Era sábado por la mañana y Nuria y yo estábamos sentados en el tresillo de nuestro salón degustando un rico café. Ya habían transcurrido varios días desde que Javier, el sobrino de mi mujer, viviese con nosotros una experiencia sexual que deseaba y consiguiese el sueño de follarse a su tía. Nuria me dijo que iba a llamar a su hermana ‘Monty’ para que viniese a casa a tomar un café y comentarle lo que había ocurrido entre nosotros y su hijo, algo que mi zorra deseaba hacer desde el mismo momento en que el chaval se marchó de nuestra casa y lo que, como a él mismo le confesó durante nuestro encuentro, la ponía muy caliente y cachonda. Por mi parte no había problema en que la llamase y la invité ha hacerlo cuando quisiese por lo que aprovechó ese preciso instante para contactar con ella.
Nuria puso el teléfono en modo manos libres para que yo también escuchase la conversación. Cuando mi cuñada cogió el teléfono ambas se saludaron muy afectuosamente y mi mujer procedió a invitarla a tomar un café con nosotros esa misma tarde -«para vernos y charlar un ratillo», le dijo- pero sin mencionar en absoluto lo que había ocurrido con su hijo Javier aunque, ¡eso sí!, le dijo que se pusiese algún juego de lencería con liguero y medias sexys de los que ella poseía por una «pequeña sorpresa» que le iba a dar, extrañándose un poco mi cuñada aunque le respondió que se lo pondría; no dijo nada pero intuyo que algo se imaginó. Finalmente y antes de despedirse ambas hermanas convinieron que nos encontraríamos en nuestra casa a las 18 Horas de esa misma tarde.
Tras finalizar la conversación con ‘Monty’, mi mujer me miró a los ojos y esbozó una sonrisa muy pícara y sensual diciéndome «¡Cari, esta tarde lo vamos a pasar muy bien, te lo aseguro! Vamos a gozar de placer los tres como no te imaginas!», añadiendo «Que tu rica e inmensa polla se vaya preparando porque va a tener que dar placer a dos grandiosas putas y surtirlas de mucha leche.» Al escucharla me sentí muy caliente y cachondo tan solo con imaginarme la situación, experimentando una gran erección que mi mujer notó a la perfección por lo que me dijo «¡Jodeeerrr, tu verga ya se puso bien dura, como a mí me gusta, cari!» por lo que se encargó de aplacarla, primero con una buena mamada en el tresillo con suaves chupadas a mi hinchado capullo y lamiéndola de arriba a abajo con su dulce lengua y después, aunque mi deseo era follarla, con una fabulosa paja que hizo que me corriese de auténtico placer, chupándomela de nuevo para tragarse y saborear mi placentera corrida.
Terminamos el café y mi mujer y yo procedimos a ducharnos ya que teníamos que salir a la calle a realizar unas compras. Decidimos ducharnos juntos para ahorrar tiempo y cuando lo estábamos haciendo, al enjabonarnos mutuamente -práctica muy habitual entre ambos-, comencé a acariciar desde atrás las majestuosas tetas de Nuria y su inmenso culo pasando también mi mano por su peludo coño lo que la estremeció de gusto pidiéndome que le hiciese una buena paja porque se había puesto muy caliente y tenía muchas ganas de correrse, algo que hizo varios minutos después entre grandes gemidos y jadeos de placer.
Tras la ducha conjunta, mi mujer y yo procedimos a vestirnos para salir a la calle a realizar unas compras. Ni que decir tiene que ella se engalanó fantásticamente vistiendo una camisa de rayas blancas y negras, una minifalda de cuero y unos excepcionales zapatos de tacón mientras que, interiormente -¡cómo no!- portaba un precioso conjunto de lencería negra compuesto por sujetador, tanga, liguero y medias sexys de ancha blonda con encaje para deleitar a cuantos hombres se cruzasen en nuestro camino con objeto de provocarles deseo y de que la desnudasen con la mirada así como para el mío propio, que en cuanto la vi vestida así experimenté una nueva y brutal erección de mi verga.
