Mi nuevo amigo me desvirgó
Me llamo Joaquín, esto sucedió hace varios años atrás, actualmente tengo 44, casado tres hijos.
En aquella época la homosexualidad, no se daba a conocer, era un verdadero tabú, aunque existía, pero no se difundía, era todo a escondidas, tenía su encanto, el pecado, lo prohibido formaba parte de esa sexualidad clandestina.
Durante mi adolescencia carecía de conocimiento sexual, admito que era bastante inocente respeto al sexo, mis padres jamás comentaban sobre ese tema. Y ningún otro Pero mi conocimiento surgió, cuando mis padres me enviaron a casa de unos tíos en Buenos Aires, donde permanecí una corta temporada.
Mis tíos se desvivían por mí, dado que carecían de hijos, así que en ese sentido lo pasaba bárbaro, solo que me aburría bastante, solo salíamos los fines de semana, aprovechando que mi tío, no trabajaba.
Eso hizo que mi tía Amanda, me presentase a un chico que vivía en otro departamento, se llamaba David tendría dos o tres años más que yo, a pesar de esa diferencia de edad, existió una química especial entre ambos.
Nos entreteníamos con juegos de mesa, aunque nos divertíamos más con otras cosas, a veces luchábamos que, por supuesto él tenía mucha más fuerza, entonces, se ataba un brazo que equipararnos.
Si bien no era muy normal, para mí, andar desnudo con otro chico, terminé aceptándolo al hacerlo con David, que era un chico muy divertido, y el hecho que él, era mayor que yo, se había convertido como en mi “ídolo”.
Al estar desnudos, nos tocábamos, el culo, y a veces el pene, que, en ese momento, éramos algo infantiles aún.
Terminado el periodo de vacaciones, regresé a mi casa, con un buen recuerdo de David, a partir de esa corta experiencia, sentí la necesidad de tocarme el culo, me producía una sensación extraña, pero muy atractiva y sensual, percibiendo como mi cuerpo parecía revolucionarse.
Solía repetirlo no demasiado continuo, generalmente cuando me iba a bañar, no tardé en probar con el mango de un cepillo de dientes, aunque en mis primeras intenciones apenas entró muy poco. Pero sentía cierta curiosidad, al punto que comencé a repetirlo, hasta que se me ocurrió, ponerle una crema que usaba mi madre. Embardunándolo bastante, hasta que pude ir penetrarlo cada vez más, hasta sentir la cerda del cepillo pinchar mi esfínter.
Lo intenté con un pedazo de jabón, algo fino, pero lo introduje totalmente, asustándome al no poder sacarlo inmediatamente, por suerte, ante varias tentativas, logré despedirlo.
Pasó bastante tiempo hasta que mis padres me enviaron nuevamente a lo de mis tíos, esta vez, con la opción, de quedarme mucho más tiempo, algo que no era muy usual Apenas llegué, fui a ver a David, alegrándose muchísimo al encontrarnos, había transcurrido más de un año de la última vez que nos habíamos visto, estaba más crecido, me llevaba media cabeza, hasta su voz había cambiado.
Pensé que esa diferencia, haría que no me llevase mucho el apunte, o que tuvieses otros amigos o hasta novia, pero por fortuna nada de eso sucedió. Me abrazo fuertemente, besándome en las mejillas, diciéndome:
“Realmente estas muy lindo y has crecido bastante” Poniéndome muy contento por sus palabras de elogio. Si bien ambos habíamos crecido, mantuvimos las costumbres, de los juegos, las luchas, como si eso lo teníamos presente.
Al punto que decidimos bañarnos, como lo hacíamos en su momento, donde me sorprendí de sobremanera, al ver la verga de mi amigo, que estaba bastante más crecida y gruesa, rodeada de vello, sintiéndome algo cohibido al compararla con la mía, cuando me dice:
“Te gusta?”
