Sábado a su casa para estar con sus familiares por lo menos hasta la graduación.
Andrea vivía con sus padres en una ciudad cercana a la mía, pero desde que se había venido a estudiar en la Universidad estuvo viviendo alquilada en un apartamento hasta que se mudó con Jenny.
Sin embargo a los ojos de todos (incluso los de los padres de ambas), Jenny le rentaba una habitación a Andrea. Solamente 3 personas sabíamos la verdad de la relación entre ambas.
Fuimos a un centro comercial a comprar algunas cosas que Andrea quería llevarse antes de irse. Duramos toda la tarde dando vueltas en las tiendas.
Se nos hizo de noche y Andrea me invitó a que saliéramos esa noche a alguna disco.
Yo acepté pero le dije que tendría que llevarme a mi casa para poder bañarme y cambiarme de ropa, pero ella me dijo que mejor fuéramos las dos al apartamento, que ella me prestaría ropa y así no tardaríamos tanto en estar listas. Le sonreí sin decirle nada pensando en qué estaría tramando.
Ella también me sonrió y me miró con unos ojitos que no pude resistir.
Una vez en el apartamento fuimos directo a su cuarto a revisar qué nos íbamos a poner. Andrea me saco un vestido negro muy lindo y sexy -este te debe quedar precioso- me dijo.
Luego sacó otro para ella, también era un vestido oscuro muy lindo, sólo que este era mucho mas atrevido que el mío, la faldita apenas le caía un par de centímetros después de las nalgas.
Me dijo que nos diéramos prisa para poder aprovechar la noche y seguidamente comenzó a desnudarse frente a mi.
Se me erizó la piel con solo verla. Parecía que cada día estaba más linda. Tomó unas toallas y se fue caminando si cubrirse hasta el baño. Era obvio que estaba tratando de incitarme, y lo había logrado.
Caminé lentamente hasta la puerta del baño, ya podía oír el agua de la ducha correr, pero cuando puse mi mano sobre la perilla de la puerta no la pude abrir.
La loquita había cerrado la puerta con llave. No sabía qué juego se traía ésta, pero pensé en seguírselo.
Me regrese al cuarto y me desnudé toda. En aquel entonces yo tenía el cabello muy muy largo, así que me lo alboroté lo más que pude y al mirarme al espejo parecía una leona. Bueno, luego me acosté en la cama y me puse a ver televisión esperando que mi pobre presa cayera en mis garras.
Después de un rato oí que ella salía del baño, entonces me acomodé en la posición más sexy que pude. Cuando entró al cuarto venía envuelta en una enorme toalla blanca y con otra venía secándose el cabello. Cuando me vio en la cama casi se le salen los ojos, -¡mi vida…..!- fue lo único que pudo decir.
– Te estaba esperando, tardaste mucho……. -le dije.
Ella se quitó las toallas, y se me fue encima, pero yo me le escurrí entre los brazos y me levanté, tomé las toallas del suelo y le lance un beso.
Los ojitos negros se le habían encendido. Le sonreí casi riéndome y le dije que ya volvía.
Tomé una ducha larga. El agua caliente estaba divina. Al rato salí y al regresar a la habitación ella seguía desnuda. Al verme se me acercó sonriente y me rodeo con sus brazos.
Tomó la toalla con la que me secaba el cabello y comenzó a frotármela en él.
Yo movía mi cabeza en pequeños círculos mientras ella seguía frotándome la toalla por todo el cabello.
Luego arrojó la toalla en la cama y me abrió la que me cubría el cuerpo para secarme con ella.
Empezó pasándomela por el cuello, luego lentamente bajó y se dedicó a mis senos con mucha suavidad uno a uno.
Podía sentir sus manos acariciándome las tetas a través de la toalla. Luego siguió con mi espalda, y acercándose más a mi unimos nuestros cuerpo. Sentí sus senos calientes sobre los míos.
La sensación de sus pezones me excitó de inmediato. Mientras, sus manos bajaban por mi espalda erizándome aun más la piel.
Al llegar a mis nalgas comenzó a presionármelas y después de unos instantes sentí como me metía parte de la toalla entre ellas. Yo cerré mis ojos y empecé a suspirar. Sentí como se regresaba con la toalla hacia mi ombligo para secarme todo mi abdomen.
Y luego……. uuuuffffff empezó a bajar hasta meterse entre mis piernas.
Yo pase mis brazos por su cuello e instintivamente fui abriendo mis piernas más y más. Ya no era solamente agua lo que me secaba con la toalla.
Andrea hizo que nos tumbáramos en la cama para poder secarme con más comodidad las piernas y los pies.
Se dedicó con tal dulzura a secarme cada centímetro de mi piel que me dejó extasiada.
Comenzó entonces a darme pequeños besos en los pies y luego poco a poco fue subiendo por mis piernas. Yo estaba que me derretía al sentir como su boca cada vez estaba mas cerca de mi cuevita de placer.
Pero de pronto se detuvo, me tomó de las manos e hizo que me sentara en la cama. Yo estaba algo desconcertada.
Luego ella mirándome con ansia acercó sus labios a los míos y nos besamos. Nos besamos intensamente, sus labios y los míos se apretaban entre ellos. Nuestras bocas totalmente húmedas comenzaron a verterse una dentro de la otra.
Nuestras lenguas inquietas buscaron rápidamente conquistar la otra boca. Su sabor era divino, y sentía como su aliento cálido traspasaba mi boca y quemaba mi garganta. Repentinamente ella se separó de mí, causando que un delgado hilo de saliva cayera de nuestros labios.
