Capítulo 1

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  • Día a día

DÍA A DÍA 1

JAVIER

Eran ya las seis y treinta y cinco, si no se daba prisa llegaría tarde. Entró como un loco en la estación del metro y pasó los tornos a toda velocidad. Al llegar a las vías, el metro estaba a punto de salir, lo cogió por los pelos.

Buscó con la mirada y allí estaba ella al fondo del vagón, sentada con las manos en el regazo. Hoy se sintió más atrevido y se acercó más a ella, estaba casi a dos metros y podía oler su perfume, o eso creía él.

Le miró y le remiró estaba preciosa con su blusa blanca y aquella faldita que le llegaba justo por encima de las rodillas. Ella levantó la mirada y se encontró con la suya, sonrió y volvió a bajarla. Le había pillado mirándola, pero no le importó, ya que en ese momento estaba admirando como se marcaban los pezones en esa blusa de seda azul, se estaba poniendo malito.

Uf pensó ella, ya pensé que no llegaba, mírale qué guapo con esa camisa blanca y esos vaqueros ajustaditos. Hoy es más osado y se acerca más, que bueno que está. No para de mirarme. Bajo mi vista y todo correcto, sin mucho escote y la falda en su sitio.

Pero algo está recorriendo su cuerpo, le gustaba sentirse admirada. Levantó la vista y se cruzó con la suya, no pudo reprimir un momento de excitación y unas gotitas impregnaron su sexo mientras sus pezones, se ponían muy duros.

Pablo llegó a su parada y se encaminó hacia su trabajo, paró en el bar de debajo a tomar un café solo doble y sin azúcar, Candy le saludó con amabilidad y le preguntó.

  • – Qué ¿Qué tal?
  • – Muy bien guapa, hoy puede ser un gran día jajajaja , tú también estás muy contenta hoy, ehhh.
  • – Será que he dormido poco jajajajja.
  • – Bueno Candy que tengas un buen día.
  •  – Igualmente.

Llegó a la oficina y entró en su despacho, vio una nota que decía, reunión a las 12.

Llamó a Ángeles, su secretaria.

  • – Buenos días, Pablo
  • – Buenos días, Ángeles,

Ufff está impresionante, con esa blusita de seda azul turquesa, su faldita y esos zapatos de tacón de infarto. Se le quedó mirando un momento y pudo apreciar esas tetitas debajo de la camisa, cómo le gustaría volver a comerse esos pezoncitos.

  • – ¿Ehhhh querías algo o me has llamado para admirarme? ¿Qué coño estás mirando tan embobado?
  • – Ehhhh, tus tetas … ¿estoooo sí de que es la reunión?

Ella enarboló una coqueta sonrisa hizo como que no había oído y respondió, ventas, ventas del mes pasado.

Me ha mirado y se le escapó que mis tetas, pero si son normalitas, eso sí, mis pezones se marcan poderosos y parece que hacen una buena función.

  • – ¿Quieres algo más, o vas a admirarme todo el día?
  • – Ya me gustaría ya.
  • Estooo no, muchas gracias

Ángeles salió del despacho contoneando las caderas excesivamente, ese culito también le volvía loco.

La mañana pasó sin pena ni gloria, una reunión aburrida, pero fructífera, los resultados fueron excelentes.

Pensó en darse un homenaje y salir a comer algo.

Bajó al bar y dijo:

  • Candy, un vinito por favor
  • – Ya veo que algunos tienen más acciones que otros, acabas de llegar y ya estás servido, yo, ya llevo un rato y tú llegas y zas, espectáculo y vinito.
  • – Estoo perdona, ¿Qué quieres?
  • – Una cerveza por favor.
  • – Pon una cerveza también por favor, Candy, mientras le guiñaba un ojo.
  • – Perdona no nos hemos presentado, me llamo Pablo ¿y tú?
  • – Llámame Mily.
  • – Intentaré acordarme. Iba a ir a comer, hoy las cosas me salieron muy bien, ¿me acompañas?
  • – No quisiera molestar tengo poco tiempo y pensaba comer un pincho, hoy estoy lejos de mi trabajo, tenía que hacer unos recados.
  • – Como tú quieras, pero me debes una comida, o una cena. Candy no la cobres, ya te pago yo luego.

Me acerqué a su mejilla y le di dos besos suaves.

Salí del bar y me dirigí a comer.

  • – Ehhh , ¿Dónde vas?

Escuché a mi espalda, me volví y era Ángeles.