“La verdad, que me sorprendí al verla” Riéndome, algo nervioso, pensando cual sería la diferencia con el cepillo o el jabón, aunque intente descartar rápidamente ese loco pensamiento, cuando me dice:
“¿Te agrada, quieres tocarla?” Creo que me puse colorado ante su propuesta, levantando los hombros como en demostración de no darle demasiada importancia.
Pero ante su insistencia le dije que no, que me daba cosa, entonces, me sugirió que me pusiera jabón en las manos y que se lo enjabonara, que se sentiría bien, terminé haciéndolo, frotando su pene de arriba abajo, llenándolo de espuma, también lo hice con su culo, mientras frotaba su miembro noté la cara de satisfacción de mi amigo, y hasta me encanto que le agradara lo que le hacía. Por supuesto que esto se repitió, aunque esta vez termine masturbándolo, sorprendido al ver como su semen se mezclaba con la espuma del jabón, algo que me llegó a motivar bastante.
No podía negar que sentía una cierta atracción a su verga, no tardando en retribuirme, de igual manera, sintiendo que mi pequeño pene se rigidizara.
Creo que a partir de ese momento todo comenzó, a tener un cambio, si bien sentía una atracción hacia David, porque me trataba muy bien, era gracioso, me hacía reír mucho, pero comencé a resistirme cuando hablaba de sexo o intentaba tocarme, no me disgustaba, pero tenía como una especie de rechazo, o trataba de protegerme, no sé, realmente que me sucedía.
Si bien nos desnudábamos y jugábamos, así lo aceptaba, pero cuando me acariciaba, trataba de evitarlo, sentía un cosquilleo, erizándose mi piel. Y si bien en un principio me divertía ver su pene erguido, comencé a tener un efecto como de rechazo, aunque no dejaba de incitarme. Creo que, a partir de esa vez, sus “juegos” tenían una connotación bastante llena de sexualidad, hoy comprendo, que tenía intenciones de cogerme, a pesar que trataba de mantenerme “intacto”, sentía una curiosidad. Hoy pienso, que debía de ser una “prenda” especial, tenía un lindo culito, algo inocente, pero fundamentalmente mi corta edad, supongo que eso era el atractivo.
En una oportunidad me dice:
“Quieres que te haga unos masajes?” Mi madre solía hacerlo, pero al crecer, fue como que trató de evitarlos, diciéndole:
“Si, me gustaría” Comenzándome a sacar la ropa hasta quedar en calzoncillos, mientras me tiraba en la cama, cuando comienza a acariciar mi espalda, quitándome mi última prenda, que, si bien había estado varias veces sin ropa frente a David, esta vez me sentí distinto, como desprotegido, como si quedase al libre albedrío de alguien.
Me puse tenso, cerrando mis piernitas, sintiendo su mano entre mis glúteos, donde ese contacto era distinto, posiblemente más lleno de sensualidad, cuando comenzó a pasar sus dedos por mis hombros y cuello, recién ahí comencé a relajarme.
Por supuesto fue bajando, tocando mi cintura mis glúteos, intentando separar mis piernas, tocando mis testículos, desplazando su dedo hasta tocar mi esfínter, que traté de oponerme, pero volvió a insistir, bordeando con su dedo mi abertura, oprimiendo levemente, hasta que me gira, tapando mi sexo con las manos, que termina quitándolas, para tocar más intensamente mis genitales, oprimiéndolos, hasta que mi pene se puse tenso, tratando de detenerlo, en parte algo avergonzado.
“La verdad Joaquín, eres un lindo chico, me encanta tu piel tan blanca y tersa.” Me decía mientras sus caricias se iban acrecentando. A la vez que besa mi pecho hasta llegar hasta mi pelvis. No sé si me asusté, pero terminé por detenerlo, en parte algo agraviado, repitiéndome:
“Tranquilo Joaquín, se nota que te gusta” Si bien era verdad lo que me decía, tenía un cierto temor, diciéndole que debía salir con mis tíos, vistiéndome para irme.
Pensé bastante esa noche sobre lo sucedido, sentía una cierta aprensión, a que pretendiese algo más, una cosa era el cepillo o el jabón, pero eso, eran palabras mayores.