Andrea vio el desconcierto en mis ojos y me dijo sonriendo -amor tranquila, tenemos toda la noche para hacer de todo, pero de verdad quiero que salgamos
– Nuevamente me tomó de las manos y nos paramos. Al principio acepté sin mucho ánimo, pero después pensé que sería más divertido si nos lo tomábamos con calma.
Andrea me prestó unas de sus prendas íntimas súper sexy y ella se puso unas aun más pequeñitas, nos veíamos divinas, luego nos pusimos los vestidos y nos maquillamos. Fuimos a una disco muy de moda en ese momento.
Dentro nos encontramos a unos amigos que al nomás vernos se nos pegaron. Al principio no nos gustó mucho la idea, pero tuvimos que aceptarlos para no levantar sospechas.
A decir verdad, sí nos divertimos mucho con ellos.
Sin embargo, hubo un momento en que los chicos estaban cansados y no se querían parar de la mesa, así que Andrea y yo, ya con unos tragos de más nos levantamos y nos fuimos a un rinconcito de la pista.
Como era música movida, no había mucho problema.
Pero de pronto cambiaron el ritmo y la música se fue poniendo más lenta. Al principio pensé en regresar pero Andrea no me dejó y comenzamos a bailar muy juntas. La luz estaba muy baja así que solo se veían las siluetas de las personas. El momento era muy mágico así que me dejé llevar.
Ella con sus brazos rodeando mi cuello y yo con los míos en su cintura.
Nuestros cuerpos se rozaban con cada movimiento y nuestras caras estaban muy muy cerca. Ella cerró los ojos y puso su frente contra la mía. Nuestras narices se frotaban y nuestros labios estaban a milímetros de tocarse. Noté que movía sus labios como tratando de decirme algo.
La situación en la que estábamos ya me tenía muy caliente. Moví suavemente mi cabeza para poner mi oído frente a su boca y así oír lo que me decía.
-Te amo Aleja, te amo mucho y quiero ser tuya esta noche-, uuuuuuuuffffff……., el corazoncito me pegó un brinco cuando la oí susurrarme eso al oído. No me pude aguantar más y la besé. Uuuuuummmmm, fue riquísimo y súper electrizante besarla de esa forma….., y ahí, enfrente de las demás personas que estaban en la pista. Creo que algunas se dieron cuenta, bueno, en realidad no estoy segura, lo cierto es que nunca me había besado con otra chica en un lugar público con ese. Sin embargo nuestros labios no duraron mucho tiempo juntos.
Ella me miró fijamente con sus ojos encendidos y yo entendí perfectamente el mensaje. Tomadas de la mano ambas rápidamente salimos de la pista y regresamos con nuestros amigos.
Andrea fingió sentirse muy mareada, y esa fue la excusa perfecta para irnos. Los chicos se preocuparon y pidieron acompañarnos. Nos costó trabajo convencerlos que no nos acompañaran, pero al final lo logramos. Solo nos acompañaron hasta el ascensor.
A esa hora de la noche ya se había ido mucha gente, y en el nivel del estacionamiento donde paramos la camioneta el único carro que quedaba era el nuestro.
Caminamos apuradas y riéndonos de la cara de preocupación que habían puesto nuestros amigos.
Yo le quité las llaves a Andrea ya que ella estaba más tomada que yo. Nos metimos a la camioneta (yo al volante) e inmediatamente me saqué los zapatos que ya no los soportaba.
Me recosté en el asiento para descansar un rato antes de arrancar. De pronto me di cuenta que Andrea me miraba con deseo.
Ella se sacó los zapatos y lentamente se me acercó sentándose de frente a mi sobre mis piernas. Sin esperar mucho comenzó a besarme de nuevo y esta vez lo hacía con mucha pasión. Al principio estaba algo cortada ya que me daba miedo que alguien nos descubriera, pero poco a poco sus caricias me dominaron y comencé a responderle como ella deseaba. Puse mis manos sobre sus nalgas para acariciárselas y apretárselas.
Lentamente fui recogiendo su diminuta falda hacia arriba hasta que se la pude subir hasta el abdomen.
Sus glúteos quedaron libres para poder acariciárselos con más fuerza mientras ella me seguía besando como loca. De un solo tirón logré subirle todo el vestido hasta las tetas y luego separé mi boca de la suya para poder sacárselo por completo. Seguidamente ella se quitó el sostén y puso frente a mi cara sus enormes senos. Yo cerré mis ojos y acerqué la boca para lamérselos y chapárselos.
Su cuerpo estaba todo empapado en sudor y yo lo lamía de sus senos gustosa, le pasaba mi lengua por toda su redondez y luego me fui a uno de su pezones y comencé a mamárselos.
Ella se puso a mil, tomó con sus manos mi cabeza y me la apretaba contra sus pechos mientras gemía y suspiraba. Yo metí mis dedos entre las tiritas de su hilo dental y comencé a bajárselo, pero como tenía las piernas abiertas por la posición en la que estaba sentada no se lo pude bajar mucho. Ella inmediatamente se me quitó de encima y se recostó en el asiento de al lado para que le pudiera quitar fácilmente el blumer.
Yo me le fui para encima pero ella me indicó que nos pasáramos para el asiento trasero y así lo hicimos. Una vez ahí comencé a comerle el cuello mientras ella casi con violencia me quitó el vestido y segundos después mi ropa interior. Y pues bien, ahí estábamos las dos desnudas en el asiento trasero de la camioneta de Jenny dándonos con todo. Nos pusimos rápidamente en un 69 para saciar nuestra sed de pasión y sexo. Yo sobre ella no le di tregua a su clítoris el cual comencé a lamer y chupar mientras le metía dos deditos en su rajita.