  • – Voy a comer, quieres venir conmigo, te invito.
  • – ¿Qué quieres, ¿Qué buscas?
  • – Pues comer, ¿Qué voy a querer?
  • – ¿Y esa invitación?
  • – Has tenido suerte, me pillas de camino y soy un caballero, además no me gusta comer solo.
  • – Vale, venga, vamos.

Entramos en el restaurante y pedí una botella de vino blanco muy frío.

  • – Brindemos por el balance del mes anterior.

Ángeles mojó sus labios en la copa. Antes de tragar, los lamió mordiéndose el labio inferior. Ese gesto hizo que mi polla diera un salto dentro del pantalón, esa boca llamaba a pecar.

  • – ¿Qué te pasa, parece que te fumaste un porro?
  • – Jajaj no te lo digo.

Sus pezones hicieron aparición detrás de la tela de su blusa, ya estaba claro que no había sujetador.

  • – ¿Por qué no me lo dices?
  • – ¿Te enfadas?, prométeme que no lo harás.

La carga sexual iba subiendo.

  • – Venga, dime que no me enfado.
  • – Cuando te mojaste y mordiste los labios, mi polla se puso como un trozo de madera.
  • – Pues yo al sentir tu mirada me mojé y los pezones se me pusieron duros como tu polla.
  • – Jajajjaj que venimos a comer y si seguimos así, no sé, no sé.
  • – Eres una chica muy guapa y esa voz tuya me tiene loquito desde el primer día que te vi.
  • – Esta mañana cuando dijiste que me estabas mirando las tetas, me mojé entera, como ahora.
  • – Siii, no me lo creo, dame tus braguitas.
  • – No son braguitas es tanga.
  • – Pues dame tu tanga.
  • Levantó su culo y se las bajó allí mismo, hizo una pelotita y me las dio, mientras me miraba desafiante abriendo su bonita boca.
  • – Sí que están húmedas si y que bien huelen.
  • – El camarero vino y nos hizo la comanda.
  • – ¿No sabía que te gustaba jugar?
  • – Jajajajaj sabes de sobra que sí y jugar a lo grande.
  • – Pues ya me irás poniendo al día.
  • – ¿Sabes? Tengo una fantasía y es follar o ser follada como una loca en un despacho.
  • – Eso tiene fácil arreglo.
  • – Ehhh, para camión, no tan rápido jajajja.

Continuamos comiendo y seguimos hablando de nuestros gustos fantasías y deseos. Después de una hora de buena conversación y buena comida volvimos a la oficina

  • – Tengo tu tanga en el bolso.
  • – Te lo regalo, fue una comida muy interesante.

Entré en mi despacho y empecé a valorar la posibilidad de volver a follarme a Ángeles. Nosotros ya habíamos tenido una relación, pero la dejamos cuando otra persona se coló en el camino.

Bueno ya iremos viendo, todo se andará, me dije a mi mismo, la idea no me desagradaba nada.

Me empeñé en acabar unas cosas que tenía pendientes y se me hizo muy tarde. El tiempo había pasado muy deprisa. Al salir ya no quedaba nadie salvo los de seguridad. Bajé en el ascensor, entré en el bar y me pedí un vinito, lo degusté despacio mientras leía el diario.

Ramon me preguntó.

  • – ¿muy tardío vas tú hoy?
  • – Me entretuve en acabar unas cosas, pero bueno algo menos que tengo que hacer. Me marcho que ya son casi las ocho.

Salí en dirección al metro, a esa hora un martes había menos gente por las calles. Subí al vagón del metro y me senté al final, estaba realmente cansado. A medio vagón, allí estaba ella, no me lo podía creer. me levanté y me senté a su lado.

  • Mira la chica enigmática,
  • ¿Qué tal comiste?
  • Bueno, no estuvo mal.
  • Gracias por la invitación
  • No hay de que, te puedo invitar a cenar si quieres
  • ¿ahora?
  • Claro ahora
  • Ehhh bueno

Salimos charlando amigablemente y empezamos a preguntarnos por nuestra vida, aficiones y demás temas socorridos para empezar una conversación. La cena transcurrió con la tranquilidad de una primera cena.

  • ¿Te apetece una copa, aun no es muy tarde?
  • Vale, pero ahora pago yo.

Entramos en un garito un tanto oscuro, pero con buena música, nos pedimos unas copas y nos sentamos en un sofá corrido junto a la pared.

