Me presento, soy Rafael, un hombre de 43 años y Conocí a mi actual esposa cuando me contrató para vender su casa, yo soy un vendedor inmobiliario y desde el inicio hubo química entre nosotros, así que después de terminar los negocios la invité a tomar unos tragos.

Empezamos a salir después de un mes y cuatro años después le pedí matrimonio.

Ella tenía una hija y nunca tuve inconveniente con eso, con la chica no me llevaba mal aunque tampoco le agradaba tanto, supongo que me veía como un rival por la atención de su madre.

Verán mi esposa Marissa después de su divorcio le dedicó más esfuerzo en su trabajo, hasta el extremo que su única meta era llegar a la gerencia, nunca lo vi como algo malo era más admiración por ella pero esto hacía que pasará más tiempo en el trabajo y cuando no estaba trabajando dividía su tiempo conmigo y con su hija Noa.

Después de que nos casamos llegamos al acuerdo de que se fueran a vivir conmigo y a pesar de que llevaba cuatro años con Marissa mi relación con Noa nunca avanzó, siempre eran conversaciones incómodas, silencios tensos o miradas de disgusto por parte de ella.

Al parecer el ex esposo de Marissa se había ido a vivir a otro estado y ya no quería pasar tiempo con Noa y su resentimiento por su papá lo pagaba conmigo.

Al estar bajo el mismo techo era el triple de incómodo que no le cayera bien pues mi trabajo me permitía estar mucho tiempo en casa.

Empecé con pequeños gestos hacia ella como comprar sus dulces favoritos cada vez que hacía el super o estar al pendiente de sus logros académicos y al pasar más tiempo solos el hielo se iba rompiendo.

Ahora ya no me lanzaba miradas disgustadas solo me daba una pequeña sonrisa cada que nos chocabamos por la casa y eso era un gran logro para mí.

No mentiré diciendo que nunca me fijé en su cuerpo, era una muchacha muy guapa, con un cuerpo de reloj de arena y a pesar de que mayormente vestía con ropa ancha había visto en ocasiones su cuerpo en ropa ajustada y no tenía nada que envidiarle a otras mujeres, eso y su rostro que era el de una muñeca con labios carnosos y nariz de botón.

Empecé a fijarme en sus aficiones como sus grupos favoritos o que películas y series le gustaban y supongo que era la falta de atención que le daba su madre pues cada vez nos íbamos acercando más y más.

Ahora me pedía que la pasara a buscar a la salida de su escuela y cuando entraba al coche me daba un beso en la mejilla, me platicaba de sus amistades, de su día, prácticamente de todo.

Marissa estaba contenta de que nos lleváramos bien y más porque ahora Noa ya no le reclamaba tanto que la cambiaría por su trabajo. Por esto mismo mi esposa empezó a aceptar todavía más trabajo y algunos en donde tenía que viajar a otras ciudades.

Noa ahora ya no esperaba a su madre me esperaba a mi, eso me hacía feliz y les juro que todo era inocente de mi parte, la veía como una hija.

Un día compré dos entradas para uno de sus grupos favoritos y aunque pensé que invitaría a una amiga me sorprendió cuando dijo que quería que la acompañara.

No estaba acostumbrado a esa clase de eventos así que me sentía fuera de lugar pero el entusiasmo de Noa era muy contagioso, hubo un momento en el concierto donde me embelesé viendo el rostro joven de Noa como brillaba de felicidad.

Gritaba y saltaba cantando las canciones y en una de esas se giró hacia mí y me dijo.

—Muchas gracias por hacer esto por mi.

Me abrazó y cuando se separó se paró de puntas y me dio un casto beso en los labios. No tuve tiempo de reaccionar pues ya se había dado la vuelta para seguir cantando.

De camino a casa ninguno mencionó el tema después cada quien se fue a su cuarto y así pasaron los días. Nuestra relación siguió igual sin embargo noté que empezaba a usar ropa ajustada o corta, algunas veces un short corto con una camisa amplia, o una blusa de tiras que antes no usaba. No le quise dar importancia pero después empezó a ser más cariñosa conmigo, ahora sí nos topábamos en casa me abrazaba y me decía que me quería antes de seguir con su camino y cosas así.

Un día después de recibir un mensaje de Marissa que llegaría después de la cena, decidimos pedir pizza y comer en la sala.