Las veces que fui, traté de evitar desnudarme, o ducharnos, a pesar de su insistencia, sabía que tarde o temprano caería en sus “garras”, hasta que una tarde bastante lluviosa, después de un rato, me tomó por atrás besando mi cuello, sin saber si me agradaba o no, algo temeroso intenté evitarlo, pero continuo, apegándose más a mi cuerpo, desabotonando mi camisa, acariciado mi pecho. Lo fui permitiendo, mientras desabrocha mi cinturón, cayendo mis pantalones, metiendo su mano bajo mis calzoncillos, oprimiendo levemente mis genitales, chupando el lóbulo de mi oreja, diciendo:
“Que rico que estas””
Sentía una sensación extraña, mezclado por el temor, la excitación, pensando en que ocurriría, hasta que me desnudó, sus manos comenzaron a tocar mi cuerpo, notando como mi pequeñísima verga se ponía tiesa. Llevándome a su cama, acostándome, boca arriba, besando mis pezones hasta adsorberlos, haciéndome gemir, besando mi abdomen, llegando a mi pelvis, para luego lamer mi verga hasta intentarla metérsela totalmente en su boca, donde su lengua comenzó a trasladarme a un estado de éxtasis.
Su mano exploraba el resto de mi cuerpo, hasta llegar a mi esfínter, para juguetear con mi abertura, bordeando el perímetro suavemente, hasta sentirlo oprimir, que a pesar de mis quejidos lo fue introduciendo, sintiendo una sensación extraña pero intrigante. Hasta que comenzó a penetrarme, tocando de manera impúdica mi intimidad, efectuando un vaivén, muy excitante, donde mis gemidos se hicieron evidentes. Me sentía su juguete sexual, hoy supongo que estaría pensando, “que rico bomboncito me voy a comer”,
“Te gusta?” No dije nada, girándome, separando mis piernitas, no tardando en montarme metiendo su glande en mi abertura, creyendo que podía meterme la polla sin más. Aunque pudo encajar la punta, no llegando más profundo. Para empezar, soy muy estrecho, y en segundo lugar, lo intentó sin lubricante al principio. Los empujones para introducirla se hacían algo penosos y dolorosos, recordando cuando lubricaba el cepillo. Lo detuve en sus intenciones, no le agrado demasiado, solo le dije:
“Perdóname David, nunca lo hice, tengo miedo que me hagas doler mucho” Me daba pena, negarme, sentía como que le daría un regalo a mi amigo, así que decidido, le dije que podía hacer, corriendo a traer un poco de aceite de almendras.
Al principio tuvo que tomarse las cosas con calma, introduciéndolo poco a poco, y yo tuve que esforzarme en relajarme porque estaba muy tieso, a medida que lo iba enterrando, podía sentir cómo mi culo se apretaba alrededor de su miembro. Parecía que me partía, oprimiendo mis manos a las sabanas, y contrayendo los dedos de los pies.
Pero pronto pude relajarme y él pudo penetrarme hasta las pelotas, y con el lubricante y todo eso, pronto estuvo bombeando dentro de mí sin problemas. Era como un pulpo entrelazando sus piernas en las mías abrazándome a mi cuerpo, y su verga en mi interior con movimientos bruscos y posesivos, me bombeaba sin mayores reparos ante mis gemidos entre dolor, excitación y hasta temor.
Era un bombeo desenfrenado, llegando a gritar, el sonido de sus muslos golpeando mi culo también me excitaba mucho y me encantaban los tirones de pelo, las manos agarrando mi cintura y las palmadas en mis glúteos. Consiguió mantener el ritmo durante un buen rato, pero no tardó en correrse dentro de mí y se vino con fuerza y eso fue súper caliente. Si bien no me acostumbre en un principio poco a poco me fui adecuando.