En el otro extremo Andrea me volvía loca metiéndome la lengua completamente en mi vagina, chupándome y lamiéndome toda dentro de mi a la vez que me metía un dedito en mi culo. Las dos gemíamos muy ruidosamente y hacíamos que la camioneta se bamboleara de un lado a otro. El calor que expedían nuestros cuerpos calentó el aire dentro de la cabina y los vidrios comenzaron rápidamente a empañarse. El sudor de ambas se ligaba en nuestras pieles mientras nuestras bocas chupaban gustosas las mieles que brotaban de lo más profundo de nuestro ser.
Sabía que el orgasmo estaba cerca. Conocía muy bien los movimientos de cadera de Andrea que anunciaban al orgasmo, además sus piernas sobre mi espalda me abrazaban cada vez con más fuerza a ella y su boca chupándome como una aspiradora me empujaba hacia el abismo del placer máximo. El orgasmo llegó como oleadas eléctricas que nos hicieron perder el control de nosotras mismas, gemíamos ruidosamente y nuestros cuerpos convulsionaron al unísonos sobre el asiento, mientras nuestras bocas se desbordaban al recibir ese torrente de sabor que emanaba de nuestras cuevitas.
Pero en medio de todo ese placer, de pronto oímos un ruido que nos dejó frías. Era el ruido de un motor. Un auto (no sé por qué razón) venía bajando la rampa para llegar a este nivel del estacionamiento. No se cómo pero pegué un brinco y caí en el asiento delantero. Gracias a Dios había dejado las llaves puestas en el encendido y de un solo giro encendí la camioneta, arranqué y aceleré para tratar de salir. Pero como los vidrios estaban empañados casi no veía nada y por poco choco con una de las columnas del estacionamiento. Cuando íbamos subiendo hacia la salida, tomé el vestido que estaba junto a mi (que era el de Andrea) y me lo puse como pude. Andrea se escondió detrás del asiento para que el empleado no la viera.
Cuando logramos salir a la calle, el corazón (y los ovarios) me volvieron a bajar al sitio. Encendí el aire acondicionado al máximo para que los vidrio se desempañaran y me dirigí a toda velocidad al apartamento. Las dos estallamos en un ataque de risa por lo que acabábamos de pasar.
Al llegar Andrea se puso mi vestido, salimos de la camioneta y rápidamente subimos al apartamento. Una vez a salvo nos sentamos en el sofá de la sala a descansar unos segundos del enorme susto que acabábamos de pasar. Ambas aun nos reíamos, y nos preguntábamos cómo pudimos hacer lo que hicimos. Andrea se recostó a mi y puso su cabeza sobre mi aun agitado pecho. Mire hacia el escote del vestido de Andrea y me di cuenta que ninguna llevábamos puesta ropa interior (se nos había quedado en la camioneta). -Mañana las buscaremos- pensé. Mientras, ella tomó mi mano y me la besó. –
Me concedes otra pieza amor- me dijo y sin esperar mi respuesta se levantó y puso un CD de música suave.
Me extendió su mano para que la acompañara y yo de inmediato me levanté y la tomé. Comenzamos a bailar abrazadas cuerpo a cuerpo. Nos movíamos lentamente al ritmo de la música sintiendo esa presión tan divina del otro cuerpo. Los besos no se hicieron esperar. Eran lentos y muy largos. Besos de amor sentido y para hacer sentir. Lentamente nuestras manos fueron acariciando nuestros cuerpos al mismo tiempo que nuestro calor iba aumentando. Nuestras manos deseosas fueron buscando la manera de sacarnos los vestidos.
Primero fue ella la que con sus dedos hizo que el pequeño vestido cayera al piso dejando nuevamente mi cuerpo a su merced. Pero rápidamente su vestido acompañó al mío en el piso. Nos deshicimos de los zapatos y seguimos bailando en medio de la sala completamente desnudas durante un rato más. Nuestros movimientos comenzaron a ser más ardientes, nuestros cuerpos completamente estrechados apretaban fuertemente nuestros senos.
En medio de nuestro baile yo metí una pierna entre las suyas y ella a mi me hizo lo mismo. Yo podía sentir su humedad y su calor. Por otro lado yo apretaba con mis manos sus nalgas mientras ella me arañaba la espalda. Nuestras lenguas se enlazaban en nuestras bocas en un beso sin fin.
Así estuvimos un rato hasta que yo me separé bruscamente de ella, la tome de la mano y la guié hasta la habitación. Inmediatamente caímos en la cama y empezamos a devorarnos una a la otra. Realmente nos deseábamos, nos apretábamos como si quisiéramos comernos, restregábamos nuestros cuerpos como queriendo fundir nuestras pieles. Ya los besos eran de toda boca, nuestras salivas corrían libremente de una garganta a la otra y nuestras manos buscaban ansiosas nuestras cuevitas.
Pero esta vez yo quería poseerla primero así que me volví a separar de ella y la hice ponerse en 4 patas frente a mi.
Yo acerqué mi boca a su concha y le di varios lengüetazos. Separe lo más que pude sus piernas, me senté cómodamente detrás de ella, tome sus nalgas con mis manos para separarle más los glúteos y me lance a devorarla. Metí toda mi lengua en su vagina y comencé a chuparla, con mis labios separaba los suyos a la vez que movía mi cara apretándola contra su vulva.
Los quejidos y suspiros de Andrea no se hicieron esperar, me excitaba sobre manera oír un gemido agudo que salida de lo más profundo de su garganta. Era maravilloso sentir como yo la controlaba. Su cuerpo respondía totalmente a mis estímulos.
