Capítulo 2
El relato es verídico.
Odín, que así se llama el perro.
Al día siguiente, Cinta se levantó muy contenta, recordando lo sucedido el día anterior y agradeciendo que yo no hubiera puesto reparo en lo sucedido.
Se dirigió a la cocina con tan solo una bata abierta. Odín, que así se llama el perro, la estaba esperando en la puerta; meneaba el rabo, manifestando que estaba contento.
Cinta: Hola, Odín, ¿Qué tal la mañana?
El perro se le subió encima y empezó a lamerle la cara. Cinta, ¿quita? Odín, voy a preparar café y ahora te saco un rato.
El animal no se apartaba de ella. Terminó de desayunar y subió a vestirse; se dio una ducha. Empezó a recordar lo sucedido y eso la hizo excitarse. Bajo el agua tibia comenzó a tocarse los pechos; los tenía duros y los pezones de punta. Deslizó la mano derecha a su pubis mientras con la izquierda se pellizcaba los pezones, poniéndoselos duros como roscos muy cocidos. Bajó su otra mano hasta su coño y se tocaba el clítoris; el agua caía por su cuerpo.
Se estaba excitando; sentía a Odín ladrando, reclamándola. Ella se metió dos dedos en su vagina; la tenía muy mojada y no era por el agua; se estaba excitando por momentos.
Bajó la otra mano a tocarse el clítoris mientras con la otra seguía masturbándose con los dedos; el perro seguía llamándola con sus ladridos.
¿Será que ha olfateado lo excitada que estoy? ¿O es que necesita que lo saque para hacer sus necesidades?
Cinta terminó su ducha sin conseguir su orgasmo, ya que Odín no dejaba de reclamarla.
Se colocó un tanguita, una falda por encima de las rodillas y una blusa abotonada, sin sujetador; no lo necesitaba con sus pechos duros y de punta, no le hacía falta y a ella le encanta ir sin ropa interior.
Odín, al verla, no dejaba de saltar; le colocó su arnés y se dirigieron a un parque no muy lejano habilitado para ellos.
Lo soltó y este empezó a correr y a jugar con los otros perros. Cinta se entretenía con el móvil viendo fotos de sus amantes, echando en falta no haber tomado ninguna de Odín. Este se le acercó donde estaba sentada; se le subió encima a lamerle la cara.
Baja, Odín, que me vas a poner perdida. El perro se sentó a sus pies y se puso a mirarla unos instantes. Se levantó e intentó meter el hocico entre sus piernas. Quieto, Odín, aquí no, ve a jugar. Él la entendió y se marchó.
Cinta, con esa acción, se puso más cachonda. Ya se había marchado casi todo el personal del parque canino; dos personas quedaban por marcharse: una chica que estaba en la puerta hablando y un señor de unos 45 a 50 años. Este estaba sentado en un banco al otro lado del recinto.
Cinta estaba excitada; notaba que su tanga se estaba mojando. Miró a su alrededor y metió su mano por la faldita, separó el tanguita y metió dos dedos en su coño. Los sacó, todo mojado por su líquido vaginal, se los llevó a la boca y se los chupó. Ya estaba muy cachonda, a eso que llega el perro y se le sube encima para besarle, lamerle la cara; ella lo acaricia, él le lame la cara, el cuello y el canalillo, metiendo el hocico, con lo cual se le desabrocha un botón de la camisa sin que Cinta se diera cuenta.
Baja, Odín; baja, le mando al perro. Este bajó. Cinta miraba a su alrededor; la chica se había marchado ya y el señor estaba jugando con su perro. Odín estaba nervioso; ¿estaría oliendo las feromonas de Cinta? Se acercó y metió su cabeza entre las piernas sin poderlo parar; le dio un lametazo al coño y a Cinta le dio un espasmo de placer. Giró la cabeza buscando al señor y seguía jugando con su perro.
Cinta se dejó llevar y abrió un poco más las piernas. Odín, con su cabeza metida debajo de su falda, lamía su coño por encima del tanguita. Cinta no podía aguantar más; estaba muy nerviosa por la situación del momento. Giró de nuevo la cabeza y ya no estaba el señor, a lo que oye a su izquierda, por detrás: “Buenos días”. Era el señor. Cinta se sobresaltó y se puso nerviosa. El perro sato para arriba, dejándole la falda remangada en las piernas. Ella pensó: “¿Me habrá visto?”