Nos marchamos y tras realizar diversas tareas durante algo más de dos horas fuimos parando en varios locales para tomar unas cervezas antes de volver a casa para hacer la comida, mientras lo hacíamos Nuria y yo comentábamos con morbo inusitado lo que podía dar de sí la tarde con la visita de su hermana experimentando ambos una subida de nuestra temperatura corporal que provocó que nos pusiésemos muy calientes. Abonamos nuestras consumiciones y mi mujer me pidió que nos marchásemos a casa. Al llegar a nuestro domicilio Nuria estaba tan cachonda que me dijo «Cari, no aguanto más. Estoy muy mojada. Por favor, coge el vibrador y hazme una paja con él antes de hacer la comida, deseo correrme con todas mis fuerzas». Le hice caso y me dirigí a nuestra habitación a buscarlo, cuando volví al salón ella ya estaba tendida en el tresillo sin tanga y con las piernas abiertas y deseando recibir en su almeja peluda el vibrador con forma de polla que la hiciese gozar aunque antes de pajearla me puse de rodillas en el suelo y la calenté aún más comiéndole el coño durante unos minutos, seguidamente fui introduciéndole el vibrador suavemente y no habrían transcurrido ni tres minutos cuando comenzó a correrse como una puta zorra entre alaridos y gemidos, corrida que yo me encargué de saborear muy bien comiéndole todo su coño abierto mientras continuaba jadeando de puro gusto.
Ya más relajada se incorporó, nos tomamos una cerveza mientras dábamos cuenta de unos cigarrillos y posteriormente se dirigió a la cocina en sujetador y sin tanga, con el ligero, las medias sexys y con su riquísimo coño libre de ropa totalmente al aire poniéndose a realizar la comida, que no quisimos fuese muy copiosa por lo que nos esperaba pocas horas después. Tras la misma, mi mujer y yo degustamos dos cafés y nos dispusimos a ver la televisión hasta que llegase la hora en que nos visitase mi cuñada ‘Monty».
Con puntualidad meridiana, a las 18 Horas, sonó el timbre del portal de nuestro piso. Mi mujer se dirigió al interfono y abrió diciéndome «Cari, ya viene mi hermana. Prepárate y fóllala ante mis ojos como merece una buena puta como ella. También quiero que me folles a mí como tú sabes, ¿vale, amor? Lo vamos a gozar bien». Me morreó suavemente y se dirigió a abrirle la puerta de nuestro piso. Tras saludar a mi mujer a la entrada, mi cuñada hizo acto de presencia en el salón y se dirigió a mí diciéndome «¡Buenas tardes, cuñado! ¿Qué tal va esa vida. Todo bien?; espero que sí. Dame dos besazos». Yo me levanté del tresillo y también la saludé afablemente plantándole dos besos en sus mejillas, besos que eran de morbo y deseo solo de pensar en lo que nos esperaba. ‘Monty’ vestía chaqueta de cuero y debajo una camisa roja de fina seda, minifaldas también de cuero, medias negras que imaginé eran de las que a mí me ponen muy caliente y excitado y botas rojas de fino tacón que le llegaban casi a medio muslo. Mi mujer y ella tomaron asiento en el tresillo del salón y yo me dirigí a la cocina para preparar café para los tres.
Una vez servido el café yo tomé asiento en un sillón pero mi mujer me pidió que me cambiase de sitio y me sentase en medio de ellas dos en el tresillo a lo que accedí sin problema. Cuando lo hice mi cuñada me puso una mano en mi pierna y me dijo «¡Joder, cuñado, qué bien te veo!» a lo que yo, haciendo lo propio pero apretando un poco su piernaza con la minifalda más subida de lo normal por lo que me percaté de que llevaba puestas medias sexys de ancha blonda y, por tanto, un juego de lencería como le había pedido mi mujer, le respondí «¡Yo a ti tampoco te veo nada mal, querida!». Nuria, esbozando una pícara sonrisa, le dijo «Tu cuñado se cuida muy bien y aquí estoy yo también para cuidarlo como se merece».