Estábamos en el mismo sillón viendo una película mientras comíamos, cuando terminamos de comer seguimos viendo la película aunque ahora Noa había puesto sus pies en mi regazo.

Empecé a jugar con los dedos de sus pies lo que le hizo cosquillas y seguí haciéndole cosquillas hasta que tenía la respiración agitada y en el afán de que me detuviera se había acercado a mi para detener mis manos.

Nos quedamos mirando a los ojos y en eso escuchamos como los protagonistas de la película empezaron a gemir en una escena sexual y como si hubiera sido la chispa que faltaba cortamos la distancia y nos basamos.

El beso empezó lento pero poco a poco se fue calentando más, que ella terminó en mi regazo con las piernas abiertas mientras nos devorabamos la boca. Su boca era una delicia con sus labios suaves y una lengua curiosa, nos separabamos para recuperar el aire pero ninguna palabra fue dicha.

La agarré del trasero para hacer que se moviera encima mío, se sentía riquísimo, como se restregaba en mi polla dura y cuando agarró el ritmo deje que una de mis manos subiera a su espalda donde le desabroché el brasier y se detuvo para verme.

Abrí la boca para pedirle permiso de tocarla y fue en ese momento cuando escuchamos el auto de Marissa llegar.

Noa salió corriendo de la sala y a los segundos escuché como se cerró la puerta de su habitación, yo también me levanté y corrí al baño para echarme agua y que se me bajara el libido

Después de un breve momento y de ajustarme la polla que no bajaba pues sentía todavía el sabor de los labios de Noa que salí para saludar a Marissa.

Noa no volvió a salir de la habitación y después de eso, fue bueno que Marissa estuviese muy cansada como para intentar tener intimidad conmigo porque absolutamente no hubiera funcionado.

Al día siguiente salí muy temprano ya que tenía una cita con una familia que buscaba comprar una casa y siendo sincero evitaba tener que regresar a casa porque sabía que sería incómodo y tendríamos que tener una charla de lo que pasó.

Pero cuando llegué a casa vi el auto de Marissa por lo que la charla iba a tener que posponerse.

Actúe normal saludando a ambas que estaban en la cocina preparando la cena.

—Hola amor, que bueno que llegas—me saludó Marissa apenas me vió dejando el sartén para darme un beso.

—Me alegro mucho de que hayas salido temprano, ya extrañaba cenar con mi esposa—dije separándome de ella que volvió a cocinar.

Noa apenas y alzó la mano para saludar y solo pasé por su lado acariciando brevemente su cabeza.

—Lo sé cariño, pero estoy a nada de conseguir ese ascenso y por lo mismo— volteó a verme haciendo una pausa dramática— tendré que salir de la ciudad este fin de semana.

—Que novedad— susurró Noa aunque no tan bajo como para que no la escucháramos.

—Lo siento mi niña, te lo compensaré lo juro.

Marissa regresó su mirada a mi.

—Todo sea por tu ascenso, amor—me dije aunque me sentía nervioso de pasar el fin de semana solo con Noa.

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El viernes en la tarde fui a dejar a Marissa al aeropuerto y todo el camino fui pensando en que hacer con Noa, tenía que hablar con ella pero no sabía cómo abordar el tema.

Pasé por comida china, más que nada para hacer tiempo y no llegar tan pronto a casa.

Cuando llegué ella estaba en el sillón con su laptop, no levantó la mirada a mi llegada así que me acerqué a ella.

—Traje comida china—mencioné dejando los platillos en la mesita del centro pero seguía sin reaccionar— de tu lugar favorito.

Alzó su mirada y vi su mirada vidriosa. Alarmado me acerqué a ella.

—Lo siento Noa, no llores todo es mi culpa—le dije haciendo a un lado su laptop para poder abrazarla.

Me había arrodillado para abrazarla y ella había abierto las piernas para que estuviéramos más cerca. Soy un maldito por ser más consciente de la manera en la que estábamos que en la forma que sollozaba, pero se había puesto otra vez esos shorts cortos y sentía sus pezones debajo de esa camisa amplia.

—No es tu culpa, es mía, perdón pero no paro de pensar en ti, estás últimas semanas solo pienso en ti y le tengo tanta envidia a mi madre porque la tratas como quiero que me trates a mi.