El señor. ¿La he asustado, señorita?
Cinta. No me lo esperaba, me he sobresaltado.
El señor. Perdone, no era mi intención; la vi sola y quise saludarla; no la había visto antes por el parque. ¿Puedo sentarme?
Cinta. Sí, siéntese, soy nueva; estoy cuidando al perro de unos amigos que están de viaje.
El señor. Estupendo, me llamo Daniel.
Cinta. Mucho gusto, yo, Cinta.
Y se dieron la mano; Daniel no podía apartar la vista del canalillo con ese botón que se le quedó desabrochado y las piernas de ella con esa falda subida y que se podía ver el tanguita que llevaba. Cinta, con el susto del momento, no se percató de la situación en la que la había dejado Odín.
Daniel no estaba mal; Cinta lo miraba y lo notaba un poco nervioso. Reflexionó: “¿Será que me ha visto con el perro?”. Y observó que le miraba las piernas con disimulo, a lo que Cinta se da cuenta de cómo le había dejado la falda el perro.
En ese momento le entró una sensación de calor que le subía desde el clítoris hasta su garganta; notó cómo se mojaban sus piernas; estaba muy cachonda.
Daniel. ¿Y cómo se maneja con un perro tan grande?
Bueno, es un poco bruto, pero es muy obediente. Cinta notaba cómo la miraba de reojo y eso la ponía más cachonda. Movió la cabeza a los lados para ver qué hacía el perro; estaba jugando con el de Daniel. Mientras tanto, charlaban de cosas banales. Daniel sacó un paquete de cigarrillos y le ofreció uno; a lo que se le cae el paquete al suelo, se agacha a cogerlo y se queda mirando las piernas con esa falda remangada y las piernas entreabiertas, dejando ver su coño tapado con el tanguita, y pudo observar que lo tenía mojado. Al incorporarse él, Cinta se fue a echar la falda para abajo, diciendo que se la había subido el perro sin darse cuenta.
Daniel. No lo hagas, tienes unas piernas muy bonitas y no es para taparlas.
Cinta. Muchas gracias por su piropo, pero acabamos de conocernos.
Cinta estaba que ya no podía más, más caliente que los palos de un churrero; en la ducha no pudo terminar de masturbarse, y ya iba caliente y Odín en el parque le había lamido el coño, Daniel piropeándola.
Daniel. Y eso no deja de que sea usted tan bonita y tenga unas piernas preciosas, y he visto que su tanga la tiene muy mojada.
Cinta. Se sonrojó y a la vez le dieron unos espasmos de placer por lo que le estaba diciendo el desconocido.
A lo que, sin que ella lo esperara, él le mete las manos hasta su tanga mojada; la sacó, llevándose un dedo a su boca y chupándoselo. Tiene usted un líquido vaginal riquísimo.
Cinta miró a los lados, percatándose de que no había nadie por los alrededores. Estaba nerviosa y muy excitada; abrió las piernas un poco más. Daniel se dio cuenta y le metió la mano, separó el tanga y le introdujo dos dedos sin ninguna dificultad, de lo lubricada que estaba ella. Cinta, al sentir la penetración, dio un gemido, tapándose la boca con una mano para que no la oyeran.
Daniel le pide que se desabroche un botón más para poder ver su pecho, ya que no llevaba sujetador; ella se desabrocha dos botones más, quedando los pechos casi afuera. Los tenía duros como piedras, erguidos, y los pezones de punta clavándose en la camisa que llevaba.
Daniel se levanto miro al alrededor cerciorándose de que no había nadie por allí, se agacho metió las manos por la falda y le quito el tanga a Cinta, selo llevo a la nariz y lo olio guardándolo en uno de sus bolcillos, se sentó y comenzó a follarla con los dedos, Cinta parecía que se había orinado de lo mojada que estaba, Daniel la follaba con tres dedos, se acerco a su cara y la beso metiéndole la lengua asta la campanilla, Cina le correspondió estaba demasiado caliente se le escapaba algunos suspiro y jadeos de placer, Daniel bajo un poco la cabeza hasta sus pechos y con la blusa casi desabrochada le comía las tetas, le mordía los pezones Cinta se retorcía en el banco y abría las piernas todo lo que podía para facilitar la follada.