  • ¿No te espera nadie?
  • Pues no mira, aun no encontré mi media naranja, ni el exprimidor. Jajajajaja
  • Buenoooo, mira la modosita jajajaj Ya que lo dices así, ¿Cómo te gusta que te expriman?
  • ¿La verdad?, que no dejen nada a la imaginación.
  • ¿No me digas que te gusta el sexo duro?
  • Mas que duro, con morbo, saboreando los segundos, con fuerza y pasión.
  • ¿Te gusta el morbo? ¿Probemos???
  • Tócame la polla……
  • ¿Así, en frío, sin un triste beso?
  • ¿No me has entendido bien?

Su mano se posó sobre mi pantalón, bajó mi bragueta y sacó mi polla que ya estaba bastante dura, movía su mano lentamente de un lado a otro, de arriba abajo

  • Me gusta lo que hay

Mi mano se acercó a su pezón y lo agarró con fuerza, ella abrió la boca y se la cerré con mi lengua.

Entramos en un beso largo y húmedo, con su mano en mi polla y mis dedos apretando su pezón. Un suspiro salió de su boca.

  • Estoy muy mojada, y me tienes a mil, pedazo de cabrón.

Pero esto no hizo más que empezar, los besos y las caricias subían de tono y la calentura casi era una hoguera. No podíamos seguir en el bar, nos denunciarían por escándalo.

Salimos a la calle, sin avisar le metí en un portal que había abierto. Le subí la falda, mientras ella sacaba mi polla de dentro del pantalón y le metí dos dedos en su sexo. Mis dedos subían y bajaban con gran intensidad, la misma que imprimía ella sobre mi polla. Todo fue muy rápido, tuvimos un bonito orgasmo, que parece que nos calmó un poco.

Paramos un taxi para ir a su casa que estaba más cerca.

Nos comimos en el ascensor, devorándonos mientras nuestras lenguas no paraban. Nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, en un baile armonioso que dibujaba nuestros contornos a la vez que las lenguas incansables luchaban dentro de las bocas.

Entramos en la casa, le pegué a la pared, tiré de su tanga arrancándoselo, le puse mirando a la pared. Saqué mi polla y de una, se la metí hasta el fondo. Ella tuvo que ponerse de puntillas para recibir la estocada, sintiendo como le entraba hasta la matriz. Le saqué el culo un poco para afuera y empecé a bombear con fuerza con todas mis fuerzas. Mily puso sus manos en la pared para no lastimar su cabeza. Le daba con todas mis fuerzas, no aguantó más y empezó a correrse mientras un charquito aparecía a sus pies, seguí con fuerza, quería correrme. Ella no aguantó de pie, sus rodillas se le doblaron y cayó al suelo. Los envites eran fuertes y secos, agarré su pelo y tiré de él mientras una descarga de semen inundaba su sexo. Ella se corrió otra vez, en cuanto sintió el calor de mi semen en sus entrañas.

  • Joder tío ha sido una pasada, sí que tenías ganas, sí.
  • Y tú preciosa, tú también.
  • ¿Quieres repetir más tranquila?
  • Vale, ¿te pongo una copa?

Tomamos una copa sentados en el sofá, mientras mi mano subía por sus piernas. Subía lentamente por su pierna hasta alcanzar su sexo y volvía a bajar muy lentamente. Ella gemía mientras abría ligeramente sus piernas. Entendí la señal, pero no quise precipitarme, quería que necesitase ser follada, que lo pidiese. Mi dedo, subía y bajaba por su sexo, recorriendo la fina tela de su tanga, lento muy lento recorriendo toda su extensión, apretaba lo justo para poder recoger sus fluidos con la yema. Mi mano libre subió a sus pechos y apretó en un pellizcó su pezón. Mientras mi lengua devoraba su boca, mi otra mano recorría su sexo, notando ya la humedad a través de la fina tela del tanga, su calor hacía que mi polla subiese buscando salir del pantalón. Mi boca bajó hasta su pezón y mientras lo apretaba entre mis dedos lo sorbí y lo lamí con deseo, cosa que hizo que ella abriese aún más sus piernas, para sentir con mayor ímpetu el contacto de mis dedos.

Mily se retorcía sobre el sofá mientras mis dedos incansables acariciaban el satén de esas braguitas, ya totalmente mojadas. Gemía en mi boca a la vez que su mano imprimía más ritmo sobre mi polla. Me la apretó muy fuerte cuando mordí su pezón.

  • – Me estás matando cabrón, jodeer.

Mi boca siguió con el otro pezón sin dejar de apretar el primero, ella se retorcía, buscaba el contacto, quería más, se estaba desesperando. Su mano volvió a asirse sobre mi polla con fuerza e imprimió un alto ritmo a la paja.