Tras las preguntas pertinentes entre ambas hermanas, aunque hablan por teléfono diariamente, mi mujer quiso entrar en materia cuanto antes y le dijo a mi cuñada «Tu hijo estuvo aquí hace varios días a vernos y se quedó a comer con nosotros. Es muy bueno y un encanto, ya le dije que venga más a menudo, coma con nosotros y que cuando quiera se quede aquí a dormir o varios días, lo que prefiera», respondiéndole su hermana «Me lo dijo y me ha comentado que se lo pasó muy bien aquí, que tiene que volver a veros cualquier día de estos» -yo, por mi parte, pensaba en todo lo que había acontecido entre nosotros durante su visita y con tan solo recordarlo comencé a sentir cómo mi polla despertaba por lo que intenté disimularlo-, respondiéndole mi mujer «¡Y tan bien que se lo pasó, hermana. Ya te digo que si se lo pasó bien!». Mi cuñada ‘Monty’, algo extrañada, le dijo «No entiendo que me quieres decir, Nuria. ¿Porqué se lo pasó tan bien…?», a lo que mi zorra replicó «Pues muy sencillo, hizo realidad uno de sus sueños y de sus fantasías». Más extrañada aún, mi cuñada le contestó «¿Uno de sus sueños y una de sus fantasías…? ¡No entiendo, la verdad. Explícate…!», respondiéndole ya mi mujer muy clara y directamente «Pues porque su ilusión era follarme y lo hizo, ¡y no te imaginas de qué manera! No te haces ni una idea de la polla que tiene Javier y de cómo folla y come el coño, el hijo de puta. Me hizo gozar y correrme de placer como no te imaginas». Mi cuñada, con los ojos abiertos como platos y totalmente alucinada, le espetó «¡No me jodas, hermana. No me lo puedo creer! ¿En serio, Nuria…? ¿En serio, cuñado…?», respondiéndole yo «Totalmente en serio y, además, hemos quedado para repetir la experiencia contigo delante». Mi cuñada no podía dar crédito a lo que escuchaba de nuestras bocas y, visiblemente algo nerviosa, marchó al baño mientras mi mujer me guiñaba un ojo de complicidad.
Después de varios minutos ‘Monty’ regresó más relajada al salón junto a nosotros y Nuria me pidió que preparase otro café para los tres, me dirigí a la cocina y desde allí escuchaba la conversación entre las dos hermanas siendo mi puta zorra la que le daba todo tipo de detalles sobre la follada con su hijo y sobre lo bien que lo habíamos pasado con él, de repente se hizo el silencio y dejé de escucharlas, cuando el café ya estuvo listo y servido marché de nuevo al salón y cuál fue mi sorpresa al llegar y encontrarme a mi mujer y a mi cuñada morreándose con pasión inusitada mientras se acariciaban sus tetas una a la otra mutuamente por encima de la ropa y se abrazaban calientes como perras. Con los ojos como platos por la escena deposité los cafés en la mesa y Nuria me pidió que volviese a tomar asiento entre las dos en el tresillo, así lo hice cachondo perdido y con mi rabo totalmente duro y tieso, lo que no pasó desapercibido para ambas, comenzando mi mujer a besarme el cuello mientras me lo acariciaba por encima del pantalón y cogía la mano de mi cuñada para que hiciese lo mismo. Yo, por mi parte, recibiendo inmenso placer, comencé a morrearlas a ambas de forma alterna mientras que con mis manos acariciaba sus tetas y sus piernas hasta llegar, por encima de sus tangas y ligueros, a sus húmedos y peludos coños -mi cuñada lo tiene igual que su hermana-, ya muy mojados por la calentura acumulada. Nuria nos dijo que estaríamos mucho más cómodos sin ropa y los tres procedimos a desnudarnos creciendo mi excitación cuando ambas quedaron ante mis ojos totalmente desnudas, tan solo con ligueros y medias sexys preciosas las dos, las de mi mujer color carne y negras las de su hermana, y con tacones mi zorra y botas rojas mi cuñada. Volvimos a sentarnos en el tresillo en la misma posición y Nuria invitó a mi cuñada a comerme la polla