Lo que les voy a comentar sucedió hace algunos años, andaba de viaje por Zamora de Hidalgo en Michoacán, cuando conocí a una hermosa mujer, alta y delgada, con un cuerpo delicioso.
Cuando la vi sentí la necesidad de conocerla, y ni tardo ni perezoso me presenté con ella.
La invité a tomar algo, lo que ella quisiera, y aceptó tomar una copa, pronto la plática derivó en el tema sexual, y así empezamos a preguntarnos mutuamente que era lo que más nos gustaba hacer cuando hacíamos el amor.
¿Cómo eres en la cama? – me preguntó sin ningún recato.
Pues bastante imaginativo y no tengo límite en el placer – le contesté – ¿ Y tú?
Soy bastante parecida a ti – me dijo – me gusta sentir mi cuerpo vibrar de placer, y tampoco tengo ningún límite.
En ese momento decidí llevármela a la cama, puesto que ya nos habíamos tomado algunas copas, y ustedes saben que cuando hay una oportunidad, no debe desaprovecharse.
-¿Podríamos ir a otro lugar? – pregunté con algo de inocencia fingida, y para mi sorpresa me contestó:
– Si gustas vamos a mi departamento, solo que hay un pequeño inconveniente…
-¿Cuál es?
– Que vivo con una amiga, y no sé si tengas algún otro asunto que arreglar.
-¡Para nada! – contesté rápidamente – el único asunto pendiente que debo tratar eres tú.
– Entonces está decidido, ¡vámonos a mi casa! – me respondió con voz firme
Pagué la cuenta rápidamente y la tomé de la cintura al salir, ella no hizo ningún comentario ni movimiento en contra, así que continué abrazándola y sintiendo aquella cintura breve en mi mano, y su andar cadencioso y sensual me enervaba los sentidos.
En el camino a su casa, pude verle un poco más de sus bien torneadas piernas, y cómo se le marcaba su busto en la blusa, mostrándome veladamente algo que me encantaría tener en mis manos y boca.
– Tienes unas piernas hermosas – comenté como sin querer.
– Eres muy observador – comentó – espero que hayas notado todo lo demás.
– ¿Todo lo demás?, Si eres una escultura viviente a la que hay que adorar por siempre.
– Gracias – alcanzó a decir levemente y con algo de rubor en sus tersas mejillas.
Afortunadamente su departamento estaba bastante cerca y no tardamos más de cinco minutos en llegar, cuando entramos al edificio, me pidió que esperara un poco en la puerta de su depa, quería ver si su amiga se encontraba en casa.
– Mi amiga está dentro, pero dice que no hay problema – me dijo asomando esa carita angelical y sonriendo pícaramente.
– Espero no importunar, no me gustaría molestarla de ninguna manera.
– No lo creo, ¡pasa por favor! – abrió la puerta y entré.
– Permíteme un momento, no tardo – dijo suavemente – me voy a poner cómoda.
Pasaron unos instantes y escuché:
– Hola – dijo una voz a mis espaldas – yo soy Rosalía, la amiga de Carmen – me dijo sonriendo a la vez que me extendía la mano.
– Hola – contesté, y casi me quedo sin aliento, porque únicamente llevaba puesta tanga y una pequeña bata que dejaba adivinar un cuerpo muy apetecible – ¿Cómo estás?
– Creo que eso lo tienes que decir tú, ¿acaso no se nota como estoy?
Mi mente empezó a trabajar a mil por hora, tenía a mi alcance dos mujeres para mi solo, estaba a punto de brincar de gusto, ¡no lo podía creer!
– Pues eres preciosa – respondí sonriendo – no tanto como Carmen pero eres muy linda.
– Espero que en cuanto nos tratemos un poco más cambie esa opinión que tienes de mí- respondió sonriendo.
Intenté continuar averiguando algo más de ella, pero por la puerta de la recámara apareció Carmen, vistiendo un baby doll rojo, liguero y medias del mismo color, lucía fantástica.
– Veo que ya se conocen – dijo – espero que te haya caído bien mi amiga.
Deseaba poder acostarme con las dos, así que se los propuse.
– Vamos a hacerlo los tres, ¿qué les parece?
– Por mi no hay problema – dijo Carmen – ¿qué opinas Rosie?
– Pues ¡adelante! – dijo con muchas ganas.
Empecé a desvestirme mientras ellas me acariciaban y besaban por todas partes, después Rosalía me sacó el caramelo y empezó a chuparlo en una forma deliciosa, estaba en el paraíso.
Carmen y yo nos acomodamos en el sillón para poder penetrarla en la posición clásica, y vi que su amiga no se había quitado la bata, entonces le dije:
– Ven con nosotros a gozar, no te pierdas la diversión.
– Déjame verlos un momento más mientras me excito más – respondió.
Como Carmen ya estaba húmeda, continué con el juego del mete – saca, cambiamos de posición, a la de perrito, para poder metérsela por atrás, sentí las manos de Rosalía que me acariciaban mi trasero, y también me besaba el culo, esto me calentó mucho más y se la metí a Carmen de un solo golpe en el culo.
Ella estaba gozando bastante y me pedía que no la sacara.
De pronto sentí como Rosie se acercaba por detrás y me dijo:
– Quiero que esta noche sea la mejor para ti, no dejes de gozar por nada del mundo.
Dicho esto me penetró con algo por mi pequeño aro, sentí que era una mezcla de dolor y placer, pero ni siquiera dirigí la mirada para ver que era.
Poco después, Rosalía sacó lo que había metido en mi culo y continuó acariciándome.
Seguí moviéndome para darle más reata a Carmen hasta que por fin exploté dentro de aquella apretada cueva.
Al salirme de ahí, las dos me lo chuparon hasta que quedó sin rastros de la batalla que había librado, estaba curioso por saber que me había hecho Rosie mientras me cogía a Carmen, así que se lo pregunté:
-¿Qué me metiste por detrás?
-¿Tu que crees? – me dijo con la mejor de sus sonrisas y se levantó la bata dejándome ver una verga larga.
No lo podía creer, fui el jamón del sándwich, ¡era un travesti con un cuerpo delicioso!
En otra ocasión le contaré más de estos encuentros.