Ella no paraba de repetir mi nombre entre gemido y gemido, me decía que era mía, que me amaba más que nadie. Eso me volvió loca ya que caí en cuenta de que estábamos engañado a Jenny.
El morbo me excitó sobre manera al pensar que le estábamos montando los cuernos a Jenny y en su propia cama. Yo arremetí con más fuerza contra la conchita de Andrea la cual se abría más en cada momento. En esa posición en la que estábamos mi nariz pegaba contra su ano. Con ella pude sentir como su huequito comenzó a dilatarse por si solo.
El aroma de Andrea me tenía a mil, gotas de sudor corrían por sus piernas, mis pezones estaban durísimos, mi concha estaba ardiente y mi cabello todo bañado en sudor. Yo seguía moviéndole mi lengua lo más profundo que podía dentro de su concha, mientras le metí un dedo en su ano el cual entro fácilmente. La entrada del dedo la estremeció toda, apurando definitivamente la llegada del orgasmo. Ella empujó fuertemente su vagina contra mi cara al tiempo que sus gemidos se convirtieron en gritos. Un oleada de sus flujos bañaron toda mi cara, yo lamía todo lo que podía y para aumentar mas su estremecimiento agregué un dedito más en su ano. Eso le provocó un segundo orgasmo que la hizo convulsionar aun más fuerte.
Poco a poco fue pasando el orgasmo y yo seguía saboreando sus flujos. Saqué los dedos de su ano y ella gimió nuevamente al sentirse liberada. No pude soportar la tentación y me metí los dedos en la boca para degustar su flujos anales. Ella al ver lo que hice se volteo y se me tiro encima para besarme como loca. Se acostó totalmente sobre mi cuerpo y me metió su lengua hasta la garganta.
Después de chuparnos un rato, bajó a mi senos y comenzó a mamármelos. Me lamía y me succionaba gustosa. Yo gemía al ritmo de su chupadas, uuufffff…., era genial. Me chupó ambas tetas durante largo rato. La situación nos tenía fuera de si a ambas. Yo con mis ojos cerrados imaginaba que con cada succión, de mi pezón salía un hilo de leche que ella chupaba. Aaaaahhhhh, casi acabo en ese momento. Pero ella aparto sus labios de mis senos y con su lengua siguió lamiéndome hacia abajo. Al llegar a mi monte metió su cara entre mis piernas, a la vez que yo flexionaba mis rodillas para poner mis pies en su espalda.
Ella comenzó a besarme y lamerme mi rajita. Tomó mi clítoris entre sus labios y comenzó a chuparlo. Yo gemía y me apretaba las tetas, me halaba el cabello y empujaba mis caderas hacia ella. Sentí como dos de sus dedos me penetraron, me los metió muy profundo. Se movían dentro de mi mientras con su lengua seguía dándole a mi clítoris. Mi respiración estaba muy acelerada, todo mi cuerpo estaba empapado de sudor y ahora era yo la que gemía como loca.
De pronto me obligó a voltearme y ponerme boca abajo. Sus dedos seguían dándome guerra y pronto sentí como uno más se sumaba. Con su lengua comenzó a lamerme las nalgas y rápidamente cayó en mi ano. Sentir su lengua en mi huequito fue alucinante, -hazme tuya amor- le gritaba sin parar. Su lengua comenzó a hundirse dentro de mi ano y eso me hizo explotar. El orgasmo recorrió todo mi cuerpo estremeciéndome sin control. No podía detenerme, convulsionaba y gritaba mientras los dedos y la lengua de Andrea entraban cada vez más en mi.
Cuando al fin el alivio regresó a mi cuerpo me volteé. Andrea estaba sentada con las piernas abiertas, los ojos cerrados y lamiéndose los dedos.
– Esa acabada tuya me excitó otra vez amor, ¿quieres sentirme? – me dijo.
– claro que si mi vida – le dije lanzándole un beso.
Ella me separó las piernas y se fue acercando a mi con las suyas también abiertas. Me di cuenta de lo que quería hacer. Nos acomodamos y unimos nuestras entrepiernas en forma de tijera. Al sentir sus labios vaginales sobre los míos me estremecí. Estaban calientes y húmedos. Ambas acomodamos nuestras boquitas para que se besaran dulcemente. Era tan excitante sentir aquello. Ella entrelazó sus dedos en los míos y me ayudó a sentarme. Nuestras bocas fueron directas la una a la otra. Aquello era mágico, nos besábamos con nuestras bocas y también con muestras cucas. Sentía como mi rajita y la de Andrea se daban besos de verdad, y con nuestros clítoris nos penetrábamos una a la otra. Nuevamente ambas estábamos totalmente excitadas. Movíamos nuestras caderas y apretábamos nuestras conchas cada vez mas fuerte. Nos besábamos como locas chupándonos y mordiéndonos, nuestras lenguas se lamían una a la otra. Nos abrazábamos muy fuerte con brazos y piernas, no queríamos que ninguna parte de nuestros cuerpos se separaran. Nuestros cabellos se enredaron entre ellos, parecíamos siamesas pegadas completamente. Ya estábamos tan compenetradas que nuestros cuerpos agitados se movían en un solo ritmo. Nuestros corazones latían al unísono. Yo sentía sus latidos sobre mi pecho. Nuestros movimientos aumentaban más y más a la par de nuestro delirio. Sentía sus pezones totalmente clavados sobre mis senos. Lo que sentíamos era cada vez más grande. Nuestros movimientos se volvieron bastante bruscos. Nuestros gritos se ahogaban en la boca de la otra. Nuestros cuerpos estaban tan fundidos el uno en el otro que comenzamos a respirar el aire que la otra expulsaba. Creo que eso nos fue mareando poco a poco hasta que de repente ambas sentimos como una bomba nos explotó dentro. Los orgasmos compartidos se apoderaron de nosotras. Ambas caímos de lado y lado en el colchón unidas solo por nuestras conchas. En ellas nuestros flujos se encontraron violentamente como si de dos ríos se tratara. Nuestras vulvas estaban tan pegadas que mis flujos entraron directamente a la suya, y en la mía yo sentía como los de ella me llenaban toda.
