Un cuento erótico de Navidad
El viaje inicial
Sábado, por fin había llegado el día, la víspera de navidad, con la debida anticipación habíamos planeado nuestra cita y nos veríamos para cenar y recibir juntos el día de navidad.
Yo me levanté muy temprano para ir a esperarte en el vuelo en que llegabas, a las 10:30 horas tu avión tocaba suelo y luego de unos minutos nos encontrábamos dándonos un fuerte abrazo y un beso, olvidándonos del resto de la gente que a nuestro alrededor corría apresuradamente.
Para nosotros el tiempo recién comenzaba, pues pasaríamos juntos una semana completa.
Nos soltamos y saludamos alegremente de poder estar juntos otra vez y te invite a tomar el auto para partir hacía el lugar donde pasaríamos esta celebración.
Pusimos tu maleta en la caja del auto y te abrí la puerta para que subieras, luego subí yo y encendí el motor para iniciar el viaje rumbo a Viña del Mar.
Conversamos gratamente mientras tomaba la carretera en dirección a la costa, tu mirada permanente en mis ojos y en mi cuerpo me excitaba y te lo dije.
Te reíste y me dijiste que estabas feliz de estar conmigo y que no perderías ocasión de demostrármelo.
Así entonces comenzaste a desabotonar tu blusa, el aire que entraba por la ventana comenzó a sacudirla y poco a poco la curva de tus pechos se hizo notar, divertida me mirabas y comenzaste a acariciar tus pechos suavemente logrando estimularlos, los pezones reaccionaron ante tus manos y mi mirada erectándose, dándome así una visión de dos pechos deseosos de ser tomados, estire mi mano y toque la piel que envolvía esos pechos y pellizque ambos pezones que parecieron endurecerse aún más.
Así las cosas mi cuerpo reaccionaba y tu quitando mi mano de tus pechos me dijiste que prestara atención al camino y que me calmarías, cubriste tus senos con la tela de la blusa sin abotonar y te reclinaste sobre mi pierna usándola como una almohada, y tu mano empezó a deslizarse por mi pierna acariciándola hasta llegar justo sobre mi bulto endurecido, sin dudarlo tomaste el cierre y lo bajaste y tus dedos comenzaron a hurguetear entre la ropa hasta tomar contacto con mi sensible piel, con tus dedos recorriste la forma de mi sexo dibujandolo.
Sacaste entonces tu mano y ahora con las dos, soltaste el cinturón, el botón del pantalón, y soltaste todo y me pediste que me levantara solo un poco en el asiento, al hacerlo deslizaste mi pantalón y luego poco a poco me lo quitaste, solo me dejaste con mi slip que apenas cubría la excitación que me provocabas.
Luego acariciabas mi sexo sobre la tela, excitándolo más y más y me preguntabas cómo me sentía – a punto de estallar, te conteste – y te reíste y me soltaste por unos momentos y me decías que me relajara y no perdiera de vista el camino.
Luego te sentaste otra vez y mirándome me dijiste que me querías muchos y que me ibas a dar puro placer durante todo el tiempo que estuviéramos juntos… y hablándome así te quitabas la blusa descubriendo tu torso y liberando tus pechos ricos, me miraste y tomaste en tus manos ambos pechos levantándolos y me dijiste que ambos me querían…
Los soltaste suavemente y volviste sobre mis piernas, tomaste el borde de mi slip y lo tiraste liberando todo el largo de mi pene y lo fuiste tirando hasta que cayeron a mis pies, de donde los quite para más seguridad, entonces tu mano tomó su presa y apoyada tu cabeza de lado sobre mi pierna, te diste a la tarea de provocarme placeres.
Con tu mano aferraste mi sexo por su contorno y comenzaste a deslizarlo entre tus dedos, simulando una penetración, el gusto que me causabas hizo que mi pene se mojara en su líquido seminal lubricándolo, cuando veías como me mojaba te acercaste más y abriendo tu boca tu lengua asomo lamiendo mi tronco hasta llegar sobre la punta de mi glande, de donde fuiste lentamente tomando cada gota del semen que asomaba hasta acomodarte de tal forma que tu cabeza entera quedó sobre mis piernas y mi pene se deslizó dentro del fuego de tu boca donde comenzó a ser comido y lamido, para cuidar la fuerte excitación me chupabas luego me liberabas unos segundos y luego volvías a comerme… deliciosamente, durante más de media hora viajamos así.