  • – ehhh tranquila, no te aceleres o tendré que atarte.
  • – Pues átame o fóllame, no aguanto más.

Seguía incansable, tocando con delicadeza su coño.

  • – Ahora te voy a follar, abre tus piernas, ofrécete a mí.

Abrió sus piernas ajustando su culo al asiento del sofá.

  • – Ahora sí, fóllame.

Saqué mi miembro que estaba aprisionado y dolorido dentro del slip. Apunté mi capullo a la entrada de su coño y solo metí la punta hasta que vi como desaparecía mi capullo, para empezar un lento mete y saca solo con mi capullo dentro de ese chorreante coñito ……

Ella pedía más, sabía que había más y lo quería todo. Apretaba su pubis contra mi polla. Hábilmente la evitaba, cuando la situación ya era insostenible, empecé a entrar en ella muy lento centímetro a centímetro y a salir de igual manera. Ella mojaba sus labios, estaba en la gloria y al poco abrazó mi espalda con sus piernas y empezó a temblar sobre mi miembro hinchado.

Le dejé disfrutar su orgasmo, que aún duró unos segundos y cuando le creí recuperada, empecé un frenético mete y saca que consiguió que se corriese aún un par de veces más, mientras yo le regaba por dentro. Cayo rendida entre mis brazos, la cogí y la llevé a la cama donde la deposité abrazándome a ella hasta que reaccionó.

  • – Ha sido estupendo tío, me tiemblan las piernas, gracias por traerme a la cama.

A la mañana siguiente llegué radiante al despacho.

  • Ángeles, me puedes traer un café por favor y quítate las bragas
  • ¿ehhhhhhh?
  • ¿No me has oído?

Ángeles se mojó toda, no por el que, si no por el cómo, recordando tiempos pasados.

  • Aquí está su café, sin azúcar como a usted le gusta.
  • Cierra la puerta y ven aquí.

Ella cerró la puerta, ya sabía lo que tenía que hacer, en otros tiempos lo había hecho muchas veces y le gustó recordarlo, le gustó tanto que fueron sus pezones libres del sujetador, quienes denunciaron su excitación.

Anduvo a gatas el recorrido que le separaba de mi silla y llegando, pasó su cara por mi entrepierna, notando como mi polla crecía dentro del pantalón. Me miró a los ojos y lentamente fue bajando la bragueta, pasó la mano por encima de mi slip, notando la polla muy dura, esperándola, deseándola. La sacó de su prisión y su boca se aproximó lentamente hacia mi capullo, la envolvió con su lengua y la fue introduciendo lentamente en su boca hasta que tocó su campanilla y una pequeña arcada salió de su boca. A la vez un suspiro salía de mi boca mientras ella iba retirando su boca poco a poco, para volver a introducirse el balano hasta la garganta.

Cuando ya la tenía en la garganta le cogí con fuerza su cabeza, mientras con la otra pellizcaba fuertemente su pezón, lo que hizo que, entre la sensación de asfixia y el dolor dulce del pezón, su cuerpo empezase a reaccionar, por lo que llevo una mano a su sexo. Su mano empezó a acariciar su clítoris a la vez que sentía cómo le ardía el pezón y cómo el placer se conectaba al ritmo que marcaba su mano. Mientras, su garganta era invadida y follada por la polla que implacable ya buscaba su placer. Placer que se convirtió en un río de semen que se coló por su garganta a la vez que un charco aparecía entre sus piernas y unas convulsiones invadían su cuerpo. Tragó todo, aunque un hilillo se esparcía por su labio, la levanté y la besé en la boca para compartir entre ambos mi sabor.

  • ¿Manda algo más, jefe?
  • De momento no, gracias, Ángeles.

La mañana iba pasando lentamente, y mi mente empezó a maquinar qué podría hacer el fin de semana. Ángeles entró en el despacho para despedirse, buenas tardes y hasta el lunes.

  • ¿Pero bueno, qué hora es?
  • Pues más de las tres y media.
  • Joder, otra vez que se me ha pasado la hora. Gracias, buen finde y disfrútalo.

Aún me quedé un rato en el despacho, sopesando qué hacer. Saqué mi teléfono móvil y la llamé.

  • Hola guapa ¿Qué tal el viernes?
  • Muy bien, muchas gracias.
  • Mira, te llamo, porque me voy a mi casa de Valencia, ¿por si querías venir?
  • La verdad es que tu oferta es tentadora, pero no sé, no tenía nada pensado.
  • Perfecto, mándame tu ubicación y te recojo en un par de horas.
  • Perooooooooo
  • No te pongas bragas.