Capítulo 12
- Una mansión que acoge infinidad de orgías I
- Una mansión que acoge infinidad de orgías II
- Una mansión que acoge infinidad de orgías III
- Una mansión que acoge infinidad de orgías IV
- Una mansión que acoge infinidad de orgías V
- Una mansión que acoge infinidad de orgías VI
- Una mansión que acoge infinidad de orgías VII
- Una mansión que acoge infinidad de orgías VIII
- Una mansión que acoge infinidad de orgías IX
- Una mansión que acoge infinidad de orgías XII
- Una mansión que acoge infinidad de orgías X
- Una mansión que acoge infinidad de orgías XI
- Una mansión que acoge infinidad de orgías XIII
Araceli, Jorge, el chico gay (al que le dieron plantón en su cita), la dómina y la pareja de lesbianas mulatas se echaron unas risas al ver a Lucas montar en el coche y dirigirse a su casa en unas condiciones deplorables: desnudo y bañado en pis, semen, saliva, mocos… y hasta en vómitos del chico gay y de una de las mulatas, que son muy sensibles a tanto desmadre.
Se ducharon todos juntos, tomaron un café con pastas y sentados en un sofá, visualizaron los videos que grabaron, para echarse unas risas. Jorge, que es el que está de servicio, vigila atentamente los monitores. En la habitación 41 observa que hay una pareja sentada en un sofá. Bueno, mejor dicho, en el sofá está sentado el chico, la chica está sentada sobre él, dándole la espalda.
En frente tienen colocada una cámara de video bastante potente. El camarógrafo en ocasiones se coloca al hombro la cámara y se acerca a la pareja en acción, para filmar unos excelentes primeros planos. La chica coquetea y enamora al objetivo. No para de gesticular y de poner muecas lascivas. Tiene una melena larga pelirroja con mucho volumen. Con cada arremetida que su amante le obsequia, ella se yergue un poco y suelta un quejido.
En esta pose se pasan una buena media hora. La chica cabalga cada vez con más energía, busca el orgasmo. Le caen algunas gotas de sudor por las sienes. Cuando el empotrador advierte que está a punto de eyacular, avisa. Entonces el camarógrafo enfoca a la entrepierna de la pareja.
La polla en uno de los empellones se sale del coño. Riega el pubis de la chica con varios chorros de esperma, alguno de los disparos alcanza al ombligo. Al cabo de unos 30 segundos, la chica se apresta a sujetar la polla por la base y comienza a exprimirla, buscando drenar las últimas gotas de lechada. Frota la punta del glande contra la entrada de su vulva. El camarógrafo graba minuciosamente lo que ocurre, sin perder detalle.
Jorge decide cambiar de monitor y se va a los sótanos, a la habitación -11. Allí hay un grupo de cinco chicas vestidas de cuero, con máscaras, siguiendo el estilo y la moda a lo Catwoman. Un chico está recostado sobre una camilla, desnudo y boca arriba. Los pies y las manos los tiene sujetos a unas argollas. Las felinas indomables lo rodean. Tres de ellas se centran en los testículos y verga del chaval. Le magrean los huevos retorciéndoselos, como quien coloca una bombilla. También se turnan para incrustar sus dedos meñiques por la uretra del glande. A medida que la uretra se va dilatando, se animan con dedos más anchotes. Hasta conseguir introducir sus dedos pulgares no paran. Prácticamente los 50 dedos de aquellas sádicas lobas fueron introducidos, completamente y hasta el fondo, por la uretra del rabo de aquel sufrido chaval.
Mientras tres chicas se dedican a estrujar y sondar huevos y polla, respectivamente, las otras dos féminas se centran en orinar y escupir sobre la cara y boca de su macho sometido.
Después de estar más de dos horas turnándose entre las cinco dóminas para hacer estas actividades, deciden colocar al chico tumbado boca abajo sobre la camilla. Las chicas se colocan unos arneses alrededor de sus cinturas y con unos pollones de látex bastante prominentes, van empalando por el culo y la boca (como un pollo al ast), al improvisado maricón.
–Te vamos a reventar, maricón. La punta de nuestras pollas se van a tocar a la altura del esternón –dicen casi al unísono las dos chicas que se dedican a empalar al esclavo.