Lo que sentimos realmente fue muy fuerte, estuvimos convulsionando y jadeando durante algunos minutos. Ambas estábamos extenuadas, ninguna decía nada, solo suspirábamos. Después de un rato aun podía sentir la vulva de Andrea latiendo junto a la mía. -Mi vida, como te siente- comencé a decirle, pero ella no me respondía. Me pareció extraño así que traté de incorporarme para mirarla a la cara. Mis músculos estaban débiles y adoloridos al igual que todo mi cuerpo, pero haciendo un esfuerzo casi sobrehumano logré erguir mi espalda. Nuestras vaginas se separaron y produjeron el sonido clásico de unos labios que se separan después de un largo beso. Nuestra mezcla de flujos comenzó a derramarse sobre las sabanas. El sentir como mi cuca se desahogaba me produjo un estremecimiento que casi me vuelve a tumbar. Noté que Andrea tenia los ojos cerrados, estaba dormida profundamente. -Tal vez lo que hicimos fue demasiado para ella y se desmayó- pensé. Difícilmente pude voltearme hacia ella, tomé una sabana para cubrirnos y luego me deje caer suavemente sobre ella. Su piel y la mía estaban totalmente empapadas en sudor. Oía su respiración pausada y rítmica. En esa posición no tarde mucho en quedarme dormida también.
A la mañana siguiente cuando me desperté ya eran más de las 10:00 a.m. Aún seguía sobre su regazo. Traté suavemente de moverme hacia la izquierda de Andrea, pero ella mientras dormíamos había enredado sus dedos en mi cabello y al moverme la desperté.
Estuvimos desperezándonos y acariciándonos dulcemente un rato mientras nos decíamos cositas lindas. Luego ambas sentimos hambre, nos levantamos y fuimos a la cocina a preparar algo.
Mientras desayunábamos me dijo:
– Aleja quiero que te quedes conmigo todo el fin de semana. Lo que hicimos anoche fue maravilloso. Hacía mucho que no estábamos juntas y mira como te he extrañado.
– Yo también te he extrañado y mucho……., pero no sé, ¿no crees que Jenny se moleste cuando se entere? -le dije-.
– Pues no sé, tal vez…….., aunque si no se entera, no se molestará, ¿no crees…..? -me dijo sonriendo-.
Caray, no cabía duda que Andrea estaba bien consiente de que lo que hacíamos representaba totalmente un engaño. ¡Andrea le estaba montado los cachos a Jenny conmigo!. Yo nunca me había planteado la posibilidad de ser la otra mujer de alguien, pero en ese momento, no se por qué, el estar en esa situación me excitaba mucho. Era una aventura totalmente inesperada para mi. Acepté quedarme con ella todo el fin de semana y disfrutar el momento.
Cuando terminamos de desayunar volvimos al cuarto y recogimos todo ese tiradero que habíamos dejado en la noche. Luego de un rato nos fuimos a bañar. Fue inevitable volver a hacer el amor en la ducha. Fue divino. El agua caliente caía por nuestros cuerpos, nuestros brazos y piernas se enlazaban mientras nos enjabonábamos. La espuma del jabón hacía que nuestras pieles se resbalaran al apretar nuestros cuerpos uno contra el otro. Yo enredaba mis dedos en sus cabellos mientras ella me besaba con ternura. Sentía como con sus manos Andrea me apretaba las nalgas, me las halaba y me las separabas permitiendo que el agua caliente entrara por mi ano. Uuuuummmmm….., yo quería ser suya otra vez, nuevamente me tenia toda alborotada, mi piel estaba sedienta de su caricias y mi boca de su saliva. Poco a poco nuestras piernas fueron cediendo y fuimos a dar al piso de la ducha entre agua, jabón y champú. Acostadas en el piso, ella sobre mi seguíamos besándonos. Pero después de un rato su boca fue bajando por mi cuerpo, primero mis senos, luego mi ombligo y luego ágilmente ella dio un giro para acoplarnos en un 69. Nos chupamos todo lo que quisimos, ella me besaba el clítoris y luego me metía su lengua dentro de mi rajita todo lo que podía. Yo por mi parte, separé sus piernas todo lo que pude y ataqué a su ano. No se resistió mucho a mis besos y mis lamidas y se abrió rápidamente permitiéndome meter poco a poco mi lengua en él. Podía sentir los espasmos de su excitación. Logré meter toda mi lengua y comencé a moverla dentro de ella, era tan excitante sentir ese calor en mi boca. Andrea ya gemía descontrolada pero aun así no sacaba su lengua de mi vagina. Las dos movíamos bruscamente nuestras caderas tratando de encontrar sosiego a este calor que nos quemaba por dentro. Los gemidos de Andrea me excitaban tanto, eran una mezcla de quejido-gemido-chillido que me volvía loca. El orgasmo nos sorprendió a ambas. Ruidosamente convulsionamos juntas mientras nuestros flujos brotaban inundando nuestras bocas.