diciéndole «¡Toda tuya, hermana. Ahí tienes el hermoso vergajo de mi marido todo para ti. Chúpaselo y mámaselo como tú bien sabes y dale gusto y placer, jodida puta!». Ella, dirigiéndose a mí y mientras me lo acariciaba de arriba a abajo, me dijo, «Ya lo conocía por fotos que me ha enviado mi hermana y han sido varias las veces que me he pajeado y me he corrido mirándolas pero en directo me gusta mucho más. ¡Valla polla que tienes, hijo de puta. Me encantaaaaa!». Seguidamente se levantó y se puso de rodillas ante mí, que continuaba sentado en el tresillo y con las piernas abiertas, y comenzó a deleitarme con una mamada de escándalo que me proporcionó un gustazo indescriptible. Mientras que la zorra de mi cuñada gozaba con mi rabo y me lo chupaba fuera de sí, yo morreaba a mi mujer y al mismo tiempo la pajeaba con dos dedos dentro de su jugosa almeja. Nuria, con su coño ya muy mojado por la paja que yo le hacía y con inmensos deseos de correrse me pidió que se lo comiese mientras mi cuñada me mamaba la polla por lo que se levantó y se puso de pie en el tresillo encajando su peluda raja en mi cara y pidiéndome que le pasara mi lengua por ella y se la besara lo que hice mientras ella me decía «¡Sigue, cari, sigue. Cómeme el coño, hijo de puta, cómetelo para darte toda mi corrida en tu boca. Cómo me gusta, mi amooooorrrrr, cómo me gusta, me haces gozar como lo puta y zorra que soy!». Mientras, ‘Monty’ se tocaba su coño con una mano y seguía disfrutando con mi verga, dura como una piedra y tiesa como un palo, diciéndome entre chupada y chupada «¡Me encanta, cariño, me encanta tu polla. Qué ganas tenía de disfrutar de ella y de que me hicieses gozar como una perra. La quiero toda para mí, todaaaaa!». Yo, caliente a más no poder, sujetaba a mi mujer por las cachas de su maravilloso culazo y con la punta de mi lengua aceleraba el ritmo de mi comida de coño en su clítoris haciendo que en poco tiempo se estremeciese de placer con una majestuosa y rica corrida en mi boca diciéndome «¡Toma mi jugo, cornudo mío. Ahí tienes el rico néctar de la almeja de la puta zorra de tu mujer todo para ti, saboréalo y trágatelo como a ti te gusta, disfrútalo, hijo de puta. Qué bien me comes el coño y cómo me gusta! Tras su inmensa corrida Nuria pidió a ‘Monty’ invertir las posiciones y fue mi mujer quien comenzó a chuparme y mamarme la verga placenteramente mientras que mi cuñada se subió al tresillo para que también a ella le comiese su rico coño y la hiciese correrse de gusto, lo encajó en mi boca y sujetándola por su soberbio culo comencé a saborearlo con deleite excitándome mucho el hecho de hacerlo delante de mi golfa, que le decía mientras acariciaba mi polla «¿Te gusta, hermana…? ¿Te gusta cómo te come el coño mi marido…? ¿Has visto el placer que nos da su lengua en nuestras rajas calientes…?», a lo que ‘Monty’ le respondió entre grandes gemidos y jadeos «¡Me encantaaaaa, me encanta muchísimo!», añadiendo «¡Sigueeeee, sigue cuñado mío. Qué bien me comes mi conejo peludo, hijo de puta, y qué caliente y cachonda me tienes. Me voy a correr en tu boca, cornudo cabrón, hijo de la gran puta. No pares, te lo ruego, no paresssss!». Yo aceleré los movimientos con la punta de mi lengua en el clítoris y en la pepitilla del coño de ‘Monty’ y gritando por el gustazo que recibía comenzó a soltar sus jugos en mi boca mientras que, entre espasmos de placer, se movía refregando su almeja contra mi boca y gritaba «¡Me corrooooo, me corrooooo. Qué gustazooooo, por Diooooosssss, qué gustooooo. Me corrooooo, cariñooooo. Qué ricooooo, qué ricooooo!»; mientras lo hacía mi mujer le decía «¡Así, así gran puta. Córrete, zorra! ¿Te gusta cómo te come el coño tu cuñado, no…? ¡Así, así. Me pone muy cachonda ver cómo te corres con mi marido!».