Mientras las dos chicas le pegan buenos caderazos al chaval, hincándole sus respectivos rabos hasta el fondo por culo y boca. Otra de las chicas le retuerce los testículos. Una cuarta, se sube sobre la espalda del chaval y con unos buenos tacones, taconea a placer sobre el dorso del sometido. Y la quinta chica le ordeña la polla con ímpetu, como queriendo arrancársela de cuajo.
En alguna ocasión, las chicas que le revientan el trasero y la garganta, acercan sus rostros y se dan un pico, un morreo, y se susurran:
–Hazle un desgarro en la garganta a este guarro. Atraviésale la campanilla sin contemplación, que se ahogue en sus propias arcadas el muy maricón.
–Lo mismo te digo, querida. Hazle una fisura en el colon e intestino grueso. Que tenga que ir a urgencias a confesar que cinco imponentes hembras le rompieron el culo, por asqueroso.
Así estuvieron un par de horas más: estrujando huevos, ordeñando salvajemente polla, aguijoneando con tacones la espalda, y petándole el culo y la garganta al esclavo (obligando al macho sometido a tragarse sus propias arcadas).
Jorge no pudo evitar cascarse la polla viendo cómo cinco superwomen someten a su voluntad y capricho a un macho alfa, convertido en maricón poligonero. Luego cambió de monitor y se fue a la habitación n.º 33.
Esta habitación está dedicada exclusivamente a la especialidad del Beso Negro. Un grupo de 20 chicos y chicas se van morreando respectivamente sus traseros. En ocasiones un chico le lame el culo a una chica, en otras ocasiones una chica le succiona el esfínter a un chico. Chicas que sorben ojetes de chicas son bastantes. Chicos que lamen, besan, succionan y sorben rajas anales y ojetes de machos también son numerosos. Es como una academia de mamporreros. Van subiendo de categoría a medida que el aliento de sus bocas va adquiriendo un sabor y olor a caca más intenso.
Jorge se pone cachondo viendo tanta guarra y tanto asqueroso. Echa un vistazo a su alrededor. Observa que sus invitados, después de visionar los videos en donde a Lucas lo convierten en un maricón de categoría Plata, se montaron una orgía.
A cuatro patas está Araceli y dándole por detrás, la dómina, intercambiando embestidas por coño y culo. La pareja de mulatas lesbianas, con arneses y buenas vergas, se turnan para romperle el ojete al chico gay. Este está acostado boca arriba sobre una mesa. Mientras la chica de turno lo coge por las caderas y se lo calza sin compasión, la otra mulata le estira la picha, flácida como un chicle, buscando ponérsela dura.
Jorge se acerca al grupo y, cogiendo por el pelo a Araceli, le levanta la cabeza y le inserta en la garganta de una sola estocada toda su polla, hasta el fondo.
–Atragántate con mi rabo, cacho puta. Cuando me lo calientes bien, me correré en la cara y boca del maricón al que le están dando caña las dos hermosas mulatas.
Araceli ante su idealizado macho, vuelve a adoptar una postura sumisa y servil. Se deja follar la garganta con rudeza, sin oponer resistencia. Le deja la polla y los huevos a su amante bien ensalivados, para que el chico gay no solo pruebe el esperma de Jorge, sino también las babas de su Ama Araceli.
A los pocos minutos, Jorge se desengancha de la garganta de Araceli y se dirige hacia el gay masculino y musculado. Se pajea fuerte la punta del glande y apuntando a la cara del chico gay dice:
–Abre la boca, chapero asqueroso, saborea y trágate toda mi lechada. Te tenemos bien atenazado, no puedes recular. Las chicas con sus arremetidas te empujan hacia mí, y yo con mis embestidas te empujo hacia ellas. Trágate todo lo que suelte mi rabo, déjamelo bien limpio. Mi pubis choca contra tu rostro. Te tenemos bien ensartado, ¡pedazo de maricón!
Araceli se acerca a Jorge y le susurra al oído:
–Eres un auténtico macho alfa, cariño. Todas las aquí presentes seremos tus putas. Y este chapero hará el trabajo de cuckold, tragándose todos nuestros fluidos corporales. ¿Qué te parece, cariño?
Jorge estaba tan ensimismado con el placer que le estaba provocando el chico gay, con la excelente mamada que le estaba proporcionando, que no pudo más que rugir un:
–Estoy de acuerdo. Comienza por lamerme el culo.