Permanecimos un buen rato en esa posición y luego lentamente nos sentamos recostadas en la pared. Descansamos un rato más y luego terminamos de bañarnos sin levantarnos del suelo.
Cuando al fin salimos del baño, nos vestimos juntas y salimos a dar vueltas por la ciudad. Era un momento muy mágico, yo me sentía muy a gusto con ella, nos tomábamos de la mano y nos mirábamos con unas miradas de amor de las que no me podía defender. Duramos todo el día dando vueltas y paseando por la ciudad. Por la tarde nuestros amigos llamaron a mi celular y nos invitaron a ir al cine esa noche y nosotras aceptamos. Luego del cine fuimos con ellos a un sitio de ambiente a beber algo y conversar. Total que fuimos llegando muy de madrugada otra vez al apartamento. Casi inmediatamente después de llegar caímos dormidas en la cama.
A la mañana siguiente yo me desperté antes que mi amorcito. Me entraron unas ganas enormes de consentirla así que sin hacer ruido me levanté de la cama y fui a preparar el desayuno. Cuando lo tuve listo, puse todo en una bandeja y lo llevé a la cama. Andrea aun dormía. Me subí con cuidado a la cama y la desperté con un beso. -Mi vida, para que te molestaste- me dijo toda sorprendida. Comenzamos a comer. Yo le daba a ella en la boca y ella a mi. Ambas estábamos como embobadas la una por la otra.
Al terminar de desayunar hablamos durante un largo rato. Ella me pidió que me fuera con ella para su casa y pasara ahí unos días. Al principio pensé en decirle que si pero luego recordé que tenía que hacer varias cosas durante la semana, además de que no podía perderme tantos día de mi casa sin darle una buena excusa a mis padres, de por si ya me había costados convencerlos para poder quedarme fuera todo el fin de semana. Y además yo sabía que estaba empezando a sentir algo más por Andrea, y una relación sentimental entre ambas no iba a tener futuro así que era mejor seguir tomando esto como una aventura y nada más.
– Bebe, esta noche no me voy a poder quedar contigo, mañana tengo que hacer varias cosas temprano, y si nos quedamos juntas, pues…., bueno, ya nos conocemos – le dije.
A ella no le gustó lo que le dije y trato de convencerme de mil maneras para que me quedara esa noche, me suplicó, me rogó, y hasta casi lloró para convencerme, pero yo me mantuve firme aunque no puedo negar que el corazoncito se me puso chiquitico con sus súplicas, pero yo sabia que si la dejaba convencerme de que me quedara a dormir esa noche, luego no le iba a costar nada convencerme para que me fuera con ella. La situación estuvo algo difícil pero gracias a Dios la logré convencer de que era lo mejor. Duramos un largo rato abrazadas en la cama acariciándonos muy dulcemente, pero sin decirnos nada, sin duda cada una pensaba en lo que acabábamos de hablar. Luego nos levantamos y nos duchamos juntas. Esta vez no hicimos el amor, solo nos acariciamos mientras nos bañábamos la una a la otra.
Al mediodía fuimos a almorzar fuera, y luego nos la pasamos el resto del día dando vueltas por la ciudad en centro comerciales. Nos la pasamos bastante bien, las dos disfrutábamos mucho de la compañía de la otra. Así se nos fue el día y cuando me di cuenta ya eran las 8:00 p.m. Le pedí entonces a Andrea de me llevara a mi casa y ella accedió sin decirme nada.
Cuando llegamos me dijo que quería saludar a mis padres ya que hacía mucho que no los veía. Así que ambas entramos a la casa. Mis padres se alegraron mucho de verla (ellos le tenía mucho aprecio a Andrea y a Jenny), pero nos sorprendieron al decirnos que justo en ese momento iban saliendo al cine y ya iban un poco retrazados, así que nos dejaron solas de nuevo.
Andrea me pidió prestada mi computadora para revisar sus e-mails en ese momento. Me causó gracia ya que sabía que era solo una excusa para quedarse más tiempo conmigo, sin embargo asentí y nos dirigimos a mi habitación. Una vez ahí Andrea se instaló en la computadora durante un rato. Yo fui al baño y al volver la conseguí aun sentada leyendo sus mails. Sin prestarle mucha atención abrí el closet y me puse a buscar algo para cambiarme de ropa cuando de pronto sentí como Andrea se me acercó por la espalda y me abrazó. Un pequeño escalofrío me recorrió cuando el cuerpo de mi amiga se pegó al mío. Yo no puse resistencia y ella apartando mi cabello comenzó a besarme el cuello.
– Andrea ¿que haces…?, mis padres…..
No me hizo caso y siguió besándome muy tiernamente. Al mismo tiempo con sus manos me acariciaba el cuerpo.
– Mi vida…, es que me tienes loca, te necesito…… – me decía mientras pasaba su lengua por mi oreja. Ella conocía bien mis puntos débiles y sabía sacar partido de ellos.
Luego de un rato en esa posición me volteé, mis brazos directamente fueron a rodear su cuello y lentamente comenzamos a besarnos. Sentir sus labios húmedos y el sabor de su boca siempre me excitaba. Rápidamente nuestras bocas se comían la una a la otra. Nuestras lenguas no paraban de moverse. Nuestros cuerpos comenzaban a arder. Sus manos en mis nalgas me apretaban. Yo por mi parte enredaba mis dedos en sus cabellos pegando su cara con fuerza contra la mía. Sabía que mis padres tardarían más o menos 2 horas en volver, así que decidí sucumbir a sus deseos.