Yo ya estaba a punto de explotar, y avisé a Nuria de que me correría muy pronto, ella siguió de rodillas y mi cuñada se bajó del tresillo para arrodillarse junto a ella. Ambas abrieron sus bocas y yo, mirando al techo, comencé a menear mi polla con rapidez hasta explosionar en una gran catarata de leche que ambas recibieron deseosas y tragaban con enormes ganas. Entre las dos comenzaron a chupar mi rabo y mi capullo para dejarlos relucientes y no desaprovechar ni una gota de mi corrida finalizando con un extraordinario morreo entre las dos para chupar mutuamente la lefa impregnada en sus caras y bocas.
Después de corrernos y gozar plenamente mi mujer y mi cuñada fueron al baño a adecentarse un poco mientras que yo permanecí sentado en el tresillo totalmente relajado y acariciándome la polla para que volviese a ponerse en forma y seguir dando placer a mis dos grandes putas follándolas como realmente se merecen. A ambas las escuchaba hablar casi susurrando en el baño y me picó la curiosidad por lo que con sigilo me acerqué hasta la puerta, un poco entreabierta, pudiendo escuchar a mi mujer cómo le preguntaba a mi cuñada «¿Te gusta la polla de mi marido, eh…? He visto cómo gozabas chupándosela y me he puesto muy cachonda», añadiendo «¡Menuda comida de coño te ha hecho mi cornudo! Es un fenómeno comiendo coños y follando», respondiéndole mi cuñada «¡Jodeeerrr, que si me gusta su polla. Es inmensa y se la estaría comiendo a todas horas. Además me encanta la cantidad de leche que suelta, me ha maravillado su corrida», añadiendo «Y me he vuelto loca cuando me ha comido el coño, me he corrido como una perra, ¡qué bien lo hace el hijo de puta!». Conforme transcurría su conversación en el baño ambas se iban poniendo nuevamente muy cachondas por lo que mi mujer se apoyó de espaldas en el lavabo atrayendo a su hermana hacia sí y comenzando las dos a morrearse de nuevo y a meterse mano una a la otra en sus respectivos coños, que volvían a estar mojados por el calentón. Yo las miraba tras la puerta y mi verga experimentó una nueva erección deseosa de follarlas a las dos.
Mientras se besaban como si de dos lesbianas se tratase, mi mujer le dijo a mi cuñada «¿Te gusta la polla de mi marido, ehhh? ¡Qué zorra y qué golfa eres! Te aseguro que vas a gozar con ella ahora cuando te folle. Quiero ver cómo gozas de gusto cuando te la meta toda delante de mí», ella jadeaba de placer y asentía con su cabeza diciéndole a Nuria «¡Sí, hermana, quiero que me folle tu marido, sentir su verga dentro de mí y gozar de placer como lo haces tú cuando te la mete!».