Daniel se percató de que la tenía a su merced; estaba como una perra en celo. La follaba con tres dedos; ella abría más las piernas, ya no le importaba nada, solo quería correrse. El coño lo tenía tan mojado y dilatado que le entraba en ese momento lo que fuera. Daniel se daba cuenta de las insinuaciones de ella moviéndose de esa manera y abriéndose, con su mano en el coño, toda mojada y lubricada, que le mete cuatro dedos sin ninguna dificultad, llevándola a un orgasmo brutal. Daniel marcaba una gran erección en sus pantalones.
Cinta. Tengo que marcharme. Se levanta y abrocha su camisa.
Daniel. Mucho gusto, Cinta, el próximo día le devuelvo su tanga.
Cinta llamó a Odín, le puso la correa y se marcharon a casa. Llevaba los muslos choreando de sus propios fluidos. Ya en casa se dio cuenta de lo ocurrido en el parque con ese hombre; le había proporcionado un gran orgasmo distinto a los demás, pero ella lo que tenía en su mente era que Odín la cogiera de nuevo. Subió al baño, se duchó y fue al armarito, sacó un bote de crema depilatoria y se quitó todos los vellos de su pubis y el coño, dejándoselo como el de una muñeca.
Ya por la tarde, al llegar Jesús del trabajo y cuando bajó duchado, ella lo esperaba en el salón con una faldita vaquera corta y una camisa casi desabrochada, dejando ver sus pechos. Jesús, estás muy guapa y sexy.
Cinta. Jesús, quiero tener otro encuentro con Odín y que esta vez nos grabe y haga fotos.
Jesús. Sin problema, sabes que a mí me puso muy cachondo el otro día. ¿Cuándo lo quiere hacer?
Cinta. Ahora no puedo esperar más; llevo todo el día pensando en ello y estoy muy ansiosa.
Bale llamó al perro al salón; ella le dice: “Jesús, antes tengo una sorpresa para ti”. Se remangó la falda y le mostró el coño sin un pelo. Jesús, sí que te ha dado fuerte. Se acercó a ella y le tocó el coño; lo tenía muy suave y ya mojado. El perro olfateó las feromonas, se acercó y comenzó a lamerle; le daba unos lengüetazos que terminaban dentro de su coño. Ya Odín empezaba a asomar la punta de su pene. Cinta se agachó, le cogió el miembro y se lo estuvo meneando.
Se echó en la alfombra boca arriba con las piernas abiertas y le dijo a Jesús: “Graba esto”. Acercó a Odín, lo masturbó un momento para que sacase su pene y, en cuanto lo consiguió, se lo llevó a la boca haciéndole una mamada. El perro se volvió a su coño y comenzó a lamerle; tenían montado un sesenta y nueve. Ella dio un gemido de placer; el perro, con sus lamidos tan profundos, le introducía la lengua en su vagina.
Cinta le pidió a Jesús que le acercara un cojín para poder levantar su sin tuta y el culo del suelo, le dio la vuelta al perro para que la montara así, el animal empezó a darle envites no atinando en esa postura, pero tardo poco en conseguir penetrarla, le metió toda la polla con unas sacudidas impresionante, ella chillaba de placer moviendo la cintura levantando el culo, el perro no cesaba de penetrarla hasta que le izo el nudo, ella sentía en su interior los choros de semen que le estaba mandando, y exploto en un orgasmo múltiple dejándola sin fuerza tirada en la alfombra con el perro encima, en unos quince o vente minutos el nudo se aflojo i pudieron separarse, y sacar esos quince centímetros de polla a ella le salía por su coño el semen de Odín, este se puso a lamerle el coño consiguiendo que Cinta tuviese otro orgasmo dejándola sin fuerzas en la alfombra, Odín se hecho al lado de ella y ahí se quedaron los dos descansando de la tarde que avían tenido.
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Continuará.