No logré venirme, me sentía como desamparado, después de haberme acabado con su cálida leche, mil cosas pasaban por mi cabeza, desde como pude acceder a ser follado, en mis padres, mis tíos, aparentemente, notó mi estado abrazándome, dándome unos leves besos, así me mantuvo, cambiando mi estado de depresión.
Pero la primera vez necesité, como ser cobijado, así que lo besé, por suerte me abrazo, preguntando si estaba bien. Así que, no sé si realmente lo disfruté, no demasiado decidido a repetirlo.
Me fui esa tarde de su departamento, algo confuso y hasta un poco triste, sin tener claro si lo que había hecho estaba bien, por supuesto, no dudo que David lo disfruto ampliamente,
Mientras cenaba, con mis tíos, hablé poco, les extraño mi estado, terminando excusándome que tenía dolor de cabeza, pensé, antes de dormirme en lo sucedido. Pero por la tarde regrese a lo de David, me pregunto cómo estaba, le dije que bien, también si me había gustado lo que habíamos hecho, diciéndole que más o menos.
Si bien no insistió inmediatamente, rato después comenzó a tocarme, traté de disuadirlo, pero no pude resistirme a su contacto, cuando nuevamente estaba sin ropas, lamiendo y chupando de mi pene. Eso le fue permitiendo, a volver a follarme, sin demasiado trabajo, regrese nuevamente a casa de mis tíos, algo malhumorado por lo ocurrido.
Pero de una manera inexplicable, algo me atraía, regresando a la mañana siguiente, al abrir la puerta estaba desnudo, diciéndome:
“Te estaba esperando, amor” Abrazándome hasta hacerme arrodillar mamando su erguida verga, que de una manera abrumadora. Cuando me lleva contra una mesa, haciéndome reclinar sobre ella, bajando mis pantalones y calzoncillos, para insertarme su rígida verga, sintiendo como me bombeaba enérgicamente, mientras me masturbaba, que apenas sentí cuando acababa en mi interior, acabé rápidamente.
Aparte de ser mi primera eyaculación, en ese acto, no sé qué pasó, pero sentí un placer especial, como era cerca del mediodía me fui a almorzar con mi tía. Apenas hablé mientras comidas, deseando volver con mi amigo, que con el último bocado, corrí a su departamento.
Apenas me vio, comenzó a quitar mi ropa, bajándose sus calzoncillos que era su única prenda, sentándome sobre una mesa, donde no tardó en penetrarme, mientras nuestros apasionados besos, eran incontenibles, entregándome plenamente a mi amigo, me encantaba sentirlo dentro mío, ser suyo, dándole mi cuerpo. Llegándolo a hacer varias veces en el día, disfrutando al máximo los pocos días que me quedaban.
Sentía como que deseaba algo más, alguna variante, no sé, cuando me comenta y me explica de una práctica sexual, que involucran, el placer a través de actos que implican dar o recibir dolor, humillación, dominio o sumisión. No comprendí demasiado la explicación, pero me entregué a David, que si había algo que no me agradaba diría, ROJO. Le pareció bien, mientras me volcaba sobre la cama, poniendo las manos hacia atrás, apresándolas con un precinto, vendando mis ojos.
Estar apresado, sin ver, las sensaciones parecen duplicarse, donde comenzó con suaves caricias, hielo, agua, hasta que metió como un tapón en mi culo, para luego flagelar mis glúteos con una varilla fina. Pasando de una sensación a otra, que, a pesar del dolor, se iba transformando en un goce sensual. Los cortos o largos intervalos aceleraban mi excitación, cuando algo nuevo era aplacado sobre mi indefenso cuerpo. En mi corta edad estaba comenzando a conocer ciertos placeres desconocidos, y además lo soporte sin llegar a decir ROJO.
Casi durante más de media hora, fue aplicando cosas, estremeciendo mi indefenso cuerpo hasta que quito el tapón para penetrarme, metiendo sus dedos, para inmediatamente follarme de una manera abusiva.