Tú muy excitada no parabas de devorar mi sexo y yo, aún más, ya casi no podía contener las ganas de acabar. Te dije entonces que ya no me sentía capaz de resistir más el placer y tú dándome un respiro me dijiste
– amor, no se resista más entonces, acabe en mí –
y volviste a meterme en tu deliciosa boca y comenzaste a chuparme con la clara intención de agotar toda mi resistencia…
yo entonces abandoné mi control y te dije que me iba ya…
mmmmmm, fue toda tu respuesta y sentí como apoyaste toda tu lengua sobre mi glande y de inmediato mi pene comenzó a convulsionar y eyacular una primera descarga de semen que retuviste con tu lengua.
Luego una segunda emisión que también retuviste en tu lengua y finalmente una tercera que dejaste que saliera libre sin la presión de tu lengua, así reiniciaste una mamada mojando todo mi tronco con el semen que habías retenido y que luego te diste a la tarea de ir lamiendo, en tanto mi pene sufría de un permanente temblor de placer que tu lengua prolongaba deliciosamente…
así lamiste todo mi tronco y dejaste limpio mi sexo de su explosión de placer…
Entonces tomaste mi pene por la base y lo presionaste fuerte logrando así que un poco más de semen asomara por la punta mi glande, con la punta de tu lengua lo tomaste y te levantaste entonces de tu posición, volviendo a tu asiento, y mirándome asomaste tu lengua con sus gotitas de leche y cerrando tus ojos apoyaste la cabeza en el asiento y lo saboreaste como si fuera miel…
esta visión causó un estremecimiento en mi sexo manteniéndolo duro…
sin abrir tus ojos me dijiste… -necesito que me penetres ahora- viendo tu urgencia me detuve a un lado del camino, y sin demorar me cambié a tu asiento, levantándote de tal modo que quedaste sentada sobre mí, rápidamente levanté tu falda y baje el calzón, al sentirte expuesta bajaste tu mano por entre tus piernas aferrando mi pene y apuntándolo a la entrada de tu vagina y tan pronto sentiste el contacto de tu cuerpo con el mío atrapaste mi sexo en un a profunda penetración que te llevó de inmediato al orgasmo, el cual contenías ansiosa por liberarlo.
Así quedaste sentada sobre mi, ensartada por mi carne y tu vagina palpitante de placer mojando mi cuerpo con tus jugos.
Rendida quedaste apoyada sobre el panel, hasta recuperar tu aliento y voltearte para besarme tiernamente.
Reímos por la situación y luego nos separamos para asearnos y arreglar nuestras ropas, el camino se había adelantado bastante y aún nos quedaban algo más de media hora para llegar a nuestro destino.
El resto lo dedicamos a hablar de lo acontecido a cada uno en el ultimo tiempo y así poner al día los acontecimientos.
Llegada a destino
Luego de superar los últimos cerros por fin apareció ante nuestra vista el mar, el puerto de Valparaíso con sus barcos que se movían saludándonos.
Una vez al nivel del mar pasábamos frente al muelle y me pediste que fuéramos a comer algo, pues tenias hambre y así descansábamos del viaje unos momentos, accedí y ubicamos un lugar de comidas marinas con una linda vista del puerto, una entrada de mariscos en jugo de limón y paila marina, acompañados de un rico vino blanco helado nos hicieron desear un lugar cómodo donde descansar y poder dar inicio a nuestro tiempo.
Así, salimos del lugar y caminamos abrazados por un costado del muelle, mirando los buques y deseando poder pasear en el mar en uno de ellos, nos miramos y besamos apasionadamente.
Nos encaminamos entonces al auto otra vez para llegar pronto a nuestro destino. Rápidamente cruzamos la costanera entre Valparaíso y Viña del Mar, y así ya estábamos entrando en el estacionamiento del hotel que sería nuestro refugio por esos 7 días.
Nos registramos y pedimos la habitación del último piso, con vista al mar y terraza.
Subimos en el ascensor, acompañados de una camarera, tu y yo nos mirábamos cómplices y ansiosos por llegar.