Sus palabras me impresionaron pues no sabía la magnitud de sus sentimientos hasta ese momento. Intenté separarme de ella pero me abrazo más fuerte e incluso usó sus piernas para pegarse más.

—Mi cielo, no soy digno de que me mires de esa forma,  tu eres una joven muy hermosa y yo ya soy un hombre adulto.

—Lo sé y eso hace que te desee más, eres adulto y sabes cómo tratarme, ningún chico de mi edad me tratará como tú lo haces—sus sollozos habían parado pero no sé despegaba de mi.

Juzguenme pero esa posición me hacía sentir la calidez de su cuerpo que mi polla estaba reaccionando.

—Solo dime, no me deseas ni un poquito, si no lo haces no te insistiré más.

—Solo un ciego podría no desearte Noa.

—¿En serio?— preguntó separando por fin su cuerpo.

—Si, mi cielo—le respondí acariciando sus mejillas quitando los restos de sus lágrimas.

—Besame Rafael, por favor—me suplicó y bajando mi vista a sus labios que estaban húmedos y rojos no pude resistirme.

La besé, si se le puede llamar así porque era un beso desesperado le quité la camisa y ella volvió a aferrar sus piernas en mi. Me separé de ella y me levanté haciendo que ella también se levantara. Sin la necesidad de pedírselo salto hacia mi enroscando sus piernas en mis caderas mientras la llevaba hacia mi habitación.

A tropezones llegué dejándola con cuidado en la cama mientras me quitaba la camisa y el cinturón, bajando mis pantalones con todo y bóxer.

Mientras hacía eso ella se quitaba la ropa que le quedaba quedando completamente desnuda en mi cama y la de su madre.

—Eres completamente hermosa Noa, con un cuerpo exquisito.

Dije mientras me subía encima de ella besando su cuello y bajando hacia sus pechos.

—¿Soy más hermosa que mamá?

Pregunto acariciando mi espalda soltando suspiros de placer mientras le chupaba los pezones.

—Mucho más hermosa que Marissa, mi cielo.

Seguí mi recorrido por su cuerpo hasta llegar a su coño rosado que estaba completamente empapado de sus jugos.

No me resistí y le lami su lindo coñito como un animal sediento, Noa se contorsionaba de placer, gimiendo mi nombre mientras me rogaba que no parase, tenía una mano en uno de sus redondos pechos y apretaba y estiraba su pezón aprendiendo que le gustaba más, ella con una mano en mi cabeza y la otra dándole atención a su otro pecho.

Pude sentir como se corría en mi boca, soltó un largo gemido digno de una actriz porno, volví a subir con un recorrido de besos húmedos y volví a darle besos a esos pezones respingones.

La besé mientras que le abría y subía las piernas para restregar mi polla en su vagina.

Dioses estaba tan resbalosa.

Tuve que separarme de ella antes que perdiera todo sentido común y la follara sin condón.

Me bajé de la cama y fui a mi clóset a buscar un condón aunque después me regresé por toda la tira.

Volví a subirme sobre su cuerpo y abrí el condón y me lo puse.

—Hazme completamente tuya, Rafael. Quiero ser toda tuya.

Me dijo abriendo bien sus piernas.

—Si mi cielo, serás toda mía siempre.

Puse la punta de mi polla en su entrada y se la metí despacio, se quejó un poco al principio pero después de un par de bombeadas se acostumbró al tamaño y empezó a levantar sus caderas para recibir mis estocadas.

Lo follé como una bestia y creo que el sonido que hice cuando me corrí fue muy parecido a un rugido animal.

Me quité el condón tirándolo a un lado pues no tenía fuerza para botarlo.

Dejé mi cuerpo caer a lado del suyo que jadeaba por aire y la acerqué a mi en un abrazo.

—Estuviste fantástica mi cielo, ninguna mujer se había sentido tan estrecha como tú.

Dije dándole un beso en la cabeza y ella suspiró feliz.

—Te amo.

Y así fue como por accidente fue que enamoré a mi hijastra aunque no me arrepiento de nada. Pues ese fin de semana fue muy salvaje aunque no se compara con todas las cojidas que nos dimos después, tener una relación a escondidas de su madre hacia todo más emocionante y excitante.