Llegó el día de irme, nos despedimos, diciéndome que me extrañaría mucho, que la próxima invitaría a su primo de veinte para divertirnos los tres. Regrese a mi ciudad recordando lo vivido con David, que, si bien lo recordaba cada tanto, no dejaba de motivarme, pero, la vida continua, sin llegar a tener nuevas relaciones de esa índole, y de repetir, solo con él.
El verano siguiente mis padres no me enviaron a casa de mis tíos, lo sentí mucho deseaba ver a David, terminado escribiéndole, diciéndome que posiblemente vendría a mi ciudad, pero ya el verán estaba por finalizar, y en un par de semanas comenzaría la escuela.
Así que aproveche de ir con Juan, amigo de la infancia, a la playa, disfrutando de esos días, Estábamos tirados tomando sol. cuando se nos acercan dos tipos, uno de unos cincuenta años, llamado Rocco, bastante alto y corpulento, el otro, de unos veinte de nombre Pocho, se presentan y nos empiezan a conversar, hasta que uno de ellos me pregunta quién de los dos la tiene más grande, lo miro sorprendido, cuando Juan se levanta como para irse, siguiendo insistiendo, pero les digo:
“Pasa que este se lo va a comentar a mis padres, no quiero problemas, otro día nos vemos, cuando se van, me preguntó cómo me llamo. En un momento se me pasó por la mente como seria, con ese tipo tener sexo, algo viejo para mí, pero solo fue u pensamiento fugaz.
Pasaron varios días, había olvidado lo ocurrido, pero quedé con Juan ir a la playa, pasó más de una hora, pero no aparecía, el sol calentaba bastante, me di un chapuzón para refrescarme, con la idea de regresar a mi casa.
Cuando lo veo a este Rocco, que traté de evitarlo, al sentir como un escalofrió, pero apenas me vio se me acercó, abrazándome, diciéndome:
“¿Cómo estas Joaquín, solito en la playa?”
“Si, mi amigo no vino, y ya me iba”
“Quédate, charlamos un rato” A pesar que no me sentía demasiado a gusto con él, no tuve las fuerzas suficientes para irme, así que hablamos un rato. Cuando me dice:
“Hay demasiado viento, vamos a los tamariscos, está más protegido”
“Es que tengo que irme” Sin decirme nada más, me toma de la muñeca y me lleva a ese sector, como chico para el colegio, donde había un claro, protegido de miradas curiosas.
Extendió la lona sentándonos sobre ella, preguntándome:
“Quiere pasar un buen momento?” Mientras se quita la malla, dejando a la vista a una prominente verga muy venosa, y a pesar de su tupido vello púbico, vi como su glande superaba bastante su tronco.
Quedé impactado, sin saber cómo reaccionar, evitando de mirarla, más bien suponía que sucedería, me paralice, pensando que estaba haciendo ahí. Pero me empezó a hablar, comentándome:
“Creo que sí, tienes ganas, pero te soy franco, me he cogido a muchos pendejos, al principio no querían, pero después, me buscaban todos los días”
“Desvirgue a unos cuándos, ¿vos lo has hecho alguna vez?”
“No, nunca” Pensando que era un engreído y la forma de decirlo, no me agradaba demasiado, pero su poder de seducción me agradaba.
“Qué bueno, porque no te quitas la malla?” Lo miré algo temeroso, pero ante su insistencia, terminé asiéndolo, mientras me observaba, no tardando en acariciarme, la pierna apenas me toco el miembro se me paró un poco.
“A vistes, te gusta parece” No dije nada, acercándose más a mi lado, pretendiendo besarme, que lo rechacé, rozando con su palma mis pezones, erizándose de inmediato, que, a pesar de tratar de resistirme, sentía que me apresaba, hasta que acaricio mi verga no tardando en comenzar a chuparla, hasta ponérmela bien rígida.
“Te gusta pendejita” Donde su mano acaricia mi culo,
“Tienes un hermoso culito, me encanta” Acostándome sobre él, continuando su manoseo, hasta que su grueso dedo lo fue internando en mi recto, traté de disuadirlo, aunque mi resistencia fue cediendo ante la presión de Rocco, creía no retomar este hábito, pero algo me llevaba a repetirlo.