Tan pronto estuvimos frente a la puerta, me tomaste la mano, la mujer que nos acompañó abrió la puerta, nos hizo pasar y dejó nuestras cosas adentro, nos dio algunas indicaciones y se despidió amablemente, tan pronto cerró la puerta me miraste con deseo y de inmediato te desee yo a ti, en ese momento nos encontrábamos uno a cada lado de la cama, sin decirnos nada y solo mirándonos comenzamos a desvestirnos, quitaste tu calzado, luego la blusa y tus pechos desnudos se agitaron, soltaste la falda y cayó de inmediato y te quitaste enseguida el calzón y te quedaste de pie mirándome, desnuda.
Yo rápidamente también quite mi calzado, mi polera, quedando con el pecho descubierto, me quite los pantalones y bajé mi slip, presentándome erecto ya del deseo, conteniendo ambos el deseo de lanzarse sobre el otro, nos subimos a la cama de rodillas y nos acercamos, reunidos al medio nos abrazamos, mi pene se presionó contra tu vientre y tus pechos con el mío, enseguida nuestras bocas se unieron en un beso que, enredando las lenguas, parecía que nunca iba a acabar, las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro acariciando todo.
Era necesario unirse, entonces te tome en mis brazos recostándote sobre la cama, yo me ubique de rodillas entre tus piernas, acaricié tu sexo y tu acariciaste el mío, entonces baje recostándome levemente sobre ti, tu mano dirigía el acercamiento de nuestros sexos hasta que se tocaron, una chispa pareció producirse, nuestra mirada se encontró y en un beso tus labios vaginales se abrieron permitiendo la penetración de mi carne en tu cuerpo, nos miramos excitados sintiendo ambos todo el placer de la penetración, milímetro a milímetro, hasta que toque el fondo, tu cara estaba roja de encendida y con una voz apenas audible, me dijiste – quiero mi orgasmo ahora, después jugamos, ¿ya mi amor? – Lo que tu pidas, te respondí, y de inmediato nos arrebatamos buscando cada cual su orgasmo, tus caderas se empujaban contra mí, yo buscaba penetrarte cada vez más profundo y tu facilitabas mi acción abriendo tus piernas y rodeándome con ellas, con esta situación muy pronto ambos comenzamos a sentir los primeros arrebatos y así nos dimos con pasión y fuerza dejándonos llevar por toda la excitación y erotismo que nos daba el sexo, diste un grito que me hizo estallar fuertemente, ahora un fuerte suspiro tuyo acompañó mi segundo espasmo.
Un nuevo grito tuyo y presione con toda fuerza contra tu vulva gozando 2 espasmos seguidos al tiempo que sentía como convulsionaban tus paredes, yo gemía de placer y tu eras toda hembra gozando tu orgasmo, en el quinto espasmo de mi pene caí rendido sobre ti, tú me abrazaste presionando mi sexo con el tuyo, como estrujándolo, y aún podía sentir como tu vagina disfrutaba del placer.
Levante mi cabeza para encontrarme con tu cara y fundirnos en un beso mientras nuestros cuerpos se fundían en el reposo de nuestros mutuos orgasmos.
Tras largos minutos en silencio arrebatados por el placer, comenzamos a reaccionar y separándonos nos agradecimos mutuamente por el placer que nos habíamos dado y nos prometimos prodigarnos muchos más placeres en los días que comenzaban.
Nos separamos luego y fuimos a ducharnos, nos refrescamos y vistiéndonos muy livianos, ordenamos nuestras ropas, nos servimos unas bebidas y fuimos a sentarnos en la terraza a contemplar el mar y planear algunas cosas por hacer.
El sopor del sexo reciente y la comida de mariscos nos hizo caer en un sueño profundo que compartimos juntos en la cama, de repente en medio de sueños sentí erectarse mi pene y sensaciones familiares lo envolvían, lentamente fui despertando de mi sueño y pude verte ubicada entre mis piernas comiendo mi sexo y sonriendo me dijiste – es un buen despertar, mi amor – y te viniste sobre mi para besarme e invitarme a que saliéramos a pasear por la noche; una ducha y nos arreglamos para salir a disfrutar de la noche de nuestro primer día juntos.