Ella comenzó a abrirme el jeans. Luego tomo mi blusa y rápidamente me la subió. Nos separamos para que me la pudiera quitar. Yo me senté en la cama y ella me quito los zapatos y luego el jeans. Ella se me acerco nuevamente y volvimos a besarnos. Ambas caímos en mi cama acariciándonos y besándonos ardientemente. Mientras nos besábamos ella me sacó rápidamente el sujetador y el blumer quedando totalmente desnuda. Ella sin embargo aun seguía vestida, solo se había quitado los zapatos. Yo trataba de sacarle la franela y abrirle el jeans pero ella no me dejaba. Con un movimiento rápido quedó acostada encima de mi dominándome totalmente. Yo abrí mis piernas y abracé su cintura con ellas.
Seguimos besándonos por un largo rato, nuestras lenguas no se cansaban de lamerse. Luego ella bajó a mi cuello, me lo besó, mordió y chupó todo lo que quiso. Después siguió bajando, con su lengua me marcaba en la piel el camino que recorría. Al llegar a mis senos los besó tiernamente durante un rato. Yo ya estaba sumamente excitada, apretaba con mis piernas cada vez más su cuerpo y mis dedos tiraban fuerte de sus cabellos.
Sin embargo ella no se detenía y siguió chupándome las tetas de una forma electrizante, cada vez que me halaba los pezones con sus dientes me hacía gemir descontroladamente. Luego de un rato siguió bajando más, su lengua seguía dejando rastros de su saliva por mi abdomen. Al llegar a mi ombligo comenzó a lamérmelo y luego a meterme la puntica de su lengua en él. Uuuuffff eso fue genial. Al fin su cara llego hasta el final de mi cuerpo.
Mis piernas estaban sobre sus hombros y su boca sobre mi rajita. Sin rodeos me empezó a chupar frenéticamente la cuca. Mi cuerpo totalmente caliente sudaba por cada poro de mi piel. Ella tomó mis piernas con sus manos y empezó a empujármelas para adelante. Lo hacía con mucha fuerza. Me estaba abriendo toda, yo sentía que me quería partir. Entre gemido y gemido le suplicaba que lo hiciera con calma pero ella seguía empujando un poco cada vez.
Yo no me podía incorporar por la posición en que estaba. Ella seguía con su cara totalmente pegada a mi cosita, metiéndome su lengua totalmente. Yo para evitar que me siguiera empujando las piernas, le quité las manos y me las agarré yo misma abriéndome para ella lo más que pude. Ella me sonrió maliciosamente mientras me metía dos deditos en mi rajita.
Yo cerré los ojos y sentí como ella me daba con todo, movía los dedos dentro de mi, los sacaba y metía con rapidez. Mis pezones estaban tan paraditos que me dolían, yo estaba al borde el orgasmo mientras mi amiga me seguía haciendo suya.
Su lengua me lamía con fuerza mi clítoris cuando de pronto sentí que otro dedito me penetraba y seguidamente otro más.
Instintivamente abrí mis ojos para ver. Me tenía metido cuatro dedos y los movía frenéticamente dentro de mí.
Sentía como la temperatura de mi cuerpo subía aún más.
Yo ya gemía sin control. Me di cuenta de las intenciones de mi amiga, quería meterme la mano, así como yo lo había hecho aquella vez que estuvimos juntas en la playa.
El solo pensar en la idea de que ella me hiciera eso me hizo explotar en un orgasmo grandisimo.
Yo no tenia control, acabé en su mano y en su cara. Solté mis piernas y cayeron muy abiertas sobre la cama, mientras Andrea me seguía lamiendo y tragado mis flujos.
Posteriormente Andrea se paró de la cama, tenía una gran sonrisa en su rostro y una mirada de lujuria penetrante.
Me hizo una señal con su dedo para que fuera hacia ella y yo reaccioné de inmediato. Pegué un brinco y me paré de la cama y de inmediato me arrodillé frente a ella.
Abrí su jeans con rapidez y se lo bajé hasta las rodillas. Tenía la pantaleta toda húmeda. Yo le pasé la lengua de inmediato y ella se estremeció y enredó sus dedos en mis cabellos. Rápidamente le bajé también el blumer y pegué mis labios contra su húmeda rajita.
Sabía tan rico, ella estaba toda excitada, yo le lamía y le besaba toda su entrepierna a la vez que ella ya comenzaba a gemir. Yo le terminé de sacar el pantalón y el blumer y así me pude acomodar totalmente debajo suyo.
Ella separó sus piernas lo más que pudo y las flexionó un poco para pegarse más a mi boca. Yo chupaba con locura su cuquita pasando mi lengua por todas partes, a ratos le metía la lengua dentro y la lamía largamente por todo su interior.
Ella tenía la mente tan nublada que sus piernas comenzaron a flaquear y a perder el equilibrio, por un instante tuve que sostenerla con mis manos y mi boca, para que no me cayera encima.
Pero no pude soportar su peso por mucho tiempo ya que ella estaba prácticamente fuera de si. Se vino sobre mi y caímos acostadas en la alfombra.
Casi al instante nuestras bocas se buscaron y comenzamos a besarnos nuevamente.
Yo ya me había calentado otra vez, fue divino sentir el sabor de mis jugos que permanecían en su boca.
Pude notar la diferencia entre el sabor de los suyos y los míos. Ella estaba como loca, pasó sus brazos por mi cuello para no dejar que nuestras bocas se separaran, literalmente chupándome los labios.
Yo trate de tomar control de la situación pero ella estaba frenética.