“Mira como me has puesto” Mostrando su verga bien tiesa,
Me volcó, sobre la lona, separando mis glúteos, hasta volver a introducirme su dedo, removiendo mi orificio, ante mis gemidos de placer, que no podía contener.
“¿Estas caliente, mi putita, te gusta eh? Te voy a hacer gemir de placer”, cuando sentí su lengua lamiendo mis posaderas y luego entrar en mi raya, desplazándose hasta llegar a mi esfínter. para lamerme de una manera, apasionada y deliciosa. Ya me estaba volviendo loco, toda mi piel estaba erizada, sentía muchas cosquillas desde la cabeza hasta los pies, que los contraía con desesperación, apretando los bordes de la lona, gimiendo, metiendo mi rostro contra la arena, elevando mi culo.
Cuando no tardó mi abertura, en sentirse taponada, al percibir el glande de Rocco, mientras sus manos abrazaban mi cintura, para pegar un impulso, metiendo una parte de su aparato, haciéndome gritar, pareciendo que mi dolencia lo incitaba más.
Traté de salirme, pero entre su contextura física, montado sobre mí, mis posibilidades eran nulas, hasta que un último empellón la introdujo totalmente, ante mis gemidos de dolor, que parecía partirme, cuando inicio un alocado bombeo, friccionando las paredes de mi membrana intestinal. Oprimió mi cabeza sobre la arena, fallándome de una manera salvaje, ante mis gemidos, sintiéndome totalmente avasallado por este tipo que apenas conocía, donde su mano pegaba fuertemente en mis glúteos. Después de un intenso bombeo se detenía, sintiendo las palpitaciones de su verga, para retomar nuevamente, manteniéndose bastante tiempo fallándome.
Hasta que una vez de esos intervalos, se acerca a mi oído, diciendo:
“Te gusta, mi putita, eres tan estrechito, que eres encantador. Pero ya te han cogido antes, ¿verdad?” Asenté con la cabeza.
“Suponía, pero no así” Cuando lo saca, para meterlo de golpe nuevamente, volviendo a gemir.
“Como sabes?”
“Porque no te opusiste demasiado”
Estaba caliente, así que traté de masturbarme, realmente a pesar de la manera salvaje que me trataba, no dejaba de excitarme.
“Quieres acabar, yo lo haré” Quitando la lona, acostándome sobre la arena, extendiendo mis brazos, volcándose sobre mí, volviendo a penetrarme, mientras extiende mis brazos tomándome de las muñecas, iniciando un nuevo bombeo.
Donde entre la calidez de la arena, el roce de mi cuerpo sudoroso sobre ella, y los movimientos insaciables de mi amador, después de varios minutos termine eyaculando sobre la arena y él en mi interior.
Quedé extenuado sobre la arenilla, David no me había cogido de esta manera tan abusiva, dominante e irracional.
“Límpiamela con tu boquita, amor” Me dice, mientras comienzo a chuparla limpiando su semen, algo de arena y partículas mías.
Después de eso me metí en el mar para quitarme la arena y refrescarme un poco. Al regresar con Rocco, que continuaba desnudo, comencé a vestirme, preguntándome:
“A dónde vas”
“A mi casa”
“Quédate un poco más”
“No es tarde, me voy”
“Te dije que te quedaras y quítate todo” Lo miré algo asustado, pensando en la que estaba metido, pero seguí vistiéndome, cuando me toma de un brazo, cayendo sobre él, bajando mi malla, para darme una tunda de chirlos, hasta hacerme gritar, llegándome a orinar.
Realmente tuve miedo, pero terminé desnudándome, tirándome sobre la arena, a la espera de ser nuevamente penetrado, sintiendo nuevamente ese agitado y salvaje coito anal, al punto de llegar a aceptar sus besos.
Llegue a mi casa como a las 7:30 de la tarde, donde mi padre me reto, por llegar a esa hora.