Yo quería quitarle la franela y así desnudarla por completo pero ella no me dejaba separarme de su boca.
Comenzamos a forcejear, ella me soltó el cuello pero bajó sus manos a mi espalda y me empezó a arañar. Uuuuuufffff…..!!!!, eso me causo dolor pero también me aumentó la excitación al máximo.
Yo metí mis dedos a través del cuello de la franela y comencé a tirar de ella, pero por la posición en la que estábamos (yo sobre ella), no podía sacársela.
Ella seguía con sus uñas en mi espalda y cada vez que me las clavaba se me erizaba todo el cuerpo, yo me puse como loca también y comencé a tirar con todas mis fuerzas de la franela hasta que ésta se desgarró.
No podía creer lo que estábamos haciendo, parecía una pelea de dos leonas. Andrea no llevaba sujetador así que al lograr sacarle la franela quedó desnuda totalmente.
Nos volvimos a besar de nuevo, otra vez con mucha intensidad y cuando nos separábamos un poco sentí un dolor en mis labios.
La muy putica me había mordido y tenía algo de mi sangre en su boca.
Me pasó su lengua por el labio y me la chupó.
No cabe duda que era toda una vampira.
Luego yo bajé a su cuello y comencé a chupárselo y a darle pequeñas mordidas.
Andrea gemía y gritaba más que nunca.
Lentamente llegué a sus senos y les pasé mi lengua. Los besé y posteriormente comencé a chuparselos.
Como siempre sus senos sabían divinos. Estuve lamiendo, besando, y chupando largamente sus pezones.
La fantasía de amamantarme siempre la volvía loca de excitación. Yo se los chupaba como si fuese su bebé.
Cuando seguí bajando con mi lengua hasta su ombligo, mi vientre quedó ente sus piernas y pude sentir toda la humedad y el calor de su vagina. No aguanté más y rápidamente lleve mi boca hasta su rajita chorreante. Inmediatamente uní mis labios a su concha.
Chupé y lamí como loca toda su entrepierna. Con mis manos empujaba sus muslos hacia arriba para darme más campo de acción. Ella estaba que no aguantaba más y en cualquier momento acabaría.
Yo procuré meter mi lengua en lo más profundo de su cuevita para recibir todos su jugos en mi boca.
Yo también estaba totalmente excitada y quería sentir su lengua nuevamente dentro de mi así que ágilmente me moví y caí sobre ella para fundirnos en un 69 maravilloso. Nuestros cuerpos comenzaron a convulsionar y los orgasmos nos llegaron al unísono.
Nuevamente yo me llené de ella y ella de mi al derramarse nuestros flujos en nuestras bocas.
Nuestras lenguas impregnadas de nuestras mieles seguían moviéndose dentro de nuestras cuevas chupando hasta la última gota.
Luego de unos instantes, cuando terminó de pasar el orgasmo, permanecimos así en esa posición, exhaustas y jadeantes sobre la alfombra.
Al rato ambas nos incorporamos y nos sentamos en la cama, nos miramos largamente a los ojos sin decir palabra y nuevamente nos besamos.
Nos besamos durante largo rato.
Luego y aprovechando el tiempo que aún teníamos nos metimos al baño y nos duchamos juntas.
Nuevamente nos propiciamos caricias de amor durante todo el tiempo que duramos bañándonos.
Pero cuando salimos ya estábamos sobre la hora, así que no nos quedó más remedio que apresurar el paso y vestirnos rápidamente.
Yo me puse un short y una franelilla mientras Andrea terminaba de vestirse.
Pero su franela había quedado totalmente destrozada a causa de nuestro «brutal» encuentro así que le di la blusa que yo cargaba puesta cuando llegamos.
Yo me quedé con su franela y le prometí devolvérsela cuando la cociera.
La acompañé hasta la camioneta casi sin decir palabra. Sentía un enorme deseo de montarme e irme también con ella, pero no lo hice.
– Espero volverte a ver pronto – le dije, – llámame cuando vuelvas de casa de tus padres.
– Claro que si amor, al nomás volver te llamo. Te quiero.
Nos dimos un largo beso muy sentido, típico de las despedidas. Y luego ella se fue.
No me cabe duda que Andrea me pegó muy duro en el corazoncito ya que los día siguientes no paraba de pensar en ella.
No la volví a ver hasta la graduación, pero en ese día no pudimos hablar mucho ya que cada una estaba con sus respectivas familias.
Dos meses después, Andrea y Jenny se mudaron a otra ciudad.
Por una de esas casualidades del destino, una empresa radicada allá me llamó para una entrevista laboral.
Yo me comuniqué con las chicas para ver si me podía quedar con ellas unos días, y ellas aceptaron encantadas.
De más está decir que la pasamos de maravilla.
Pude notar que Andrea nunca le contó a Jenny de la aventura que tuvimos mientras ella estaba de viaje.
En ese momento me di cuenta que tal vez yo las hubiese podido separar. Andrea realmente me amaba a mi también. Sin embargo no hice nada.
No me pareció que la mejor manera de empezar una relación fuese sobre la destrucción de otra.
Después de esa última vez, hemos estado en contacto, pero no hemos vuelto ha estar juntas.
Y aunque reparé su franela, nunca se la devolví.
Pensé que al menos con algo de ella debería quedarme.
A veces la uso en las noches muy frías, o cuando ando nostálgica, o cuando pienso en ella (como ahora) también la uso.
Y a veces me pregunto, será que ella estará pensando en mí en este momento…., no lo se, tal vez si, y es muy probable mi suposición, ya que al igual que yo, la blusa que le presté, ella tampoco me la regresó.